Ganar el debate pero no los votos: desmontar a Trump no garantiza la victoria electoral

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Inmigrantes que se comen gatos y perros, un Estados Unidos convertido en “Venezuela con esteroides” o abortos llevados a cabo después de los 9 meses de gestación. Parecen frases de una película de ciencia ficción, pero en la madrugada de este miércoles, todas ellas salieron de la boca del expresidente y candidato presidencial republicano, Donald Trump, durante su debate con la aspirante demócrata, Kamala Harris. Bulos, mentiras, frases sesgadas que son la receta del movimiento que lleva su nombre, el trumpismo, y que le han servido no sólo para llegar a la Casa Blanca, sino también para marcar la política estadounidense durante la última década. Una estrategia discursiva que, ha podido encontrar en Harris la horma de su zapato.

Las encuestas elaboradas por CNN tras el debate están de acuerdo en algo: Harris ganó, y no precisamente por poco. En un país tan polarizado como es ahora mismo Estados Unidos, la actual vicepresidenta puso de acuerdo a un 63% de los encuestados en que ella había sido la ganadora del cara a cara con Trump. Por dar algo de perspectiva, en el desastroso debate de Biden en junio, el 67% de los encuestados por CNN coincidían en que Trump había ganado al presidente. En la misma línea se ha encontrado el sondeo realizado por YouGov, cuyos participantes daban a Harris ganadora por un 43% contra el 28% que le daban la victoria a Trump (un 30% estaban inseguros).

Pero más allá de esos números, ¿este debate ha logrado mover algún voto de forma relevante? “El debate va a ayudar a Harris, pero en 2016 Hillary Clinton también ganó los debates a Trump y al final acabó perdiendo. Es también cierto que tenemos una campaña mucho más ajustada ahora que en las anteriores dos elecciones, por lo que cualquier cambio puede inclinar la balanza de un lado a otro, pero creo que todavía es pronto para saber qué impacto puede tener”, comenta Alex Maroño, analista de El Orden Mundial especializado en política estadounidense.

En una línea similar se ubica Aner Ansorena, consultor de comunicación política y CEO de Hauda Comunicación, cauto sobre cómo puede cambiar la campaña un debate como este. “Había mucha expectación, sobre todo porque, en teoría, será el único debate que les enfrente, pero al final estos debates están diseñados para las personas indecisas, que son muchas y les viene muy bien”, comenta el consultor vasco, poniendo el foco en lo largas y cambiantes que son siempre las campañas electorales en Estados Unidos . “Puede ser que Trump se haya relajado, pero yo no pondría la mano en el fuego por nada”, comenta Ansorena.

Alana Moceri, profesora de Relaciones Internacionales de la IE University, también tiene dudas sobre si el debate va a cambiar muchos votos de los estadounidenses. “Es la gran pregunta. Harris ha tenido una gran noche, pero al final, en los Estados claves tan solo hay un 2-5% de indecisos que pueden cambiar su voto. Desde luego puede tener impacto, porque todo está muy igualado, pero es muy difícil de medir”, comenta. A nivel de encuestas, a la profesora le preocupa que tantos vaivenes durante la campaña puedan hacer que estas fallen y tengan una menor capacidad de predecir bien el ganador.

“Si dijéramos a día de hoy que Harris lo tiene ganado nos estaríamos equivocando porque el trumpismo y el Partido Republicano, que tienen un gran poder de movilización, irán a muerte a intentar no perder estas elecciones y seguramente podremos ver situaciones de estrategias más arriesgadas y agresivas por parte de ellos”, opina Miquel Pellicer, experto digital en la Universitat Oberta de Catalunya (UOC). Igualmente, descarta una bajada radical de Trump en los sondeos después del debate. “No hay que olvidar que el país está muy polarizado y quizás en otras elecciones la base centrista era más clara, pero ahora vemos como personas como Dick Cheney, vicepresidente de George Bush, van a votar a Harris aunque sean republicanos”, analiza el experto.

La polarización social no es un aspecto menor a tener en cuenta en Estados Unidos. Moceri recuerda que, pese a que la mayoría de expertos y sondeos han dado a Trump como perdedor, él sigue teniendo una base de apoyo muy amplia que no va a cambiar. “Sus seguidores han echado la culpa a los moderadores de que haya perdido porque, según ellos, han ayudado a Harris, pero también los demócratas tienen su opinión formada de Trump, por lo que es difícil mover votos entre bloques”, explica la profesora de Relaciones Internacionales. Además, el discurso radical e incendiario del republicano sobre los migrantes mostrado en el debate ya le ha funcionado en el pasado: "El discurso en este sentido no ha variado desde 2016 y lo explota mucho porque sabe que es efectivo. No lo es en una parte del electorado, pero en otra, que está muy polarizada y que percibe la migración como una amenaza exterior, sí", recuerda Pellicer.

Trump pierde los nervios y Harris se muestra presidenciable

Pese a todas esas dudas, en lo que sí están de acuerdo todos los analistas es en la buena actuación de Harris en el debate ya desde el comienzo. “Tengamos un buen debate”, dijo Harris a Trump justo antes de comenzar, yendo a buscarle, invadiendo su espacio y obligándole a estrechar su mano. “Encantado de verte”, respondió el expresidente. Fue una imagen poderosa y que podría resumir perfectamente los 90 minutos de debate que vendrían a continuación.

“Kamala Harris intentó dar la sensación de que ella ya era la presidenta y vimos a un Trump colocado en la oposición, y al que le costó ponerse en una posición propositiva”, explica Ansorena . Ese Trump desdibujado fue una constante durante todo el debate, con Harris llevando el peso de la argumentación y con el magnate casi siempre a remolque. “A efectos prácticos, diríamos que Harris ha ganado el debate porque ha sabido contrarrestar a Trump y, además, él solo se ha metido en todas las trampas que le ha tendido la vicepresidenta. Harris ha mantenido la dinámica de argumentación positiva que usa en campaña a la vez que le provocaba con detalles como si sus mítines eran aburridos o no”, explica el experto de la Universidad Oberta de Catalunya.

Precisamente, una de las claves, para los analistas era si Trump lograba mantenerse calmado y sin perder los nervios. “Ha trascendido que una de las preocupaciones de su equipo era que perdiera los papeles, porque parece ser que tiene un rechazo personal muy grande hacia Harris. Por ese motivo, le habrían insistido en que se mantuviera tranquilo”, comenta Ansorena. Pese a esto, ha habido varias veces en las que al expresidente se le ha visto algo fuera de sí, especialmente cuando era atacado. Maroño cree que la sensación que ha dejado el debate es que Trump no ha logrado responder con un mensaje concreto a los ataques de Harris ni a proponer una alternativa a la demócrata

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Esa iniciativa cedida por Trump no es algo habitual en él. En sus debates de 2016 y sobre todo de 2020, donde interrumpió sin cesar a Biden para tratar de sacarle de sus casillas, el expresidente ha intentado siempre ser el protagonista. “Creo que su debate fue de menos a más y al final sí que pudo reconducir un poco sus formas. Él también sabe que está en un contexto de igualdad y por eso ha frenado ese perfil tan faltón que tenía en el pasado, pero porque ahora mismo todo es muy diferente a lo como lo era en 2016”, comenta el CEO de Hauda Comunicación.

Otro de los grandes puntos de debate fue la comunicación no verbal, donde ambos candidatos tuvieron mucho protagonismo. Trump resoplaba y, en muchas ocasiones se mostraba desesperado ante las palabras de Harris, pero quizás los gestos de la vicepresidenta han sido los más comentados. “Muchos hombres conservadores han criticado esa comunicación no verbal tan natural de Harris, de una forma además algo misógina. Muchas veces, sobre todo en los momentos donde Trump ha hablado de inmigración, se ha llegado a reír y algunos lo han visto como algo chulesco. Sin embargo, creo que también puede ser positivo porque refleja la opinión de muchos estadounidenses ante lo que estaba diciendo Trump”, explica Maroño. 

Pero no todo es positivo para Harris en el debate. Hay algunos deberes pendientes que la vicepresidenta no ha logrado resolver en Philadelphia. Los analistas coinciden en que la vicepresidenta ha vuelto a ser demasiado poco específica en las medidas que quiere implementar si llega a la Casa Blanca, una cuestión que, por otra parte, Trump no supo aprovechar. "Le falta quizás una entrevista profunda a solas para poder hablar largamente de esas propuestas. Ahora sigue desarrollando su campaña, pero tiene difícil distanciarse de Biden de su gestión. Por ejemplo, en temas como Israel y Palestina es casi imposible porque es política exterior activa en este momento", explica Moceri.

Inmigrantes que se comen gatos y perros, un Estados Unidos convertido en “Venezuela con esteroides” o abortos llevados a cabo después de los 9 meses de gestación. Parecen frases de una película de ciencia ficción, pero en la madrugada de este miércoles, todas ellas salieron de la boca del expresidente y candidato presidencial republicano, Donald Trump, durante su debate con la aspirante demócrata, Kamala Harris. Bulos, mentiras, frases sesgadas que son la receta del movimiento que lleva su nombre, el trumpismo, y que le han servido no sólo para llegar a la Casa Blanca, sino también para marcar la política estadounidense durante la última década. Una estrategia discursiva que, ha podido encontrar en Harris la horma de su zapato.

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