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DERECHOS LGTBI

Transfobia en el metro, homofobia en 'Tosca', burlas a futbolistas con bolso: "Los discursos de odio de ahora son los delitos de mañana"

Los futbolistas Borja Iglesias y Aitor Ruibal posan con un bolso en una foto de boda.

Sábado, hora punta. Con el vagón a rebosar de gente, un hombre se encuentra legitimado para agredir brutalmente a una mujer trans. Ocurrió este fin de semana en pleno metro de Barcelona. "Compórtate, mierda. Te voy a matar", arremetió el agresor al tiempo que se abalanzaba contra la víctima. Poco antes, en el otro extremo del país, varios usuarios denunciaban en redes sociales haber sido testigos de un episodio de homofobia durante el estreno de la ópera Tosca en el teatro Maestranza, en Sevilla. Una de las escenas, en la que dos hombres comparten un beso, suscitó en el público una reacción inesperada: abucheos, insultos y el abandono de las instalaciones por parte de algunos de los presentes. Mientras esto sucedía, dos futbolistas del Real Betis recibían una oleada de insultos homófobos después de compartir una imagen como invitados a una boda. El motivo: llevar un bolso.

Son tan sólo algunos episodios recientes de la violencia cotidiana que sufre la comunidad LGTBI. O incluso aquellas personas que adopten sus códigos estéticos. Los expertos alertan de los delitos contra el colectivo, al tiempo que intentan escarbar en sus raíces: ¿existe correlación entre el discurso de odio aireado por la extrema derecha y las agresiones contra las personas LGTBI?

Primero, los datos. En 2021, según las estadísticas oficiales sobre delitos de odio recopilados por el Ministerio del Interior, se registraron un total de 477 hechos conocidos –entendidos como el conjunto de infracciones penales y administrativas que contabilizan las autoridades– en los que el autor del delito asentaba sus motivaciones en la orientación sexual o la identidad de género de la víctima. Significa un 69,15% más que el año anterior, cuando se registraron 282 hechos conocidos. En 2019 fueron 283 y el año anterior 259. Así que los delitos de odio contra el colectivo LGTBI no dejan de crecer. 

La Federación Estatal LGTBI (FELGTBI) pone matices a las estadísticas oficiales. Y lo hace porque sus propios estudios corroboran el sesgo de los datos, principalmente debido a la infradenuncia. La encuesta Estado LGTBI+ 2023 elaborada por la agencia 40dB el pasado mes de mayo, señala que el 29% de las personas LGTBI ha sufrido acoso en algún momento en los últimos cinco años, el 27,5% discriminación y el 8,6% alguna agresión física o sexual. Sin embargo, un abrumador 80% no da el paso de denunciar

Ignacio Paredero, sociólogo y portavoz de la Federación, pone un ejemplo de la asimetría de los datos: según su informe, en torno a 56.000 personas habrían denunciado delitos de odio en los últimos cinco años, mientras que el ministerio de Fernando Grande-Marlaska cifra la denuncia en 1.551 en el último lustro.

Percepción de los discursos de odio

La misma encuesta da cuenta de una percepción generalizada, por parte del colectivo, respecto al aumento de los discursos de odio en los últimos cinco años. "Mayoritariamente, la gente considera que sí hay más discursos de odio y que hay más agresiones, lo perciben así", dice el activista en conversación con infoLibre. La Federación coincide en esta conexión causal, aunque no existe ningún estudio en suelo español que la avale. "El aumento de los discursos son las causas y los delitos las consecuencias", abunda el sociólogo, por lo que abordar la solución de las agresiones implica actuar en la raíz. "Si hay un señalamiento y se está insultando, si se está deshumanizando socialmente y desde las instituciones, el resultado son los delitos".

El contexto social

La periodista e investigadora Nuria Alabao incorpora algunos matices necesarios al análisis. "La lógica dicta que los discursos de odio legitiman esas agresiones, pero aquí el discurso de Vox es más homonacionalista que homófobo", es decir, se centra fundamentalmente en cargar contra las personas migrantes como origen de la violencia y la inseguridad de la que también son víctimas las personas LGTBI. "No se atreven a decir que están en contra de las políticas LGTBI, no les sale rentable". 

En cambio, señala la periodista, sí existe un aumento palpable del discurso de odio contra las personas trans y ese ataque "se ha realizado mayoritariamente por parte de un sector del feminismo, ligado al PSOE, que ha sido utilizado por Vox y la derecha institucional para legitimar sus posiciones".

Paredero coincide en que la mayoría social actúa como un muro de contención ante los ataques homófobos, debido a las conquistas asentadas y ampliamente celebradas. "Los discursos contra grupos vulnerables están siempre adaptados al contexto social. Y no hay que olvidar que España es uno de los países con más aceptación de la comunidad LGTBI". Por ello, continúa el sociólogo, la extrema derecha "no puede usar el mismo discurso" que sí campa a sus anchas en países como Hungría y Polonia. "Lo que se hace es presionar y forzar los máximo posible sin que genere una reacción en contra".

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Los dos países son precisamente citados por Alabao, quien constata la existencia de "ataques mucho más virulentos reportados por los organismos de derechos humanos" y que en ocasiones redundan en "confrontaciones contra las propias manifestaciones del Orgullo". También ocurre en Estados Unidos: territorios como Detroit o Idaho han visto, en los últimos años, marchas neonazis contra el movimiento LGTBI. Existe, por tanto, una correlación entre discursos de odio y ataques homófobos, pero la forma en que ello permea depende de la realidad social de cada territorio, expone la periodista.

"La homofobia está en la cabeza de la izquierda"

A pesar de la capacidad de moldear y adaptar su discurso, la extrema derecha ha conseguido conquistar algunos frente. "Entre los jóvenes se ha ido instalando una especie de reacción al feminismo y a la diversidad sexual, como una forma de rebeldía contra lo que entienden como una imposición cultural", lamenta Paredero. Al final, completa, los "discursos de odio generan violencia y estigmatización".

En ese contexto, sucede que a veces los dardos ultras se dejan ver en toda su crudeza. "Si hay un niño que no quiere nadie, aplaudo que lo adopten los gais", llegó a decir el líder de Vox, Santiago Abascal. La presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, aseguró que la "homofobia está en la cabeza de la izquierda" y que "ser trans es una moda". Los colectivos no olvidan ninguna de estas palabras, la semilla de una reacción violenta en las calles, las aulas y los centros de trabajo. En los vagones de metro y en los teatros. "Los discursos de hoy son los delitos de mañana", advierte la FELGTBI en un diario que recoge cada uno de los insultos y señalamientos que se han servido del altavoz institucional en los últimos años.

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