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'Corona-news': un virólogo amenazado, el discurso de Trump y los prostíbulos de Tokio

Discurso del presidente de los Estados Unidos, Donald Trump.

infoLibre resume semanalmente las informaciones más interesantes sobre el covid-19 publicadas en la prensa internacional. Esta es nuestra selección de hoy.

Un virólogo amenazado (The Guardian)

Christian Drosten dirige el Instituto de Virología en el Hospital Charité de Berlín (Alemania), y es el experto de referencia del Gobierno de Angela Merkel a la hora de entender cómo funciona el coronavirus. Entrevistado por The Guardian, el jefe del instituto de salud pública más prestigioso del país germano ha dejado muchos titulares. Recibe, asegura, amenazas por su papel protagonista y sus recomendaciones: "Para muchos alemanes soy el tipo malvado que está paralizando la economía. Recibo amenazas de muerte, que paso a la policía”, asegura. Lo engloba en lo que llama la “paradoja de la prevención": luchar contra el coronavirus puede causar daños a veces incluso mayores de los que crea el antígeno.

Drosten achaca el éxito de Alemania a la hora de contener la pandemia –en comparación a los países de su entorno– al gran número de tests que se realizó a su población. El confinamiento de los germanos es más relajado, permitiendo los paseos y la salida de los niños desde el principio, y aun así lograron llevar la tasa de reproducción del virus por debajo de 1. Ahora duda de si sería conveniente alargar las restricciones, a pesar de las presiones: asegura que un grupo de expertos de referencia pronostica que alargar el bloqueo unas semanas podría llevar a una práctica erradicación del SARS-Cov-2 en el país. "Tiendo a apoyarlos, pero no me he decidido completamente", confiesa: ya que esa posible erradicación seguiría permitiendo "focos de alta prevalencia", como las residencias de ancianos, donde costaría más eliminar completamente al agente infeccioso. Sin embargo, dos días después de la entrevista, las autoridades alemanas han pedido a los ciudadanos que se mantengan más tiempo en casa tras un aumento en la tasa de contagio.

Las pruebas, considera, deberían destinarse a partir de ahora al personal de hospitales y residencias, y en segundo lugar a los ciudadanos de edad avanzada que manifiestan síntomas, para poder identificar claramente el coronavirus en sus cuerpos y atajar la enfermedad a tiempo. Cree que la "inmunidad de rebaño", el escenario en el que un 60% de la población ha pasado ya el covid-19 y cuenta con anticuerpos que impiden la propagación del virus, está muy lejos, aunque abre la puerta a que la respuesta inmunológica ante el resfriado común pueda ayudar a conseguirla. Y dirige las miradas a un animal que se había librado hasta ahora de las sospechas de ser la especie desde la cual saltó el coronavirus al ser humano: el perro mapache o tanuki. "Son una industria masiva en China, donde son criados en granjas y capturados en plena naturaleza por su piel. Si alguien me diera unos cientos de miles de dólares y acceso gratuito a China para encontrar la fuente del virus, buscaría en lugares donde se crían perros mapache", apunta.

El discurso de Trump: falsedades, exageraciones y mucho ego (The New York Times)

The New York Times ha hecho un especial multimedia (con datos, con gráficos y con vídeos) sobre el discurso del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, durante la crisis del coronavirus. El análisis de sus palabras revela a un personaje egocéntrico, incapaz de reconocer que subestimó el potencial del covid-19, dado a la exageración y a la mentira y muy poco proclive a mostrar empatía, apelar a la unidad nacional o agradecer el trabajo de sanitarios y otros empleados en primera línea contra el virus (sí a los empresarios).

El periódico estadounidense ha analizado más de 260.000 palabras pronunciadas por el dirigente desde el 9 de marzo hasta mediados de abril. "Las transcripciones muestran patrones sorprendentes y repeticiones en los mensajes que ha transmitido, revelando una muestra de arrogancia presidencial y autocompasión", refleja el artículo. Las declaraciones más recurrentes son las alabanzas a él mismo, "que a menudo se basan en exageraciones y falsedades". Al menos en 600 ocasiones ha insistido en que es el mejor, que está trabajando muy duro y que lo está haciendo muy bien. Apenas menciona el número de muertos que está dejando la epidemia en el país norteamericano y califica su liderazgo como histórico (en un sentido positivo) comparándose con Lincoln y Roosevelt. Suele agradecer a los gobernadores su trabajo, también demócratas, aunque en ocasiones lo hace para explicar que estos mismos gobernadores le han reconocido su desempeño: el gobernador Gavin Newsom, de California, fue "amable"; el alcalde Bill de Blasio, de la ciudad de Nueva York, "muy amable".

También son muy recurrentes sus críticas a sus predecesores, sobre todo a Obama; los ataques a los medios de comunicación por no reconocer suficientemente sus esfuerzos; y las arremetidas contra China y la Organización Mundial de la Salud. Así resume la situación el artículo: "Visto simplemente como un patrón del discurso del señor Trump, el engrandecimiento personal es singular para un líder estadounidense. Pero su enfoque es aún más extraordinario porque se está dando crédito mientras le pide a las personas que miren más allá de sí mismas y soporten considerables dificultades para ayudar a frenar la propagación del virus".

Los prostíbulos de Tokio y el coronavirus (The Washington Post)

Los prostíbulos de Tokio, conocidos con eufemismos como bares de azafatas o simplemente clubes nocturnos, tuvieron un papel muy importante en la propagación del virus en Japón. Lo afirma The Washington Post, que ha publicado un reportaje muy completo sobre cómo afronta el país del sol naciente la pandemia. Parte de su éxito en las primeras semanas, cuando lograron detener el avance del agente infeccioso, se basó en los llamados detectives, que hacen la labor de rastreo de los nuevos casos: no solo identifican quién se ha contagiado de coronavirus, sino con quién ha estado el infectado, y le recomiendan cuarentena. Así se consigue retrasar la difusión del SARS-CoV-2, también los posibles rebrotes que preocupan a los responsables de medio mundo.

Pero si esa labor de rastreo llegaba a un prostíbulo, todo se complicaba: casi ningún japonés quiere reconocer que ha estado allí y los responsables de los locales se esfuerzan en preservar la intimidad de sus clientes. Por lo que la pista se perdía. El reportaje de The Washington Post refleja a unos gobernantes nipones "reacios a imponer un bloqueo general y desesperados por minimizar el dolor económico de su respuesta al virus", y a unos japoneses que se relajaron: creyeron que sus costumbres de poco contacto físico y su uso generalizado de mascarillas bastarían. No bastaron.

"El 21 de marzo, Japón comenzó un fin de semana de tres días para celebrar el equinoccio de primavera. El sol brillaba, las flores de cerezo florecían y los residentes de Tokio acudían a los parques para hacer picnics y llenaban los bares y restaurantes de la ciudad. Con gran parte del mundo en modo de bloqueo, era una escena surrealista. No pasó mucho tiempo antes de que Japón comenzara a pagar el precio". La vida nocturna de los japoneses, foco de aglomeraciones, también siguió. Abrumado por el colapso de las UCIs, el Gobierno de Shinzo Abe declaró el estado de emergencia. No fue fácil. "Históricamente hablando, Japón no es muy buen país a la hora de cambiar una estrategia", declaró un experto. Les resulta muy difícil pasar de un plan A a un plan B, porque significa reconocer que el primero ha sido un fracaso.

La demencia, dificultad añadida (The Economist)

"Cada día Diane Evans (no es su nombre real), desde su casa en Londres, llama a su madre de 85 años, que vive sola en Gales. Todos los días le pregunta si recuerda lavarse las manos regularmente y mantener distancia social con respecto a otras personas. Todos los días su madre se queda perpleja por la pregunta". Así arranca este reportaje de The Economist sobre la demencia, especialmente preocupante en tiempos de coronavirus. Se trata de pacientes muy vulnerables: por su edad avanzada en la mayoría de casos, por los olvidos que pueden ponerles en peligro y por la dificultad de asistirles debido al confinamiento.

La demencia afecta, cifra el artículo, a 50 millones de personas en todo el mundo. A medida que avanza, ataca la agilidad mental y roe la memoria. En estadios avanzados, los que la sufren se ven incapaces de cuidarse a sí mismos. La mayoría de casos están relacionados con la cruel enfermedad de Alzheimer, pero en muchas ocasiones aparece inducida por otras circunstancias, como el padecimiento de diabetes, obesidad o depresión. Por lo que el covid-19 se convierte en la amenaza perfecta. "Cuidar de las personas con demencia es una tarea laboriosa. Para los que se mantienen en casa, eso puede ser casi imposible si se cumplen las pautas de distanciamiento social. Y gran parte del sistema de apoyo habitual (visitantes regulares y guarderías, por ejemplo) no estará disponible", añade The Economist.

Tampoco es recomendable llevarlos a residencias, siendo estos espacios uno de los principales focos de infección en muchos países. Y la pandemia retrasa la visita al médico de pacientes que pueden estar en estadios previos de la enfermedad, como ya explicamos aquí, por lo que se corre más riesgo de sufrir accidentes al carecer de diagnóstico. La tecnología, sin embargo, puede ayudar. No solo hablamos de aplicaciones para estimular la mente y paliar el deterioro cognitivo: en Singapur, algunos edificios tienen instalado un sistema que avisa si en un domicilio han pasado demasiadas horas sin abrir un grifo.

La investigación médica sobre la demencia se ha paralizado debido a la emergencia sanitaria por la pandemia. Se estaban haciendo muchos avances, explica The Economist, a la hora de reconocer esta enfermedad como real y no como una consecuencia inevitable de la vejez. Los expertos alertan de que, conforme las sociedades desarrolladas envejezcan más y más, se convertirá en otra emergencia global: cada vez habrá más casos y menos personas jóvenes y sanas para cuidarlas. Y ningún país cuenta con un buen plan para lidiar con el problema o para financiar la atención a un gran número de personas.

El papel de Ursula Von der Leyen (Politico)

Politico ha publicado un detallado análisis sobre el papel de Ursula Von der Leyen, la presidenta de la Comisión Europea, a la hora de luchar contra una pandemia que exige una respuesta lo más coordinada posible de los Estados miembro. Sobre el papel, arranca la pieza, su situación es inmejorable: trilingüe, nacida en Bruselas –la capital del club comunitario– y, sobre todo, médica experta en Salud Pública. Pero las críticas se han sucedido, también numerosas crisis políticas y de comunicación, y se cuestiona cada vez más su papel al frente del Ejecutivo europeo.

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Su papel no es fácil. Debe coordinar la respuesta de muchos países que tienden a actuar por libre arrastrados por la desesperación y la urgencia de nuevas medidas que eviten más muertes. Y se halla inmensa en una disputa norte-sur que siempre ha estado de fondo y que se agudiza con la emergencia y la necesidad de movilizar recursos públicos transnacionales. Pero hay muchos errores que, juzga Politico, podrían haberse evitado. El reportaje hace un repaso por los patinazos de una dirigente que "probablemente no está acostumbrada a que sus palabras tengan tanto peso": alusiones a los coronabonos en una entrevista en Alemania que despertaron las críticas de Italia, filtraciones y adelantos de medidas que alertaban a los mercados…

Sus críticos, además, apuntan a su incapacidad para liderar y mantener un papel proactivo en la generación de una respuesta económica conjunta al desafío. Sin embargo, también hay funcionarios europeos y personas próximas a la presidenta que defienden su gestión en estos tiempos difíciles para gestionar nada. "Los partidarios de Von der Leyen aseguran que ha hecho lo mejor que se podía esperar bajo las circunstancias y que los líderes nacionales, bajo presión en su país, están adoptando la estrategia fácil, aunque codiciosa, de llevarse el mérito de todo lo que va bien mientras critican a Bruselas por cualquier error". Su impulso a los presupuestos europeos también es de agradecer, aseguran: y la "vieja herida" entre el norte y el sur siempre ha existido y no se va a solucionar en tres días. Y menos con el coronavirus rondando por el viejo continente.

Bonus track: este reportaje de The New York Times sobre el aumento de las desigualdades en Estados Unidos entre ricos –confinados en su amplias casas y sin necesidad de trabajar– y pobres, obligados a emplearse en primera línea de batalla. Se ha escrito mucho sobre el tema, pero difícilmente mejor.

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