Cine
Plantarse ante el machismo
"Santiago Segura ha hecho una película feminista. Lo juro, es verdad, no miento", decía en Twitter la escritora Lucía Etxebarría tras un pase de Sin rodeos, el último filme del director (el 2 de marzo en los cines). Si la novelista tenía que insistir, si lo proponía como una rareza, era porque poca gente asociaría la figura del creador de Torrente con la lucha contra el machismo. El filme, el primero de su filmografía como director lejos del universo del policía al que también interpretaba, cuenta con una garantía: es el remake de Sin filtroremake Sin filtro, la segunda película más taquillera de la historia de Chile y a la que Segura define como una "comedia empoderada". Y con otra garantía quizás más valiosa aún: Maribel Verdú, su protagonista (nominada a once Goyas y ganadora de dos), aleja eficazmente al filme del universo Torrente.
"Muchísimo, me sorprendió muchísimo", dice la actriz a este periódico, recordando el primer contacto que estableció con ella Segura para hablarle del proyecto. "Yo estaba con el culo prieto: "¡Ay, madre mía, qué me va a proponer!". Pero no llegó la locura que Verdú temía, sino la adaptación fiel de una exitosa película chilena. "Me dijo que estaba en Netflix, que la viera. Me encontré con un bombón de personaje". El bombón es Paz, una mujer a la que su pareja y su hijastro tratan como a una esclava, despreciada por su jefe machista, e ignorada por su mejor amiga y su hermana. Para calmar la ansiedad, Paz acude a la consulta de un extraño gurú indio (el propio Segura) que le recetará una pócima de efectos sorprendentes. Su vida acabará saltando por los aires. "Le dije que sí inmediatamente", zanja la intérprete.
Pero, ¿por qué hacer un remake de una película en español estrenada hace dos años? Segura cuenta que fue uno de los primeros en ver el filme de Nicolás López, cuyo debut produjo en 2004. En la historia de Paz vio un remedio de la de William Foster en Un día de furia, aunque otros la compararan con la mucho menos apreciada Di que sí, protagonizada por Jim Carrey. "Le compré los derechos antes de que se estrenara", presume el director, que asegura que tardó poco en pensar que él mismo podía ocuparse de llevar a las salas la versión española. ¿Pero entiende la posible sorpresa del público? "La gente es tan bruta que confunde persona y personaje", se defiende. "Tú eres machista', me dicen. Claro, hombre, y alcohólico y del Atleti y racista. Que a la gente le extraña hasta que huela bien. Ojalá la película sorprenda positivamente. Lo que me preocupa es que la gente, por los prejuicios, no se acerque".
La propia Maribel Verdú, asegura el director, tenía algunos. Ella lo admite: "Pero es que Santi es un señor sensible, feminista, que solo bebe agua, que huele que te mueres de bien… Santi es el anti-Torrente". Tuvo que acallar también sus prejuicios frente a los cameos tan queridos por el director y que hacen desfilar por sus películas a una curiosa banda de estrellas y freaks. En esta ocasión, participan Cristina Pedroche, el monologuista David Guapo (en papeles con cierto peso), Quique San Francisco, Florentino Fernández, los humoristas Bigotes y Dientes o el Gran Wyoming (a quien Verdú admira y con quien ya había trabajado). "Me coló algún cameo más de lo que me prometió", lanza la actriz, "pero yo reconozco que hay veces que me he tenido que callar. Con Cristina Pedroche, que no sabes: qué tía tan divertida, qué actriz tan estupenda y qué profesional. No todos son así". Y ahí se queda. En cualquier caso, Segura movió cielo y tierra para que ella fuera su Paz: llegó a adelantar la fecha de rodaje para que ella pudiera participar (le coincidía con el rodaje de Superlópez) e incluso le dejó seleccionar a gran parte del equipo técnico.
Sin rodeos es una historia de liberación protagonizada por una mujer. Pero, ¿tiene razón Etxebarría? ¿Es una película feminista? Segura recoge el guante: "Ser feminista es pensar que el hombre y la mujer son iguales y que tienen los mismos derechos. Quien no piense eso, en el siglo XXI, debería esconderse bajo tierra. En ese sentido, la película es feminista". Maribel Verdú también cree que el filme "viene en un momento fantástico. En este 2018, que yo creo que va a marcar un antes y un después en la historia". Pero ambos señalan que "cualquiera puede empatizar". El director: "Paz es un ser humano oprimido, y al estar en una sociedad machista la mujer está más oprimida. Pero cualquier ser humano está oprimido por Hacienda, por la política, por el trabajo, por la familia… Todos tenemos presiones y cargas".
Pero si yo soy el hombre más feminista del mundo
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Parte de su público se ha reído de lo lindo con frases made in Torrente como "¡Y no te pego porque sé que te gusta!" o "Tus ojos son como dos sartenes, cuando los veo se me fríen los huevos", que han repetido hasta la saciedad con más o menos voluntad irónica. ¿Querrán acercarse ahora a Sin rodeos? "La sensibilidad femenina no puede con TorrenteTorrente", acepta, aunque no considera que la saga fuera misógina, sino "misántropa". "Es un personaje excesivamente punki o excesivamente escatológico o grosero o vulgar o soez o lo que sea. Y eso me amarga. Si a mí lo que me gusta son las mujeres, ¿por qué no puedo hacer una película con mujeres?".
Segura tiene, desde luego, el discurso del perfecto aliado feminista. No será él el que hable en contra del movimiento #MeToo: "Ha valido sobre todo para que a partir de ahora la mujer tenga más facilidad para denunciar y los tíos se piensen mucho cruzar esa línea. Yo también he reflexionado. Antes veía en el autobús a una chica guapa y me quedaba mirándola. Y ahora pienso que a lo mejor la estoy violentando con la mirada, porque que te estén mirando fijamente es desagradable. Pues me jodo: ¿por qué vas a violentar a la gente?". Otra cosa es que en España, dice, vaya a salir a la luz algún Weinstein —"quizás en España se da más el ligoteo torpe"—, aunque invita a "denunciar libremente a gente que ha acosado, abusado o violado, porque son delitos tipificados".
Maribel Verdú considera que se trata de un terreno pantanoso y que resulta más peligroso para ellas. ¿Cómo llega Paz a ese punto de sumisión en el que se la encuentra el espectador? "Pues como muchísima gente que dice 'Si me quejo pierdo el trabajo', o que piensas que es mejor estar con un cenutrio que estar sola... Empiezas a tragar, a tragar, a tragar, hasta que te das cuenta de que estás más sola que la una, que todo el mundo te pasa por encima, que todo el mundo abusa de su poder contigo". ¿Y cómo se sale de ahí sin pócima mágica? "Es una cuestión de actitud, de carácter y de ciertas circunstancias de tu vida… Es todo más complejo de lo que se ve en la película", dice, perdiendo la sonrisa. ¿Y si alguna espectadora tomara nota en la sala de cine? Ahí la recupera: "¿Te imaginas que alguna hace como Paz? No me importaría nada ser ejemplo a seguir para muchas mujeres que empiecen una vida nueva después de ver la película".