La oposición a Erdogan nunca ha estado tan cerca de ganar en Turquía
A unos días de los comicios presidenciales y parlamentarios en Turquía, que se celebran este domingo, unas cincuenta personas forman una larga cola para comprar carne subvencionada, rodeados de banderines y pósters electorales. En el barrio de Bornova en Esmirna, en la costa del Egeo, el ayuntamiento abrió hace un año este pequeño local donde venden a diario carne fresca un 30% más barata que en los supermercados. La cola se mantiene durante más de cuatro horas hasta que se termina la carne producida por ganaderos locales, una iniciativa para ayudar a productores y consumidores afectados por la inflación. El aumento de precios alcanzó un 43% en abril, aunque en algunas ciudades supera desde hace meses el 100%, según los expertos.
Varios voluntarios de partidos políticos dispares aprovechan la espera de los clientes para acercarse a darles publicidad de su campaña, intentando rascar algún voto indeciso. Las encuestas auguran un resultado electoral muy reñido que podría hacer tambalear la presidencia de Recep Tayyip Erdogan, en el poder desde hace veinte años. La crisis inflacionaria que sufre el país desde hace casi dos años ha ido erosionando la popularidad del mandatario y a ello se le añaden las críticas por su gestión tras los terribles terremotos que sacudieron el sur del país el pasado febrero, causando más de 55.000 muertos. Erdogan podría perder también la mayoría en el Parlamento, a pesar de presentarse a los comicios junto a una alianza de partidos ultranacionalistas e islamistas. Su principal contrincante a la presidencia, el socialdemócrata Kemal Kiliçdaroglu, le saca entre el 2-4% de los votos en algunas encuestas. Kiliçdaroglu recibe el apoyo de una coalición de fuerzas políticas de centro izquierda, derecha y liberales, entre ellos exiliados de Erdogan. La oposición a Erdogan nunca ha estado tan cerca de ganar.
Negación de la inflación
El actual presidente turco centra su campaña en las mejoras tecnológicas, en construcción y en materia de defensa, que ha experimentado el país en las últimas dos décadas bajo su mandato. Su discurso es también agresivo con la oposición, a la que acusa de aliarse con grupos terroristas y de ser LGBTI. Su ministro del Interior, Suleyman Soylu, llegó a calificar los comicios de “golpe de Estado” de Occidente. La oposición en cambio, ha optado por un discurso más abierto tendiendo la mano a los jóvenes y minorías del país. Kiliçdaroglu culpa a Erdogan de la situación económica con ejemplos sencillos, como el aumento del precio de alimentos básicos como las cebollas, que han sufrido un incremento del 300% en el último año, según datos de la Cámara de Agricultores. Lo comunica a través de vídeos cortos en redes sociales que se han hecho virales y que hacen frente a los principales medios de comunicación generalistas, en su mayoría en manos de empresas cercanas al Gobierno. Estos medios califican a Kiliçdaroglu de golpista y de “provocar” con sus declaraciones. Erdogan negó el aumento de precios y señaló que Turquía ya ha dejado atrás los problemas económicos.
En la calle se pueden apreciar fácilmente el aumento de precios en las tiendas, transporte público y alquileres. En la cola para comprar carne subvencionada, varias personas aseguran que han disminuido su consumo, junto con el alcohol y los refrescos. Sin embargo, la ciudadanía permanece dividida sobre las causas del aumento de precios. “Esta crisis nos dejará secos. Uno de mis hijos vive en casa conmigo y paga el alquiler, yo pago la comida y las facturas con trabajos esporádicos, limpiando”, explica Nülifer Akçan, que votará al AKP en las próximas elecciones. “Esta crisis no es culpa de Erdogan, empezó con la guerra de Ucrania. Mi hijo vive en Alemania y está sufriendo lo mismo que yo”, describe. Unos metros más allá, Ipek Kahraman, opina todo lo contrario. “Antes un billete de 200 liras era mucho dinero. Los bancos te lo daban y no había tienda que te lo aceptara porque no tenía cambio. Ahora con un billete de 200 no compras nada. Está claro que algo va mal en el Gobierno”, señala. “Trabajo en una empresa donde importamos fertilizantes y los precios no paran de subir porque nuestra moneda es débil. Eso no pasa en otros países”, explica y añade que no votará al presidente actual, pero prefiere no revelar sus preferencias.
La mayoría de los economistas apuntan que el incremento de precios se debe a las heterodoxas medidas económicas de Erdogan, que ha intervenido en el Banco Central en varias ocasiones, generando una gran desconfianza entre los inversores. El mandatario turco insiste en bajar los tipos de interés por debajo de la inflación para estimular la economía, una política contraria a la mayoría de expertos. Las continuas intervenciones del Banco Central en el mercado de divisas para mantener la lira a flote de forma artificial, han terminado creando un sistema dual de cambio, símbolo de economías inestables como el Líbano o Venezuela. “El Gobierno ha provocado que la lira no sea una divisa creíble, la lira es papel de váter”, remarca el economista y exdirector del banco turco Yapi Kredi, Osman Cevdet Akçay. Asegura que los métodos macroeconómicos tradicionales no van a ayudar a la economía turca y que gran parte de la solución consiste en generar confianza en los mercados. “Para la oposición va a ser difícil, para el AKP imposible. Se puede revertir la inflación en un período de dos años si se convence a los mercados que tu economía será más estable, independientemente de lo que te cueste”, describe. Por otro lado, Akçay duda de que la situación económica tenga un gran impacto en la decisión de los votantes. “Si la gente piensa en sus bolsillos, no me parece que la oposición haya avanzado para convencerlos de que harían un mejor trabajo”, explica y añade: “Si un votante del AKP pierde su trabajo y se pregunta, ¿Quién me lo devolverá? Con Erdogan perdió su trabajo pero sigue creyendo que es más fuerte y se lo puede devolver, no la oposición”.
Baile de votantes en las encuestas
Ulas Tol, jefe de investigación de impacto social TEAM, señala que Erdogan ha ido mejorando en las encuestas tras el anuncio reciente de varias medidas económicas como gas gratuito durante un mes o la jubilación anticipada de miles de trabajadores. “Alcanzó su nivel más bajo de popularidad en mayo de 2022, cayó hasta el 38% por el impacto de la crisis económica. Desde entonces se ha ido recuperando pero los problemas siguen siendo enormes”, señala. “Sus movimientos populistas a nivel electoral han hecho aumentar la percepción de que Erdogan está al mando y si alguien puede solucionarlo es él, pero no puede pasar del 45%. Su apoyo oscila entre el 40-45%”, alerta.
La analista y cofundadora del Instituto de estudios IstanPol, Seren Sevil Korkmaz, cree que el nuevo presidente ganará con un margen pequeño de votos y que la mayor parte del cambio de voto se producirá en las grandes ciudades. “Hay que tener en cuenta factores económicos pero también demográficos y de identidad. Creo que el cambio de voto será más grande en las grandes ciudades porque la crisis ha tenido un mayor impacto en áreas metropolitanas”, explica Korkmaz. “Sin embargo, los ayuntamientos de grandes ciudades están en manos de la oposición, también podría ser que mucha gente crea que la oposición no ha cambiado sus vidas y elijan de nuevo a Erdogan”, añade.
Ambos expertos coinciden en que hay una masa de entre 10-15% de los votantes que están indecisos, que no les convence la propuesta del Gobierno ni de la oposición, que se ha ido reduciendo conforme se acercan los comicios. No obstante, las encuestas apuntan que ni Erdogan ni Kiliçdaroglu superaría el 50% de votos, por lo que ambos se enfrentarían en una segunda vuelta.
Un voto clave en estos comicios es el de los 5,2 millones de jóvenes que votarán por primera vez. “Hay que tenerlo muy en cuenta porque representan cerca del 8% del electorado. Son más disidentes, están más incómodos con el Gobierno actual. Pero no significa que vayan a apoyar directamente a la población”, explica Tol. “Muchos no se sienten representados con ningún partido, por eso los números bailan en las encuestas. Hace dos o tres meses apoyaban la candidatura a presidente de Muharrem Ince (exaliado de Kiliçdaroglu). Ahora se ha desinflado en las encuestas y estos votantes se inclinan hacia Kiliçdaroglu”, describe Korkmaz.
La propuesta de Kiliçdaroglu también cuenta con el apoyo de la principal coalición de izquierdas, La Alianza Trabajo y Libertad, encabezada por el partido prokurdo de izquierda HDP, actual tercera fuerza en el Parlamento. El HDP no presentó candidato a la presidencia en un acto de apoyo implícito a Kiliçdaroglu, pero recientemente ha pedido el voto para el candidato opositor a Erdogan. El HDP tiene una causa judicial en curso para cerrar el partido por supuestos vínculos terroristas, por lo que se presenta a las parlamentarias bajo el nombre de Partido de Izquierda Verde (YSP).
El partido kurdo cuenta con un voto muy estable de cerca del 11% y su apoyo a Kiliçdaroglu puede ser crucial. En los últimos días miles de kurdos han recibido a Kiliçdaroglu en sus ciudades, afectados por años de represión gubernamental en las calles, intervención en sus ayuntamientos y sufriendo la crisis económica. Kiliçdaroglu ha conseguido movilizar a votantes con ideologías muy dispares. En sus mítines políticos se puede encontrar gente haciendo el símbolo con las manos de los turcos ultranacionalistas, otros de la izquierda kurda y otros forman un corazón con las manos, emblema de la campaña de esperanza de Kiliçdaroglu.
Bajo estrecha vigilancia policial
Como en anteriores elecciones, las autoridades turcas han llevado a cabo operaciones policiales contra la izquierda prokurda a medida que se acerca la fecha. Al menos 300 personas han sido detenidas en el último mes, en su mayoría periodistas o candidatos a diputado de la Alianza Trabajo y Libertad. “Para tener unas elecciones justas y libres, todos los partidos deberían tener las mismas oportunidades en esta carrera”, explica Oya Özarslan, presidenta en Turquía de la organización Transparency International, que investiga procesos electorales. “Justo antes de las elecciones detienen a cientos de personas. Podrían producirse irregularidades también el día de las elecciones contra el HDP, que tras cambiar de nombre ha perdido derechos como observador en las urnas”, alerta.
La presidenta de Transparency International critica que el Gobierno del AKP abusa de los recursos del Estado para hacer campaña electoral, creando desigualdad entre los partidos. “No existe igualdad en la representación de las campañas electorales en los medios de comunicación. Además el Gobierno no duda en usar los recursos públicos en beneficio propio. A veces organizan un evento, invitan a periodistas y lo organizan como Estado, pero luego es pura campaña electoral”, afirma.
Özarslan explica que a estos comicios se le añade otra preocupación, el voto de los millones de personas afectadas por el terremoto. Alrededor de tres millones de personas abandonaron la región del sismo para instalarse en otras provincias del país, pero solo 133.000 personas han registrado su voto en otras provincias. El resto, cerca de un millón, tendrán que desplazarse a la zona del terremoto para votar. “Me preocupa si podrán votar o no porque para regresar a la región hay una serie de obstáculos. Es gente que lo ha perdido todo y se tiene que costear el viaje allí. Tendrán que ir en autobús o por sus propios medios, puede haber colapsos. No sé si podrán votar, pero definitivamente tendrá un efecto en las elecciones”, lamenta.
Varias organizaciones no gubernamentales que trabajan en la transparencia de los comicios han lanzado una campaña solidaria para comprar los billetes de autobús a las víctimas del terremoto. Los principales partidos en la oposición también han alquilado decenas de autobuses para ayudar a las víctimas y a jóvenes en situación precaria para poder votar. “El Estado no está haciendo nada para ayudar a estas personas a votar. Son miles de personas y no es suficiente con las campañas solidarias. Muchas tendrán que llegar a tiempo por sus propios medios”, advierte Özarslan.
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Lara Villalón es corresponsal en Estambul
Traducido del francés por Ignacio Mackinze.
Texto en francés aquí.