Berlinale 2015
Del majestuoso desierto con Nicole Kidman al interior de un taxi conducido por Panahi
La segunda jornada del Festival de Berlín en esta su 65 edición, ha tenido este viernes en su competencia oficial el denominador común de la sorpresa. No esperábamos (o quizás un poco), que Werner Herzog desaprovechara una historia real tan interesante como la de la escritora, política y espía Gertrude Bell, en Queen of the Desert, ni tampoco que el iraní Jafar Panahi, cuyos dos últimos trabajos en la clandestinidad fueron bastante decepcionantes, volviera por sus mejores fueros con Taxi, y finalmente, la sorpresa es la clave que mueve al aplaudido drama británico 45 Years.
Recordar a Lawrence de Arabia era inevitable este viernes en la Berlinale ante la visión de Queen of the Desert, la película del alemán Werner Herzog en la que Nicole Kidman interpreta a la novelista, diplomática, historiadora, espía y exploradora británica Gertrude Bell, que fue contemporánea del propio T. E. Lawrence, más conocido como Lawrence de Arabia, y que cómo él recorrió las convulsas tierras (ya entonces) del Oriente Medio. Y claro, las comparaciones son un poco, al menos un poco, odiosas. Nadie ha sabido como sir David Lean combinar el espectáculo con la íntima emoción y la potencia de una historia profundamente humana. Desde luego, Herzog no es una excepción. Su película, que intenta mantener ese equilibrio imposible entre lo comercial y el arte, a base de condescendencias, decepcionó, a pesar de puntuales momentos de belleza.
Hace más de cinco años que empezó a desarrollarse esta biopic de Gertrude Bell (1868–1926), una mujer proveniente de una familia de políticos, de espíritu aventurero, que por sus constantes viajes a Oriente Medio se transformó en una importante influencia en la política imperialista británica en esa región, siendo de gran relevancia su papel en el establecimiento y la administración del estado moderno de Irak.
Bell nunca se casó ni tuvo hijos, y su muerte –por una sobredosis de píldoras– despertó un gran debate sobre si fue intencional o accidental, considerando su pasado de espía. Inicialmente Naomi Watts iba a ser la protagonista, pero el papel acabó en manos de Nicole Kidman.
Como le pasó la víspera a Coixet, hay un gran personaje femenino, y ambas películas dan sobre todo ganas de ir a una librería para saber quién era realmente este fascinante personaje de Bell, a quien Nicole Kidman se esfuerza en interpretar sin desprenderse del glamouroso halo de una estrella de Hollywood.
Sin embargo, dejando aparte las servidumbres de un elenco en el que debía de haber figuras destacadas (Robert Pattinson interpreta al famoso Lawrence, sin ir más lejos) para recuperar la costosa inversión, es el planteamiento de Herzog el principal problema, ya que el autor de Aguirre, la cólera de Dios, Nosferatu, Fitzcarraldo, Cobra verde..., que llevaba más de un lustro dedicado a los documentales, aparte de dirigir ha escrito el guión de Queen of the Desert, y esa es la principal pata coja del invento. Le sobra a la cinta languidez, voz en off que cuenta lo que no vemos, tiempos muertos y diálogos no especialmente brillantes. Es el típico film que promete más de lo que en definitiva da, o que nos hace pensar en cómo hubiera resultado un personaje tan apasionante como Bell en otras manos.
Cómo Jafar Panahi sigue haciendo cine forma parte de la magia de este oficio. El iraní autor de El círculo y Off side está condenado a una fuerte pena de cárcel (conmutada creíamos por arresto domiciliario) acompañado de un silencio creativo obligado por sentencia de los tribunales teocráticos del régimen de 20 años sin filmar. Pero él, que desafío a los ayatolahs filmando el último proceso electoral en el que la oposición fue silenciada pese a su esperada victoria, no parece tener la menor intención de cumplirla.
Ahora, ha presentado –en ausencia– su más reciente trabajo, que es una nueva y desafiante pirueta contra jueces y religiosos. Panahi ha trasladado su encierro a un taxi, o le ha puesto ruedas, e interpreta así al conductor de este vehículo de servicio público en cuyo interior se van alternando clientes de todo tipo, que perfilan un retrato de la rica realidad de Teherán, todo ello narrado con sana ironía y sentido crítico.
Tras la decepcionante Pardé, el cineasta iraní cambia radicalmente de registro para hacer una película divertida, ligera y a la vez repleta de mensajes. ¿Cómo lo ha hecho? ¿Cómo ha podido salir de su casa, rodar toda la película desde un taxi (la cámara está anclada en la parte delantera), editarla y sacarla del país? Esas son las preguntas que a una le asaltan después de pasar un buen rato.
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Nos hubiera encantado preguntarle al realizador persa si vió y le inspiró el documental español de David Muñoz Otra noche en la tierra (2012), filmado de la misma manera, sólo que supuestamente no con actores, y en el que también a través de los clientes de unos taxistas notábamos como respiraba otra sociedad de la región, la egipcia, ante la "primavera árabe" que estaban viviendo.
La vida te da sorpresas. Geoff y Kate son una pareja madura próxima a celebrar su 45 aniversario, cuando el pasado golpea su tranquila cotidianeidad. Al marido le avisan de que en los Alpes suizos ha aparecido el cadáver, congelado, de la que fue su novia, fallecida en un accidente medio siglo antes, lo cual genera en ambos esposos, intepretados por rostros tan prestigiosos de la interpretación británica como Charlotte Rampling y Tom Courtenay, una callada incomodidad, que aumenta hasta minar su relación.
En su nueva película, Andrew Haigh, responsable del drama gay Weekend, no se complica la vida, la deja fluir, y así –con la inestimable complicidad de unos actores con toda la experiencia y sabiduría del mundo, en tal vez sus mejores trabajos– transmite sentimientos que van de la inquietud a la emoción, mostrando la fragilidad de la convivencia en pareja, por muy larga que sea.