"No era mi plan hacer el disco más vendido jamás en la historia de la música de Israel". Locuaz y con la sonrisa tallada en su rostro, David Broza (Haifa, 1955) habla por los codos entrelazando recuerdos de casi medio siglo de carrera musical con agradecimientos a la cultura española y cierta añoranza de su adolescencia en Madrid. Una gratitud vital que alcanza ahora una cuadratura del círculo mientras devuelve de alguna manera a España las canciones de Joan Manuel Serrat, Manzanita, Paco Ibáñez o Cecilia que le convirtieron en una celebridad en su Israel natal casi por accidente.
Rebobinemos un poquito, cuatro décadas de nada. Hace cuarenta años, Broza publicaba Haishá Sheiti (1983), un álbum con canciones traducidas meticulosamente al hebreo por el gran poeta israelí Jonathan Geffen, con una fluidez que parecían escritas originalmente en esa lengua. Tanto es así, que pocos en Israel recuerdan que las canciones son originalmente españolas. Y Haishá Sheiti, que incluye también poemas de León Felipe y Luis de Góngora es, efectivamente, el disco más vendido de la historia de la industria musical de aquel país.
Durante los últimos años, David Broza ha interpretado en directo las canciones mezclando la letra en español con la letra en hebreo. Esto fue lo que suscitó en él la idea de grabar una versión del álbum completamente en español celebrando el cuarenta aniversario. Con motivo de la efeméride, el músico y activista, también embajador de buena voluntad de UNICEF, publica ahora La mujer que yo quiero, un trabajo que devuelve la música a sus raíces, con las canciones de Haishá Sheití interpretadas en español, únicamente con voz y guitarra, tal y como fueron escritas originalmente.
"Se cumplió el mejor sueño de un promotor, que a veces puede ser una catástrofe para el artista", bromea el artista en conversación con infoLibre mientras repasa la historia de esta "anécdota tan especial en la cultura de dos pueblos", inusitadamente unidos a través de un puñado de buenas canciones que superaron cuestiones tan mundanas como la autoría para pasar a ser de todos, en dos encarnaciones diferentes pero, en esencia, iguales a pesar de ser cantadas en dos diferentes lenguas.
Esta historia de ida y vuelta entre España, Israel y de nuevo España empieza con el inesperado traslado en 1967 a Madrid de la familia de un Broza de apenas doce años. En plena adolescencia, nuestro protagonista sufrió una profunda metamorfosis pasando de ser un "niño tímido israelí a un joven más cosmopolita" que aprendió en España una actitud ante la vida que ya nunca le abandonaría.
A través de sus amistades madrileñas, conoció a Joan Manuel Serrat, Luis Pastor, Pablo Guerrero, Patxi Andión, Paco Ibáñez... Toda esa generación de cantautores cuyos discos se llevó cuando regresó a Israel después de sus siete años españoles especialmente transformadores. "Cuando volví a Tel Aviv llevé conmigo los discos de estos artistas, que escuchaba para relajarme y me transportaban de vuelta a Madrid desde allí. En mi mente era algo muy espiritual. Cantaba a Serrat o Paco Ibáñez en mi casa y para la gente que pasaba por allí se convirtió en una cápsula de otra cultura", relata, destacando que su verdadera vocación era ser pintor, no músico.
"Las tocaba con una guitarra barata que había comprado en la calle Mayor de Madrid. Y sin hablar bien español, porque el mío era muy de la calle", apunta divertido mientras prosigue con una historia que incluye actuaciones en pequeños bares para ganar algo de dinero para el día a día. Así fue como Jonathan Geffen, que era "como el Lenny Bruce de Israel", le ofreció hacer un show con él en sustitución del músico que habitualmente le acompañaba. Para relajarse antes de salir a escena, Broza cantaba canciones como La mujer que yo quiero o La más bella niña, que llamaron la atención de Geffen. Así empezaron a traducirlas al hebreo palabra por palabra y, con el tiempo, metiéndolas también una a una en el espectáculo.
Mientras tanto, como un extraño inciso en su destino escrito, Broza publicaba con gran éxito su segundo disco con su banda en 1982, pero las altas expectativas se evaporaron poco después con el estallido de la guerra del Líbano y la llamada a filas como reservista. En ese ambiente desconcertante, la discográfica le propuso hacer un disco con todas esas canciones que estaban traduciendo, inicialmente a guitarra y voz por falta de presupuesto, aunque los acontecimientos girarían con la llegada de Louis Lahav, ingeniero musical que había participado en el Born to run de Bruce Sprinsgteen en 1975 y le propuso "el sonido más potente de aquella época del rock n' roll".
"Lo que era una anécdota de homenaje a la música española se convirtió en eso. No sabía, no tenía ni puta idea de que este disco iba a cambiar mi vida, mi carrera y la industria israelí de una manera que yo no esperaba. Ni lo esperaba, ni lo soñaba, no era mi plan", remarca el músico, quien cuenta divertido una anécdota no precisamente menor: ""En el año 83, el único mercado donde Michael Jackson no era número 1 era Israel. Y los jefes de la CBS fueron allí para preguntar quién era ese que les impedía poner el anuncio de 'Número 1 en todo el mundo' porque un pequeño país de tres millones de personas la está cagando su plan. Fue todo un fenómeno".
"Fue un orgullo para mí poder introducir a Israel, en otro idioma, la cultura que me había influido tanto y de tan buena manera, y poder influir con eso a este pueblo mío tocado por las guerras", comenta, dando desde ahí un salto al presente para situarse en Casa Limón, el estudio madrileño del productor Javier Limón donde grabó en octubre de 2022 este nuevo disco, La mujer que yo quiero, en una sola toma y en un solo día.
En total, nueve canciones componen el álbum. Sólo una canción de Haishá Sheití, Rumba, escrita por Broza con Geffen, fue interpretada originalmente en hebreo y es sustituida en La mujer que yo quiero por La más bella niña, otra canción traducida que no se incluyó en el LP de 1983. Se trata de un poema de Luis de Góngora del siglo XVI, con melodía de Paco Ibáñez, que atesora el honor, a su vez, de ser la primera canción que Jonathan Geffen tradujo al hebreo y la que dio lugar a este proyecto hace más de cuarenta años.
Y, por alusiones, una anécdota con Paco Ibáñez, invitado por Broza en 1983 a Israel, donde pudo ver cada noche a miles de personas cantando en hebreo Como tú, poema de León Felipe interpretado con música por el propio cantautor valenciano de ahora 88 años. "Se le secó la garganta porque le sonaba propio. Cogió el teléfono y me hizo cantarle en hebreo a León Felipe".
A Madrid volvió el octubre pasado Broza una o dos noches antes de entrar al estudio para "reconectar" con la ciudad a través de sus calles y sus gentes, con la intención última de "capturar de nuevo el ambiente y el espíritu de estas canciones tan bonitas" que le cambiaron la vida sin que él olvidara "en ningún instante de dónde venían", destaca, remarcando reiteradamente su "respeto" por la cultura española.
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"Es fantástico que de los 12 a los 18 años me entrara tanta información que forma parte de mi ser, todo gracias a la suerte de que mis padres vinieran a Madrid y yo pudiera aprovecharlo, disfrutar de ello, abrazarlo y contribuir como músico", plantea, subrayando esa vida tan especial que han tenido estas canciones que han marcado su vida: "Para el público israelí son suyas, son canciones israelíes, da igual de dónde vengan, es parte de la música de Israel de toda la vida. Por eso también hacer este disco, para aclarar las cosas".
Para terminar de redondear la celebración de estos cuarenta años de Haishá Sheití, con más de 250.000 copias vendidas, David Broza ha organizado un viaje a las raíces españolas del álbum. Así las cosas, entre el 25 y el 30 de este mismo mes de marzo, el artista invita a sus seguidores (muchos de ellos llegados en aviones desde Israel para la ocasión) a unirse a él en un viaje musical por Andalucía, visitando las ciudades donde cada una de las canciones fueron creadas.
Un viaje al origen en forma de ruta turística y cultural que recorrerá Sevilla, Granada y Córdoba. Allí, además de disfrutar de la gastronomía y la belleza de estas ciudades, quienes se apunten podrán conocer más de los creadores originales de los temas y además disfrutar de una actuación única del músico israelí con su banda: una concierto celebrando estas cuatro décadas el 27 de marzo en el Teatro de la Maestranza de Sevilla. Un nuevo hermanamiento entre culturas con público israelí y público ibérico cantando, cada cual en la lengua que quiera, las canciones que por los más variopintos motivos les llevarán a congregarse una noche cualquiera de 2023 en un mismo lugar.
"No era mi plan hacer el disco más vendido jamás en la historia de la música de Israel". Locuaz y con la sonrisa tallada en su rostro, David Broza (Haifa, 1955) habla por los codos entrelazando recuerdos de casi medio siglo de carrera musical con agradecimientos a la cultura española y cierta añoranza de su adolescencia en Madrid. Una gratitud vital que alcanza ahora una cuadratura del círculo mientras devuelve de alguna manera a España las canciones de Joan Manuel Serrat, Manzanita, Paco Ibáñez o Cecilia que le convirtieron en una celebridad en su Israel natal casi por accidente.