Amistades no esenciales

Los vulnerables 

Sigrid Nunez

Editorial Anagrama (2024)

Amistad emanada de la clausura, amistad de circunstancias. Una mujer madura, que imparte talleres literarios y narra Los vulnerables; un loro, Eureka, con las alas podadas, y un estudiante, Cardo, que abandona la universidad y lo expulsan de la casa familiar. Tres personajes: dos personas y un animal. Un ambiente, la pandemia. Ejerce de entorno, nada más, sus víctimas no comparecen en los hospitales ni en los tanatorios. "No podía evitar sentirme culpable del placer que sentía en las calles sin vida", escribe la mujer. Compartirán, por mero azar, escenario, un piso lujoso en Nueva York. "Una jaula gigante no deja de ser una jaula", espeta el joven sobre la vida del guacamayo y la metáfora que los encierra al blindarse contra el virus.

Una neumóloga se desplaza a la Gran Manzana para combatir la peste. Se aposenta en la casa de la contadora de esta historia. "Compartir un espacio vital con ella… un riesgo considerable". Al tiempo, la dueña de Eureka, en el tramo final de su primer embarazo, viaja a California. Es amiga de una amiga de la escritora. Cuando decretan el aislamiento, se encuentra allí, en Palo Alto, en el otro extremo de Estados Unidos. Y el loro, solo en el esplendor de Manhattan, sin quien lo cuide porque el joven encargado se ha marchado a la casa de campo de sus padres. Coincidencias en aquella "primavera vacilante", expresión que Sigrid Nunez adquiere de Los años, novela de una de sus referentes, Virginia Woolf. La propietaria del ave solicita a la profesora que atienda al pájaro durante su indefinida ausencia. "La gente se ve obligada a hacer todo tipo de cosas que preferiría no hacer". De improviso, el chico sin brújula regresa adonde viven, y se conocen, el loro y la narradora. Un intruso en esa nueva relación. "Qué humillante era sentirme celosa", en esta conjunción de vulnerables: la mujer de una edad predilecta para las ansias del virus, el animal salvaje pero cautivo y, ahora, el desertor universitario, "un misántropo", enfermo de un trastorno explosivo intermitente que le obligó a ingresar en un psiquiátrico durante un verano adolescente. Se estorbarán, chocarán, no se odiarán, no se amarán. "Toda historia digna de ser contada es una historia de amor… sin embargo, esta no es esa historia". Se necesitarán.  

El recuerdo. Los vulnerables se hinca ante la amistad elegida y añorada. Sigrid Nunez escoge nombres de flores. No da a conocer el de la protagonista. Llama a las demás Violet, Rose, Jasmine y Camellia. Todas, compañeras de residencia estudiantil, acuden al entierro de Lily. "La primera de nosotras en casarse. La primera en tener un bebé. La primera en morir". La única muerte de esta novela circundada por una pandemia letal. La partida previsible en este cierre de ciclo. El amigo está dominada por el cuidado del perro que hereda la protagonista cuando su mentor fallece de repente. Más planificado, en Cuál es tu tormento, el final de una mujer que sufre un cáncer terminal y pide a la escritora que la acompañe en su decidida marcha. Tilda Swinton y Julianne Moore encarnan a esas dos amigas en la almodovariana La habitación de al lado, León de Oro en el Festival de Venecia 2024.

"Para consolarte durante el duelo, la tristeza o la pérdida: busca a alguien que necesite tu ayuda". Antes del cataclismo sanitario, Sigrid Nunez reúne a las cinco amigas que sobreviven a Lily. Se arropan después de un desenlace pronosticado. En la vida real, en estos encuentros para un adiós surgen los instantes más desnudos y carnosos. Como en Los vulnerables. El quinteto disecciona las inquietudes actuales. Con la perspectiva de desfilar por la madurez y sumar constantes vitales. Mujeres que desentrañan la maternidad.  "La que desprecia la maternidad es despreciada por muchos, incluida nada menos una autoridad como el papa". Mujeres sorprendidas por una reconsideración de ellas. "Ahora los guionistas hacen lo imposible por resaltar la superioridad de sus personajes femeninos". Mujeres que perciben un relato opuesto al aprendido. "Ningún hombre de hoy trataría de crear una Emma Bovary o una Anna Karénina". ¿La revisión de Flaubert y de Tolstói?. "Cuando los hombres aparecen ahora en la ficción, a menudo es para que se los critique o se los denuncie por algo". Mujeres armadas de palabras, a quienes una joven camarera les muestra el universo de las generaciones de una letra incógnita: "mis amigos y yo, siempre que quedamos, cada uno saca su teléfono". Aislados en compañía. Contactar sin contacto.

Los vulnerables añaden la novena novela al catálogo de esta escritora estadounidense, de origen chino, alemán y, en menor dosis, panameño.  Como ella, sus obras aparecen mestizas, sin género definido. Comparecen la ficción y el ensayo. Admira a Annie Ernaux y a Emmanuel Carrère, pero nunca redactará su autobiografía aunque disemine porciones de su yo en su literatura. Su instinto le pide "contar mentiras" creíbles. Sin olvidar sus raíces, su origen de carencias. "Lo que realmente hay que hacer es acercar a todo el mundo a la pobreza", sostiene el joven divergente antes de marcharse con el loro Eureka del lujoso apartamento neoyorkino.

El sindiós de una ambición

Sigrid Nunez instala en la cima a Marcel Proust y su En busca del tiempo perdido. Le "encantó" Dickens porque, después de "un montón de sufrimiento", siempre había "un final feliz". Pero lo considera escritor para una etapa, "hoy no puede leerlo". Recurre a estos clásicos del Diecinueve, del Veinte y de ahora. Los clava como columnas firmes de su acervo cultural. Y, después, fustiga sus fustes para exponerlos a una prueba de estrés sísmico. Duda de la pervivencia de su manera de encadenar frases. "La novela tradicional ha perdido su lugar como género principal de nuestro tiempo". Después de esta rotundidad sin arrugas, la conjetura: "Tal vez lo que se necesita en nuestros tiempos oscuros y contrarios a la verdad… sea la literatura de historia personal y reflexión directa, auténtica y escrupulosa con los hechos". La ruta elegida por muchos. Una hipótesis. Otros tantos, con formas habituales apuntalan un universo creativo. La experiencia. Todos asisten perplejos o expectantes al vaticinio de las esquilas cuando claman por el fin de la novela.

Pero subsiste. "Existe el fenómeno de la culpa del superviviente". Rendirse al peso de quienes cayeron y a la carga de los recuerdos. El espectro de la pandemia, la vulnerabilidad. El olvido y la esperanza restañarán las heridas, aligerarán el dolor.

* Prudencio Medel es periodista.

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