Colombia vive un seísmo político tras el triunfo de la izquierda en la primera vuelta de las presidenciales
En efecto, se librará un duelo izquierda-derecha en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales colombianas. Pero no es el duelo esperado. Gustavo Petro, el candidato de izquierdas, se enfrentará a un candidato independiente de derechas, sin partido ni programa bien definido.
Rodolfo Hernández, un empresario sin escrúpulos que hizo campaña en las redes sociales, queda en segundo lugar con el 28% de los votos. Federico Gutiérrez, apoyado por el partido gobernante, quedó en tercer lugar con el 23% de los votos. Por su parte, el centrista Sergio Fajardo obtuvo un magro resultado: el 4%.
“Se acaba una etapa, se acaba una era”, clamaba Gustavo Petro tras el anuncio de los resultados. Un resultado sin precedentes para la izquierda, una derrota histórica para el partido del expresidente Álvaro Uribe y un terremoto político para Colombia. Sin embargo, cuando se anunciaron los resultados el domingo por la noche, los partidarios de Gustavo Petro se quedaron atónitos. Con la irrupción del millonario en la batalla política, la victoria de la izquierda, que hasta ahora se preveía ampliamente, no estaba ni mucho menos asegurada.
“Vamos, arriba, hemos ganado”, dice por el micrófono el senador Gustavo Bolívar en el salón rojo del Hotel Tequendama, lugar de reunión del Pacto Histórico, la coalición por la que se presenta Petro. Algunos lloran. Los más pesimistas repiten el pésimo cálculo: los votos de Federico Gutiérrez, sumados a los de Rodolfo Hernández, suman el 51% de los votos. “Va a ser muy difícil vencerlos”, suspira una militante de la región del Chocó.
En el Pacto Histórico, muchos creían en una posible victoria en la primera vuelta, pero el resultado sigue estando lejos de la mayoría absoluta. Con poco más de 8,5 millones de votos, es decir, el 40% de los sufragios, Gustavo Petro y su candidata a la vicepresidencia, Francia Márquez, se situaron sin embargo muy por delante de sus adversarios, logrando el mejor resultado de la historia de la izquierda en Colombia.
Durante mucho tiempo, la izquierda estuvo asociada a las guerrillas de extrema izquierda y solo pudo entrar en las altas esferas de la política muy tarde. Incluso hoy, una gran parte de la población se niega a entregar las riendas del Estado a un exguerrillero. Esta posición podría explicar en parte el traslado del descontento a la figura de Rodolfo Hernández. La derecha colombiana lo sabe, dado que ha hecho campaña con la amenaza de un régimen “castrochavista” al estilo venezolano, si Gustavo Petro es elegido.
Sin embargo, aunque su personalidad se considera a veces de orientación caudillista, su programa es más bien de inspiración socialdemócrata, lo que puede ser suficiente para parecer revolucionario para un país que siempre ha sido gobernado por la derecha.
La carrera política de Gustavo Petro va mucho más allá de sus años de clandestinidad dentro del M19, el movimiento armado que firmó el acuerdo de paz en 1990. Varias veces senador y luego alcalde de Bogotá, se ha ido consolidando como líder progresista. Sin embargo, el odio del guerrillero sigue siendo muy fuerte en un amplio sector de la sociedad. “Prefiero votar mil veces antes a un machista que a un guerrillero”, escribe una joven en Twitter, reflejando una opinión generalizada en Colombia.
Un paralelismo con Donald Trump o Jair Bolsonaro
Tras conocerse los resultados, Rodolfo Hernández se expresó en Facebook, desde la lujosa cocina de una de sus casas de campo. “Hoy, es el país de la política y la corrupción el que ha perdido. Las han perdido las bandas que pensaron que iban a gobernar este país para siempre. Hoy quienes han ganado son los ciudadanos Colombia ha ganado”, dijo, leyendo con dolor su discurso.
A sus 77 años, el exalcalde de la ciudad de Bucaramanga (centro-norte de Colombia) obtuvo el primer puesto en los departamentos del centro del país, en gran parte gracias al voto rural. El hombre que se hace llamar “el ingeniero” hizo su fortuna en el oscuro mercado inmobiliario colombiano.
Se hizo rico con las hipotecas: en Colombia los altos tipos de interés suelen arruinar a los pequeños consumidores, endeudándolos de por vida. Su retórica se basa principalmente en la lucha contra la corrupción. Sin embargo, él mismo está implicado en un caso de corrupción y tendrá que rendir cuentas ante los tribunales en julio.
Para Christophe Ventura, director de investigación del Instituto de Relaciones Internacionales y Estratégicas (Iris), el resultado obtenido por Rodolfo Hernández “se inscribe en una tendencia que no se limita a Colombia. Se puede encontrar en el trumpismo en Estados Unidos, en Inglaterra de forma diferente con Boris Johnson y el Brexit o Bolsonaro en Brasil”.
Rodolfo Hernández ha prometido que todos los colombianos verían el mar y que no tocaría ni un céntimo de su sueldo. Hizo campaña sin salir de su casa, en las redes sociales TikTok, Facebook y Twitter. No hay reuniones, ni participación en los últimos debates presidenciales. Dice que las mujeres deben estar en casa y asegura que era admirador de Adolf Hitler antes de corregirse y decir que lo había confundido con Albert Einstein.
Sólo se conocen retazos de su programa. Entre otras medidas excéntricas, afirma querer declarar el estado de excepción, para poder gobernar por decreto, ignorando el Congreso elegido en marzo, donde la izquierda es la primera fuerza política. Entre sus partidarios, la franco-colombiana Ingrid Betancourt se unió a su campaña tras renunciar a ser ella misma candidata, unos días antes de las elecciones.
“El primer fundamento de estos fenómenos políticos es el posicionamiento antisistema, la idea de que ha llegado el momento de cambiar toda la clase política podrida para resolver los problemas del país”, continúa Christophe Ventura, que se encuentra en Bogotá como observador de la misión de observación electoral (MOE). Segunda dimensión: se trata de programas generalmente neoliberales y autoritarios, pero con un aspecto de protección popular, es decir, una forma de ofrecer protección a una parte vulnerable de la población”.
Ante este formidable adversario, la campaña de Gustavo Petro está afinando su estrategia. “Tenemos que convencer a una gran parte de la gente que no ha votado. Tenemos que llegar a ellos, ver lo que ha pasado y ver dónde podemos ganar un número importante de votos para ganar en la segunda vuelta”, precisa Claudia Florez, directora del periódico comunista Voz. La tasa de abstención, la más baja de los últimos veinte años, sigue representando al 45% del electorado. Un grupo de votantes a los que ambos bandos tratarán de convencer.
Otra estrategia de las fuerzas de izquierda es tratar de seducir a los votantes de Rodolfo Hernández, utilizando sus propios argumentos en su contra. “¿Qué es mejor: que una mujer se quede en casa o que vaya a la universidad?”, se preguntó Gustavo Petro el lunes en el canal de televisión Caracol.
“¿En qué consiste el cambio en Colombia? ¿Que una familia viva para siempre pagando intereses, lo que calificó de ‘una delicia’ o, más bien, que reformemos el sistema hipotecario para que sean dueños de sus casas sin ser esclavos de los intereses durante toda su vida?”
En la segunda vuelta, Rodolfo Hernández cuenta con el apoyo de los partidarios del expresidente Álvaro Uribe. Aunque ahora es mucho menos popular, plagado de problemas empresariales y cercano a los paramilitares y la mafia, Uribe sigue reuniendo a uno de cada cinco votantes en torno al candidato Federico Gutiérrez.
En cuanto se anunciaron los resultados de la primera vuelta, los dirigentes de su partido, el Centro Democrático, dieron rápidamente su apoyo a Rodolfo Hernández. En WhatsApp, los grupos de campaña de Federico Gutiérrez se transformaron inmediatamente en grupos de apoyo al nuevo ganador de la derecha. Una necesaria pero vergonzosa aportación de votos para el hombre que se proclama antisistema y contrario a los clanes políticos tradicionales.
“El exalcalde de Bucaramanga es al mismo tiempo el símbolo de la derrota de Uribe, y su gran oportunidad para seguir gobernando”, según el editorialista Daniel Coronell. “Rodolfo Hernández no encarna un proyecto antisistema”, concluye Christophe Ventura. “En realidad, es más bien la nueva cara del sistema”.
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Al percibir que una alianza con el partido en el poder podría ahuyentar a parte de su electorado, Rodolfo Hernández intenta ahora distanciarse de los uribistas, al menos en apariencia. “Como siempre, acojo con gratitud el apoyo que todos puedan ofrecer, pero mi única alianza es con el pueblo colombiano”, escribió el lunes en Twitter. Los próximos días serán decisivos, antes de darse a conocer los resultados de la segunda vuelta el 19 de junio y cuyos resultados pueden estar muy ajustados”.
Traducción: Mariola Moreno
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