Francisco González en 2012: “Necesitamos más principios y más ética en los negocios”

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El BBVA empezó a publicar en 2008 una colección de libros de análisis sobre todo tipo de cuestiones –desde la globalización hasta el impacto de las nuevas tecnologías o el futuro de Europa– a través de OpenMind, su comunidad web de divulgación. Lleva ya, por tanto, una decena de títulos, que cada año prologaba su hasta ahora presidente, Francisco González. El cuarto volumen, editado en 2012, se tituló Valores y ética para el siglo XXI, e incluía artículos de 19 filósofos, economistas y hasta un teólogo –Hans Küng– de todo el mundo. El propio Francisco González lo presentó en Madrid en junio de la mano del entonces ministro de Educación, José Ignacio Wert.

En su larga introducción –30 páginas– el hoy presidente de honor del BBVA, bajo investigación interna por sus relaciones con el excomisario José Manuel Villarejo y las escuchas practicadas por éste a competidores, políticos y periodistas, subraya la perentoriedad de que las empresas, más aún los bancos, se gestionen siguiendo valores éticos y “sólidos principios morales”.

“Sobre todo, necesitamos más principios y más ética en los negocios en general y en la industria financiera en particular”, reclama González, una vez que la crisis ha dejado al descubierto las “actuaciones erróneas, imprudentes o llanamente fraudulentas en muchas entidades”. También ha revelado “fallos muy importantes en el sistema, deficiencias muy serias en la regulación y en la supervisión”. Como la desregulación se ha demostrado que no funciona, pero el banquero considera contraproducente el exceso contrario, la sobrerregulación, su propuesta es un rearme ético que ocupe los huecos dejados por las normas. Autorregulación, pues, pero basada en “el compromiso ético de los gestores”. Y la crisis –el texto está escrito en 2012, en plena recesión– se le antoja el momento adecuado para introducir esos valores. Que no son un adorno, sino la “brújula” para sortear las incertidumbres y afrontar los conflictos. “La clave es la ética”, resalta.

También se muestra preocupado Francisco González por el deterioro que ha causado la crisis en la reputación de los bancos. Al tiempo que “se ha estrechado el escrutinio de la opinión pública y la presión de los medios, así como el activismo de los accionistas de multitud de organizaciones no gubernamentales y de plataformas” que reclaman cambios en la gestión de las decisiones políticas, económicas y financieras. Por eso los ejecutivos, advierte, “deben asumir su papel como gestores de la reputación”. “La ética y los valores positivos deben constituir el núcleo de la cultura corporativa”, reitera.

Unos párrafos antes González recurre a Thomas Clarke, profesor de la Universidad de Tecnología de Sidney (Australia), para defender un gobierno corporativo donde “la toma de decisiones se convierta en un ejercicio moral” que vaya “más allá del control interno de la compañía y del cumplimiento de la regulación” y se extienda al “impacto social de la compañía”. Tanto el BCE como el Banco de España han instado al BBVA a cerrar cuanto antes la investigación abierta sobre los más de cinco millones de euros que pagó al excomisario Villarejo, a fin de “eliminar y minimizar el potencial riesgo reputacional” que amenaza a la entidad.

Rentabilidad Ajustada a los Principios

El libro analiza el papel de la ética en la ciencia y la tecnología, en el mundo global, en la lucha contra la pobreza y en los negocios. Pero en ese último apartado Francisco González señala que, dado el origen financiero de la última crisis y los “comportamientos éticamente objetables de determinadas instituciones” como desencadenantes, las finanzas merecen un capítulo específico. No obstante, la parte final del prólogo lo dedica a desmarcar al BBVA de los problemas de conducta que han afectado a otras entidades: “No todos los bancos han sido iguales; no todos han tenido los mismos comportamientos y, en consecuencia, no todos están teniendo los mismos resultados”.

Tras subrayar que el BBVA ni ha necesitado ayudas públicas ni hacer ampliaciones de capital para recomponer sus recursos propios, el banquero presume de proyecto empresarial “diversificado”, “muy eficiente”, “orientado al cliente, apoyado en la mejor tecnología” y con una “cultura muy prudente de gestión del riesgo”. “Todo ello”, concluye, “se resume y se explica en un solo concepto: nuestros principios”. Que son tres: transparencia, integridad y prudencia. Esos “firmes principios”, recalca, se basan en la “convicción” de que “la ética no sólo es deseable, sino también rentable”.

El banquero se refiere a que su modelo de gestión es incluso más exigente que el de Rentabilidad Ajustada al Riesgo (RAR), uno de los más avanzados y que la industria financiera utiliza para crear valor. El modelo del BBVA incorpora la Rentabilidad Ajustada a los Principios, se precia González. “Porque así aportamos valor a todos nuestros grupos de interés”, desde accionistas y empleados hasta clientes y proveedores.

De hecho, se felicita por haber comenzado en 2002 –el contrato con Villarejo data de dos años después– a conformar en el BBVA un “gobierno corporativo de vanguardia” basado en la independencia de su consejo de administración, así como en “la transparencia y el rigor”, posibles gracias a normas que traducen “compromisos exigentes, públicos y verificables”.

Y no sólo a través de los códigos de conducta “que todos deben asumir e integrar en su conducta habitual”, sino también convirtiendo esas normas en “hechos” a través de una organización adecuada y un “liderazgo públicamente comprometido” con –de nuevo– los “principios y valores” del BBVA. Entre ellos, el compromiso de “actuar con integridad y transparencia, cumpliendo rigurosamente la legalidad”. Pero, una vez más, González asegura que el banco más allá de lo exigido por la regulación y apuesta por la “gestión ética” con clientes, empleados, proveedores y “el conjunto de la sociedad”. En ese campo, el de la Responsabilidad Social Corporativa –76 millones d euros en 2010, revela– el presidente de honor del BBVA cita desde la igualdad de género y la política global de compras hasta la prevención del fraude.

El BBVA tiene hasta el lunes para presentar en la Audiencia la documentación sobre Villarejo

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En manos del juez

El pasado 10 de enero los digitales moncloa.com y elconfidencial.com publicaron que, por encargo del BBVA, el excomisario José Manuel Villarejo había interceptado 15.000 llamadas en 2004 y 2005 durante la denominada Operación Trampa. Entre los teléfonos pinchados estaba el del exministro socialista Miguel Sebastián. El policía cumplió ese encargo para impedir el desembarco de la promotora inmobiliaria Sacyr en el accionariado del banco. La conexión de Villarejo con el BBVA está en manos del juez de la Audiencia Nacional que instruye el caso Villarejo o la denominada Operación Tándem.

La entidad financiera ha abierto una investigación interna, aunque dice que no encuentra los informes que el expolicía elaboró a través de su empresa Cenyt tras vigilar a los integrantes del llamado “grupo hostil”, que quería hacerse con el control del banco Además, el BBVA ha contratado a la consultora PwC y los despachos Uría Menéndez y Garrigues para investigar contratos, facturas y responsabilidades.

El BBVA empezó a publicar en 2008 una colección de libros de análisis sobre todo tipo de cuestiones –desde la globalización hasta el impacto de las nuevas tecnologías o el futuro de Europa– a través de OpenMind, su comunidad web de divulgación. Lleva ya, por tanto, una decena de títulos, que cada año prologaba su hasta ahora presidente, Francisco González. El cuarto volumen, editado en 2012, se tituló Valores y ética para el siglo XXI, e incluía artículos de 19 filósofos, economistas y hasta un teólogo –Hans Küng– de todo el mundo. El propio Francisco González lo presentó en Madrid en junio de la mano del entonces ministro de Educación, José Ignacio Wert.

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