Arte
El mantra sanador de la mujer araña
El pasado es parte indisoluble de la creación artística de Louise Bourgeois (París, 1911 - Nueva York, 2010). El Museo Guggenheim de Bilbao recoge parte de las vivencias personales de la artista franco-americana en Estructuras de la existencia: las Celdas (hasta el 4 de septiembre). La muestra agrupa un conjunto de 28 de sus Celdas, las piezas que utilizó en su madurez como una terapia para superar situaciones dramáticas que le marcaron durante la niñez. Sus padres, Josephine Fauriaux y Louis Bourgeois, eran dueños de una galería de tapices antiguos y de un taller de reparación de tapicería, donde rellenaban diseños desgastados por el tiempo. La pequeña Louise fue testigo de la infidelidad reiterada de su padre con la au pair de la familia, Sadie, que vivió con ellos durante diez años.
La muestra, organizada por el Haus der Kunst de Múnich en colaboración con el Guggenheim, reúne la mitad de la colección de Celdas de la artista conceptual en una exposición itinerante que concluirá su recorrido en el Museo Louisiana de Arte Moderno, en Dinamarca.
Vivencias destructivas vs. reconstrucción personal
La mayoría de las Celdas son reconstrucciones del pasado creadas con elementos arquitectónicos y muebles reutilizados como puertas, ventanas, mallas de alambre, contenedores industriales e incluso, una cabina de ascensor. "Las Celdas forman parte de su estricta parcela de intimidad, más allá de la etiqueta de teatralidad que se ha dado a la obra de Bourgeois", revela Jerry Gorovoy, asistente, amigo personal de la artista y presidente de la fundación Easton. "Una muestra interior, emocional, no social ni política y diferente de cómo se había mostrado hasta ahora". "Louise era honesta en su trabajo, necesitaba trabajar para estar viva", añade. Un escenario conectado con el universo y con sentimientos personales tales como lo celos, las emociones o la inseguridad. "Más allá de géneros, es un trabajo conceptual. La mujer como un sujeto, no como un objeto", incide Godoroy.
Una de las Celdas de Louise Bourgeois expuestas en el Guggenheim. / ERIKA EDE (FMGB GUGGENHEIM)
Louise Bourgeois ahuyentó sus demonios gracias a un psicoanálisis y a la colocación de enseres que formaban parte de su vida dentro de impactantes esculturas. Escenarios verdaderos y dramáticos creados por una inteligente mujer que estudió matemáticas y filosofía en la Sorbona, como paso previo a sumergirse en la formación artística; una vez que su estandarte, la madre que tejía, falleció tras una larga enfermedad. La araña es la madre tejedora de tapices a la que Louise adoraba. Un animal que genera repulsión y que a su vez se convirtió en el símbolo de la creación artística de Bourgeois. Mamá es la araña de nueve metros de altura que ocupa un espacio destacado en el exterior del museo de Bilbao desde 2001.
Con ocasión de esta muestra, las Celdas iniciales, numeradas del I al VICeldas ,, se agrupan por primera vez desde 1991, cuando se reunieron en el Carnegie International de Pittsburg. El conjunto comprende casi la mitad de su colección de celdas, compuesta por un total de 60 piezas. En ella aparecen elementos recurrentes, tales como las esferas de vidrio, que representan la fragilidad de la existencia; o espejos, que juegan con el espectador y revelan la impulsiva curiosidad infantil y la humana tendencia al voyerismo, que obsesionaba a la artista. Obra autobiográfica que refleja claves de la relación paterno-filial. Traición, ansiedad y soledad, bañadas de amor-odio. "Tienes que contar tu historia y tienes que olvidarla. Olvidas y perdonas, eso te libera". Sacar el dolor y los elementos que lo provocaban, a modo de terapia, fue su salvación.
Celda VII, 1998, de Louise Bourgeois. / CHRISTOPHER BURKE (THE EASTON FOUNDATION / VEGAP)
Relación de espacios
En opinión de Juan Ignacio Vidarte, director del Museo de Bilbao, es interesante analizar "cómo se mueven las esculturas de Bourgeois en el territorio de Gehry" y "la dimensión arquitectónica de las celdas dentro de la particular arquitectura del Guggenheim". Las salas del museo constituyen "espacios monumentales que permiten vivir esta conmovedora exposición como en pocos lugares del mundo", como explica Rafael Pardo, director de la Fundación BBVA, patrocinadora de la muestra. Para Petra Joos, comisaria de la muestra, son "espíritus vitales y frescos que conviven bien en este museo": "Ella fue una maestra a la hora de desarrollar todo su lenguaje artístico y una precursora del arte medioambiental, que, a principios de los cincuenta, plantea el espacio como un elemento físico en sí mismo".
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Bourgeois inició con la pieza Guarida articuladaGuarida articulada la serie de celdas que la artista aislaba del entorno que las albergaba. "Cuando empecé a crear las Celdas quería construir mi propia arquitectura y no depender del espacio de un museo, no tener que adaptar a él mi escala. Quería constituir un espacio real en el que uno pudiera entrar y por el que pudiera moverse", señalaba al inicio de su creación introspectiva con estructuras metálicas. Ideas e innovaciones formales como manera de abordar el psicoanálisis. Instalaciones ambientales que se han convertido en cuestiones fundamentales para entender el arte contemporáneo, desde el papel de la fundadora del arte confesional. "Si el dolor remite, la tensión se reduce, la compulsión desaparece y el dolor se elimina, la escultura funciona", repetía la artista como un mantra sanador.
Celda XXVI, 2003, de Louise Bourgeois. / CHRISTOPHER BURKE (THE EASTON FOUNDATION / VEGAP)
Bourgeois sintió interés por el controvertido neurólogo Jean Martin Charcot que, como su discípulo Sigmund Freud, trató de indagar en el origen del arqueamiento del cuerpo que se produce durante un ataque de histeria y cambió el género asociado a este término, reproduciendo cuerpos masculinos en esta posición. Para ella, el término en inglés, cell tiene diversas connotacionescell, ya que se refiere tanto a la celda individual de una cárcel o de un monasterio, como a la célula biológica de un organismo vivo. En 1982, con 70 años, creó un texto autobiográfico ilustrado para la revista especializada Artforum, que giraba en torno a las traumáticas experiencias de su niñez. En ese mismo período, el MoMa de Nueva York homenajeó a la artista con una retrospectiva. Era la primera vez que el museo dedicaba una exposición antológica a una mujer.