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¿Pero qué eres? Ni hacer pedagogía, ni justificarse: las personas no binarias quieren vivir en paz

Imagen de archivo de una manifestación LGTBI.

Si en algo coinciden las personas no binarias, en su más que evidente diversidad, es en el agotamiento. Hacer pedagogía constantemente cansa, dicen. Tener que dar explicaciones sobre sus vidas y sus decisiones es un peaje injusto que asumen a duras penas.

A Darko Decimavilla le piden explicaciones en los momentos más inesperados. Cuando los demás pueden sumergirse en la banalidad de una conversación trivial, a Darko van siempre dirigidas las preguntas más transcendentales. "Obvio que cansa", dice en conversación con este diario. "Cansa tener que hacer pedagogía, pero también que te la exijan constantemente, hasta tomando una cerveza". La situación suele ser la que sigue: alguien de confianza usa pronombres neutros y entonces toda la atención del grupo vira radicalmente. Las miradas demandan, inquietas, una explicación. ¿Qué es eso de elle?

Javier Bujarrabal dice haberse encontrado "dentro y fuera del colectivo" con la "incoherencia y la falta de empatía" asociada a una idea de calado: estar transitando por una etapa. Esto no es serio, sólo puede tratarse de una fase, seguro que es temporal. Ya se le pasará. Y partiendo de esa base, es difícil poder construir relaciones sanas. "En mi entorno laboral no se entiende, para ellos eres un maricón más", señala, una situación que en su caso confronta con la aceptación que sí germina entre los miembros de su familia. 

No siempre es así. Lo sabe bien Jan Gómez: "En mi familia siempre he hecho lo que me ha dado la gana. Quien lo ha aceptado, bien. Pero es cierto que en términos generales existe LGTBIfobia familiar y estructural". A su juicio, existe todavía una "incomprensión social" absoluta hacia el género no binario. "Hemos dicho que ser hombre o mujer no responde a los roles de género, sabemos que no sólo hay hombres y mujeres, aceptamos que el género no lo define la genitalidad, pero no se termina de entender que haya personas más allá de esas categorías".

Así que en medio de esa amalgama de incomprensión, llega el gran interrogante: "¿Pero y entonces qué eres?". Jan dice responder siempre de la misma manera: "¿Y tú? ¿Te sientes hombre o mujer? ¿Por qué? Esa última cuestión no tiene ninguna respuesta, porque la identidad es subjetiva y pertenece a la psique humana", reflexiona. Jan se hizo esa misma pregunta y fue precisamente la incapacidad para resolverla lo que le hizo identificarse como no binarie.

Jóvenes y contrarios a los cánones

En julio de 2022, el Ministerio de Igualdad, a través de su Dirección General de Diversidad de Género, publicó el primer gran estudio que aproxima la realidad de las personas no binarias, sus condiciones, demandas y necesidades. El 78% de las personas interpeladas para el estudio reconoce haber cambiado de etiqueta, al menos una vez en la vida. Un 48% razona el cambio apelando a reflexiones internas sobre su propia identidad y el 30% habla de otras etiquetas que le han definido mejor. Respecto al uso de los pronombres, un 35% de las personas indica que hacen un uso indiferente de ellos, mientras que un 19% alterna entre "ella" y "elle". El 15% combina "él" y "elle", mientras que el 9% se identifica como "elle" en exclusiva.

El 37% se siente conforme con su aspecto físico, pero no son mayoría: un 45% habla de la necesidad de hacer modificaciones físicas concretas. ¿Los motivos? El 31% menciona el cambio estético, habitualmente hacia la androginia, como una necesidad personal de ajustar su físico a su identidad de género, mientras que el 14% habla de "visibilizar y legitimar su experiencia" ante el resto.

Las personas no binarias son eminentemente jóvenes: el 95% tiene menos de 35 años. Más concretamente, el 57% tiene entre 18 y 24 años y el 25% entre 25 y 35 años. Un 13% tiene menos de 17 años. Los grupos más reducidos están en las edades más avanzadas. Además, un 74% declara que tenía entre 15 y 25 años cuando encontró por vez primera la etiqueta relativa al género no binario. ¿Y dónde residen las personas no binarias? Sobre todo, en las grandes urbes. El 45% vive en municipios de más de 200.000 habitantes y el 32% en territorios de entre 20.000 y 200.000. Entre las personas que participaron en el estudio, el 42% residían en Madrid y Cataluña.

"Seguimos siendo las mismas que tenían una vida desordenada, las raritas, las putas, las discapacidades, las pobres, las migrantes, las sin papeles y las que contraíamos enfermedades y las transmitíamos", arguye Javier. Esa es, en esencia, la percepción social con la que conviven las personas no binarias. Pero encuentran una excepción: los jóvenes. En las nuevas generaciones sí anida otro espíritu, una "base social de personas que se sienten fuera de los cánones binarios y cispatriarcales, no encajan dentro del capitalismo rosa, se sienten fuera de la hetercisnorma y luchan por sus derechos como lo hacíamos nosotros, con la misma ilusión".

Tercera casilla

Las personas no binarias miraron con extraordinaria esperanza los primeros pasos de la Ley trans, pero las expectativas se esfumaron pronto. Una primera versión de la norma sí contemplaba el género no binario en dos sentidos: a través de la posibilidad de omitir el marcador de sexo en los documentos oficiales y mediante el compromiso de elaborar un informe para estudiar su encaje normativo futuro. No fue posible. La norma finalmente les dejó fuera y el actual Ministerio de Igualdad no contempla cambiar el rumbo: "No forma parte del acuerdo de Gobierno", señaló en su día la ministra, Ana Redondo.

"No esperaba otra cosa del PSOE", afirma sin dudarlo Javier. Lo tiene claro: la batalla, para quienes habitan los márgenes, no se libra en las instituciones. Si la Ley trans salió adelante, analiza, fue debido a la presión de Unidas Podemos y a pesar del "feminismo transfóbico" que existe en las filas socialistas. Javier desconfía de la voluntad del actual ministerio: ya no sólo respecto a las personas no binarias, sino al desarrollo de lo firmado en la Ley trans. "En realidad no estoy decepcionada, porque los políticos nos ignoran ya seamos personas trans, no binarias o migrantes sin papeles".

Darko constata también una inacción absoluta por parte de los principales partidos políticos, probablemente producto del desinterés y la falta de rédito: "No se nos está teniendo en cuenta". No Binaries España solicitó una reunión al Ministerio de Igualdad en enero, pero la respuesta tardó cinco meses en llegar. Finalmente, la organización mantuvo un encuentro con Julio del Valle, director General para la Igualdad real y efectiva de las personas LGTBI. La cita, sin embargo, no resultó en ningún acuerdo concreto.

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Lo que piden las organizaciones es en realidad sencillo: la existencia de una tercera casilla. Un trámite que ya han desarrollado países como Alemania, Bélgica o Malta.

¿Une ministre?

En uno de los debates electorales de cara a las europeas, la exministra de Igualdad y candidata por Podemos, Irene Montero, lanzó un guiño a los socialistas: "Lo siguiente es que haya une ministre y se reconozcan también los derechos de las personas no binarias".

¿Aspiran las personas no binarias a tener une ministre próximamente? El escepticismo es la tónica general. "Si nos ponemos a soñar… pero sinceramente, aterrizando al mundo real, lo dudo mucho", admite Darko. A Javier en realidad no le interesa que sea una persona no binaria quien se siente en el Consejo de Ministros. "Esta persona estaría atada de manos para poder hacer realmente políticas públicas a favor de nosotres y del resto del colectivo", sentencia, "todo partido político que actúe dentro de este régimen está irremediablemente obligado a cumplir sus normas". Para Jan, tampoco esa es la prioridad. "Está bien aspirar al éxito, pero antes de pensar en romper los techos de cristal, tenemos que mirar hacia los suelos pegajosos. Si no hablamos de vidas dignas, es difícil llegar a ser ministres".

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