En el último mes me han llegado dos libros realizados por crowdfunding, los dos muy interesantes y que me han llevado a reflexionar sobre cómo proyectos que en un momento dado no son realizados por editorial alguna, llegan a ver la luz, a encontrarse en librerías y acercarnos a distintas historias. Los dos son proyectos ambiciosos, cada uno en su estilo, y este sistema de financiación supone un empeño por parte de los autores para que lleguen al público. Este tipo de micromecenazgos a través de la web Verkami, de muy sencilla participación por parte de quien quiera, está abriendo una puerta a todo aquello que unos años antes era irrealizable.
El primero de ellos lleva la firma de Ángeles Caso, con el título de Grandes maestras y el subtítulo de Mujeres en el arte occidental. Renacimiento-siglo XIX. Esta historiadora del arte y escritora, ganadora del Premio Planeta en 2009 (Contra el viento) y del V Premio Fernando Lara de novela (Un largo silencio), lleva viviendo años en su Asturias natal dedicada a recuperar la visión de las mujeres a lo largo de la historia. En el año 2016, animada por un equipo de compañeras, lanza su primer proyecto colectivo: Ellas mismas. Autorretrato de pintoras, libro este, como el actual, de costosa edición por la cantidad de reproducciones de cuadros en color que se pueden encontrar. Quizá, si no hubiera sido por el crowdfunding, no hubiera visto la luz. Después del éxito obtenido con este primer libro, se ha realizado el segundo con el mismo procedimiento.
A través de la editorial independiente Libros de la Letra Azul, de la que Ángeles Caso es editora y fundadora, nos acerca ahora a todas las grandes pintoras de occidente que, por una razón u otra, salvo en algunos casos, no han trascendido, pese a su gran calidad artística. El libro, acompañado de los nombres de todos los micromecenas que lo han hecho posible, consta de una introducción titulada "Las maestras olvidadas" para dar paso a bloques temáticos y, por último, a una breve biografía cronológica de todas las artistas recogidas en el libro. En el primer bloque, la pintura de la intimidad, proliferan maternidades o escenas de vida cotidiana, momentos de calma, retratos de mujeres solitarias, descansando, tomando té o leyendo o cosiendo. Una genealogía femenina abarca las pinturas hechas por mujeres relacionadas con la mitología, como las imágenes de Artemisia Gentileschi (Judith decapitando a Holofernes, Judith y su doncella o Yael y Sísara), de una fuerza expresiva y luminosidad impresionante. "Ellas y Dios"incluye varias obras también de Artemisia o las de Luisa Ignacia Roldán, la Roldana, con su escultura de la Inmaculada Concepción o el Entierro de Cristo."En la cima del mundo"se encuentra, por supuesto, Sofonisba Anguissola, quizá más conocida por su retrato de Felipe II, actualmente en el Prado, o el de su mujer Isabel de Valois. Pero tampoco hay que desdeñar el retrato del Papa Gregorio XIII de Lavinia Fontana o el de la emperatriz María Teresa de Austria por Rosalba Carriera, así como los retratos de Angelica Kauffmann. El capítulo de"Mentes ilustres" está compuesto por retratos hechos por mujeres de pintores, escultores, músicos o cantantes, escritores o científicos, entre ellos el famoso retrato de Charles Darwin que todos tenemos en la cabeza, sin saber, por supuesto, que era de una mujer: Julia Margaret Cameron. En contraposición, el capítulo titulado "Gentes del pueblo" nos acerca a personajes de la calle, entre ellos Retrato de mujer negra de 1800, realizado por Marie-Guillemine Benoist, que aparece en la portada del libro. Por último, el capítulo de "La naturaleza" recoge cuadros de flores y bodegones.
Confieso mi ignorancia en muchos de estos casos, en los que me han sorprendido pintoras como Anna Ancher (El hermano pequeño, Criada en la cocina, El sol en la habitación azul, Mujer de pescador cosiendo), Antoinette Asselineau (Una escuela cristiana en Versalles) o Lilly Martin Spencer ( Bésame y serás bendecido), que nos presenta una mujer al lado de una especia de bodegón de manzanas, piñas y uvas con un rostro pícaro y desenfadado. Y muchas, muchas otras que se pueden encontrar en el libro, con las biografías al final, que arrancan en el siglo XVI con Anguissola y va recorriendo los siglos con las artistas más destacadas para abundar en el XIX y principios del XX.
Un libro imprescindible para recuperar parte de la memoria artística femenina. Ojalá vengan muchos más y que llegue un día en que sean estudio obligatorio en los colegios. Para finalizar, solo quiero rescatar el nombre de otra mujer, que ha sido la coordinadora de esta campaña de micromecenazgo: Yolanda Lobo Arranz.
El segundo libro está en las antípodas: recoge un diario bajo el título Volverás a la Antártiday representa el relato a través de Whatsapp de la “primera expedición virtual trasantártica”. La editorial se llama Fracaso Books y el libro se puede encontrar en la librería La Modesta de Madrid, en la calle Modesto Lafuente, que también ha participado en este proceso de crowdfunding.
Es un libro hecho al alimón por Paco Gómez, fotógrafo, e Hilo Moreno, expedicionario, aventurero y guía de la Antártida que, de antemano, me hizo sentir una profunda envidia y admiración por su forma de vida. Soy de esa generación que creció con los libros de aventuras de Julio Verne o Emilio Salgari y que he encontrado en este esa tensión y pulso que da el descubrir algo de un continente tan desconocido y vital para el planeta como es la Antártida. Hilo Moreno (Madrid, 1979) es guía de montaña y lleva 18 años viajando por las zonas polares del planeta. Desde 2008 trabaja en la base científica española Juan Carlos I de la Antártida y, a partir del año pasado, cuando consiguieron instalar por primera vez wifi, surgió la idea de hacer este libro virtual, todo por Whatsapp: la información, las fotos, las tormentas…
Quien recoge todo eso en este otro continente es Paco Gómez (Madrid, 1971), ingeniero de caminos que nunca ejerció por dedicarse a la fotografía y ser miembro del colectivo NOPHOTO. Mientras evocan otras expediciones como la de Scott, Admundsen o Shackleton, intentan hacer un diario aprovechando la estancia de Hilo y emular fotos realizadas en otros viajes, como las del australiano Frank Hurley que fotografió la expedición de Shackleton o el fotógrafo Herbert Pointing que fotografió la de Scott. Así van retratando a los componentes de la expedición científica, entre las cuales se encuentran varias mujeres, y nos acercan a la base Juan Carlos I que está en la península Hurd de la isla Livingston, en el archipiélago de las Shetland del Sur. Se puede buscar en un mapa e imaginarse cómo es aquello, pero el libro nos aporta ambas cosas. La reproducción de algunos de los whatsapps nos acerca al objetivo de lo que quieren hacer:
—No sé si seré capaz de hacer fotos chulas…
—Lo conseguirás, pero necesito saber más. ¿Cuál es tu misión allí?
—En el hielo soy el que guía a los científicos. Los llevo encordados para no perderlos en ninguna grieta y que no terminen en las entrañas del glaciar.
Este diario abarca desde un jueves 28 de enero hasta un miércoles 2 de marzo, en que Hilo Moreno abandona la base. Aparte del relato sugestivo, interesante y aventurero de las conversaciones entre los dos y la presentación del personal de la base científica, recoge también 87 fotografías en blanco y negro, para que se parezcan a las de expediciones anteriores. Confieso que he sentido envidia de Hilo, de poder pasear entre pingüinos que le siguen por donde va, focas, elefantes marinos que no se asustan del hombre, y también, cómo no, me hubiera gustado ser la médico ucraniana llamada Tetyana, recogida en una bella foto, sonriente, en la que el viento mece su flequillo.
Nos hablan del permafrost, esa capa de suelo que está permanentemente congelada pero no siempre cubierta por el hielo o la nieve, y de que el permafrost de Marte es muy parecido al de la Antártida y por eso es tan importante estudiarlo; también de unos pájaros llamados escúas o de las arañas marinas de la Antártida. Nos cuentan una de las tormentas más fuertes que han podido pasar, entre hielos, y que casi destrozó la base. De la desaparición del navío San Telmo. Nos enteramos de que la base española está cerca de la de Bulgaria, que reina la amistad y cortesía entre ambas porque en condiciones tan adversas no puede ser de otro modo, que se intercambian licores en momentos de ocio o que acuden juntos a los rescates de científicos que se pierden; nos hablan de los glaciares, sus formas y los nombres que les ponen, de la llegada de un barco con motos especiales para la nieve o de cómo evacúan todos los desechos, incluida la orina y las deposiciones, para no alterar en nada el hábitat. También del fenómeno visual del brass, un escombro de hielos de diferentes tamaños que se agrupan moviéndose al unísono por el agua creando diversas formas como si fuera un organismo vivo. Vemos la foto de dónde duerme Hilo, o de la biblioteca búlgara con primeras ediciones de las expediciones famosas a la Antártida. También sabemos, por Hilo Moreno, lo mal que lo pasó en su primera expedición al Ártico, tres páginas de una intensidad literaria y tensión narrativa dignas de los grandes libros de aventuras, que finaliza cuando son rescatados en helicóptero con síntomas de congelación y directamente depositados en el hospital más cercano. Confieso que no pude soltar el libro hasta que lo acabé y que he pensado lo que Paco Gómez dice de este guía: “Para mí Hilo es el Freuchen de la época que me ha tocado vivir. Un explorador total que nos recuerda que vivimos en un planeta salvaje”.
Y también como dice Paco Gómez, me pasa lo que dice en la primera página del libro, a modo de introducción: “Me gusta viajar. A mi edad, ya me he hecho a la idea de que hay lugares del mundo que nunca podré visitar. Uno de ellos es la Antártida. No existe en la Tierra nada más lejano e inaccesible… Pero si escribo esto es porque el destino parece haberme dado una oportunidad. En estos momentos tengo un amigo en la Antártida”. Yo me considero aún más afortunada, porque Hilo Moreno es mi sobrino.
*Carmen Peire es escritora. Su último libro, Carmen PeireCuestión de tiempo (Menoscuarto, 2017).
En el último mes me han llegado dos libros realizados por crowdfunding, los dos muy interesantes y que me han llevado a reflexionar sobre cómo proyectos que en un momento dado no son realizados por editorial alguna, llegan a ver la luz, a encontrarse en librerías y acercarnos a distintas historias. Los dos son proyectos ambiciosos, cada uno en su estilo, y este sistema de financiación supone un empeño por parte de los autores para que lleguen al público. Este tipo de micromecenazgos a través de la web Verkami, de muy sencilla participación por parte de quien quiera, está abriendo una puerta a todo aquello que unos años antes era irrealizable.