Santi y Rubén de la serie Al salir de clase, Maca y Esther de Hospital Central, Mauri y Bea de Aquí no hay quien viva... Los personajes que sirvieron como referentes a los millennials LGTBI son ya históricos en más de un sentido. Hace ya casi 20 años que se cerró la primera y casi 10 del final de la segunda. Los jóvenes que hoy salen del armario en España no lo hacen empujados por el ejemplo de Fer, de Física o química (de cuyo final se cumple también una década). No es que la representación haya desaparecido, ni mucho menos, es que ha cambiado. Más variedad, más naturalidad, más presencia de creadores del colectivo, menos prejuicios. Estos son algunos de los iconos del audiovisual español que acompañan hoy a quienes, en palabras del escritor chileno Pedro Lemebel, nacieron “con una alita rota”. Los personajes que, si todo va bien, dentro de diez o veinte años los adolescentes de entonces habrán jubilado ya para adoptar los suyos. Si todo va bien.
1. Omar, Ander, Polo, Valerio, Mencía, Rebeka..., de ÉliteÉlite
A diferencia de las series para adolescentes de los dosmiles, en Élite (Netflix, 2018-actualidad) no hay que elegir un único personaje LGTBI. Quizás el más apreciado por sus fans sea Omar (Omar Ayuso), un chico homosexual de origen palestino y criado en el islam. En su relación con Ander (Arón Piper), la serie explora la vergüenza ante la propia orientación sexual, la homofobia dentro de la familia o la plumofobia (el rechazo, extendido también dentro del colectivo, a los hombres considerados femeninos). A raíz de su trabajo en la serie, el propio Omar Ayuso ha hablado abiertamente de su homosexualidad y de la importancia de tratar en su primer trabajo como actor temas como estos.
Pero los suyos no son los únicos personajes del colectivo. Élite muestra también una relación a tres entre Polo (Álvaro Rico), Christian (Miguel Herrán) y Carla (Ester Expósito), aunque la serie solo insiste en la bisexualidad del primero. Una dinámica similar vive el personaje de Valerio (Jorge López), que posteriormente mantiene también una relación con Polo y su nueva pareja, Cayetana (Georgina Amorós). En la cuarta temporada de la serie hay también espacio para las relaciones entre mujeres, con el personaje de Rebeka (Claudia Salas) y el de Mencía (Martina Cariddi). El cambio sustancial que se observa con respecto a series de instituto anteriores, además de la variedad de personajes, que dejan de ser fichas solitarias para acreditar diversidad, es la naturalización de las relaciones: no es que estos chicos existan en un universo perfecto en el que no existe la violencia y los prejuicios contra el colectivo, pero sí viven su sexualidad de manera más libre que sus antecesores.
En 2019, Netflix aseguró que Élite había sido uno de sus mayores éxitos hasta el momento, con 20 millones de hogares en todo el mundo enganchados a los estudiantes de Las Encinas. Aunque muchos cuestionen su calidad artística, sería torpe despreciar su influencia.
2. Cristina, Paca y Valeria, de VenenoVeneno
No deja de ser hermoso que un personaje que sirvió de referente —ambiguo, con dobleces— para los crecidos en los noventa renazca y vuelva a serlo para los crecidos en esta década. La serie Veneno (Atresplayer Premium, 2020), de Javier Calvo y Javier Ambrossi, ficcionaliza la vida de Cristina Ortiz, la Veneno, desde su marcha de Adra huyendo de la transfobia hasta su coronación como reina de los late night con Pepe Navarro en Esta noche cruzamos el Mississippi. Nunca antes un personaje trans, interpretado además en este caso por tres actrices trans (Isabel Torres, Daniela Santiago y Jedet), había protagonizado una serie de televisión en España. Nunca se había visto un casting con tantas personas transcasting. Porque el personaje de Cristina Ortiz está rodeado por otras mujeres trans, como Paca la Piraña, amiga de juventud que se interpreta a sí misma, o Valeria, encarnada por Lola Rodríguez y basada en Valeria Vegas, escritora y periodista, autora de la biografía de la Veneno de la que parte la producción.
Daniela Santiago en Veneno, de Javier Calvo y Javier Ambrossi. / ATRESPLAYER PREMIUM
Cristina Ortiz fue una persona con claroscuros muy contrastados y la serie no trata de ocultarnos, pero sí otorga profundidad a su figura: desde simple vedette televisiva, por momentos esperpéntica, a pionera de la visibilidad trans que tuvo que pagar un precio alto por su libertad. La propia Vegas cuenta cómo la figura de Cristina en televisión le fascinaba, cómo aquella mujer simbolizaba lo posible. Algo así consiguen Calvo y Ambrossi al presentar el personaje a las nuevas generaciones que no la vieron en televisión o que la conocieron solo en su etapa de los dosmiles tardíos, cuando parecía un juguete roto, una moraleja. Al contextualizar a la Veneno —la LGTBIfobia en la España de los setenta, ochenta y noventa, la trampa de la telebasura— y revisar su figura gracias a un equipo diverso, la producción ofrece también un pedazo de historia de España.
3. Roberto, de Maricón perdidoMaricón perdido
Roberto es gordo, rarito y maricón perdido. El espectador le sigue desde su preadolescencia en el pueblo hasta su madurez, pasando por su búsqueda de identidad sexual, creativa y personal a lo largo de la veintena. El viaje de Roberto es el de Bob Pop, comunicador y escritor, que no ha escondido ni por un momento que Maricón perdido (TNT, 2021) es una serie claramente autobiográfica. Ni él ni los espectadores de su edad (ni tampoco los que nacieron unas décadas más tarde) han contado, creciendo, con una serie española como esta, protagonizada por un hombre homosexual y que se ocupa del descubrimiento de su orientación, sí, pero también (y de manera muy crítica y cruda) de la reacción social ante la misma, de un proceso de autodescubrimiento que no tiene que ver solo con el deseo, de las maniobras necesarias para vivir a gusto con uno mismo cuando uno ha aprendido desde pequeño que lo que él es se trata de una anomalía, de una aberración, de una vergüenza. Maricón perdido habla de supervivencia, pero de una supervivencia finalmente luminosa.
El propio Bob Pop aparece en la serie haciendo de sí mismo, pero le acompañan Carlos González (que también actúa en Veneno y que aquí hace de Roberto en la veintena) y Gabriel Sánchez (Roberto en la preadolescencia). Tanto Bob Pop como Carlos González son, además, referentes LGTBI más allá de la ficción. Otro avance del audiovisual: cada vez hay más personajes creados e interpretados por personas del colectivo, una de sus reclamaciones culturales más repetidas.
4. Las concursantes de Drag Race EspañaDrag Race España
¿Una drag queen es un personaje de ficción? La respuesta no puede ser tajante. Son personajes con su nombre inventado, personajes que no existen fuera de su caracterización y cuya personalidad no se superpone de manera absoluta con la de su creador, creadora o creadore. Pero son personajes que solo pueden ser interpretados por una única persona real, personajes que jamás podrían tener casting y que parten de la experiencia, el imaginario y los intereses de su intérprete. Sea como fuere, el estreno de Drag Race España (Atresplayer Premium, 2021) ha supuesto un hito en la cultura audiovisual LGTBI del país: un talent show/reality con 10 drag queens (personas no binarias y hombres homosexuales)drag queens , que cuentan con ocho capítulos, ocho horas de televisión (además de los contenidos paralelos), dedicados exclusivamente a su trabajo. El programa es la adaptación española de RuPaul's Drag Race, producción estadounidense que cuenta con 13 temporadas solo en su edición estándar y que ha contribuido a difundir esta forma artística netamente LGTBI en todo el mundo.
Las concursantes de Drag Race España, junto con Supremme Deluxe, su presentadora. / ATRESPLAYER PREMIUM
Quienes se asomen al programa podrán ver retos de costura, canto, baile o interpretación, homenajes a Cristina Ortiz, imitaciones satíricas de la duquesa de Alba o de Karina, reivindicaciones de la diablada boliviana o de las fallas o diseños de moda a partir de la pintura española. Pero también podrán escuchar conversaciones sobre el bullying sufrido por ser parte de una minoríabullying, el apoyo (impensable hace décadas) brindado por sus familias o la experiencia de cuatro personas no binarias, convirtiéndose en el primer programa español en contar con este nivel de visibilidad y representación de esta parte del colectivo. Independientemente de quién resulte ganadora, las reinas han anunciado ya una gira por al menos ocho ciudades españolas, y muchos observan ya un aumento del interés por el drag dentro y fuera de la comunidad.
5. Cris, Joana y Lucas, de SkamSkam
La serie noruega Skam, creada por Julie Andem, triunfó internacionalmente por saber captar en su primera temporada la experiencia de los jóvenes ante una relación amorosa tóxica, así como la evolución de las amistades de infancia hacia la adolescencia. El formato usaba además las redes sociales como espacio para desarrollar la narrativa de la serie, atrayendo a una audiencia joven muy implicada con la trama. La adaptación española, emitida por Movistar+ entre 2018 y 2020, ha explorado temas como el ciberbullying, la exploración de la orientación sexual, los estragos de la crisis económica también entre los adolescentes o la islamofobia.
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Cris y Joana, personajes de Skam España. / MOVISTAR+
Entre los distintos personajes protagonistas —cada temporada está dedicada a uno distinto, parte del mismo grupo de amigos— está Cris (Irene Ferreiro), una chica que descubre su bisexualidad. Su relación con Joana es una de las más populares de la serie, pero además las propias Ferreiro y Rizha han hablado abiertamente de su bisexualidad, señalando lo positivo que hubiera sido para ellas haber tenido a mano una serie como esta cuando empezaron a ser conscientes de su identidad. Aunque Cris y Joana mantienen su relación en secreto en un inicio, cuando deciden hacerlo público entre sus amigos reciben apoyo y alegría, en una escena muy distinta de otras ofrecidas por la televisión hasta el momento.
En el mismo grupo de amigos está Lucas, que también sale del armario como chico gay. De nuevo, Alejandro Reina, el actor que lo encarna, comparte orientación sexual con su personaje y ha hablado también de cómo el proceso de Lucas se parecía asombrosamente al suyo propio.
Santi y Rubén de la serie Al salir de clase, Maca y Esther de Hospital Central, Mauri y Bea de Aquí no hay quien viva... Los personajes que sirvieron como referentes a los millennials LGTBI son ya históricos en más de un sentido. Hace ya casi 20 años que se cerró la primera y casi 10 del final de la segunda. Los jóvenes que hoy salen del armario en España no lo hacen empujados por el ejemplo de Fer, de Física o química (de cuyo final se cumple también una década). No es que la representación haya desaparecido, ni mucho menos, es que ha cambiado. Más variedad, más naturalidad, más presencia de creadores del colectivo, menos prejuicios. Estos son algunos de los iconos del audiovisual español que acompañan hoy a quienes, en palabras del escritor chileno Pedro Lemebel, nacieron “con una alita rota”. Los personajes que, si todo va bien, dentro de diez o veinte años los adolescentes de entonces habrán jubilado ya para adoptar los suyos. Si todo va bien.