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Economía

Los efectos pluma y cohete: la banca se toma con calma bajar las hipotecas cuando el dinero cuesta menos

Edificación de viviendas, a 20 de junio de 2024, en Tres Cantos (Madrid).

El pasado junio hubo un hecho financiero relevante: después de casi dos años de endurecimiento de su política monetaria por la inflación, el Banco Central Europeo (BCE) decidió rebajar los tipos de interés, por primera vez desde marzo de 2016, en 0,25 puntos, de forma que pasaron del 4,5% al 4,25%. Ese indicador refleja el precio al que dicha entidad presta dinero a otros bancos. Y hay uno más, el Euríbor, que se refiere al precio al que las entidades bancarias se prestan dinero entre ellas y que en España se usa como índice para calcular las hipotecas. El 20 de agosto quedó en 3,159% (-0,024), mientras que la media del mes se situaba en 3,195% (-0,331), después de tocar el máximo de los últimos seis años en octubre de 2023, cuando llegó hasta el 4,16%.

¿Esos movimientos alcanzan al bolsillo de los ciudadanos, se notan ya en las hipotecas y los préstamos variables, por ejemplo? Fuentes del ámbito financiero reconocen que “si el BCE sube los intereses para los bancos, como sucedió en 2023, estos ven una reducción en su margen de beneficios y, como consecuencia, aumentan los suyos rápidamente para compensar esa pérdida. Pero cuando es al revés, cuando el Banco Central Europeo baja los tipos, no se dan tanta prisa”. Rafael Pampillón, catedrático de Economía de la Universidad CEU San Pablo, le pone nombre a esa circunstancia: “Es el efecto pluma, que baja lentamente, y el efecto cohete, que sube rápidamente”, anota.

“Los bancos ofrecen créditos a unos tipos de interés de mercado y, si ven que pueden mantener el alto, lo van a hacer, porque es su negocio”, explica, para añadir: “Capturan dinero a través del BCE, o a través de los depósitos de quienes dejamos nuestro ahorro en ellos. Si observan que esos depósitos se mantienen con un tipo de interés muy bajo, no los van a elevar, a no ser que puedan írsele clientes con su dinero a otros bancos, que les ofrezcan mejores condiciones”. Y con los créditos “pasa algo parecido: suben con el tipo de interés rápidamente como un cohete y, en cambio, cuando bajan lo hacen como plumas. Pero también porque la renovación se suele hacer normalmente cada año”. De ahí que asevere que la rebaja del 0,25% del BCE no se reflejará en el grueso de los créditos hasta 2025 y se hará “muy poco, porque un 0,25 es muy poco”.

Dónde sí puede empezar a sentirse algo el recorte “es en los nuevos créditos que se pidan ahora para unas vacaciones, para comprarte un electrodoméstico, un coche o un caballo”, ejemplifica. “Pero muy poquito”, acorta expectativas. En cuanto a las hipotecas, apunta que, igualmente, “hasta dentro de un año no se va a notar, por lo general. A los que les ha vencido la suya en julio sí lo percibirán, pero a los que les toque renovarla en febrero, hay que decirles que lo que pase entonces dependerá, entre otras cuestiones, de los pasos que siga dando el Banco Central Europeo (BCC) con los tipos”, cierra Pampillón.

Factores que influyen en el ritmo

De su lado, el profesor titular de Economía Aplicada de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria Juan Luis Jiménez confirma que “la evidencia empírica no señala un tiempo fijado para que los bancos trasladen los cambios en los tipos de referencia a los consumidores”, pero sí elementos que podrían influir en que esa traslación exista y, además, sea más o menos rápida. De los varios factores que pueden afectar “al precio que los bancos ponen a sus productos”, Jiménez destaca dos: “Uno, la liquidez que tengan las entidades financieras. Cuanto más líquido tenga el banco comercial, la posibilidad de trasladar esa bajada al cliente probablemente sea menor”. “Y dos —engarza—, la competencia que haya en el mercado”. En relación con esto, mira hacia atrás para poner el acento en el “proceso de concentración bancaria que se ha producido en España”. “Hace 15 años, además de tener mucha liquidez los bancos, había alrededor de cien marcas, de cien empresas distintas, que te vendían dinero. En la actualidad no llegan a la decena”, sintetiza.

Considera que, aunque “hay bancos de otros países que operan en España”, la penetración de esa banca “es muy reducida” y “la mayor parte de los depósitos los tienen los ocho grandes bancos comerciales españoles”. En ese escenario, avisa: “Cuanto menor sea el nivel de competencia, más difícil será que se traslade rápidamente a las hipotecas, no tanto a los depósitos, la bajada del índice de referencia del Euríbor. Esto no ha sido evaluado, pero evidencias empíricas anteriores, no sólo en la banca sino en otros sectores como las estaciones de servicio, así lo indican”, finaliza.

Más descensos en el horizonte

Otras fuentes del área financiera calculan que tanto la caída del Euríbor como el movimiento del BCE deberían suponer el próximo año un ahorro de “entre unos 50 y 60 euros al mes —720 anuales de máximo— para una hipoteca variable media a 25 años de 100.000 euros”, si la tendencia en los indicadores no varía. Si bien, admiten que ello dependerá de “cómo los bancos trasladen las bajadas a sus políticas comerciales”, deslizan. Con todo, vaticinan que “esto podría empezar a suceder después del verano”, para “activar el mercado de las hipotecas”.

En esa línea optimista, José Ignacio Conde-Ruiz, catedrático de Economía en la Universidad Complutense de Madrid y subdirector de Fedea, augura que el Banco Central Europeo “probablemente vuelva a bajar tipos después del verano. Los mercados descuentan incluso un par de bajadas antes de que acabe el año y esto ya se empieza a notar en las hipotecas”, afirma. “De hecho —une—, el Euríbor está más bajo que el mes pasado y más o menos con una hipoteca media podríamos hablar de cerca de 1.200 euros de ahorro anual”.

Conde-Ruiz confía en que los tipos continúen en caída “a lo largo del año 2025, básicamente porque lo que se observa es que la inflación se está controlando” por lo que “no habría motivo para seguir manteniendo los tipos altos, sobre todo en países como Alemania, Francia o Italia, que tienen tasas de crecimiento por debajo de su crecimiento potencial”. “Por lo tanto”, remata, “tan pronto como la inflación esté controlada, la política monetaria adecuada sería una en la que los tipos estuvieran más bajos”.

Por su parte, Santiago Carbó, catedrático de Economía de la Universidad de València y director de Estudios Financieros de Funcas, subraya que el Euríbor incluso se anticipó “a la bajada de tipos del BCE” y empezó a descender antes “por la expectativa” generalizada en torno a esa posibilidad, para seguir haciéndolo luego, lo que “se refleja ya en las nuevas operaciones, si se tiene un tipo de interés variable, con los plazos que se determinen”. Defiende que, a pesar de que “siempre hay cierto retardo en todo”, el ciudadano que tenga un préstamo hipotecario a tipo de interés variable “se ha empezado a beneficiar” de la disminución de tipos y “va a continuar haciéndolo porque se van a seguir produciendo”, junto a que “se han comenzado a remunerar los depósitos a nivel europeo, lo que tardará un poco de tiempo en cambiar”.

Carbó prevé que, “si no ocurre nada raro en la inflación de agosto, en septiembre” el BCE hará caer los tipos “una vez más y luego también en diciembre”. “Hemos empezado una desescalada que se irá traduciendo en el Euríbor porque es lo que se está descontando en el mercado”, arguye. Una sacudida que, a su entender, “viene bien para que la economía vuelva a tener un lastre menor del que ha tenido, con un crecimiento de los costes financieros mayor. Pero hay que vigilar la inflación, por si se desborda”, concluye, tras ordenar las piezas de lo sucedido.

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