Bruselas prefiere no pensar en un escenario con Le Pen en el Elíseo
El domingo y el lunes, Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, realizará una visita oficial a la India. Este es un buen resumen de la situación que se vive en Bruselas: si muchos en las instituciones están preocupados por el resultado de Marine Le Pen en la segunda vuelta, la mayoría prefiere mirar hacia otro lado, a la espera de que se materialice la victoria prometida por las encuestas a Emmanuel Macron.
"Básicamente, aquí nadie cree en la llegada de un Orbán gigante", dice un funcionario de la Comisión, refiriéndose al jefe del gobierno "iliberal" de Hungría. Ninguna institución ha considerado necesario elaborar un plan de contingencia en caso de victoria de la candidata de la Agrupación Nacional (RN). Es como si el susto provocado por la guerra de Ucrania hubiera eclipsado en parte la inquietud suscitada por una posible elección de Marine Le Pen.
"Es demasiado pronto para pensar en lo que haremos [si Marine Le Pen es elegida], es el momento de llamar a la movilización de las fuerzas proeuropeas en Francia", dijo a Mediapart Iratxe García, líder de los socialdemócratas en el Parlamento Europeo.
Esta eurodiputada socialista próxima a Pedro Sánchez añade: "Observamos las elecciones francesas con preocupación, pero también con la esperanza de que surja una mayoría pro UE". Prueba de que las tensiones han aumentado, Sánchez, junto con sus homólogos socialdemócratas António Costa en Portugal y Olaf Scholz en Alemania, emitió el jueves una declaración de apoyo a Macron, diciendo que "la votación del domingo no es una elección como cualquier otra [...], sino una elección crucial para Francia y para todos nosotros en Europa".
Al dar la espalda a la hipótesis de una victoria de Le Pen, ¿corre la UE el riesgo de despertarse con fuertes dolores de cabeza el lunes 25 de abril, como ocurrió con el Brexit en junio de 2016? La referencia al Brexit aparece una y otra vez en la capital belga. El sorprendente voto de los británicos, que iba a contracorriente de las encuestas y se vio alimentado por la ira popular, dejó atónitas a las instituciones de la UE, incapaces de entender en ese momento lo que había sucedido.
"No quiero despertarme el lunes después de las elecciones como lo hice con la resaca del Brexit", dijo Maria Arena, eurodiputada socialista belga. "Nuestro análisis es simple: si Le Pen gana, será peor que el Brexit, peor que Trump", advierte un diplomático europeo, que reconoce que sus servicios aún no han trabajado en el escenario de una victoria de Le Pen.
La Comisión se niega, como es habitual, a comentar el desarrollo de una campaña nacional. Como mucho, señalan que "el caso del Brexit no tiene nada que ver con la segunda vuelta francesa, ya que fue un referéndum sobre la permanencia o no del Reino Unido en la Unión".
"Una de las razones [de la preocupación contenida en Bruselas] es que el programa de Marine Le Pen parece, desde fuera, menos antieuropeo que en 2017", observa Grégory Claeys, economista del think tank bruselense Bruegel. En su momento, Florian Philippot se mostró muy activo en el tema. Cinco años después, ya no defiende la salida del euro.
"La otra razón", prosigue Claeys, "es que hubo la experiencia italiana de la coalición entre el Movimiento Cinco Estrellas (M5S) y la Liga de Matteo Salvini. Los europeos sienten que ahora pueden manejar este tipo de partido una vez que ha llegado al poder".
Lo que está en juego es el futuro de la Unión, en un momento en que Francia ocupa la presidencia rotatoria de la UE hasta finales de junio. Durante el debate del miércoles por la noche, Marine Le Pen repitió que ya no deseaba, como en 2017, abandonar el euro. Suavizando las aristas, ahora dice: "Europa no es todo o nada, lo tomamos todo o no decimos nada. Quiero permanecer en la UE, para que se modifique profundamente".
En concreto, reclama el fin de la primacía de los tratados europeos sobre el derecho nacional (siguiendo el ejemplo de los británicos del Brexit o del actual gobierno polaco), una reducción de cinco mil millones de euros en la contribución de Francia al presupuesto europeo (un presupuesto ya negociado, con dolor, hasta 2027), o la introducción de una "preferencia nacional" por ejemplo a la hora de encontrar trabajo para los ciudadanos franceses, incluso frente a otros ciudadanos de la UE, medidas todas ellas que anuncian una amarga lucha con las instituciones.
También se opone claramente a cualquier nuevo tratado de libre comercio celebrado por la UE, una competencia que forma parte del ADN histórico de la Comisión (y en relación con la cual Emmanuel Macron se ha mostrado ambiguo, haciendo votar el CETA con Canadá en la Asamblea Nacional y bloqueando el tratado con los países del Mercosur, mientras negocia una vía de salida...). En este último frente, no hay nada muy revolucionario que anticipar: las actividades de la "DG de Comercio", la dirección de la Comisión que negocia los tratados de libre comercio en nombre de la UE, ya se han ralentizado desde, al menos, la crisis del CETA en 2016.
En cuanto a Ucrania, Marine Le Pen sugiere que detendría los envíos de armas, apoya la batería de sanciones adoptadas por la UE desde el 24 de febrero, pero se opone a un futuro sexto paquete en el que ya se trabaja en la capital belga, que incluiría la prohibición de importar gas y petróleo rusos.
¿Una parálisis de las instituciones?
Para el semanario anglosajón Politico, muy influyente en la "burbuja" de Bruselas, el desenlace estaría claro: una victoria de Marine Le Pen significaría "el fin de Europa". Pero más allá de los discursos catastróficos sobre un posible Frexit disfrazado –este es también el argumento esgrimido por Emmanuel Macron, al hablar de las elecciones del domingo como un referéndum sobre la UE–, es sobre todo el riesgo de una era de parálisis y conflictos durante cinco años lo que preocupa a los funcionarios europeos contactados por Mediapart.
No es la primera vez que la UE experimenta una sacudida política, incluso de un miembro fundador. "Desde la crisis financiera, llevamos casi 20 años sintiendo el golpe de un pelotazo tras otro", dice un cansado funcionario de la Comisión que quiere creer que la UE es más resistente de lo que parece en estos tiempos tormentosos.
La forma en que Matteo Salvini, presionado por los mercados, así como por los líderes europeos, acabó jugando al apaciguamiento, haciendo una cruz sobre su histórica oposición al euro, ha marcado los ánimos en Bruselas. ¿Renunciará Marine Le Pen a la UE en cuanto sea elegida? La predicción es tanto más arriesgada cuanto que sus asesores en la UE hasta hace poco, los eurodiputados Nicolas Bay y Jérôme Rivière, se unieron a las filas de Éric Zemmour a principios de año, y es difícil saber quién marcará la línea.
La hipótesis de un 'Frexit' por accidente es muy posible
Ya en 2015, la griega Syriza, una formación de izquierda crítica liderada por Alexis Tsipras, también intentó desobedecer ciertas partes de los Tratados de la UE sin dejar de pertenecer a la zona euro, una empresa que se demostró, tras cinco meses de tensión, perdedora. Pero Francia, segunda economía del club europeo, tiene mucho más peso que Grecia o incluso Italia, sobre todo para el futuro del euro.
Mucha gente está preocupada por lo que llaman en la jerga "el riesgo macro". Las elecciones presidenciales francesas llegan en un momento delicado, con una gran conmoción económica relacionada con la guerra de Ucrania, y cuando las deudas y los déficits se han disparado en todo el continente como consecuencia de la gestión de la pandemia. El retorno de la inflación plantea la cuestión de un endurecimiento de la política monetaria por parte del Banco Central Europeo.
"La hipótesis de un Frexit por accidente es muy posible", dice Grégory Claeys. Marine Le Pen no quiere la libre circulación de mercancías ni de trabajadores. Quiere cortar con la participación francesa en el Presupuesto europeo. Aunque Syriza y RN no tengan nada que ver, podría ocurrir lo que le pasó a Grecia en 2015, que estuvo muy cerca de salir de la zona euro. Sobre todo si París sigue siendo ambiguo en cuestiones europeas hasta entonces.
¿Hacia un eje Francia-Hungría-Polonia en el Consejo?
En el barrio europeo de Bruselas, una victoria de Marine Le Pen no tendría el mismo impacto en el funcionamiento de todas las instituciones. Hasta las elecciones europeas de mayo de 2024, RN queda relegada al grupo de Identidad y Democracia (ID), el quinto del Parlamento Europeo, y su influencia en el hemiciclo es residual. La ambición de Marine Le Pen, desde principios de 2010, de formar un gran grupo de extrema derecha en el hemiciclo nunca ha visto la luz, y su victoria en París no cambiaría nada.
Tampoco hay cambios inmediatos en la Comisión, donde el comisario francés seguiría siendo Thierry Breton, propuesto en 2019 por Emmanuel Macron. La verdadera ruptura se produciría, pues, en la mesa del Consejo, la institución intergubernamental, sin duda la más poderosa de la capital belga, la que retransmite los puntos de vista de las capitales. Aquí, el equilibrio de poder se vería profundamente alterado.
Mientras los eslovenos también acuden a las urnas este domingo para elegir su Parlamento, el jefe de Gobierno saliente, Janez Janša, a veces apodado el "mini-Trump", podría ser reelegido. Surgiría un eje –Francia, Hungría, Polonia y Eslovenia– que sería inevitable en el Consejo. Esto bloquearía, al menos, casi todos los textos que se debatiesen.
Un asesor del Parlamento prevé incluso un escenario en el que los Estados se harían con el mando transformando a la Comisión y al Parlamento en instituciones secundarias, con una agenda vacía. En este escenario, algunos especulan con un bloqueo más fuerte en Bruselas, donde los líderes europeos intentarían, ya en mayo, desestabilizar a Le Pen antes de las elecciones legislativas de junio, con la esperanza de facilitar una cohabitación...
Críticas a la estrategia de Macron
Gane o pierda Emmanuel Macron el domingo, a muchos en Bruselas les cuesta entender el nivel alcanzado por RN. Al igual que les cuesta entender el hecho de que tres de los cuatro candidatos que quedaron en primer lugar en la primera vuelta hayan mostrado, de una manera u otra durante su carrera política, simpatías por Rusia. "Aquí la gente no ha tomado la medida del enfado contra Macron", observa un asesor francés del Parlamento Europeo.
Empiezan a surgir críticas a la estrategia del jefe de Estado saliente, bastante apreciado entre las fuerzas mayoritarias de Bruselas. "Emmanuel Macron ha puesto en marcha un peligroso juego político, que consiste en limpiar el campo político de los partidos tradicionales, para encontrarse con un partido antidemocrático", lamenta la eurodiputada Maria Arena.
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Macron ya sufría una imagen de jefe de Estado arrogante en Bruselas. Si es reelegido el domingo, también tendrá que lidiar con la imagen, probablemente más grave, de un presidente que está alimentando el ascenso de la extrema derecha en su país.
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Algunas de las citas de este artículo son anónimas, tomadas de conversaciones con funcionarios y diplomáticos de la UE con los que me reuní en Bruselas los días 19 y 20 de abril. En cada caso, he intentado especificar a qué institución pertenece. Las citas de un diplomático de la UE mencionadas en el artículo proceden de un almuerzo que organizó con otros periodistas franceses.
Texto en francés: