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El rincón de los lectores

Queremos tanto a Isabel

La cineasta Isabel Coixet.

Ioana Gruia

La excepcional cineasta Isabel Coixet, Premio Nacional de Cinematografía 2020, ha reunido en No te va a querer todo el mundo(Malpaso) una serie de textos publicados en los últimos cuatro años en medios como El Periódico de Cataluña, El País o Crónica Global. Se trata de unas reflexiones absolutamente deliciosas y, si se me permite, queribles (ya sé que la palabra no está en el Diccionario de la Real Academia, pero se usa y no se me ocurre otra mejor), que muestran una gran capacidad de tratar con sencillez lo complejo que nos habita.

Isabel Coixet habla de la vida, el cine, la amistad o la política desde su enorme talento, la sensatez y algo que llamaría ternura inteligente. Vivir, nos dice, "vivir de una manera auténtica ni es fácil, ni sencillo ni indoloro. Requiere esfuerzo físico e intelectual, requiere sacrificio, requiere tiempo y requiere agallas. Y no existen fórmulas mágicas, ni atajos, ni secretos absurdos ni reglas que invariablemente se deban seguir". Y, qué duda cabe, no se puede vivir sin amigos: "Los amigos, los buenos, los de verdad, son como las vigas del edificio que es nuestra vida. […] La profundidad de una amistad no puede juzgarse por la proximidad o regularidad en la comunicación, sino por la generosidad con la que cada uno acepta las faltas del otro". La gran cineasta que es Isabel Coixet declara: "Tocar el corazón de alguien (aunque sea por unos instantes), devolverle una mirada del universo desde otros ojos es todo a lo que aspiro". Lograr tocar el corazón (algo que "no se puede forzar", igual que el amor) es, en su aparente sencillez, lo más difícil en el arte (y lo que Coixet consigue siempre con sus películas).

Con una inteligencia incisiva, afirma que el talento nunca debe ser una excusa para amparar comportamientos reprobables a la vez que siempre hay que separar la dimensión humana del alcance artístico: "Nos jode admitir que el cantante que nos ha hecho bailar, el director de cine que nos hace reflexionar, el escritor que nos ha emocionado, pueden ser unos individuos abyectos a los que preferiríamos no estrechar la mano. (…) ¿Cómo hacemos ahora? ¿Prohibimos canciones, boicoteamos películas, quemamos libros?", nos interpela con una admirable claridad mental, ética y estética. Debemos admitir lo que a menudo no queremos asumir, "que muchas de las personas cuyas obras admiramos tienen conductas nada admirables".

La claridad mental y la sensatez marcan también sus reflexiones sobre la política y destaca en este sentido la capacidad de Coixet para detectar la demagogia. Hay una frase maravillosa al respecto: "El mundo lo deberían gobernar personas apasionadas pero no fanáticas". Pues sí, qué duda cabe, otro gallo nos cantaría. No tiene desperdicio tampoco su fino y a la vez evidente argumento sobre las mujeres cineastas: "Llegamos a la dirección con un agotamiento extra (…) las mujeres cineastas en cada película tenemos que defender el derecho a contar historias donde hay seres humanos que se hacen su propia cama, que es para mí el auténtico test de Bechdel con el que se sabe si el director de una película es hombre o mujer, porque en las películas escritas y dirigidas por hombres a ningún personaje se le ocurre hacer la cena". Leo esto y recuerdo cómo Ann en Mi vida sin mí prepara tortitas para sus hijas y también la cena, dejando las costillas en leche en la nevera para que sean más tiernas.

En el muy reciente y estupendo discurso de recepción del Premio Nacional de Cinematografía en San Sebastián, Coixet recomienda a los cineastas que empiezan que se fijen en "la sonrisa forzada de una anciana en el autobús cuando te agradece que le cedas el asiento. En el gesto furtivo de un niño que se tira de las mangas del jersey que le pica y que una tía bienintencionada le ha regalado. En una pareja silenciosa en un café que se aferra a los planes con amigos para seguir juntos. Y en el camarero, angustiado por llegar a fin de mes que les trae un cortado que no pidieron". Fijarse en los gestos reveladores, en lo particular, en los detalles cuya observación puede proporcionar el germen de una historia. La mirada atenta es propia de la extraordinaria flâneuse que es Coixet. Deambular es, declara, "una de las cosas que más me gusta en el mundo". Se trata de un deambular que estimula la mirada atenta, el oído fino, la belleza y la fuerza de lo concreto: "Andar rápido, andar despacio, pararme, mirar una placa, ver cómo abren una calle que no parecía tener especiales problemas en el subsuelo, escuchar cómo cada mañana un hombre canturrea la misma canción mientras limpia los cristales de las puertas de una clínica psiquiátrica…". Entrenar la mirada atenta tiene consecuencias artísticas pero también éticas, porque se detectan la demagogia, la vacuidad, las miserias enmascaradas de grandilocuencia.

Las recomendaciones de libros, películas, series y canciones, seguidas de breves comentarios, son maravillosas. Por el imaginario afectivo de Isabel Coixet transitan los textos de Salter, Zweig, Pardo Bazán, Dickens, Lavin o Némirovsky, la música de Auserón, Damien Jurado o Savall y las películas de Bergman, Varda o Sautet, entre muchas otras referencias.

He apuntado los libros, las películas y las canciones que no conozco (este es otro gran regalo de No te va a querer todo el mundo), he vuelto a ver Corazón de invierno de Claude Sautet y a llorar con Mi vida sin mí. Hay muchas frases que he subrayado en este libro abrazable, con lápices de diferentes colores, pero para acabar esta reseña he escogido la siguiente, que elogia las pequeñas epifanías cotidianas, su potencial de felicidad y salvación: "Queremos creer en los milagros. Y el único milagro de verdad es que, a pesar de todo, estamos vivos y hay mañanas que huelen a promesa, a hierba recién cortada y a esperanza".

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*Nota a 28 de septiembre. Por un error de la edición, en una versión previa del artículo no aparecía el nombre de la editorial responsable de la publicación del libro, Malpaso. 

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Ioana Gruia es escritora y profesora de Literatura. Su último libro es El expediente Albertina (Edhasa, 2016).

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