De las tierras de Mongolia, sostienen sus pobladores, nunca salió ni saldrá mensaje alguno. Ellos solo le dan a la sátira. Y la portada que se marcaron en su último número mensual, el de mayo, les da toda la razón: para el que no quiera ver más allá, llamaron a la infanta Cristina “hija de puta”. Así, con todas las letras. Pero es que aún les quedaban otras escondidas: al desplegar la tapa de la revista, se podía observar la afirmación en todo su esplendor. Y en su verdad estricta e intachable, sin dobleces, aunque solo fuera hasta ayer: “Hija de los reyes de España imputada”. aunque solo fuera hasta ayer
Será por su falta de pudor o por su valentía sobrada, ni siquiera su editor, Gonzalo Boye, lo tiene demasiado claro. El caso es que tras poco más de un año en los quioscos, ya les llegan los premios. Concretamente, por su “defensa de los valores humanos”, un honor que les reconoce el Club Internacional de Prensa, que otorga esta tarde (a las 19.30) sus galardones anuales, que también han querido rendir homenaje a la labor de profesionales como Ramón Lobo, periodista de TintaLibre, el corresponsal de TVE Luis Pérez López, la periodista mexicana Adela Mac Swiney y la Fundación Luca de Tena.
“Imagino que nos conceden el premio por la postura crítica que hemos adoptado ante los abusos y la falta de información que hay en España”, dice Boye. “Porque aparte de nuestra sección de sátira, tenemos otra de noticias, muy plural y muy abierta”. Nacidos en marzo del año pasado, inspirados por la tradición de revistas satíricas que en España abarca desde La Codorniz o El Papus hasta El Jueves, quisieron crear su híbrido entre realidad y ficción informativas insistiendo en el formato papel porque, como dice Boye, son “muy tercos”. Y porque tampoco se creen todos los mantras que resuenan en estos tiempos de proverbiales designios. “Juan Luis Cebrián dice que el papel ha muerto, pero seguro que está más vivo que nunca, porque si no él ya hubiera cerrado El País”, dice en un tono de chanza seria que se revela una constante en la charla. “Pero nosotros no nos dejamos engañar”.
Con una tirada de 40.000 ejemplares a razón de tres euros la unidad, y prácticamente solo a base de suscripciones y venta directa, aparte de unos ingresos por publicidad “muy marginales”, los mongolos han logrado no solo sobrevivir este año largo, sino que además han engordado y cogido buena saludmongolos, asentándose cada vez más orondos en el panorama de la prensa nacional. “Hemos sido muy bien recibidos, lo que nos llena de orgullo”, apunta, “pero por ahora no hay nada hecho: por cada portada que sacamos, la siguiente tiene que ser mejor”. Si con esta ya dieron un pelotazo tal que Twitter les clausuró -bajo imprecisos pretextos- la cuenta durante una hora, ¿qué clase de polémicas nos esperan en adelante, señor Boye? “Nuestras portadas son controvertidas porque la gente muchas veces no se atreve a hacerlas”, responde él. “Por ejemplo, cuando publicamos que Rajoy estaba muerto… ¿Es que alguien le ha visto vivo para poder desmentirlo? Nosotros creemos que estamos contando verdades como una catedral”.
La casualidad, añade, también ha jugado algunas veces a su favor. Por ejemplo, cuando publicaron que el rey iba a tener un accidente y poco después se produjo aquella infausta caída en Botsuana. O cuando este último número, el de la infanta, apareció el mismo día en que se celebraba la jornada por la libertad de prensa, circunstancia que desconocían. “Estamos publicando en un momento de recorte de libertades importantísimo, de desmoronamiento del sistema, y lo que nosotros hacemos es un planteamiento informativo pero también político”, señala. “Es un decir aquí estamos y esto es lo que creemos”.
Como buenos hijos de la crisis, los mongolos medran en sus infortunios. Aunque infortunios, siempre los hubo. “La situación nos ayudó en la decisión de salir, pero la descomposición sistémica ya se había iniciado en España antes”, matiza Boye. “Aunque no hubiera habido crisis, hubiera habido Mariano”. Con seis gestores y varios colaboradores externos, a la revista, dice –muy irónicamente- Boye, solo le falta la aportación de otros profesionales. “Esperamos que se nos unan Pedro J. o Cebrián. Nos da corte pedírselo, pero seguro que se mueren de ganas”, asegura. Tal timidez, por suerte para ellos, no se verá afectada por la presencia de ningún miembro de la familia real en la entrega de premios de hoy, que supondría su encuentro cara a cara tras la portada de la infanta. Aunque tampoco les hubiera importado medirse con el príncipe que, cree Boye, “seguro que es un asiduo lector nuestro, porque es una persona con sentido del humor”.
Más premiados
Ramón Lobo: galardonado por su trayectoria profesional, Lobo, uno de los más reconocidos corresponsales de guerra de España, trabaja actualmente como periodista en tintaLibre, el hermano en papel de infoLibre. Antes pasó por medios como El País, El Sol, La Gaceta de los Negocios o Cinco Días. A lo largo de su carrera ha cubierto una veintena de conflictos en todo el mundo, desde los Balcanes a Chechenia, Haití, Ruanda o Sierra Leona.
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Luis Pérez López: el actual corresponsal de TVE en Colombia y los Países Andinos, al que el Club de Prensa Internacional reconoce como el mejor profesional español en el extranjero, ha trabajado también en diversas zonas de conflicto. Como enviado especial, ha informado sobre los conflictos en Irán, Irak, Líbano o Liberia y, más recientemente, sobre la muerte de Hugo Chávez y las elecciones en Venezuela.
Adela Mac Swiney: la periodista mexicana obtiene el premio como mejor corresponsal extranjera en España por su trabajo en la agencia Notimex, una labor que ejerce desde 2008. Antes, fue directora de Comunicación Social de la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas en México.
Fundación Luca de Tena: creada en 1993, esta institución sin ánimo de lucro se dedica a atender a las familias de empleados de prensa fallecidos y a periodistas desempleados, por lo que ha sido reconocida por su defensa y apoyo a los medios de comunicación.
De las tierras de Mongolia, sostienen sus pobladores, nunca salió ni saldrá mensaje alguno. Ellos solo le dan a la sátira. Y la portada que se marcaron en su último número mensual, el de mayo, les da toda la razón: para el que no quiera ver más allá, llamaron a la infanta Cristina “hija de puta”. Así, con todas las letras. Pero es que aún les quedaban otras escondidas: al desplegar la tapa de la revista, se podía observar la afirmación en todo su esplendor. Y en su verdad estricta e intachable, sin dobleces, aunque solo fuera hasta ayer: “Hija de los reyes de España imputada”. aunque solo fuera hasta ayer