Atravesamos tiempos plomizos de sobredosis informativa. La política está en todas partes, puede que incluso debajo de la cama (mejor no mirar), resulta imposible escapar de ella. Te persigue, de hecho, aunque no te interese. Es tan insistente como paciente, siempre encuentra el momento para martillearte la cabeza. Hasta la comedia es política (¿acaso dejó de serlo alguna vez?) en esta chocante primera semana de colegio en la que los datos de audiencias televisivas se siguen con genuina pasión partidista y más o menos deportiva por hinchadas enfrentadas. En un lado Broncano, en el otro Pablo Motos, y en el centro una única certeza: la revuelta del humor será televisada (mientras El Intermedio mira).
Diferentes maneras de mirar a la actualidad, que no es otra cosa que traducir la realidad para convertirla en política catódica. La deriva conservadora de El Hormiguero ha ido acrecentándose temporada tras temporada, con la confianza que da un liderazgo indiscutible. De ahí que el fichaje de Broncano por TVE se convirtiera en un asunto de Estado por una derecha que veía en todo esto un movimiento para contrarrestar los discursos de la otra orilla del prime time nocturno desde el ente público. Pero más allá de la polarización permanente, que ahora se resume en reír en el lado correcto de la Historia, por encima de todo esto flota una pregunta que es más bien una oportunidad: ¿Qué puede aportar el humor al monolítico mundo político? Para empezar, descompresión. Pero aún mucho más.
La diferencia ideológica siempre ha existido, pero con la polarización hemos perdido una forma de relacionarnos y comunicarnos
"Yo quiero creer que realmente el humor puede salvar el mundo. Que puede ayudarnos a entendernos. Porque la diferencia ideológica siempre ha existido, pero está claro que con la polarización hemos perdido una forma de relacionarnos y comunicarnos en las sociedades occidentales", plantea a infoLibre el director de contenidos del grupo PRISA y catedrático de Comunicación, José Miguel Contreras, retrocediendo en el calendario para recordar espacios como Caiga Quien Caiga o El Informal allá por el cambio de milenio, tiempos de "esplendor del humor político", aunque "acabó muy perseguido" fundamentalmente en el período del gobierno de Aznar. "Fueron tiempos de bastante tensión política y estos programas acabaron desapareciendo", rememora, regresando acto seguido al presente: "Ahora puede que haya un reverdecer, porque efectivamente el humor entra muy bien con la gente joven, compatibiliza muy bien con los contenidos diferentes que ofrecen las grandes plataformas, y a mi juicio creo que es una terapia magnífica para sobrevivir en tiempos de especial tensión y angustia política".
El humor airea, en definitiva. "A través del humor, de la sátira, se pueden llegar a decir cosas que no se pueden decir cuando uno habla en otro tono", apunta la politóloga Verónica Fumanal, aprovechando para poner la mirada en Estados Unidos, "donde más esfuerzos y dinero se dedican a la comunicación". "Allí los vídeos virales de risa y de parodia son absolutamente sangrantes, y se hacen precisamente para dibujar una opinión, una cierta imagen del rival. A John Kerry se le llamaba el candidato flip-flop, que son las chanclas, porque los republicanos decían que cambiaba mucho de opinión, y hasta le hicieron unas chanclas en las que ponía 'yes' y 'no'. A Hilary Clinton le hicieron mil parodias. Y ahí está Alec Baldwin haciendo parodia de Donald Trump hasta el punto de que su personaje ya se ha convertido en una figura más de la vida pública, como pudo ser el Follonero de Jordi Évole aquí en España", argumenta a infoLibre.
Y todavía continúa: "El humor tiene una especie de códigos a través de los cuales se puede decir cualquier cosa. Por eso en política se utiliza muchísimo, y hay políticos que lo utilizan de manera magistral, como Pedro Sánchez cuando dijo eso de de 'señor Feijóo, de ganador a ganador'. Ahora el PP tiene menos gente que use estos códigos, porque están más planos, pero Rafael Hernando utilizaba la ironía y la sátira muy bien, como Gabriel Rufián, que es súper sarcástico. Eso sí, para que la sátira sea efectiva tiene que tener un punto de conexión con la realidad. porque es una gran caricatura, y las caricaturas al final evidencian puntos débiles y puntos fuertes de cada cual".
No es que el humor esté más politizado, sino que cualquier cosa es susceptible de politizarse
Es por todo ello por lo que para Fumanal el humor es una "poderosísima arma de comunicación", como también lo es la sonrisa, algo que hemos visto en el reciente debate entre Donald Trump y Kamala Harris en Estados Unidos, donde hubo momentos que la candidata demócrata "se rio en la cara" del republicano: "Eso es mucho más poderoso que si le hubiera la hubiera respondido que lo de los haitianos que se comen a los perros y los gatos no es verdad, porque si le contesta eso se estaría tomando en serio a un señor al que cuando dice eso no se le puede tomar en serio. A través del humor desarmó a un oponente muy duro, que es muy difícil de desarmar, porque de televisión pocos saben más que Trump".
En la misma línea van las consideraciones de Contreras, para quien este mismo debate demostró que no hace falta ser "violento, mentiroso, bravucón o matón" para defender tus ideas políticas. "Se puede hacer sonriendo, con ilusión, con esperanza, creando modelos alternativos", defiende, confiando en que el humor de alguna manera "puede ser una solución para ayudar a que gente diferente conviva y se relacione". "Podemos elegir si es a través del insulto, la violencia o la crispación, o entendiendo que se se pueden decir las cosas de otra manera porque de repente hay millones de personas que lo prefieren y lo siguen", destaca, para luego rematar: "Esta puede ser también perfectamente una lección de los tiempos actuales, que puede haber gente que haga humor desde el lado conservador y otro desde el progresista, y competir abiertamente en una pelea de lo más sana y a cambio absolutamente fructífera, en la que la diferencia pase a ser un rasgo en positivo que tenga que ver con la pluralidad o la diversidad".
"Para que haya una democracia consolidada tiene que haber humor político, y tiene que poderse hacer humor político sin que te inflen a denuncias Manos limpias o Abogados cristianos", tercia la cómica y guionista del programa Hora Veintipico de la Cadena SER, Marina Lobo, quien señala que aunque el humor se haya hecho prácticamente desde siempre, sí que vive ahora en nuestro país un momento de cierto aumento, más que nada porque todo el mundo está al tanto debido a esa dichosa sobreinformación. "En la calle se habla de Ayuso, de Pedro Sánchez o de Óscar Puente, de manera que la gente espera chistes sobre eso. Por eso sí que veo un auge, porque hay cómicos que no hablaban antes tanto de político y ahora sí lo hacen", remarca.
No creo que el humor pueda cambiar el mundo o hacernos mejores. Conozco perfectamente a los cómicos y sería una malísima idea que el pensamiento político dependiera de ellos
Igual opina Fumanal, pues a su juicio en un momento de polarización como el actual "no es que el humor esté más politizado, sino que cualquier cosa es susceptible de politizarse". En este contexto, vaticina la politólogo que esta cuestión de nuestra televisión a partir de ahora "va a ir por barrios", con la irreverencia de Broncano por un lado y el conservadurismo de Motos por el otro. "Eso sí, yo no he visto nunca a Broncano editorializar sobre un presidente del gobierno con la seriedad de Pablo Motos, y cuando cambias el registro ya no todo es humor", puntualiza, antes de lanzar una reflexión general sobre la forma de domar las bromas cuando se desbocan en tu contra: "Cuando uno es capaz de reírse de sí mismo está absolutamente blindando, y Broncano lo está haciendo desde la primera noche. Cuando uno se ríe de sus debilidades ya no pueden reírse los demás de ellos, porque no hacen gracia, eso queda desactivado. Qué pena que los políticos no sepan utilizar el humor. Si por ejemplo Feijóo dijera en un ambiente informal 'es que no gobierno porque no quiero' ya nadie se podría reír de eso porque quedaría quemado. Si los políticos se rieran de sí mismos quedarían blindados totalmente".
Retoma la palabra Lobo en este punto para aseverar que el humor es principalmente una manera de "entretener" y "divertir", lo cual en esta "época de crispación en la que vivimos ya es un objetivo bastante grande". "No creo que tenga la capacidad de modificar el pensamiento político, te puede ayudar a llegar a más gente, pero no ya a cambiar su pensamiento, eso me parece más complicado. Pero sí que ayuda a mover contenidos que a veces son más difíciles de comprender, como de hecho vemos en las campañas políticas de cualquier partido, en las que se utiliza muchísimo. La máxima expresión de esto ha sido la resignificación que Pedro Sánchez hizo de todo lo del perro", explica, para después apostillar con gracia certera: "Tampoco soy de las que piensa que el humor pueda cambiar el mundo o hacernos mejores, más que nada porque conozco perfectamente a los cómicos y creo que sería una malísima idea que el pensamiento político dependiera de los cómicos".
Ver másBroncano no va a ser competencia para Motos, quizás sí una alternativa para otros públicos
Dicho esto, recupera un tono más serio para compartir una ley innata que tienen clarísimo en el equipo de Hora Veintipico: "El chiste tiene que estar siempre por encima de la ideología". Una sabia forma de entender la comedia como manera de enterrar trincheras porque, tal y como resalta, "está muy bien que seas de izquierdas, pero cómo no vas a hacer algo con el parón de Pedro Sánchez y la carta a Begoña Gómez, o la guerra entre Sumar y Podemos". "Tienes que hacerlo porque los chistes te están viniendo", sentencia. Y recuerda que El Hormiguero empezó siendo un programa con un "humor más blanquito y familiar", para convertirse con el paso de los años en un espacio donde la ideología ha adelantado al humor. "Y eso también cansa mucho a la gente, que llega exhausta a su casa después de estar todo el día escuchando cosas de política, como para que encima le digan más le crispen más antes de irse a dormir", precisa.
Profundiza Contreras en esto último al recalcar que El Hormiguero efectivamente ha hecho una "desviación hacia la apuesta política, en una cadena que ha determinado colocarse en un posicionamiento político muy claro", mientras que Broncano "no hace política directamente, ni lanza mensajes políticos, pero sin embargo sí presenta un modelo de sociedad más irreverente, informal, plural, canalla o callejera, demostrando así el interés por unos personajes que normalmente no forman parte del zoológico televisivo, que ha ido durante mucho tiempo por otro tipo de personas". "Que algo te haga gracia no quiere decir que no te influya, sino incluso todo lo contrario", aclara Fumanal, mientras Lobo asegura que hemos llegado a un momento de crispación en el que se hace necesario que "alguien nos pegue un meneo y nos diga 'oye, que es solo un chiste'". "Si alguien se enfada por un chiste, probablemente sea una persona con muchos problemas o que ve demasiado Espejo Público", remacha.
Para terminar, la propia Lobo considera una muy buena noticia todo este duelo televisivo al caer el sol, pues "la comedia ha estado siempre muy unida a la televisión en España" y es algo que se estaba perdiendo (aunque ahí está El Intermedio desde hace nada menos que 18 años y hay casos de gran éxito autonómico como Polonia en la TV3 catalana). Y aprovecha Contreras para rematar lanzando un aviso para navegantes dispuestos a salir a la mar: "Un rasgo preocupante es la falta de diversidad en el humor, pues son todo hombres y las mujeres están pidiendo un hueco. Ahora es un momento extraordinario para una gran cómica, que estoy seguro que va a recibir un apoyo importante de público femenino y de muchos hombres. Quedan muchos huecos potentes por llenar. Ahora empezamos a ver lo que que seguramente hace quince días ni nos planteábamos".
Atravesamos tiempos plomizos de sobredosis informativa. La política está en todas partes, puede que incluso debajo de la cama (mejor no mirar), resulta imposible escapar de ella. Te persigue, de hecho, aunque no te interese. Es tan insistente como paciente, siempre encuentra el momento para martillearte la cabeza. Hasta la comedia es política (¿acaso dejó de serlo alguna vez?) en esta chocante primera semana de colegio en la que los datos de audiencias televisivas se siguen con genuina pasión partidista y más o menos deportiva por hinchadas enfrentadas. En un lado Broncano, en el otro Pablo Motos, y en el centro una única certeza: la revuelta del humor será televisada (mientras El Intermedio mira).