EEUU, Rusia, China, Israel y el resto: Trump cambia el orden mundial en una semana a golpe de teléfono

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, habla con los medios de comunicación durante la firma de órdenes ejecutivas en el Despacho Oval de la Casa Blanca.

Una llamada de teléfono. En una acción que recuerda más a un episodio de la Guerra Fría que al siglo XXI, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump y su homólogo ruso, Vladimir Putin, se llamaron para llegar a un acuerdo de paz y así terminar la guerra de Ucrania. En esa conversación no estaban, sin embargo, otros dos actores principales: la Unión Europea y Reino Unido, que llevan financiando y ayudando a al país invadido desde que comenzara la ofensiva rusa, y la propia Ucrania, que fue informada posteriormente de las conclusiones a las que habían llegado Trump y Putin pese a ser el país cuyo territorio e independencia están en juego. El mundo que salió de esa llamada no es nuevo, pero sí culmina un nuevo orden que se lleva gestando desde hace mucho y que tiene como protagonistas a dos hombres fuertes unidos, otra vez, por un hilo rojo y un teléfono.

“Estamos ante un desorden mundial”, responde rápidamente Mercedes Guinea, profesora de Relaciones Internacionales de la Universidad Complutense de Madrid y experta en política exterior y de seguridad de la Unión Europea, al ser preguntada por el mundo que viene tras el posible acuerdo de paz en Ucrania. “Todo lo que ha hecho Trump desde que llegó al poder es desmontar los pocos elementos y normas internacionales que aún quedaban en pie”, continúa Guinea. Una llamada telefónica que es, por tanto, tan solo otro capítulo más de la serie de desprecios que el magnate ha hecho a toda la legislación internacional ya desde su primera presidencia y que ha continuado en esta segunda.

Pasamos de un EEUU que combinaba la fuerza con la diplomacia coercitiva, algo que ha sido la tónica durante más de un siglo, a unas élites que entienden la política exterior en clave realista, con un mayor repliegue de EEUU como potencia

Álvaro de Argüelles — Analista de El Orden Mundial

Desde las sanciones a la Corte Penal Internacional por sus investigaciones sobre las acciones de Israel en Gaza hasta sus deseos expansionistas con Canadá y Groenlandia, el presidente estadounidense ha dejado claro que un mundo basado en reglas y normas no es su modelo. “Pasamos de un EEUU que combinaba la fuerza con la diplomacia coercitiva, algo que ha sido la tónica durante más de un siglo, a unas élites que entienden la política exterior en clave realista, con un mayor repliegue de EEUU como potencia”, explica Álvaro de Argüelles, analista de El Orden Mundial.

Sin embargo, el experto matiza que este cambio de tendencia no comenzó con la llamada de Putin y Trump el pasado miércoles, sino que es consecuencia de un proceso que lleva gestándose varios años. Pone como ejemplos la precipitada salida de EEUU de Afganistán, la no intervención del país en Oriente Medio en países como Siria o el desinterés por Libia tras la caída de Gadafi, hechos que, según él, han anticipado dinámicas que se han acentuado recientemente con la llegada de Trump a la Casa Blanca. “Lo realmente novedoso de esta semana es que ese paradigma aislacionista se ha extendido a la propia Europa, cuando muchos pensaban que iba a seguir siendo una excepción en esas dinámicas”, continúa De Argüelles.

El mundo de los hombres fuertes

Con este contexto, el cambio de paradigma en el orden mundial va hacia lo que Pol Bargués, investigador sénior y coordinador de investigación de CIDOB, llama la geopolítica dura, es decir, un mundo donde no existen leyes o normas sino acuerdos entre élites políticas que acaban violando el derecho internacional. “Putin y Trump parece que dejaron todo acordado incluso antes de que iniciaran las negociaciones, que ya pasan a un segundo plano. Estas suelen ser largas, pero en este caso todo va por la vía rápida. El acuerdo está hecho para contentar a dos líderes políticos sin tener en cuenta ni siquiera a los países a los que afectan”, señala Bargués.

Vamos hacia un mundo donde la única regla es la amenaza y el golpe y, por tanto, más inseguro

Mercedes Guinea — Profesora de Relaciones Internacionales de la UCM

La trascendencia de las figuras políticas no es algo menor. Guinea explica que, pese a que la comunidad internacional es un conjunto de países actuando juntos, sus decisiones están muy condicionadas por los hegemones, es decir, aquellos países que tienen una mayor importancia. “Ahora mismo todos ellos están en contra de las reglas y las instituciones internacionales, que son los dos pilares del multilateralismo. Y tienen esa posición contraria porque todos los actores tienen fuerza de reacción y por eso se sienten mucho más libres sin normas. Por eso, vamos a un mundo donde la única regla es la amenaza y el golpe y, por tanto, más inseguro”, comenta la experta. 

En ese contexto, actores políticos como la Unión Europea, que han basado sus relaciones en una diplomacia completamente contraria a la que parece que regirá a partir de ahora las relaciones internacionales, tienen graves problemas en este nuevo orden mundial. “Estos días hemos visto cómo la UE se ha convertido en víctima de las decisiones de otros porque no puede tener su propia agenda”, continúa Guinea. Este hecho es, en parte, por su falta de autonomía estratégica y, por otro, por la pérdida de importancia del derecho internacional por el que la UE se ha guiado, en mayor o menor medida, en sus relaciones: “Antes, este no se cumplía a rajatabla, ni mucho menos, pero era un elemento de legitimación. Sin embargo, todo eso se apoyaba sobre la fortaleza de EEUU. Ahora que Trump ha abandonado definitivamente ese barco, no existe ya ese marco”, dice Guinea.

En este nuevo mundo, continúa la experta, los deberes de Europa pasan, primero, por lograr una capacidad de disuasión suficiente ante Rusia y, después, por encarar una ampliación que garantice la seguridad de Ucrania, pero por encima de todo, la clave estará en conseguir que los Estados miembro se mantengan unidos. Según Guinea, países como Hungría o sobre todo Italia, ideológicamente muy cercanos a Trump podrían tener la tentación de acercarse bilateralmente a Estados Unidos olvidándose de la UE. Si esto sucede, las cosas se pondrían aún más complicadas para los Veintisiete, con algunos de sus miembros buscando intereses propios y provocando aún más divisiones en la política europea de defensa.

El acuerdo entre Trump y Putin está hecho para contentar a los dos líderes políticos sin tener en cuenta ni siquiera a los países a los que afectan

Pol Bargués — Investigador del CIDOB

Adiós a las organizaciones internacionales

La llamada entre Trump y Putin ha dejado malherido a un derecho internacional que ya quedó muy debilitado durante la invasión de la Franja de Gaza por parte de Israel. La impunidad con la que el país gobernado por Benjamin Netanyahu actuó durante su ocupación, bombardeando indiscriminadamente objetivos civiles y dejando por el camino más de 47.000 muertos, ya puso en entredicho la capacidad de la comunidad internacional para imponer sus criterios. Ni las sentencias y peticiones de la Corte Penal ni las resoluciones de la Asamblea de la ONU tuvieron efecto en parar la matanza. 

“Se ha evidenciado que el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas es incapaz de resolver las cuestiones que tocan directamente a los intereses de las superpotencias”, señala De Argüelles. Así, ese órgano, en teoría destinado a resolver los conflictos entre países está completamente bloqueado por los vetos de los países más poderosos. El experto destaca como lo está con respecto a Ucrania y Siria por los intereses de Rusia o con Israel y Palestina con los de los EEUU. “La presidencia de Biden con respecto a Gaza ayudó sobremanera a cuestionar la legitimidad de Naciones Unidas, ignorando sus decisiones en este tema. Ahora, la llegada de Trump la ha herido de muerte”, comenta De Argüelles.

Otra organización que sale enormemente debilitada de la llamada de teléfono de Trump y Putin es la propia OTAN. Una alianza que, para Guinea, ya no tiene apenas sentido en el nuevo orden mundial del presidente: “Ahora mismo los miembros de la OTAN tienen enormes divisiones internas porque sus intereses son distintos. Por ese motivo, una alianza entre ellos ya no tiene demasiado sentido”. Un análisis que comparte Bargués, el cual piensa también que, desde hace tiempo, EEUU está fijando su mirada en Asia-Pacífico y pidiendo más inversión a sus socios europeos, algo que muchos no pueden o no quieren sostener. “Sin duda habrá que repensar la OTAN porque el mundo actual es muy diferente al que se concibió”, explica.

La presidencia de Biden con respecto a Gaza ayudó sobremanera a cuestionar la legitimidad de Naciones Unidas y ahora la llegada de Trump la ha herido de muerte

Álvaro de Argüelles — Analista de El Orden Mundial

¿Qué hacer con Rusia y China?

Esa brecha entre EEUU y Europa se ha visto ejemplificada este fin de semana durante la Conferencia de Seguridad de Múnich. Allí, el vicepresidente estadounidense, JD Vance ha disparado la indignación en los líderes europeos al asegurar que el peligro para la UE no viene de Rusia o de China sino de una supuesta falta de libertad de expresión y de la migración. Un ataque frontal a las democracias europeas que pronto era respondido por Zelenski, que pedía un ejército europeo para que Estados Unidos tomara al Viejo Continente en serio, y por el canciller alemán, Olaf Scholz, criticando que Vance estaba “interviniendo en la democracia alemana” al expresar su apoyo a la extrema derecha de Alternativa para Alemania (AfD). Y si no estaban lo suficientemente tensas las cosas, horas después de las palabras de Vance, el representante de la Casa Blanca para la guerra de Ucrania, Keith Kellogg, afirmaba que Europa no debe participar directamente en las negociaciones de paz con Rusia.

Con sus discursos, tanto Kellogg como el vicepresidente estadounidense pusieron en cuestión la alianza que ha protegido la defensa europea desde la Segunda Guerra Mundial en un momento especialmente crítico, cuando Europa necesita construir una nueva relación con Rusia tras la guerra. “Es la gran cuestión. La UE tiene razón en las críticas que hace a EEUU pero también debe hacer autocrítica, ni las sanciones ni financiar a Ucrania hasta el final han servido para ganar la guerra, y ahora debe reflexionar cómo relacionarse con Putin. Rusia no va a desaparecer y mantener la postura de los países del este de ignorarla no tiene sentido a medio plazo”, reflexiona Bargués.

La paz en Ucrania sin Ucrania con la que sueña Trump

La paz en Ucrania sin Ucrania con la que sueña Trump

Sin embargo, esa nueva relación se basará, en opinión de Guinea, en una legitimación casi absoluta de las acciones de Rusia en Ucrania y en un pacto de paz que será enormemente gravoso para los intereses del país gobernado por Zelenski. “Desde el punto de vista político, a Putin no le ha costado nada las brutalidades que ha hecho en Ucrania, y desde el derecho internacional, Trump ya ha deslegitimado a la Corte Internacional. Si le sale gratis, lo que podemos pensar es que puede usar este tiempo para rearmarse y atacar después a otro país”, defiende la experta.

Si a Putin le sale gratis la invasión de Ucrania, puede usar este tiempo para rearmarse y atacar después a otro país

Mercedes Guinea — Profesora de Relaciones Internacionales

Y mientras tanto, hay otro lugar del mundo donde parece que nadie está mirando, pero que continúa siendo uno de los puntos calientes del mundo: Taiwán. Con la impunidad con la que Trump está tratando a Rusia, muchos analistas temen que China pueda estar tomando nota y, cuando sea el momento, imitar a Putin con esa isla del pacífico que llevan décadas anhelando. “Trump no tiene ninguna lealtad con sus aliados, y puede dejar a Taiwán en la estocada como ya ha hecho con la UE, Ucrania o los kurdos, pero también está señalando que su mayor enemigo es China. Es su prioridad y quizás por eso no la vaya a abandonar tan fácil, creo que es precipitado pensar que una invasión a Taiwán es ahora más probable”, comenta De Argüelles. 

Un análisis en el que coincide Bargués, destacando igualmente que, pese a que la teoría de las esferas de influencia de Trump pueda favorecer las tesis de China con respecto a Taiwán, la agresividad del presidente contra Pekín seguramente no permita que la isla sea atacada. Sin embargo, Guinea da otra vuelta de tuerca al futuro de China en este nuevo orden mundial: “China está muy cómoda con todo esto. Eso sí, pienso que Trump tiene un as guardado en la manga con Putin para la negociación con Ucrania que es exigirle que se aleje de China, la cuestión está si eso lo aceptará Rusia, porque Pekín, pese a lo que pudiera parecer en algunos momentos de la guerra, ha sido un aliado muy estrecho y estable para ellos”, zanja la experta.

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