Unión Europea
Cómo se desengancha un país de la UE: dos años para ejecutar el 'Brexit'
La cuenta atrás para la salida de Reino Unido de la Unión Europea dará comienzo el próximo miércoles, 29 de marzo. Nueve meses después del referéndum sobre el Brexit –en el que el leave (salida) se impuso con el 51,9% de los apoyos, frente al 48,1% de los votantes que optaba por la permanencia–, el Ejecutivo británico cumple así con la promesa de la primera ministra, Theresa May, de activar el artículo 50 del Tratado de Lisboa antes de que finalice el mes de marzo, y evita poner en marcha el reloj durante la semana de celebraciones por el aniversario del Tratado de Roma, que este sábado cumplió 60 años.
Aunque Bruselas había sido informada con antelación de las intenciones del Gobierno británico, minutos después de que Londres hiciera pública la fecha la Comisión Europea aseguró tener "todo listo" para que arranquen las conversaciones con el Reino Unido sobre su salida del bloque. Lo hizo a través del portavoz jefe del Ejecutivo comunitario, Margaritis Schinas: "Estamos preparados para iniciar las negociaciones, esperamos la carta. Ahora sabemos que llegará el día 29 de marzo y sí, todo está listo a este lado (de la mesa de negociación)", afirmó.
El procedimiento
Hasta el año 2007, la UE no contaba con un mecanismo que contemplase la desconexión de sus miembros. Sin embargo, con la redacción del Tratado de Lisboa, este procedimiento quedó regulado en el art. 50. El texto establece que, tras la invocación del artículo, comenzará un periodo de negociación entre la UE y el Estado miembro que se prolongará, como máximo, durante los dos siguientes años –hasta el 29 de marzo de 2019 en caso de Reino Unido–. Pero, ¿cómo se desarrollará el enmarañado y complejo camino hasta la salida definitiva?
La cuenta atrás comenzará este miércoles, cuando la primera ministra británica comunique oficialmente por carta al presidente del Consejo, Donald Tusk, la activación del citado artículo. "En las 48 horas posteriores a la notificación", tal y como informó el político polaco el pasado lunes en su cuenta de Twitter, se remitirán a los 27 Estados miembro las guidelinesguidelines, directrices sobre las que se apoyará la negociación. Unas líneas que, salvo catástrofe, serán respaldadas en la cumbre de jefes de Estado y de Gobierno que se celebrará el próximo 29 de abril. Una cita en la que se dará también formalmente el respaldo al equipo negociador (consultar aquí todos los miembros), encabezado por el exministro francés Michel Barnier.
Tras la reunión, el Consejo remitirá a la Comisión Europea, responsable de las conversaciones con Londres, las 'líneas gruesas' de la negociación. El Parlamento Europeo, por su parte, también trasladará una serie de "indicaciones" para el desarrollo de las conversaciones, según señalan fuentes del Ejecutivo comunitario consultadas por este diario. Sobre esas directrices, el grupo encabezado por Barnier, que lleva meses analizando la situación y preparándose para el tira y afloja con Reino Unido, elaborará otra propuesta mucho más detallada. Un documento que será, nuevamente, remitido al Consejo Europeo para su aprobación. En el momento en el que esta propuesta reciba el visto bueno definitivo, se abrirán oficialmente las negociaciones entre Bruselas y Londres.
Comienzo oficial de las conversaciones
Los dos equipos tendrán que trabajar a contrarreloj para acordar los términos del divorcio antes de que se cumplan los dos años que establece el Tratado de Lisboa. Sin embargo, el artículo 50 recoge la posibilidad de prorrogar los tiempos si el Consejo Europeo, de acuerdo con Reino Unido, así lo decide por "unanimidad" –el rechazo de uno sólo de los 27 podría dinamitar este tiempo extra–. En el caso de agotarse los plazos fijados sin acordar ninguna prórroga, el artículo señala que "los tratados dejarán de aplicarse" desde ese mismo momento para Reino Unido.
Una vez se alcance un acuerdo de salida, este pasará por la Eurocámara, donde los 750 diputados podrán pronunciarse al respecto, y por el Consejo. En el caso de Reino Unido, la ley aprobada la semana pasada en el Parlamento británico –una normativa con la que se ha autorizado a May a activar el artículo 50 del Tratado de Lisboa– no recoge la obligación de votar en sede parlamentaria el texto definitivo. Aunque era una de las dos enmiendas aprobadas en la Cámara de los Lores, esta propuesta fue tumbada definitivamente en la Cámara de los Comunes, donde los conservadores gozan de mayoría.
La "complicada" negociación
Las conversaciones entre el grupo encabezado por Barnier, del lado europeo de la mesa, y el equipo encabezado por David Davis, del lado británico, se antojan complicadas. "Nuestra principal prioridad debe ser crear tanta seguridad y claridad como sea posible para todos los ciudadanos, compañías y para los Estados miembros que se vean afectados negativamente por el Brexit, así como para nuestros importantes socios y amigos en el mundo", señaló el pasado martes el presidente del Consejo Europeo tras anunciar la convocatoria de la cumbre de jefes de Estado y Gobierno.
Los expertos consultados por infoLibre reconocen que la negociación será "terriblemente complicada". "La UE va a mantener una posición de defensa de sus intereses económicos y sus principios de funcionamiento", señala en conversación telefónica con este diario Carlos Carnero, exeurodiputado y actual presidente de la Fundación Alternativas. Un planteamiento que chocará de lleno con la posición "más extremista y radicalizada" que ha hecho suya la primera ministra británica, que, añade, "no debería olvidar" que un 48,1% de los votantes apostaron por la permanencia. "La diferencia es tan mínima como para que cualquier gobernante con sentido común hubiera optado por cumplir el mandato popular pero en términos suaves, moderados", dice.
Con todo esto sobre la mesa, tanto Carnero como Ignacio Molina, profesor de Ciencia Política en la Universidad Autónoma e investigador del Real Instituto Elcano, coinciden en que los principales escollos de la negociación se encontrarán en la "libre circulación de personas" –uno de las cuatro libertades básicas de la UE– y en el "acceso al mercado único europeo", dos aspectos estrechamente ligados. "Si Reino Unido quiere seguir formando parte del mercado, tendrá que respetar la libertad de movimiento de personas y trabajadores", recuerda Carnero. En este sentido, May ya dejó claro a comienzos de año que su propuesta de Brexit se centra en la salida del mercado común.
Otra de las incógnitas que están sobre el aire es si habrá dos negociaciones –términos de la desconexión por un lado y el futuro encaje de Reino Unido por otro– o sólo una. En este sentido, recuerdan los expertos, Europa ha sido bastante clara. "La Comisión Europea ya ha dicho que no, que primero se negocia la salida y luego, cuando ya se conozcan los detalles de esta desconexión, se empieza a hablar sobre el reenganche de Reino Unido", explica Molina. "Sólo hay una negociación posible: 'no me hable del día después porque eso se tiene que hablar ahora", añade Carnero, que cree que las conversaciones se desarrollarán "tema a tema". "El manual para las negociaciones dice que primero los aspectos más sencillos y luego los complejos", añade Molina.
Deudas pendientes
"Los británicos tienen que saberlo, lo saben ya, que no habrá descuento ni coste cero. Deben respetar los compromisos en los que ellos participaron. Así que la factura será, por decirlo un poco vulgarmente, muy cara", recordó el pasado mes de febrero el presidente de la Comisión, Jean-Claude Juncker. Esa cuenta, que la UE pasará a Londres en la mesa de negociaciones y que corresponde a las partidas ya comprometidas –proyectos a largo plazo comprometidos pero sin abonar, pensiones de los funcionarios europeos o garantías sobre préstamos– será, según los expertos, otro de los principales puntos de fricción en las conversaciones.
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El pasado viernes, el presidente del Ejecutivo comunitario dio a conocer, durante una entrevista en la BBC, el coste aproximado: casi 58.000 millones de euros. Una cantidad que Londres no reconoce. El presidente de la Fundación Alternativas no concibe la posibilidad de que Reino Unido no afronte los pagos que se le reclamarán desde Bruselas. "No se entendería que no actuase de una manera seria. Si no abonase la factura, terceros países tomarían nota. ¿Con qué seguridad se van a encontrar a la hora de negociar con otros Estados?", sostiene.
Fuentes de la Comisión Europea consultadas por infoLibre rechazan la posibilidad de condonar estas deudas con el objetivo de facilitar el acuerdo entre las dos partes: "Si quiere irse, tendrá que abonar los compromisos adquiridos", dicen. Preguntadas por el calendario, las mismas fuentes sostienen que la negociación se establecerá en dos fases. Una primera, que calculan cerrar en otoño de 2017, en la que se aborde el tema de los derechos de los ciudadanos y las cuestiones financieras, es decir, las deudas pendientes. Y una segunda en la que se concretarán los principios de salida de Reino Unido. "Una vez que esto se haya fijado, entonces se abrirá otra fase en la que se hablará de la relación futura", señalan, rechazando así una doble negociación al mismo tiempo.
Carnero cree que la UE acudirá a la mesa de diálogo con la máxima disposición. En cuanto a la parte británica, Ignacio Molina recuerda que una salida sin acuerdo de Londres provocará que Reino Unido se vea obligado a negociar a contrarreloj acuerdos comerciales con otros Estados, algo que mientras pertenece a la UE "no puede hacer". "Esto puede ponerles nerviosos y quizá busquen un acuerdo transitorio para luego poder negociar con la UE con menos agobio. Algo que pueden rechazar los negociadores europeos con el objetivo de mantener la presión sobre Londres y manejar mejor las conversaciones", concluye.