Coronavirus
¿Qué es un sector esencial? El "confinamiento total" genera dudas sobre sus consecuencias
Cada vez son más las voces que exigen al Gobierno, ante el aumento diario en el número de contagiados y fallecidos por coronavirus, que decrete el "confinamiento total" y solo permita las actividades y la producción consideradas "esenciales". Sin embargo, hay muchas dudas sobre lo que se considera "esencial" y lo que no lo es y el Gobierno de Italia, el país con el ejemplo más cercano de una emergencia sanitaria que bordea el colapso, ha tenido bastantes dificultades para delimitar la definición del término, por no hablar de las exigencias de administraciones locales y regionales, de empresas y de sindicatos a las que ha tenido que hacer frente.
En España, el decreto del estado de alarma exige el cierre de toda actividad "minorista", salvo las excepciones ya conocidas (alimentación, combustible, estancos, lavanderías, farmacéuticas, tecnología, telecomunicaciones, suministros, ópticas o veterinarios, entre otros). La agricultura y el sector secundario (industria) quedan intactos, y dentro del sector terciario, de servicios, muchos puestos de trabajo no están obligados a cerrar, aunque el mismo texto legal puntualiza que se podrá suspender "cualquier otra actividad o establecimiento que a juicio de la autoridad competente pueda suponer un riesgo de contagio".
Siguen en pleno funcionamiento, como es obvio, el sistema sanitario, la administración pública y los funcionarios (con gran parte teletrabajando), el transporte público y las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado, por considerarse actividades básicas para el funcionamiento mínimo de cualquier país. La industria, sobre todo, ha estado en el punto de mira, dado que en muchas fábricas, según han denunciado los sindicatos, es muy difícil mantener la distancia prudencial entre trabajadores y es imposible teletrabajar. Aun así, el descenso de la actividad económica del país ha propiciado cierres y despidos de trabajadores al margen de las indicaciones del Ejecutivo.
La petición del "confinamiento total" ha sido recurrente entre los presidentes de comunidades autónomas como Cataluña, Murcia (que amagó por ordenarlo en el BORM, aunque finalmente reculó) o Andalucía. Trasciende ideologías: el cierre de los servicios no esenciales ha sido pedido tanto por Casado (PP) como por Iñigo Errejón (Más País), y muchos trabajadores de empresas se sienten especialmente expuestos y obligados a acudir a su puesto de trabajo cada día pese al riesgo. Hay varios ejemplos: Correos, call centers o Airbus, donde este miércoles se ha anunciado una huelga indefinida ante la insuficiencia, asegura el sindicato CGT, de las medidas de protección.
El Gobierno desmiente que sea necesario por activa y por pasiva. En su última comparecencia, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, zanjó el asunto asegurando que España cuenta con unas medidas "durísimas", de las más restrictivas del mundo. El director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias, Fernando Simón, aludió al equilibrio que el Gobierno, y prácticamente todos los del mundo, intenta preservar entre la salud y una economía en funcionamiento aunque sea mínimo para evitar problemas más graves de los que se intentan evitar y mandar al paro a más empleados de lo necesario. La ministra de Economía, Nadia Calviño, fue más específica este martes ante las peticiones de "confinamiento total" y pareció molesta ante las preguntas de los periodistas.
¿Qué es un parón total?
"¿Cuando se habla de parón total, de qué hablamos? Porque para que un hospital funcione, tiene que funcionar la industria química, la farmacéutica, el textil para fabricar las prendas de los sanitarios, el transporte para que puedan llegar al hospital, el sector alimentario para alimentar a todos. Y hay otros sectores que siguen la actividad mediante el trabajo a distancia. Ya tenemos una actividad económica muy ralentizada y que además se está reorientando para atajar la crisis en algunos sectores", aseguró en su comparecencia. La cuestión que plantea Calviño es clave: ¿qué es esencial, en una economía hiperconectada en la que muchos sectores dependen de otros, y qué no?
Hay un consenso más o menos generalizado en que determinadas industrias, como la textil (siempre que no intervenga en las prendas sanitarias), la maderera o el sector de la construcción, así como la fabricación de automóviles, pueden paralizarse sin poner en riesgo los "servicios esenciales". Pero la mayoría, explica el secretario general de Industria de Comisiones Obreras (CCOO), Agustín Martín, lo son aunque no lo parezca "a simple vista". El sindicalista está de acuerdo con Calviño en que la concreción es mínima con respecto a lo que representa un "cierre total" y añade que muchas veces esta petición responde a una "operación de populismo". Para mantener lo estrictamente necesario, explica, "operan muchos sectores que en principio podría parecer que no son esenciales".
Martín pone el ejemplo de un bote de garbanzos: para ponerlo en el mercado hace falta no solo la intervención del sector agroalimentario, también el del vidrio o el del papel para el etiquetado, el empaquetado o la distribución. La industria química, añade, participa en múltiples procesos que son necesarios para el funcionamiento mínimo de la economía. "Yo creo que suficientemente parado está el país", defiende, para cerrar empresas que, posteriormente, pueden tener muchos problemas para retomar la actividad, con la sangría en el empleo que conlleva, aunque abre la puerta a cerrar el sector de la construcción, sobre todo en lo que respecta a reformas en hogares o locales que claramente pueden esperar.
Las 90 excepciones de Italia
En Italia, el endurecimiento de las medidas no ha sido fácil para el gabinete de Giuseppe Conte, aunque marca el camino a Sánchez y su Consejo de Ministros si pretende dar un paso más. El decreto que publicó el Ejecutivo el pasado sábado plantea el cierre de "toda actividad de producción o comercial" estableciendo unas 90 excepciones. El Gobierno hizo circular un borrador con algunas excepciones y durante los días posteriores, explica Il Corriere de la Sera, recibió una avalancha de peticiones de industrias que defendían que su actividad es esencial. Así, las excepciones se ampliaron, aunque los sindicatos italianos defienden que son demasiado generosas y que hay multitud de industrias que se consideran esenciales cuando no lo son, por lo que su apertura pone en riesgo la salud de los trabajadores.
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El Gobierno italiano incluye en el texto una salvaguarda para las industrias afectadas por el decreto: tienen hasta el 3 de abril para modificar su producción y convertirla en esencial. Las excepciones incluyen fabricación de plástico, productos químicos y agrícolas, accesorios de vehículos, embalajes, imprimir etiquetas para productos comerciales, producir y elaborar tabaco, extraer petróleo y gas y sus derivados. Incluye esta interconexión, por tanto, entre sectores a la que hacía referencia tanto Calviño como el delegado de CCOO. También permite la labor de abogados y arquitectos. Otros sectores están obligados específicamente a cerrar, como el alquiler de vehículos, la construcción o el textil que no esté dirigido a los hospitales.
El decreto italiano no menciona como excepción a las empresas cuyo producto, servicio o actividad no es esencial pero pueden teletrabajar al 100%, por lo que no existe riesgo de contagio. Es un aspecto que tendrá que valorar el Gobierno español si, finalmente, decide seguir los pasos de Italia y elaborar su propia lista de empresas que sí son esenciales y empresas que no lo son.
La legislación, según explica para Publico.es el profesor de Derecho de Trabajo de la Universidad Complutense de Madrid Alberto Valdés, no especifica qué se considera un servicio esencial. El Constitucional, asegura el experto, ha ido construyendo jurisprudencia a partir de los litigios surgidos en huelgas generales, donde los decretos de servicios mínimos establecen qué debe seguir en funcionamiento. La sanidad, la educación, la administración, las emergencias, la seguridad, los servicios sociales, el transporte, el suministro de energía y las telecomunicaciones están fuera de todo duda: sin embargo, los claroscuros sobre qué es estrictamente necesario y qué no lo es aumentan conforme aumentan los días en los que el país está parado como medida de contención ante una pandemia global.