ELECCIONES EN LA PATRONAL
CEOE: la pugna entre Rosell y Garamendi elude la economía y la crisis para dirimirse en clave interna
Juan Rosell no presentará su programa electoral hasta el 10 de diciembre, cuando se cierra el plazo para que se presenten candidatos y sólo una semana antes de que los empresarios vayan a las urnas para elegir presidente. Serán las segundas elecciones reales –con más de un candidato– que celebre la CEOE desde su creación, en 1977. El contendiente de Rosell, que pretende repetir otros cuatro años, es Antonio Garamendi, presidente de la patronal de las pequeñas y medianas empresas (Cepyme) y tesorero de Confemetal, una de las organizaciones sectoriales más poderosas de la CEOE. Él sí ha presentado su programa, 60 páginas en las que alterna críticas a la gestión de Rosell con las proclamas tradicionales del empresariado en economía y mercado de trabajo. También está embarcado en una gira por territorios y sectores a la búsqueda de los apoyos que le faltan para ganar las elecciones: esta semana en la Cornisa Cantábrica, la semana pasada en Castilla-La Mancha y la Comunidad Valenciana. La patronal autonómica, Cierval, no obstante, ya ha anunciado su apoyo a Rosell.
Porque, al menos en principio, la balanza parece inclinarse del lado de Rosell, que controla el aparato de la CEOE y cuenta con el respaldo de la patronal madrileña (CEIM), de la catalana –de la que procede– Fomento del Trabajo, o de la patronal de las empresas del automóvil (Anfac). Además, intenta ganarse a las grandes empresas del Consejo Español para la Competitividad (CEC), como Telefónica, Repsol, La Caixa y Gas Natural, a las que precisamente Rosell dio acceso a la CEOE.
Juan Rosell viaja este jueves a Zaragoza, pero se está prodigando en los medios de comunicación menos que su opositor, debido a los compromisos que debe mantener “como empresario y como presidente de la CEOE”, explican fuentes de su campaña. Garamendi tendrá que echar el resto para robarle a su contrincante alguno de los 444 votos conseguidos por Rosell en 2010. En realidad, en esta convocatoria serán menos, porque la crisis y la salida de organizaciones han reducido a 773 los 840 votos de la asamblea electoral hace cuatro años.
A falta de programa, Rosell ha repartido entre los miembros de la patronal un balance de su gestión desde 2010, una “labor” inconclusa que necesita otros cuatro años más. Es decir, ofrece continuidad. Garamendi vende cambio, el que a su juicio pide “una marea grande dentro de la organización”.
Ética, Terciado y Fernández
En cualquier caso, las diferencias entre las propuestas de uno y otro candidato no son apreciables en lo que a política económica o laboral se refiere. “La disputa se centra en el modelo de organización”, admiten en la campaña de Antonio Garamendi. Si el empresario vasco se presenta como el adalid del cambio, Rosell sitúa a su competidor entre la vieja guardia que se resiste a la “modernización” y la “transparencia” que el presidente dice haber introducido en la CEOE desde 2010. El empresario catalán redujo el número de vicepresidencias y elaboró un código ético código ético. Garamendi exige que se “respete la estructura” de la patronal tanto como la autonomía y “señas de identidad” de sus organizaciones. Rosell se queja de que éstas se hayan negado a aplicarse a sí mismas el código ético aprobado para la matriz de la CEOE. Garamendi descalifica un código que ha sido “más estético que ético”.
El presidente de Cepyme se refiere, aun sin nombrarlos siquiera, a su antecesor en el cargo, Jesús Terciado, y al aún presidente de CEIM, Arturo Fernández. El primero dimitió hace sólo 22 días, tras ser acusado por la patronal de Salamanca de cobros irregulares a Cepyme a través de empresas de su propiedad. El segundo seguirá en el cargo sólo hasta que se convoquen elecciones anticipadas en la patronal madrileña, y ya ha dejado su cargo como vicepresidente de la CEOE. Su implicación en el escándalo de las tarjetas B de Caja Madrid y en el caso de las preferentes, así como la mala situación de sus empresas –tiene en preconcurso de acreedores una docena de ellas y en concurso el Grupo Arturo Cantoblanco– y las sospechas sobre su gestión de personal –pagos en negro investigados por la Inspección de Trabajo–, le han puesto en el disparadero durante meses. Terciado y Fernández, dos de los principales apoyos de Rosell en las pasadas elecciones de la CEOE, se convirtieron así en dos lastres para la cruzada por la transparencia y la ética que el catalán había emprendido.
Sin discrepancias en el despido, la flexibilidad y la huelga
Más allá de la clave interna, de cara al exterior, los discurso de Garamendi y Rosell apenas se distinguen. Ambos hablan de flexibilidad, en la negociación colectiva, en los contratos, en los salarios. La reforma laboral fue un avance, apuntan, pero se quedó corta y los empresarios exigen más. Las diferencias son casi sólo de matiz. Rosell quiere un “contrato indefinido único con salidas pactadas desde el principio”, mientras Garamendi defiende la supervivencia de los contratos temporales y a tiempo parcial porque son “muy valiosos para las empresas”. En su día, el presidente de la CEOE hizo de la reducción de los tipos de contrato uno de sus caballos de batalla, una propuesta que recogió el Gobierno y aplicó hasta cierto punto: lo dejó en una “simplificación administrativa” a cuatro modelos.
Antonio Garamendi también aboga por rebajar el coste del despido, insatisfecho con el recorte que ya han sufrido las indemnizaciones tras la reforma laboral: de 45 a 33 días en los despidos improcedentes. También se ha generalizado la compensación con 20 días por año trabajado al facilitar la ley a las empresas el recurso al despido por causas económicas. En ese punto coincide también con su adversario. Cuando Rosell proponía “quitar privilegios a los trabajadores indefinidos” para dárselos a los temporales pedía que se igualaran las indemnizaciones de unos y otros.
Otro tanto puede decirse del derecho a huelga, cuya regulación Garamendi considera “urgente”. También Rosell ha pedido una restricción de este derecho constitucional con ocasión de cada una de las huelgas generales convocadas por los sindicatos. Mientras éstos consideran que la regulación actual, basada en la jurisprudencia del Tribunal Constitucional, es suficiente, los empresarios reclaman una ley, que limite la actividad de los piquetes por ejemplo.
Lo primero, la unidad de España
Por el contrario, la pugna real entre ambos candidatos se dirime en terrenos más pantanosos. No es casual que Antonio Garamendi abra su programa electoral con una encendida defensa de la “unidad política de España y la Constitución”. “La unidad territorial, la indivisible soberanía del Pueblo Español y el marco constitucional son postulados irrenunciables para la CEOE”, proclama el presidente de las pequeñas empresas en la primera página. A su juicio, Rosell no ha sido todo lo contundente que debería en la disputa soberanista. Ante el “órdago de Artur Mas”, la CEOE no ha sido muy expresiva en su respaldo a la Corona y a la Constitución, critica el empresario vasco. El catalán, abunda, se ha quedado en mitad de la escalera y dejado a la patronal española sin una posición inequívoca.
Eso sí, Garamendi no escatima críticas a los “silencios cómplices con el Gobierno” de la CEOE en la etapa Rosell. Llega a acusar al actual presidente de dedicar sus esfuerzos a conseguir “a cualquier precio el favor de la componenda del poder político o del Gobierno” e incluso de haber debilitado o dividido a las organizaciones de la patronal “como precio para obtener favores o privilegios” del Ejecutivo. Para Juan Rosell, en cambio, su labor de estos cuatro años no es otra cosa más que “leal colaboración con los gobiernos, los que han venido, los que han venido, los que están y los que vendrán”.
En esa labor el presidente de la CEOE incluye las “más de 246 medidas” que dice haber presentado al Gobierno, “76 de las cuales han sido aprobadas por los sucesivos Consejo de Ministros”. También el acuerdo de moderación salarial que firmó con los sindicatos en febrero de 2012 y el que en estos momentos negocia para los próximos dos años. Otro punto en el que, una vez más, no existe discrepancia. Tanto Garamendi como Rosell defienden la cuasicongelación salarial como mecanismo para aumentar la competitividad y, dicen, generar empleo.
"Demasiados impedimentos"
Garamendi, candidato a presidir la CEOE, quiere limitar salarios, despidos baratos y regular las huelgas
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El empresario catalán vende igualmente como uno de sus activos la reducción de la estructura de la CEOE y, por tanto, también de los gastos. “Hemos destinado más de cinco millones de euros a indemnizaciones [por despidos de empleados], sin contar con un plan de pensiones de seis millones de euros que nos apareció de improviso”, explica en su carta-balance Rosell. A continuación cita un “problema heredado” en el instituto de formación de la CEOE, 2,5 millones de euros que el Tribunal Supremo obligó a devolver a sindicatos y patronal en 2012 por irregularidades en los fondos de formación entre 1996 y 1998.
Y es que la formación de ocupados, financiada con subvenciones públicas, ha sido uno de los problemas más agrios con los que ha tenido que lidiar Juan Rosell. Conrebelión en una asamblea general incluida, algo poco habitual en la CEOE. Algunas de las organizaciones acusaron al presidente de haber negociado con el Gobierno el nuevo modelo de formación sin haberles consultado previamente. “Reivindiquemos nuestro papel en la formación continua”, reclama Garamendi en su programa. El recorte en las subvenciones por los ajustes presupuestarios y el acceso que se ha dado a ellas a las empresas de formación han soliviantado a algunas organizaciones empresariales, que quieren seguir siendo las responsables de gestionar los planes de formación. Garamendi no se opone al aumento de los controles en un sector abonado a la sospecha en el último año. Pero Rosell aprovecha las críticas a su gestión para quejarse de que se ha “encontrado con demasiados impedimentos y statu quo consolidados de todo tipo y manera, tanto internos como externos”. El presidente de la CEOE no duda en achacar esos obstáculos a la “inercia de muchos años” dentro de su propia organización.
Garamendi rechaza que se le asocie con viejas estructuras resistentes al cambio. Su discurso prefiere la defensa del “millón de empresas y dos millones de autónomos” de la CEOE, que concibe como una organización que preste servicios a sus miembros: “No somos un club, ni un lobby, ni una asociación elitista”, lobbydestaca en su programa. Por su parte, Rosell, que se reunió el pasado viernes con el primer ministro italiano, Mario Renzi, presume de su actividad internacional y ha ofrecido al presidente de Telefónica, César Alierta, un puesto en la junta directiva.