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Las elecciones europeas darán paso a una larga batalla por el control de las instituciones de la UE
Cerca de 427 millones de ciudadanos europeos están llamados a las urnas, del 23 al 26 de mayo, para formar el noveno parlamento europeo desde la celebración de las primeras elecciones con sufragio directo de 1979. Este escrutinio abre una larga secuencia de negociaciones para renovar los puestos directivos de las instituciones de la UE.
1. Un voto repartido en cuatro días
Los británicos y los holandeses abrirán el baile el jueves 23 de mayo. El turno de Irlanda será el viernes y el de Malta, Eslovaquia y Letonia el sábado. Los otros veintidós Estados miembros se pronunciarán el domingo.
2. Un modo de escrutinio proporcional
Desde 1979, los eurodiputados son elegidos por sufragio directo a través de un sistema proporcional a una vuelta (salvo en Irlanda, donde es más complejo). En Francia, como en muchos otros Estados, hay que superar el umbral del 5% de votos para participar en el reparto de escaños (y del 3% para recuperar los gastos de campaña). En España no hay umbral electoral y la circunscripción es única.
Alemania es una excepción: en ausencia de umbral electoral, muchas listas pequeñas tienen posibilidad de conseguir al menos un escaño. No menos de 40 listas en Alemania y 34 en Francia. En España son 32.
3. Una tasa de participación en caída desde 1979
La tasa de participación ha estado cayendo desde las primeras elecciones directas en 1979, desde el 62% en aquel año (nueve Estados miembros) al 56% a mediados de los años 1990 (una Europa de doce). Ha quedado por debajo de la barrera del 50% desde las elecciones de 2004, momento de la ampliación de la UE de quince a veinticinco miembros. Desde entonces ha quedado más o menos estable, con una ligera tendencia a la baja: 45% en 2004, 43% en 2009, 42,6% en 2014. Nada indica que las elecciones de 2019 puedan invertir la tendencia.
En Francia, la tasa de participación en 2014 ha sido casi idéntica a la media europea (42,4%). Nuestro artículo más completo sobre la abstención puede leerse aquí.
4. ¿Cuántos eurodiputados?
Los europeos están llamados a elegir 751 diputados a finales de mayo, el mismo número que en la legislatura que ahora termina (2014-2019). Pero una vez terminado el Brexit, con la marcha de 73 diputados británicos (¿a finales de octubre?), el Parlamento contará con 705 diputados.
Algunas delegaciones nacionales recuperarán pues algunos escaños a lo largo de la legislatura. En el caso de Francia, pasará de 74 a 79 después del Brexit. Cinco candidatos de las listas francesas serán elegidos a finales de mayo sin obtener escaño mientras los británicos permanezcan en Bruselas o Estrasburgo.
5. No hay sólo elecciones europeas el 26 de mayo
En Bélgica, los ciudadanos votarán al mismo tiempo en las europeas, federales y provinciales. En un contexto de avance de los ecologistas en todo el país o del Partido del Trabajo en Valonia, estas elecciones podrían abrir una laboriosa secuencia de negociaciones para la formación de un ejecutivo federal tras la experiencia de la llamada Sueca (una coalición de partidos cuyos colores recuerdan los de la bandera sueca: gobierno de derechas dirigido por Charles Michel, del MR, pero dominado por los independentistas flamencos de la N-VA).
En España, las elecciones europeas van unidas a las municipales y a las autonómicas (en todas las comunidades salvo en Cataluña, Andalucía, Euskadi, Galicia y Comunitat Valenciana). Habrá que seguir de cerca la evolución de las plataformas ciudadanas “indignadas” que habían llegado al poder en Madrid, Barcelona y Cádiz en 2015. En este marco, Manuel Valls, ex primer ministro francés, tratará de ganar o en todo caso no quedar muy mal en las elecciones municipales de Barcelona.
En Grecia también se celebrarán municipales y regionales al mismo tiempo que las europeas. En Alemania se organizan también elecciones en el Land de Bremen, feudo de los socialdemócratas del SPD.
6. ¿Cuántos grupos políticos habrá en el futuro Parlamento?
El Parlamento saliente tiene actualmente ocho grupos políticos formados por los 751 diputados. El presidente de la institución, el italiano Antonio Tajani (Forza Italia, el partido de Silvio Berlusconi) pertenece al primer grupo del hemiciclo, el PPE (216 diputados).
Para formar un grupo es necesario contar al menos con 25 diputados de un mínimo de siete Estados diferentes. En 2014, Marine Le Pen no pudo constituir un grupo propio con sus diputados del FN pero no por el número sino por el criterio de nacionalidad.
A partir del lunes 27 de mayo, las negociaciones irán a toda vela para formar grupos que permitan organizar la vida política durante cinco años en Bruselas y Estrasburgo. Ahora mismo son muchas las incógnitas. Habrá muchos puntos clave en la agenda de negociaciones: el perfil de la derecha del PPE (¿con o sin el húngaro Viktor Orbán?), la capacidad de entendimiento entre las diversas extremas derechas en el continente para formar un grupo unido (en esta legislatura estaban diseminadas al menos en tres grupos diferentes), la actitud de los diputados británicos que resulten elegidos provisionalmente o incluso la estrategia de alianzas de los ecologistas.
Los recién elegidos tienen hasta el 24 de junio para comunicar la composición de sus grupos. La sesión inaugural del nuevo Parlamento está prevista para el 2 de julio en Estrasburgo. En teoría, la elección del presidente o presidenta y los 14 vicepresidentes se hará sobre la marcha pero en el caso de una división de fuerzas políticas y de una mayoría difícil de formar, el asunto podría durar semanas.
7. ¿Quién presidirá la Comisión Europea?
Desde 2014 prevalece este sistema: cada partido europeo designa a su jefe de filas, el Spitzenkandidat, para dirigir la campaña. En teoría, el partido ganador de las elecciones llevará a su jefe de filas a la presidencia de la Comisión. Es lo que pasó en 2014 con Jean-Claude Juncker, candidato del PPE.
Este año hay seis partidos europeos en el juego del Spitzenkandidat, como se vio en el debate organizado a mediados de mayo en Bruselas (leer aquí nuestro informe). Si nos atenemos a esta regla, el candidato del PPE, el alemán Manfred Weber, parece bien colocado para suceder a Jean-Claude Juncker.
Pero no es tan sencillo. Primero porque todo hace pensar que el PPE, aunque se coloque en cabeza a finales de mayo, tiene el riesgo de perder muchos escaños en comparación con el último mandato. Pero también porque los jefes de Estado y de Gobierno tienen algo que decir. Son ellos además los que, formalmente y de acuerdo con los tratados, deben proponer al Parlamento el nombre de un candidato y éste deberá pronunciarse.
Emmanuel Macron no ha ocultado su oposición a este sistema. El jefe del Estado francés, recién llegado a este mundo bruselense, no puede contar con un partido europeo que le sea propio. Está aislado y además es consciente de que la familia liberal no ganará por lo que prefiere jugar la carta de las alianzas para poder influir en el nombramiento del futuro presidente de la Comisión.
Es posible que en el Consejo Europeo de los días 20 y 21 de junio salgan otros nombres para tratar de llegar a un compromiso entre varias familias políticas. El de Michel Barnier, defendido por muchos franceses, continua circulando, aunque el actual jefe de las negociaciones sobre el Brexit por parte de la UE no encarne precisamente la renovación política ni las ambiciones de paridad.
La comisaria de Competencia, la danesa Margrethe Vestager, que tiene la ventaja de ser Macroncompatible, podría ser una opción, aunque no dispone en este momento del apoyo del gobierno danés y no pertenece tampoco a un país miembro de la eurozona. Por su parte, el socialdemócrata holandés Frans Timmermans, vicepresidente de la actual Comisión, a pesar del desengaño de su partido en los Países Bajos, cree también en su oportunidad, impulsado por los resultados de los socialistas en España o en Portugal.
La elección de la presidencia de la Comisión se inscribe en un mercado más amplio: los dirigentes europeos negociarán a finales de junio sobre al menos cuatro puestos clave: además de la presidencia de la Comisión, está la del Consejo para suceder a Donald Tusk, la del Parlamento y el de la diplomacia europea (hoy bajo la socialista italiana Federica Mogherini). A esto se añaden las negociaciones en paralelo, decisivas, para la presidencia del Banco Central Europeo (BCE), puesto que Mario Draghi deja en otoño.
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En cualquier caso, si el Consejo designa a finales de junio un candidato que no sea uno de los Spitzenkandidaten, habrá el riesgo de un pulso inaugural con el Parlamento Europeo. Una apuesta audaz sobre todo si los soberanistas contrarios a la UE salen reforzados de las elecciones de mayo. ______________Traducción de Miguel López.
Aquí puedes leer el texto original en francés: