Limpieza étnica, violaciones y ni rastro de ayuda humanitaria: un año de la guerra olvidada en Sudán
Esta semana se cumple el primer aniversario del tercer conflicto civil de Sudán, una de las peores guerras que ha sufrido África desde hace décadas. El primer año de esta contienda deja más de 14.000 muertos y millones de desplazados en la región. Por si fuese poco, el Estado también sufre un bloqueo humanitario por parte de las fuerzas enfrentadas, en un país en el que 25 millones de personas necesitan de esta ayuda.
Sudán es un país que está ubicado al sur de Egipto y que, al igual que otros países del continente, sufrió en su momento una colonización por parte de Reino Unido. Esta se terminó en 1956, con la independencia del país, pero le siguieron numerosos conflictos civiles.
El fenómeno colonizador influyó mucho en esos enfrentamientos y es que mientras los de Londres dirigían Sudán, favorecieron a los grupos árabe-musulmanes, dejando de lado al resto de pueblos étnicos locales. Tras la independencia, los grupos tradicionalmente favorecidos fueron los que subieron al poder en Jartum, la capital, mientras que el resto se vieron apartados. Esto fue el caldo de cultivo que acabaría ocasionando las dos guerras civiles sudanesas, que terminaron dando más autonomía al sur y más tarde la independencia, surgiendo así Sudán del Sur.
Las tensiones todavía siguieron y acabarían por causar un golpe de Estado fallido en 2023 que acabó ocasionando la guerra entre las Fuerzas Armadas Sudanesas (FAS) y las paramilitares Fuerzas de Apoyo Rápido (FAR), dando lugar al sangriento conflicto que se vive hoy en día.
La coordinadora general de Médicos Sin Fronteras (MSF), Jean Stowell, afirma que “la población sudanesa está sufriendo enormemente debido a los intensos combates” entre los que se incluirían bombardeos y operaciones terrestres en zonas residenciales (tanto urbanas como aldeas).
Según la Organización Internacional de las Migraciones, organismo dependiente de la ONU, más de ocho millones de personas han tenido que escapar de sus casas, habiendo sido desplazadas de sus hogares en numerosas ocasiones. Los que no se marchan están condenados a un futuro extremadamente hostil y violento. Los miembros de Médicos Sin Fronteras explican cómo atienden de forma constante a mujeres, hombres y niños heridos por metralla, explosiones y balas. Desde el pasado abril, cuando estalló el conflicto, esta ONG ya ha atendido casi 23.000 casos de lesiones traumáticas y cerca de 5.000 operaciones.
Khartouma, una mujer originaria de Sudán, tuvo que salir de su casa hacia Chad para sobrevivir. “Cuando los enfrentamientos armados y los bombardeos se acercaron a mi pueblo, no tuve más remedio que marcharme. Huimos con un grupo de personas, pero algunas no llegaron”, explica.
Durante su huida tuvieron que escapar a emboscadas y ataques, pero Khartouma cuenta la suerte que tuvo “sólo se llevaron nuestras pertenencias y no nuestras vidas.”. Lo que más le preocupa son los pequeños “La vida es muy dura aquí. Pero lo que más me preocupa son los niños. No puedo mantenerlos, ni siquiera encontrar zapatos”.
La vida de los sudaneses se ha vuelto muy dura a raíz del conflicto, Stowell explica cómo todos los días les llegan “pacientes que mueren por heridas relacionadas con la violencia, niños que perecen por desnutrición y falta de vacunas, mujeres con complicaciones tras partos inseguros” o numerosos caso de violencia sexual. En los seis primeros meses del conflicto cerca de 150 mujeres de las atendidas por MSF, denunciaron haber sufrido violaciones, siendo un 50% de ellas, violadas por varios agresores, que en un 90% de los casos portaban armas.
La limpieza étnica también es una cuestión extremadamente preocupante en la contienda, con unos 100 poblados abrasados por el fuego. Algo que también certificó MSF, en un episodio del pasado junio, cuando atendió de una tandada a 1.500 sudaneses con heridas de guerra.
Escasez de suministros médicos
Otro gran problema que agrava la crisis del país son los servicios sanitarios. Desde Médicos sin Fronteras explican que la asistencia médica se ve colapsada, afirmando que “sólo entre el 20% y el 30% de los centros de salud siguen funcionando en Sudán”.
Esta situación se debe en parte a que el gobierno sudanés niega de forma sistemática los permisos que piden para que el personal y los suministros puedan cruzar el frente y llegar a los heridos. Los médicos que trabajan en Jartum reiteran que el mayor reto que enfrentan es la escasez de medicinas “nos hemos quedado sin material quirúrgico y estamos a punto de interrumpir todo el trabajo”.
En las zonas controladas por la oposición al gobierno, la dinámica es similar. Allí las instalaciones sanitarias son saqueadas con regularidad con la que se roban vehículos de los trabajadores médicos.
Ozan Agbar, director de Operaciones de Emergencia de MSF en Sudán, explica cómo “la situación en Sudán ya era muy frágil antes de la guerra y ahora se ha vuelto catastrófica”. También habla de los peligros que conlleva mandar ayuda en la región, ya que en ocasiones los voluntarios de las organizaciones no regresan.
La respuesta humanitaria no es acorde a la catástrofe
En un país que está sufriendo una de las peores crisis de desplazados del mundo, con varios millones de personas fuera de sus hogares y con la necesidad urgente de ayuda humanitaria de casi la mitad de su población, la respuesta está siendo sin duda, insuficiente.
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Khadija Mohammad Abakkar es uno de esos desplazados, que relata las tremendas dificultades de vivir sin ayuda humanitaria “durante los combates, en el campo no había acceso a atención sanitaria ni a alimentos”, situación que lo obligó a tener que vender todas sus pertenencias para poder comer.
A raíz de la dramática situación que vive Sudán, se celebró este lunes una conferencia internacional en París para recabar apoyos. Se esperaba recaudar unos 4.000 millones de dólares pero finalmente sólo se logró la mitad. En este sentido, organizaciones que trabajan sobre el terreno como Médicos Sin Fronteras, señalaron que el acuerdo se quedaba “muy corto”
Si no se quiere condenar por completo a la población sudanesa, es necesaria una mayor implicación de los organismo internacionales. Hay que aportar más recursos para que la asistencia humanitaria sea suficiente y Sudán pueda cerrar pronto este terrible capítulo de su historia y continuar en paz.