Premios Max: de manzanas, mujeres y el infierno del IVA

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Eva, la primera mujer, pasó a la historia por una manzana. Y de manzanas y de mujeres estuvo plagada la gala de este lunes de los Premios Max de Artes Escénicas, que quiso conmemorar su primer año en la edad adulta –el 18º en su vida– homenajeando a las actrices pasadas y presentes de las tablas españolas. Enfundadas a su salida en rojo y lentejuelas, Carmen Conesa, María José Peris y Teresa Vallicros se repartieron el papel de maestras de ceremonias en una velada que tuvo lugar por tercera vez en la historia de los galardones en Barcelona, en la sala Barts del mítico Paralelo de la ciudad, y que terminó con la coronación de la que partía como vaga favorita, Cuando deje de llover, producida por Madrid Destino Cultura y Turismo y escrita por el australiano Andrew Bovell, como mejor espectáculo teatral, y Free fall (Caída libre), de la Compañía Sharon Friedman, como mejor espectáculo de danza.

Jalonada de canciones y números musicales, la entrega de premios mantuvo el carácter reivindicativo de los últimos años. El IVA de la discordia puso un toque de amargo a las redondas manzanas que dan forma a las estatuillas que recibieron los 22 ganadores de la noche, uno más que ese número 21 que salió a colación en varias ocasiones, como cuando Loles León pidió al público en tono de guasa guardar “21 segundos de silencio”. La periodista de El PaísRosana Torres, aquejada de una enfermedad, recibió una ovación en pie por su ingente labor de divulgación de la escena española cuando presentó uno de los tres premios especiales de la noche, el Max a la contribución a las artes escénicas, otorgado a la Bienal de Flamenco de Sevilla, y recordó algo que los políticos parecen haber olvidado, “que la cultura hace más libres a las personas”.

El plasma de Mariano Rajoy –tan alejado de la muy física presencia del teatro– también salió a la palestra cuando José Luis Alonso de Santos, presidente de la recién nacida Academia de las Artes Escénicas de España, subió al escenario a pronunciar su discurso, en el que igualmente puso en valor la cultura y en especial las artes escénicas como arma contra el pensamiento único y la decadencia moral. Como él, Mercè Arànega, Lydia Azzopardi, Anna Maria Barbany, Montserrat Carulla, Lita Claver La Maña, Merche Esmeralda, Lola Herrera, Loles León, Teresa Lozano, Anna Maleras, Silvia Marsó, Luisa Martín o María Luisa Merlo, entre otras cuantas, desfilaron por las tablas de la Barts como presentadoras de los premios, que rindieron homenaje a Rosa Maria Sardà con el Max de honor (segundo de los galardones especiales, completado por el Max aficionado, al Aula de Teatro de la Universidad de Murcia) por toda una carrera dedicada a la profesión.

Históricas artistas como Celia Gámez, Gracita Morales o la reina del Paralelo, Mary Santpere, fueron recordadas en unos Max sin nombres demasiado sonados ni producciones de gran despliegue, que laurearon la audacia estilística de bajo presupuesto y la denuncia social como ya ocurriera en la anterior edición con Un trozo invisible de este mundo, de Juan Diego Botto. Con la aparente vocación de escribir los textos futuros del teatro español a base de dar visibilidad al talento aún no consagrado –con la más notable salvedad de los nombrados mejores actores protagonistas, Lluís Homar y Blanca Portillo– el certamen quiso reconocer, entre otros, la autoría de Laila Ripoll y Mariano Llorente, creadores de El triángulo azul, una obra producida por el CDN en torno a los 9.000 españoles que vivieron el infierno de Mauthausen. A ellos quiso rememorar una vehemente Ripoll junto a los 120.000 republicanos “que están en las cunetas de toda España esperando verdad, justicia y reparación”.

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Otras cuestiones de actualidad y urgencia como los desahucios o el poder que emana del pueblo tuvieron igualmente su espacio a través de galardones como el que recibió Ejecución hipotecaria, obra de Miguel Ángel Sánchez que quiere ser “denuncia de la injusticia de tanta gente que se queda en la calle”, o Fuenteovejuna o breve tratado sobre las ovejas domésticas, adaptada por Anna Maria Ricart, quien puso de relevancia la vigencia de Lope de Vega y de los clásicos en general a la hora de recordarnos “que se puede hacer frente a las injusticias”. En línea con el homenaje al talento femenino que marcó el tono de la gala, Blanca Portillo quiso subrayar por su parte que cree "en las mujeres y en lo que hacen, que es luchar”. “Que les den”, espetó la actriz madrileña a los políticos que no respetan la cultura, para dejar claro que su única preocupación al subirse a un escenario son “los espectadores”.

Retransmitidos por La 2 y organizados por la Fundación SGAE, los Premios Max cambiaron el pasado 2014 el sistema de votación con el fin de evitar posibles favoritismos y garantizar en la medida de lo posible que el jurado asiste a las obras y espectáculos en competición. Ahora son tres comisiones, una de Madrid, otra de Cataluña y otra para el resto de territorios, las que seleccionan las candidaturas, que son votadas por dos jurados independientes en los que también participa el público, algo que agradecieron desde la pequeña pero exquisita sala madrileña Guindalera, que se llevó el premio a la Mejor producción privada de artes escénicas por Duet for one. Tan irónica y divertida como siempre, Sardà puso la guinda a la velada al recoger su estatuilla con un triple y contundente mensaje: una cita de Lorca —“Un pueblo que no cuida su teatro está muerto o moribundo”— un recordatorio —el de lo “necesarios” que resultan los profesionales del espectáculo para la buena salud de la sociedad— y un regalito, este a repartir entre “nuestros gobernantes”: una buena “butifarra” que degustar “en las vacaciones que se van a coger pronto, que espero que sean muy largas”.

Todos los galardonados

  • Mejor autoría revelación: Miguel Ángel Sánchez por Ejecución hipotecaria.
  • Mejor adaptación o versión teatral: Anna María Ricart por Fuenteovejuna o breve tratado sobre las ovejas domésticas
  • Mejor composición musical para espectáculo escénico: Sabin Bikandi por Gelajauziak.
  • Mejor coreografía: Rocío Molina por Bosque Ardora.
  • Mejor autoría teatral: Laila Ripoll y Mariano Llorente por El triángulo azul.
  • Mejor producción privada de artes escénicas: Duet for one de Guindalera TC SL.
  • Premio Max a la contribución a las artes escénicas: Bienal de Flamenco de Sevilla.
  • Mejor diseño de espacio escénico: Arturo Martín Burgos por El triángulo azul.
  • Mejor diseño de vestuario: Felipe de Lima por Fausto.
  • Mejor diseño de iluminación: Juan Gómez Cornejo por Fausto.
  • Mejor dirección de escena: Julián Fuentes por Cuando deje de llover.
  • Mejor actor de reparto: Pepón Nieto por El eunuco.
  • Mejor actriz de reparto: Susi Sánchez por Cuando deje de llover.
  • Mejor elenco o intérprete solista de danza: Kukai Danza.
  • Mejor bailarín principal: Israel Galván por Fla.co.men.
  • Mejor bailarina principal: Olga Pericet por Pisadas.
  • Mejor actor protagonista: Lluís Homar por Terra baixa i Lluís Homar.
  • Mejor actriz protagonista: Blanca Portillo por El testamento de María.
  • Mejor espectáculo infantil o familiar: Tot de Maduixa Teatre.
  • Mejor espectáculo revelación: Los nadadores nocturnos de Draft.Inn.
  • Mejor espectáculo musical: L'eclipsi de Grec 2014.
  • Mejor espectáculo de danza: Free fall (Caída libre), de Compañía Sharon Friedman.
  • Mejor espectáculo de teatro: Cuando deje de llover, de Madrid Destino Cultura Turismo y Negocio.

Eva, la primera mujer, pasó a la historia por una manzana. Y de manzanas y de mujeres estuvo plagada la gala de este lunes de los Premios Max de Artes Escénicas, que quiso conmemorar su primer año en la edad adulta –el 18º en su vida– homenajeando a las actrices pasadas y presentes de las tablas españolas. Enfundadas a su salida en rojo y lentejuelas, Carmen Conesa, María José Peris y Teresa Vallicros se repartieron el papel de maestras de ceremonias en una velada que tuvo lugar por tercera vez en la historia de los galardones en Barcelona, en la sala Barts del mítico Paralelo de la ciudad, y que terminó con la coronación de la que partía como vaga favorita, Cuando deje de llover, producida por Madrid Destino Cultura y Turismo y escrita por el australiano Andrew Bovell, como mejor espectáculo teatral, y Free fall (Caída libre), de la Compañía Sharon Friedman, como mejor espectáculo de danza.

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