Premio Planeta

Veterana escritora y joven director de cine o las fórmulas infalibles de Planeta

La ganadora del Premio Planeta, Alicia Giménez Barlett, junto al finalista Daniel Sánchez Arévalo.

El premio Planeta tiene ensayada, desde hace años, una fórmula infalible que consiste en la suma de los complementarios de tal modo que la suma de las novelas ganadoras y finalistas abarca a un amplísimo sector de los lectores españoles. De los escasos lectores españoles, habría que decir, muchos de los cuales apenas leen estas novelas del Planeta a lo largo de todo un año. O las leen o, al menos, las regalan a familiares y amigos. La edición de 2015 no se convirtió en una excepción y, así las cosas, la ya consagrada escritora Alicia Giménez Bartlett, una autora de la casa Planeta y famosa por su serie policiaca de la inspectora Petra Delicado, y el joven Daniel Sánchez Arévalo, uno de los directores de cine más relevantes de los últimos tiempos, se alzaron con los premios cifrados en 601.000 y 150.250 euros, respectivamente. Un buen pellizco económico, desde luego, y una proyección ya irreversible entre los lectores de cara al futuro.

Una fiesta literaria en un polvorín político

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Hombres desnudos se titula la novela ganadora y Giménez Bartlett se encargó de aclarar que no se trata ni de una obra autobiográfica ni de un relato policiaco, el género que le ha dado fama. Hombres que pierden su trabajo y se ven obligados a prostituirse, mujeres maduras y liberadas en busca de compañía y personajes devastados por una terrible crisis económica y social figuran como los ejes de una novela que su autora definió como “un retrato de la lucha de clases más que de las luchas hombre-mujer”. Simpática y campechana, Alicia Giménez Bartlett (Almansa, 1951) apareció en el escenario para recibir el premio con una camiseta de gala con la leyenda Merde y a preguntas de los periodistas comentó que se había tratado de “una pequeña travesura”. En cualquier caso, el trasfondo social de esta novela, con prostitución masculina en primer plano, fue destacado por los miembros del jurado Fernando Delgado y Rosa Regàs, ambos escritores. Regàs se mostró muy rotunda cuando declaró a la prensa que Alicia Giménez Bartlett “había roto el tópico de que una novelista mujer no puede ponerse en el lugar de un hombre como protagonista”.

Como decíamos al comienzo, en la ley de compensaciones y contrapesos del Planeta si la ganadora es mujer, veterana y consagrada, el finalista tiene que ser mediático y debutante en la literatura, a ser posible. O viceversa. Monta tanto, tanto monta, según las ediciones del premio. Lo bien cierto es que el finalista fue Daniel Sánchez Arévalo (Madrid, 1970), un cineasta ya conocido y reconocido por películas como Azul oscuro, casi negro; Primos o La gran familia española. Si la novela ganadora hunde sus raíces en la actualidad española, la ópera prima literaria del cineasta, La isla de Alice, escapa a la costa Este de los Estados Unidos en una historia entre el thriller y la crónica intimista llena de toques autobiográficos del propio Sánchez Arévalo. Mientras la ganadora lanzó una diatriba social e incluso anticapitalista, el finalista se centró en mostrar su interés por mostrar las hipocresías y mentiras de la clase alta de Estados Unidos, un país en el que ha residido durante algunas temporadas. Acostumbrados ambos a torear con los medios de comunicación, sus intervenciones públicas suelen ser brillantes y la inminente promoción de las novelas asegurará un indudable éxito de ventas.

El premio Planeta fue fallado la noche del jueves tras una multitudinaria cena a la que asistieron algo más de un millar de personas del mundo de la cultura, el periodismo, la economía y la política. Con menciones especiales a José Manuel Lara, el patriarca del grupo Planeta, fallecido el pasado mes de enero, fueron los políticos quienes atrajeron miradas, cuchicheos y especulaciones. La coincidencia del secretario general del PSOE, Pedro Sánchez; con el líder de Ciudadanos, Albert Rivera en la cena dio pie a todo tipo de comentarios en vísperas electorales que rivalizaron con las extendidas opiniones sobre el gesto serio y cansado del presidente de la Generalitat, Artur Mas, que cerraba en el premio Planeta una agotadora jornada que pasó previamente por el monumento a Lluís Companys, su antecesor fusilado en 1940, y por los tribunales de justicia. Pero, una vez más, nadie quiso perderse la fiesta de Planeta, una cita ineludible para todo aquel que desee desfilar por el lado glamouroso de la cultura.

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