Almudena Grandes imaginó una sociedad sin prensa libre en su último compromiso con sus lectores
"Una novela que mantiene sus rasgos reconocibles para alegría de sus muchos lectores, porque vuelve a ser una historia coral con una galería de personajes fascinantes, que se enfrentan con valentía, cada uno en función de su situación en la sociedad, a una mentira colectiva, a unos engaños producidos por políticos que han utilizado la excusa de una pandemia y unas sucesivas situaciones de emergencia para imponer una situación sin libertad y sin prensa libre para que todo el mundo se conforme simplemente con consumir".
Es Juan Cerezo, editor de toda la vida en Tusquets de Almudena Grandes, quien hace para infoLibre esta sinopsis condensada de Todo va a mejorar, la novela póstuma de la escritora madrileña que llega a las librerías este 11 de octubre, casi un año después de su muerte en noviembre del pasado año. "Este es su último compromiso. Un compromiso con sus lectores, con su novela y con esas historias que nos está contando de resistencia, que son un guiño magnífico para decirnos 'tened cuidado, hay que estar alerta siempre'. Esta novela es el último compromiso de Almudena, que es algo que la retrata".
Inasequible al desaliento, incansable en su convenio con la vida, la escritora no dejó nunca de ser literatura, trabajando con sus energías postreras hasta el último momento en esta novela que dejó prácticamente terminada y que ahora ve la luz de manera póstuma. Un pacto consigo misma y con los suyos en el sentido más amplio del término que le "sirvió también durante su tratamiento como refugio y estímulo", tal y como remarca su editor. Esa determinación fue el "faro que la mantenía con mucha ilusión de terminar y darle esa sorpresa a sus lectores".
Todo va a mejorar es fruto del desconcierto generalizado provocado por la pandemia a partir de marzo de 2020. A ella le diagnosticaron su enfermedad en septiembre de aquel mismo año, un mes en el que declaraba: "Estaba reflexionando sobre lo curioso que era que la primera semana del estado de alarma estuviese angustiadísima por no saber de mis hijos a todas horas y que de repente un día no hablé con ellos y estaba bien, y me dije 'es increíble cómo nos acostumbramos a todo'. Me imaginé a una mujer de mi edad y qué pasaría si no pudiese ver a mis hijos durante largos períodos de confinamiento. De ese hilo nace esta novela".
Una novela que se cruzó en su camino en un momento en el que todos estábamos perdidos y que no es el sexto episodio de sus aplaudidos Episodios de una guerra interminable, serie que lamentablemente queda inconclusa, pero de alguna manera sí puede considerarse un séptimo relacionado con todos los demás. Una historia colectiva de anticipación política que tiene, según avanza la editorial, lo mejor de Los besos en el pan y la intriga de los resistentes de los Episodios de una guerra interminable. Pero, por encima de todo, es una galería de personajes que van contando su experiencia de adaptación a un país que ha sufrido fuertes sacudidas y en el que no quieren resignarse.
Leímos juntos las anotaciones de los cuadernos, hablamos de las posibilidades y me pidió que escribiese yo lo que iba a quedar sin concluir
"Es una reflexión sobre la manipulación del progreso, que ofrece como mejoras degradaciones del ser humano y, al mismo tiempo, la capacidad de la resistencia de creer que se debe mantener el fuego de la esperanza", resumía días atrás a infoLibre su viudo, el poeta y director del Instituto Cervantes, Luis García Montero, encargado un última instancia de terminar esta obra que Almudena dejó casi finalizada junto a unos cuadernos negros, los que siempre utilizaba, con todas las notas e indicaciones para completarla.
En pleno proceso de escritura y batalla contra la enfermedad, la escritora terminó el sexto capítulo de un total de siete en octubre de 2021. Como escaseaban las fuerzas, durante sus tres últimas semanas de vida le explicó a su marido como quería acabar la novela. "Leímos juntos las anotaciones de los cuadernos, hablamos de las posibilidades y me pidió que escribiese yo lo que iba a quedar sin concluir", desvela García Montero en la nota final del libro, donde añade que no ha pretendido en absoluto estar a la "altura narrativa de Almudena, sino escribir, como ella quería, unas páginas que siguiesen sus indicaciones". "Espero no haber traicionado el amor que sintió por sus lectores, sus lectoras y sus personajes", apostilla.
También fue en octubre de 2021 cuando Almudena Grandes escribió en El País Semanal una columna titulada Tirar una valla, que Cerezo recomienda volver a leer para comprender la necesidad que ella sentía de "encerrarse y mimar esta novela para acabarla de la mejor manera posible por sus lectores".
Y, efectivamente, las palabras de la escritora en dicha columna son claras: "Mis lectores y lectoras, que me conocen bien, saben que son muy importantes para mí. Siempre que me preguntan por ellos respondo lo mismo, que son mi libertad, porque gracias a su apoyo puedo escribir los libros que quiero escribir yo, y no los que los demás esperan que escriba. También saben que la escritura es mi vida, y nunca lo ha sido tanto, ni tan intensamente como ahora. Durante todo este proceso he estado escribiendo una novela que me ha mantenido entera, y ha trazado un propósito para el futuro que me ha ayudado tanto como mi tratamiento. Ahora necesito devolverle todo lo que me ha dado, encerrarme con ella, mimarla, terminarla, corregirla. Por eso voy a seguir desaparecida una buena temporada".
La trama se sitúa en España en un futuro próximo, donde un nuevo partido político ha arrasado en las elecciones liderado en la sombra por un empresario que quiere tratar el Consejo de Ministros como un consejo de administración. Como medidas extraordinarias, formará un cuerpo de vigilantes, limitará el acceso a internet y propugnará la libertad ilimitada de comprar y consumir... pero un grupo de mujeres y hombres corrientes intentarán desmontar las "mentiras del nuevo régimen".
García Montero recuerda a Almudena Grandes recitando a Garcilaso en la apertura de su biblioteca en Toledo
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Parte del escenario es una urbanización cerrada de la periferia de Madrid, donde se refleja cómo ha evolucionado la sociedad y cómo lo que marca grandes diferencias en los diferentes estratos sociales es la capacidad de cada cual de protegerse de las amenazas externas. Todo ello contextualizado a través de un proceso de documentación con una rigurosidad de precisión quirúrgica para que la ficción sea todo lo real posible.
Esa meticulosidad le llevaba, por ejemplo, a preguntar a sus amigos cuánto se tarda exactamente desde su casa hasta una estación de Cercanías en particular. Así consigue aportar realismo a uno de los personajes que habitan esa urbanización, y de esta manera consigue que el lector pueda sentirse totalmente dentro de la historia, calificada también como "distópica".
"Tenía siempre en la cabeza toda la estructura de una novela e iba trabajando los detalles y los personajes. Todo lo que pudiera ser real era real y luego ya lo situaba en la trama ficticia. Era importante para ella que el lector percibiera la realidad que ella trasladaba y en eso se documentaba muchísimo, no solo de archivo sino de circunstancias reales", apuntaban tiempo atrás a infoLibre fuentes conocedoras de esta novela, indudablemente una de las más esperadas de la temporada.