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España afronta un récord de turistas hasta agosto sin consenso para implantar una tasa que lo limite

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Las previsiones se han cumplido: España tuvo el pasado julio el mejor mes turístico de la historia. Recibió 10,9 millones de visitantes internacionales, un 7,3% más que en el mismo mes de 2023, de los que 8.498.230 llegaron en transporte aéreo, según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE). En los siete primeros meses de 2024 el número de éstos alcanzó su cifra más alta, rozando los 53,4 millones, lo que es un 12% más respecto al mismo periodo del año anterior y 4,7 más que los 48,7 millones de habitantes que pueblan la totalidad del país, de acuerdo a la última actualización del INE también.

Y hubo otro aumento en julio: el gasto que esos turistas extranjeros hicieron. Se elevó un 11,9% y supuso 15.535 millones. El consumo medio diario se incrementó un 2,1%, hasta los 195 euros. El desembolso de los turistas se ha extendido en la mencionada primera parte del año en casi un 20%, trepando hasta los 71.100 millones de euros, un 18,6% más que hace un ejercicio.

En el acumulado de los siete primeros meses de 2024, las comunidades que más viajeros recibieron fueron Cataluña, con casi 11,5 millones, seguida de Illes Balears, con 8,7; Canarias, bordeando igualmente los 8,7 millones; Andalucía, hasta donde fueron a parar 7,7; Comunitat Valenciana, con más de 6,7; y Madrid, con 5,1 millones. En ese periodo, los territorios en los que dejaron más dinero sumado fueron Cataluña, con el 18,9% del total, Canarias, con el 18,3%, y las Islas Baleares, con 15,6%. 

Los datos de movimientos turísticos en fronteras (Frontur) muestran además que los visitantes que se decantaron por el alojamiento hotelero crecieron un 4%, pero lo hicieron más, un 19,5%, quienes optaron por la vivienda en alquiler.

El ministro de Industria y Turismo, Jordi Hereu, ha resaltado la "gran aportación" del turismo a la economía española, tras confirmarse estadísticamente que la realidad no había desactivado expectativas. "A 31 de julio, en España hemos recibido más de 53 millones de turistas, pero lo más importante es que el gasto que éstos realizan supone una inyección de prosperidad para la economía española de más de 71.101 millones de euros", ha proclamado.

España no es una isla en Europa

Al tiempo que siguen aflorando legiones de turistas, en algunos países europeos como Italia, Portugal, Holanda o Alemania, se intensifican los esfuerzos estatales y locales para contenerlas y evitar que se rompan las costuras de un sector que ha comenzado a levantar suspicacias ciudadanas. El Gobierno italiano, por ejemplo, estudia la posibilidad de acrecentar entre cinco y 25 euros la tasa que tienen que pagar los turistas por cada día de estancia en la ciudad en la que se alojen, de forma proporcional al coste de la pernoctación, así como de que ésta pueda expandirse a las más de 7.900 localidades del Estado. El objetivo pasaría por que las ciudades con problemas de liquidez pudieran elevar sus ingresos e impulsar el turismo responsable frente al de masas. En la capital de los Países Bajos, Ámsterdam, de su lado, que cuenta con una tasa turística que supera de media los 20 euros por persona y noche, se ha prohibido la construcción de nuevos hoteles en la mayor parte de los distritos de la ciudad. En la portuguesa Lisboa, la tasa turística por pernoctación pasará de dos a cuatro euros, y los visitantes que arriben en crucero ya no estarán exentos de abonarla; y en Alemania es común encontrar un "impuesto por cama” o “cultural" en puntos como Berlín y Hamburgo.

¿Qué sucede en España? Se avanza lento y de forma desigual. En comunidades como Cataluña y Baleares se ha actuado. En la primera se cobra una tasa que puede ser de alrededor de siete euros por noche, aunque depende del tipo de alojamiento y de la época del año; y en la segunda se aplica el Impuesto de Turismo Sostenible, un gravamen que incluye a establecimientos hoteleros, apartamentos turísticos e incluso cruceros que hagan escala en uno de sus puertos, entre otros puntos. La tarifa varía por persona y noche, en función de la temporada.

En Andalucía, el Ayuntamiento de Sevilla ha planteado cobrar a los forasteros por entrar en la Plaza de España para “financiar su conservación” y el alcalde de Málaga, Francisco de la Torre, trasladó al ministro del ramo por carta la conveniencia de crear una tasa por pernoctar en pisos turísticos, que pueda revertir en alquiler social, si bien, Hereu ha rechazado "generalizar medidas" desde el Estado. "Creo que la política de la proximidad es la mejor política", ha afirmado el titular de la cartera de Turismo, para aludir a la iniciativa del alcalde de Barcelona, Jaume Collboni, quien ha optado por no renovar la licencia de los apartamentos turísticos a futuro.

Fuentes del ámbito empresarial descartan que “se vayan a aplicar medidas con carácter general”, como parece que se apunta en Italia, porque “hay mucho dinero en juego”, y las competencias en la materia "no son estatales", aseveran.

¿Por dónde se puede avanzar?

Preguntado por la conveniencia o no de implantar algún tipo de gravamen de ámbito nacional, el catedrático de Economía de la Empresa en la Universitat de les Illes Balears, Aleix Calveras, traslada a infoLibre que no le parecería descabellado que se armara "un impuesto o tasa turística a nivel del país", aunque matiza que "puede tener más sentido, en la medida en que el turismo no se reparte por todo el territorio de forma igual, tenerlo en las regiones y ciudades donde su papel sea mayor, porque es allí donde interesa recaudar más para hacer frente a los problemas y los costes sociales o medio ambientales derivados de esta actividad". "Y con la idea -cose- de que sirva como instrumento para intentar modular la llegada de turistas y reducir la masificación. La tasa turística estatal no me parece mal, pero no tendría que ser un sustituto de otras posibles en el ámbito de ciudad o de comunidad", sintetiza.

Calveras no es ajeno a que para que esos gravámenes pudiesen abrirse paso habría que sortear "la capacidad de influir" que poseen los sectores empresariales y que, a priori, será mayor, cuanto más cercana a éstos sea la Administración que tome la iniciativa. Apunta directamente al Ejecutivo central para señalar que lo que éste "sí puede hacer, sin invadir competencias autonómicas, es subir el IVA hotelero y el de las aerolíneas, el de vuelos domésticos, que son del 10%", cierra.  

Por su parte, Alberto Hidalgo, investigador postdoctoral del IMT School for Advanced Studies Lucca, en Italia, anota que habría que empezar por definir "cuál sería el objetivo de la tasa turística y, ahí, ayuntamientos e investigadores no están de acuerdo", admite. Expone dos posibles metas: "Limitar el número de turistas en una zona o en una región, es decir, disuadirlos de que viajen; o paliar los efectos, las externalidades negativas que conllevan los turistas consiguiendo ingresos extraordinarios para poderlos invertir en infraestructuras o servicios públicos". En relación a la primera, advierte de que, "a menos que sea muy alta, la tasa turística, no disuade al visitante y el principal motivo es porque representa una cantidad ínfima del consumo que hace un turista en el destino". En ese sentido, alude a los dos territorios españoles que cuentan con ella, Cataluña e Illes Balears, para aportar que en esos casos, "varía entre uno a seis euros al día, que es una cantidad muy pequeña", por lo que "sería una medida fallida de inicio".

Por lo que respecta a lograr una vía extraordinaria de ingresos "para financiar infraestructuras y servicios para los residentes", en su opinión "sería buena medida". "Esos cuatro euros que ingresen de más los ayuntamientos por cada pernoctación, será una cantidad pequeña, pero es una buena forma de que los residentes sean conscientes de los beneficios que trae el turismo y de que el turista sepa el efecto que tiene en una zona", engarza. Y concluye: "Por ese lado, aspiro a que se apruebe una tasa turística más extendida".

Un cuantía no excesiva, que puede ser útil

Hidalgo abre el foco para constatar que esa contribución turística "ya se está implantando en muchos países vecinos como Portugal, Italia o Francia, por lo que no es previsible que se pierdan turistas poniendo una tasa razonable". "El gasto medio diario por visitante son 195 euros, por lo tanto, una tasa de cuatro euros representa el 2% del total", cuantifica para incidir en la idea de que es un aporte "pequeño", que "normalmente se conoce en destino y no en origen" y, por tanto, no tendría capacidad para provocar una estampida de interesados en visitar España. "Si se utiliza para recaudar y revertir esos ingresos extraordinarias a la zona, sería una muy buena medida, aunque el incremento en los ingresos sea bastante modesto", remarca. 

Fuentes del movimiento ciudadano que trabaja en nuevas protestas contra el turismo masivo creen que las cifras "del aluvión" de este verano "les dan la razón" e instan a las administraciones a "empezar a tomarse en serio lo de poner en marcha alguna medida de freno". "Si los que vienen son algunos miles de inmigrantes, es una invasión, pero, si hablamos de turistas, los millones y millones son bienvenidos", arrojan con cierta "preocupación".

Las previsiones se han cumplido: España tuvo el pasado julio el mejor mes turístico de la historia. Recibió 10,9 millones de visitantes internacionales, un 7,3% más que en el mismo mes de 2023, de los que 8.498.230 llegaron en transporte aéreo, según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE). En los siete primeros meses de 2024 el número de éstos alcanzó su cifra más alta, rozando los 53,4 millones, lo que es un 12% más respecto al mismo periodo del año anterior y 4,7 más que los 48,7 millones de habitantes que pueblan la totalidad del país, de acuerdo a la última actualización del INE también.

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