“Dejemos atrás el pasado, conquistemos el futuro”. Ése era el eslogan de Syriza en la campaña electoral de septiembre de 2015. La “coalición de la izquierda radical” (significado de Syriza en griego), que llegó a ocupar las más altas funciones del Estado nueve meses antes, dejaba atrás un verano agotador. Tras no haber conseguido negociar un acuerdo favorable en Bruselas y después de aceptar un tercer memorando de austeridad, a cambio de nuevos préstamos europeos, el partido de Alexis Tsipras se escindía: el ala izquierda de la formaba se separaba para formar Unidad Popular.
Sin embargo, el 20 de septiembre Syriza ganaba la partida. Se imponía en las elecciones legislativas anticipadas convocadas por Tsipras a fin de clarificar la línea política. Otra vez como primer ministro, volvía a formar una coalición de Gobierno con la derecha de los Griegos Independientes. Y hace ahora precisamente un año, en su discurso de política general del 5 de octubre de 2015, se comprometía a luchar contra el desastre económico y social en el que se encuentra sumido el país.
¿Ha existido un verdadero punto de inflexión? ¿Syriza se diferencia de los partidos socialdemócratas europeos?
Para dar respuesta a esas preguntas, Mediapart, socio editorial de infoLibre, ha desmenuzado punto por punto el programa electoral de Syriza y el discurso de política general de Tsipras. Y lo ha comparado con las medidas aprobadas por el Ejecutivo griego.
Reestructuración de la deuda griega
“¿Queremos que los que negocian la deuda sean los mismos que durante todos estos años han defendido que era viable o los que han reclamado a los acreedores la necesidad de su reducción?”, escribe Syriza en un panfleto electoral de septiembre de 2015. En su discurso sobre política general pronunciado el 5 de octubre siguiente, Alexis Tsipras prometía un “alivio sustancial de la deuda” y anunciaba las propuestas que trasladaría a los acreedores: “ampliación de los vencimientos, bajada de los tipos de interés y breve periodo de gracia”.
Un año después, tras innumerables anuncios, las negociaciones sobre la reducción de la deuda pública (176% del PIB) siguen en punto muerto. Los dos acreedores de Grecia, la Comisión Europea y el FMI, defienden posiciones contrarias: la primera, alineada con Berlín, que se opone a un escenario así, mientras que el segundo, menos expuesto a la deuda griega, apuesta por una reestructuración. Alemania bloquea la cuestión porque se trata de un asunto sensible en el que no quiere avanzar antes de las elecciones legislativas previstas en ese país para el otoño de 2017. Paralelamente, las finanzas de Grecia siguen bajo la lupa de las instituciones europeas que pagan los plazos de los préstamos prometidos en verano de 2015 en función del avance de las reformas. De modo que, Atenas espera la luz verde del Eurogrupo, este lunes, para desembolsar 2.800 millones de euros. Una vez llevado a cabo, Alexis Tsipras espera abrir el capítulo de la deuda de aquí a finales de año.
La reactivación de la economía
Se trata de uno de los primeros objetivos anunciados en el discurso sobre política general de Tsipras. El jefe del Gobierno propuso entonces un “refuerzo de la tecnología y de la innovación” y se fijó como prioridad incentivar “las inversiones privadas”. Prometió para ello crear un “departamento especial para atraer las inversiones”, que se encargaría de poner en marcha un plan de desarrollo de las inversiones, de la creación de “marcas griegas” y de nuevas empresas. Prometió también la fundación de “un nuevo banco de desarrollo”.
Nada de esto se ha materializado. En junio, Tsipras desveló una hoja de ruta pero desde entonces los acreedores han emitido un dictamen negativo sobre la creación de un nuevo banco, con la argumentación de que ya financian a los bancos griegos. Paralelamente, ha aumentado la imposición a las empresas.
Derechos laborales
“¿Queremos que sea Syriza quien negocie los derechos laborales, la protección y las libertades de los trabajadores, así como los convenios colectivos o que se encarguen los que han provocado el retorno a un mundo laboral del medievo?”, finge preguntarse el partido de Tsipras en su pasquín electoral de septiembre de 2015. En su discurso sobre política general, el primer ministro griego se mostró partidario, frente “al fracaso de la receta neoliberal”, de introducir un “nuevo modelo”, basado en “el refuerzo y la protección del salario y del empleo”. Promete un “aumento progresivo del salario mínimo” y el “fin de las discriminaciones que padecen los jóvenes trabajadores”:
El salario mensual mínimo sigue igual (fijado en el memorando de 2012): 586 euros brutos y 510 euros brutos para los más jóvenes, hasta los 25 años. Los convenios colectivos, cuestionados con los Gobiernos precedentes, que los relegaron a un segundo plano por detrás de los acuerdos de empresa, siguen existiendo sobre el papel. Pero no son obligatorios si se aplican o no queda al libre albedrío de los empleadores.
Lucha contra la exclusión
“¿Queremos que sea la izquierda de la sociedad o la derecha de los ladrones quien negocie los préstamos en rojo [no reembolsados] de las viviendas embargadas por los bancos?”, decía Syriza en su folleto electoral. En su discurso sobre política general, Tsipras precisaba que su objetivo pasaba por acabar con los desahucios por impagos de hipoteca.
El primer ministro se comprometió también a facilitar un abono transportes para minusválidos, familias numerosas, parados y jubilados mayores de 65 años con las pensiones más bajas. También prometió cobertura sanitaria para todos los excluidos del sistema público de salud, la contratación de 1.093 empleados y de 2.500 médicos y enfermeras, así como la evaluación del funcionamiento de los hospitales. En resumen, quería un “nuevo modelo de atención primaria”.
En lo que al paro respecta, el primer ministro anunció que la puesta en marcha de programas que permitirían contratar a 100.000 parados “en seis meses”. Y 150.000 adicionales entre marzo de 2016 y finales de año.
De momento, no se ha votado ley alguna que impida el embargo de las primeras residencias.
Se han puesto en marcha abonos para el transporte en Atenas y en Tesalónica, dirigidos a parados registrados en las oficinas de empleo y para personas discapacitadas –griegas y refugiadas– que no ganan más de 23.000 euros anuales. En el resto del país, estas personas pueden beneficiarse de una reducción del 50% en el precio del billete de autobús. Los jubilados con ingresos bajos no tienen ventajas algunas.
Ahora todo el mundo puede acceder a las urgencias de los hospitales públicos, dado que el pago disuasorio de 5 euros aprobado por los anteriores Gobiernos se ha suprimido. Pero el problema de acceso a la atención sanitaria sigue existiendo en caso de que el paciente precise ser hospitalizado o deba seguir un tratamiento de larga duración. El importe de los medicamentos no se reembolsan.
Las contrataciones en el sector sanitario no se han materializado. El gobierno ha reiterado a comienzos de esta semana su voluntad de contratar personal, entre ellos 4.000 médicos y enfermeros antes de enero.
El proyecto presupuestario para 2017 presentado el lunes en el Parlamento prevé un subsidio de solidaridad del que se beneficiarán 270.000 hogares sin recursos. El montante total ronda los 760 millones de euros. Paralelamente, este proyecto prevé nuevos recortes en las pensiones complementarias así como una reducción de la EKAS –subsidio para las pensiones más modestas–, al tiempo que una primera “reforma” de las pensiones se votó en mayo, después de meses de negociaciones con los acreedores, de aquí a 2022, la edad legal de jubilación se retrasará de los 65 a los 67 años y se introducirán nuevas cotizaciones en las pensiones.
Transparencia en el panorama audiovisual
El 5 de octubre de 2015, Alexis Tsipras prometió, entre otras medidas destinadas a luchar contra la corrupción y el fraude fiscal, concluir el proceso de concesión de licencias a las cadenas de televisión privada y el cobro de los ingresos correspondientes.
Un año después, la licitación ha concluido: a principios de septiembre, se concedieron cuatro licencias, por importe de 246 millones de euros. Los magnates griegos permanecen en el panorama mediático del país, pero es la primera vez que las cadenas privadas del país van a cumplir con su deber con el Estado.
La reforma de la Administración
En su discurso sobre política general, Alexis Tsipras aludió también a la “reforma radical de la Administración pública con un combate simultáneo de la corrupción y de la burocracia”; anunciço un “profundo cambio de los procesos de la Administración pública”.
De momento, no hay ninguna reforma en esa línea.
Las privatizaciones continúan
El regreso a los mercados
“Objetivo, en los veinte próximos meses, la recuperación de la liquidez y del acceso a los mercados”, dijo el primer ministro a los diputados en octubre de 2015.
Actualmente, Grecia está lejos de volver a los mercados. Su financiación está garantizada gracias a los préstamos, del verano de 2015, concedidos por la Comisión Europea, el Banco Central Europeo (BCE) y el Mecanismo Europeo de Solidaridad (MES). Todavía se lleva a cabo un control estricto de los capitales: los habitantes del país no pueden sacar más de 840 euros en metálico cada dos semanas, mientras que las empresas con capital en el extranjero tienen limitados esos reintegros al 30% de ese capital.
Privatizaciones
En su discurso sobre política general, Tsipras se muestra partidario de que las empresas de electricidad DEI y ADMIE sean públicas. Promete “un plan realista, alternativo, que garantice la apertura del mercado de la energía sin poner en peligro el carácter público de las redes de energía eléctrica”. Paralelamente, anuncia la creación de una nueva “agencia de valorización del patrimonio público”, para definir las condiciones de las privatizaciones y valorar el patrimonio del Estado “conforme al principio de interés público”.
“Las privatizaciones de las empresas públicas (puestas en marcha con el memorando de 2012) siguen adelante. El organismo encargado de las licitaciones se refundió, en septiembre. El TAIPED (Fondos de Valorización de la Propiedad Pública) pasaba a ser el EESP (Sociedad Griega de Participaciones y Propiedades). Un francés, Jacques Le Pape, exnúmero 2 de Christine Lagarde en el Ministerio de Finanzas y exdirigente de Air France-KLM, está al frente. Y a finales de septiembre, el Parlamento griego transfiere a esta agencia las compañías nacionales de agua y de electricidad, dando con ello el primer paso hacia la privatización. Meses después, se cerró la privatización del puerto de El Pireo –que pasó a estar en manos del gigante chino Cosco (abril de 2016)–, así como la venta de los 14 aeropuertos regionales, que compró el alemán Fraport (diciembre de 2015). Finalmente se materializó la venta de la autopista Egnatia, en el norte del país, así como la del distribuidor de gas DESFA.
A imagen y semejanza de los gobiernos anteriores, Tsipras anunció una reforma fiscal: “a favor de un sistema fiscal simple, estable y justo”, dijo ante la Vouli el 5 de octubre de 2015.
Un año después, el sistema fiscal sigue siendo el mismo, pero la presión fiscal ha aumentado. De acuerdo con el memorando firmado en agosto de 2015 en Bruselas, el IVA subió, en junio, del 23 al 24% y el tipo reducido, en vigor en algunas islas, desapareció. El tipo del impuesto de sociedades, por su parte, pasó del 26% al 29%. Y el impuesto sobre las rentas de los profesionales liberales se incrementó notablemente, incentivando cada vez más a los profesionales a trabajar en negro. De modo que, un contribuyente que declara percibir 24.000 euros brutos anuales, libres de impuestos percibirá 9.046 euros, es decir, que la retención es del 62%. Por otro lado, en el proyecto presupuestario de 2017 presentado este lunes, se prevé nuevas subidas de impuestos. Según este anteproyecto, los contribuyentes griegos pagarán 2.500 millones de euros más de impuestos.
Refugiados
El 5 de octubre de 2015, Tsipras declaraba: “Frente a la lógica de las fortalezas y de las alambradas de espino, frente a la lógica que quiere transformar las fronteras europeas en campo de batalla, tenemos que trabajar duro para demostrar que la humanidad, la solidaridad, la fraternidad no son utopías, pueden convertirse en una acción política”. Se comprometió a crear de 5 hotspotshotspots (centros de registro de demandantes de asilo) en las islas donde llegan la mayoría de migrantes y a continuar las negociaciones con los socios del país y las instituciones europeas para reforzar la solidaridad en el continente y establecer con ello nuevas reglas para sustituir el acuerdo de Dublín (acuerdo que implica la devolución de los demandantes de asilo al primer país europeo en el que han sido registrados).
Los cinco hotspots se han instalado en las islas de Leros, Lesbos, Chios, Samos y Kos.hotspots
La solidaridad europea que deseaba Tsipras no se ha concretado. Al contrario, ningún Estado miembro de la Unión ha respetado los compromisos alcanzados en lo que a las cuotas de refugiados respecta. Diferentes países, sobre todo los de los Balcanes, han ido cerrando paulatinamente sus fronteras. En marzo se firmó un acuerdo firmado, entre la UE y Turquía, con el fin de detener al máximo la llegada de emigrantes al continente y para delegar a Ankara la acogida y la “selección” de refugiados. Más de 60.000 exiliados en tránsito permanecen atrapados en Grecia. Frente a esta situación, el Gobierno griego sigue reclamando apoyo a Europa, tal y como explicaba recientemente el ministro griego encargado de Políticas Migratorias, Yannis Mouzalas. Pero la ayuda reclamada no se ha materializado y Dublín II sigue vigente.
Ver másIndividuos disfrazados de carnaval atacan con cócteles molotov las oficinas de Syriza en el centro de Atenas
Traducción: Mariola Moreno
Leer el texto en francés:
“Dejemos atrás el pasado, conquistemos el futuro”. Ése era el eslogan de Syriza en la campaña electoral de septiembre de 2015. La “coalición de la izquierda radical” (significado de Syriza en griego), que llegó a ocupar las más altas funciones del Estado nueve meses antes, dejaba atrás un verano agotador. Tras no haber conseguido negociar un acuerdo favorable en Bruselas y después de aceptar un tercer memorando de austeridad, a cambio de nuevos préstamos europeos, el partido de Alexis Tsipras se escindía: el ala izquierda de la formaba se separaba para formar Unidad Popular.