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Río 2016 abre los primeros Juegos de Sudamérica con una ceremonia de tinte ecologista

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Río de Janeiro 2016 levantó el telón de los primeros Juegos Olímpicos en Sudamérica con una comedida, en tiempo y gasto, ceremonia inaugural que puso de manifiesto la relación especial de Brasil con la naturaleza, la misma que pidió al resto del mundo.

El mítico estadio de Maracaná fue el escenario de la apertura de los XXXI Juegos. La naturaleza, compañera de viaje de Brasil a lo largo de su historia, así como el crisol de culturas que formó la sociedad brasileña a lo largo de la historia, centraron un espectáculo diseñado por Fernando Meirelles.

El director y productor brasileño recibió el encargo de cumplir con la austeridad propia de la época de crisis. Sin ser ostentosa ni gozar de los recursos de Pekín hace ocho años, Río quiso hacer un repaso de su historia, la cultura de las favelas que se erigen sobre las emblemáticas playas de la ciudad. Los elementos, la madre tierra, acompañaron el show como marcan el desarrollo del país del Amazonas –-la mayor selva del mundo--. Río 2016 hizo una llamada de socorro, para tratar de concienciar de los problemas de la contaminación y el consiguiente calentamiento global, y las consecuencias trágicas que pueden tener en cada país del mundo.

Sobre el suelo del Maracaná, en una pantalla gigante, se centró la representación de la historia y desarrollo del país sudamericano. Con las notas del Aquele Abraço de Gilberto Gil y enseguida con la interpretación del himno nacional a cargo del sambista Paulinho da Viola se vivieron los primeros compases, dando paso a la noción de Brasil como hija de la naturaleza.

Nace el bosque, la vida, desde los primeros seres, imágenes como metáfora del nacimiento del país, cuando aparecen en la pista del mítico feudo del fútbol brasileño los habitantes que formaron Brasil. Las reservas indígenas, inmigrantes portugueses, africanos, japoneses, italianos, alemanes, españoles, sirios. La diversidad brasileña a lo largo de los siglos.

La ceremonia siguió con el nacimiento de la urbe hasta el Brasil más moderno, el que enseñó el 14-bis, aeronave fabricada por el local Alberto Santos Dumont que hizo historia en 1906 con su primer vuelo. Subidos en aquel prototipo, Maracaná y los 3.000 millones de espectadores en todo el mundo conocieron la ciudad maravillosa. En el regreso de ese viaje Gisele Bundchen hizo acto de presencia como La chica de Ipanema, la tradicional melodía interpretada por Daniel Jobim. La música y el baile no abandonó la ceremonia, con Zeca Pagodinho y Marcelo Peixoto, y el rap de MC Soffia y Karol Conka y la capoeira. País Tropical marcó el ritmo de 1.500 bailadores, en casi otros tantos atuendos.

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El tramo final de la ceremonia antes del desfile de atletas quiso volver a la cruda realidad. Representado por un niño perdido en un laberinto, Río 2016 recordó la amenaza que vive el planeta con un calentamiento global del que mostró sus consecuencias en las principales capitales del mundo.

Ese niño encuentra la esperanza en unas ramas que brotan del suelo. El legado que quiere Río es el del compromiso con la naturaleza. Por ello, cada deportista que hizo entrada en el gran desfile de los Juegos depositó una semilla para luchar contra la deforestación y crear un jardín y bosque olímpico en la zona de Deodoro. El público de Marcaná se guardó las mejores ovaciones para el final, cuando aparecieron los equipos de refugiados y Brasil. Llegaron entonces los parlamentos de las autoridades y el momento cumbre añorado en toda América del Sur. La entrada de la bandera olímpica, seguida de mucha samba y del esperado fuego olímpico.

El extenista Guga Kuerten hizo entrada en el estadio con la antorcha. A mitad de camino hacia el fondo tomó el testigo la exjugadora de baloncesto Hortencia Marcari, quien cedió el honor a Vanderlei de Lima, último relevista de la antorcha en la ceremonia de inauguración de los Juegos de Río de Janeiro 2016. El que fuera bronce en Atenas, en un triste capítulo de los Juegos cuando un espontáneo le privó del oro, encendió el híbrido pebetero, comprometido con el medio ambiente, que reinará en Río hasta el próximo 21 de agosto.

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