Cultura
Santiago Posteguillo y el Planeta de "orientación femenina"
La 67ª edición del Premio Planeta iba a dejar el protagonismo a la "voz femenina". Eso era lo que parecía prometer la rueda de prensa concedida por el jurado del galardón, el mejor dotado y uno de los más populares de la literatura en español, el pasado domingo. Uno de sus miembros, el escritor Juan Eslava Galán, apuntaba: "Parece que la Guerra Civil y la novela histórica están perdiendo un poco de terreno hacia novelas de orientación femenina". Los periodistas y aficionados a las quinielas apuntaban: este año sería el turno de una mujer. Pero no. El ganador del Premio Planeta 2018 era Santiago Posteguillo, autor superventas de novela histórica, que recogía con Yo, Julia el cetro de manos de Javier Serra, vencedor el año anterior. En el día de las escritoras, las susodichas debían conformarse con ser finalistas: lo conseguía Ayanta Barilli con su primera novela, Un mar violeta oscuro. A ella la perseguía un nombre masculino: el de Fernando Sánchez Dragó, su padre.
Yo, Julia —un obvio guiño a Yo, Claudio, de Robert Graves— narra la historia de Julia Domna, emperatriz romana esposa de Septimio Severo. Posteguillo retoma el universo de su Trilogía de Escipión y su Trilogía de Trajano, best-sellers del grupo donde narraba la suerte de estos dos grandes hombres romanos. "La igualdad no solo se construye en el presente y hacia el futuro, sino mirando al pasado, sin cambiarlo, pero mirando a las mujeres que una historia escrita por hombres pasó por alto", decía el autor en la rueda de prensa posterior a la cena de entrega, celebrada como cada 15 de octubre en Barcelona. Pero Posteguillo es un hombre que escribe la historia. ¿Puede un hombre da voz a la mujer? El autor reivindicaba la "capacidad de empatía" del escritor para crear "un personaje femenino que a las mujeres y a los hombres les parezca creíble".
Pero hay al menos una diferencia entre Yo, Claudio y Yo, Julia. El primero estaba escrito en primera persona, por lo que era el propio emperador el que narraba su historia. Julia no tendrá esa oportunidad, aunque Posteguillo no ha contado más sobre el narrador que hará llegar su historia al lector. Aquí sucede lo inverso de lo que ocurría con las últimas mujeres ganadoras del Planeta. Alicia Giménez Bartlett y Dolores Redondo se hacían con el galardón en 2015 y 2016, pero los personajes principales de sus novelas Hombres desnudos y Todo esto te daré eran hombres. En cualquier caso, Posteguillo lo habría tenido estadísticamente más difícil de haber nacido mujer: solo 16 escritoras han ganado el Planeta en sus 67 ediciones. Ya lo advertía el jurado de este año: que hubiera un mayor protagonismo de la "voz femenina" no significaba, paradójicamente, que la ganadora fuera mujer.
Es relativamente habitual en este galardón que al escritor ganador le acompañe una escritora finalista: ha ocurrido 14 veces desde 1994. En esta edición la segunda de a bordo ha sido Ayanta Barilli, escritora, actriz, gestora teatral y periodista de la cadena esRadio (Libertad Digital), conocida también por ser hija de Fernando Sánchez Dragó. El escritor no solo estaba presente en el discurso de la galardonada—"Soy hija de un dragón", decía—, sino en la propia historia del premio: en 1990 fue finalista con El camino del corazón, y en 1992 resultó ganador con La prueba del laberinto. La sombra del padre es, por tanto alargada. De madrugada, la página de Wikipedia del Premio Planeta recogía a modo de burla que en realidad el finalista de 2018 era Dragó, que había firmado con el nombre de su hija.
Barilli había presentado al concurso también una historia eminentemente femenina: en Un mar violeta oscuro se presentan cuatro generaciones de mujeres, desde 1860 hasta la actualidad. Y, por lo contado por la autora, sus historias tienen mucho que ver con las de su madre, abuela y bisabuela, víctimas de "situaciones difíciles, con hombres que no las han sabido amar". Sin querer usar el término autoficción ni precisar cuánto hay de autobiográfico y cuánto de novelado en el título, la escritora confesaba que parte de su búsqueda durante la escritura era "entender[se] a [sí] misma".
Ni Arrimadas ni Rivera de la Cruz
Como de costumbre, el Planeta llegaba a la cena en el Palau de Congressos de Catalunya —a la que este periódico acudió invitado por la organización, como otros 80 medios de fuera de Barcelona— con una intriga moderada. Los periodistas comentaban ya en el cóctel los nombres de los ganadores, corrigiéndose los unos a los otros. Alguno incluso hacía un guiño en Twitter a las iniciales del primero o daba pistas sobre la saga familiar de la segunda. El único suspense, también relativo, era el de saber con qué novela se habían embolsado los 601.000 y 150.250 euros con que están dotados, respectivamente, los dos puestos. El jurado había ocultado el argumento de Yo, Julia (presentada como El ascenso, bajo el seudónimo de James Sussex) tras una descripción poco romana: "El ascenso fulgurante de una mujer en un mundo de hombres inmersos en la lucha por el poder político". El adiós de Sandra Glaser, tras el que se ocultaba Ayanta Barilli, era más transparente, aunque el nombre de su autora resultara menos conocido.
De forma que mientras el jurado —formado por Alberto Blecua, Fernando Delgado, Juan Eslava Galán, Pere Gimferrer, Carmen Posadas, Rosa Regàs y Belén López— fingía deliberar y los periodistas rellenaban con ventaja la quiniela que permite ganar un lote de libros, todavía parte del público se asombraba con un "ooooh" ante el anuncio del ganador. López, editora del sello, leía ante los 1.100 invitados los votos que iban recibiendo los 10 finalistas, que quedaban eliminados a lo largo de cinco rondas. Sánchez Dragó contaría más tarde que había felicitado a Posteguillo antes de la cena. Atresmedia, parte de Planeta, anunciaba sin embargo en directo el nombre del galardón, como si no se conociera de antemano. Nada fuera de lo normal en el universo del premio.
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Tampoco era extraño que surgieran, poco antes de la entrega, algunas elucubraciones descabelladas. Algunos medios recogieron que la ganadora podía ser Inés Arrimadas, líder de Ciudadanos en el Parlament, o Marta Rivera de la Cruz, diputada del mismo partido en el Congreso. Esta última es, al menos, escritora, y quedó ya finalista en 2006. Pero la quiniela venía muy desorientada: la idea surgió en la rueda de prensa del domingo, cuando un asistente trasladó al jurado los rumores que había escuchado en lo que parecían ser unas copas con gente del gremio editorial. Según esta persona, estaba entre las posibles ganadoras una "ciudadana ejemplar", "guapísima". Eslava Galán tuvo la idea de responder con un "No anda desencaminado", aunque sí anduviera, y con eso bastó.
Sí estaba Arrimadas en la cena, pero ejerciendo las tareas propias de su profesión, junto a otros colegas, como Miquel Iceta, líder del PSC. Acudió también la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau; acudió José Guirao, ministro de Cultura —y su breve antecesor en el cargo, autor del grupo, Màxim Huerta—; acudió el expresident Artur Mas. Pero ningún representante del Govern hizo acto de presencia, después de que el presidente del Grupo Planeta, José Crehueras, anunciara el domingo que la sede social de la empresa permanecía en Madrid, a donde fue trasladada hace un año por la "inseguridad jurídica" que a su entender suponía la posibilidad de la independencia. Esto, como el ganador del premio, tampoco era exactamente una sorpresa.