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Europa se convierte en el epicentro de la 'guerra mundial' de las vacunas

Una caja de vacunas Janssen es mostrada por el farmacéutico Zsolt Szenasi en un almacén de Hungaropharma, una empresa húngara de venta al por mayor de productos farmacéuticos.

Rozenn Le Saint (Mediapart)

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Europa se ha convertido en un campo de batalla. Existencias de vacunas escondidas, prohibiciones de exportación... Cada territorio se arma con una consigna: sálvese quien pueda. Pero la pandemia, por definición, sólo se detendrá cuando todos los países en los que circula el virus tengan vacunas.

El diario italiano La Stampa revelaba el 24 de marzo que se habían hallado 29 millones de dosis clandestinas de vacunas de AstraZeneca en la planta de Anagni (Italia), mientras el laboratorio británico-sueco acumula retrasos en la entrega de vacunas a Europa. Los políticos del viejo continente sospechan que el laboratorio guardó dosis para Gran Bretañaviejo continente.

A finales del primer trimestre de 2021, el fabricante le debía a la Comisión Europea el doble de dicha cantidad incautada. El jugoso botín corresponde al número de dosis que el laboratorio ha suministrado a Europa en total, cuando debería haber proporcionado 90 millones.

AstraZeneca argumentó en un comunicado de prensa, remitido el 24 de marzo, que las vacunas se almacenaban para su distribución en Europa o se exportaban como parte del plan Covax, que también ha suscrito la Unión Europea. El objetivo de dicho plan es abastecer a los países más pobres. La empresa precisó entonces que “la vacuna había sido fabricada fuera de la Unión Europea y trasladada a la planta de Anagni para su envasado”.

Insuficiente a la hora de calmar los ánimos de los eurodiputados, como Pascal Canfin, miembro del grupo Renovar Europa: “Los indios no van a exportar más dosis de AstraZeneca a Gran Bretaña. En quince días, a Reino Unido no le va a quedar una vacuna”, se congratulaba el eurodiputado el 25 de marzo, en una vídeorueda de prensa, un día después del hallazgo italiano.

Dos semanas después, en la actualidad, Reino Unido no ha notificado tener problemas de suministro. Las fábricas de AstraZeneca al otro lado del Canal de la Mancha siempre han abastecido al mercado nacional sin ningún retraso en la entrega. Además, Reino Unido ha recibido cinco millones de dosis de AstraZeneca procedentes de India y está a la espera de recibir otras cinco millones de dosis.

La mayoría de los sueros de AstraZeneca se fabrican en India, el mayor productor mundial de vacunas. El laboratorio británico-sueca ha cedido una licencia voluntaria al Serum Institute of India, el mayor productor de vacunas del mundo.

Haber compartido la fórmula secreta para fabricar la vacuna tiene un fin: intentar alcanzar el objetivo inicial, ambicioso. AstraZeneca dijo estar en condiciones de poder fabricar 3.000 millones de dosis en 2021; es el laboratorio más tentador con el que Europa ha hecho negocios... Y el único que, de momento, no es capaz de cumplir su promesa.

AstraZeneca es un recién llegado al mercado mundial de las vacunas y su socio, la Universidad de Oxford, no tiene experiencia en la producción en masa. La externalización a la India es un clásico en la industria farmacéutica. Claro que India también es el cuarto país del mundo con más muertes por covid-19 y la segunda nación más poblada del mundo, con 1.300 millones de personas a las que vacunar.

Por ello, el 18 de marzo, India suspendió las exportaciones de vacunas para acelerar su propia campaña de emergencia. Los retrasos en la entrega de dosis por parte de AstraZeneca en otras partes del mundo no van a parar.

Gran Bretaña debería tener menos necesidad de las dosis de AstraZeneca ya que, entretanto, finalmente ha decidido restringir el uso de esta vacuna a los mayores de 30 años, dada la posible aparición de casos de trombosis raras. Para las personas más jóvenes sin comorbilidad, las autoridades sanitarias británicas consideran que la relación beneficio-riesgo ya no es positiva.

A las personas de entre 18 y 29 años, se les ofrecerán otras vacunas. En concreto, Boris Johnson, el primer ministro de Reino Unido, apuesta por los medicamentos de Pfizer-BioNTech, sobre todo, y de Moderna, que no se producen en el país.

Reino Unido es el primer país del mundo que autorizó una vacuna contra el covid-19, la de Pfizer-BioNTech. Desde entonces, la mitad de la población británica ya ha recibido una primera dosis de la vacuna y el 8,5% de la población, las dos dosis; frente al 15,7% y el 5,4%, respectivamente en Francia. “Si hemos tenido éxito con las vacunas, es gracias al capitalismo, gracias a la avaricia”, se jactó Boris Johnson.

La oda al Brexit y la comparación poco halagadora irritan en Bruselas. Thierry Breton, comisario europeo de Política Industrial, dijo a los senadores franceses el 31 de marzo que “si lo que se había previsto [en el contrato con AstraZeneca] se hubiera cumplido, estaríamos en un punto [en cuanto porcentaje de población vacunada] exactamente similar al de Gran Bretaña”.

Y lo que es más importante, de los más de 37 millones de dosis inyectadas en Reino Unido, 21 millones fueron importadas de Europa, en su mayoría dosis de Pfizer-BioNTech. “Los británicos ganaron el primer asalto al marcharse antes de tiempo, pero creo que eso se está volviendo en su contra. Este efecto boomerang les va a perjudicar mucho”, predijo Pascal Canfin.

¿Cuáles son los medios de acción para acelerar las entregas de AstraZeneca? “Recurrir a la Justicia es una de las opciones, pero eso no da dosis adicionales, que es lo que necesitamos”, admite un alto funcionario de la Comisión Europea.

Sin embargo, el 19 de marzo la Comisión activó el procedimiento de resolución de conflictos del contrato de compra de vacunas con el laboratorio británico-sueco: las tensiones han vuelto a aumentar. “El siguiente paso es una reunión formal de alto nivel entre la Comisión y AstraZeneca para identificar cómo resolver el conflicto”, señala un portavoz del ejecutivo europeo.

La Comisión Europea echó mano de su último recurso al prohibir las exportaciones el 29 de enero. Sin embargo, Europa también reprocha a Estados Unidos su nacionalismo de vacunación; los norteamericanos bloquean las exportaciones de las dosis de AstraZeneca producidas en su territorio, a pesar de que el suero aún no está autorizado allí.

La Comisión Europea también le reprocha a AstraZeneca haber exportado dosis de vacunas a Gran Bretaña en enero, a pesar de que la empresa aún no había obtenido la luz verde en el viejo continente. Culpa al Reino Unido por haber incluido en su contrato una disposición que impedía las exportaciones de su vacuna producida localmente hasta que el mercado británico estuviera totalmente abastecido.

“Inevitablemente, vamos a la ruptura total. AstraZeneca está haciendo, más o menos, lo que quiere. Reino Unido ha firmado un contrato que exige que los primeros 100 millones de dosis producidas se distribuyan prioritariamente en ese país, lo que inevitablemente priva a los europeos de vacunas”, denuncia el eurodiputado Pascal Canfin.

Esto es lo que ha llevado a la Comisión Europea a adoptar esta solución de último recurso que es la prohibición de las exportaciones, al no poder negociar una obligación de resultado por parte de los laboratorios. Desde que se puso en marcha el mecanismo, sólo lo ha utilizado una vez de las casi 400 demandas presentadas, por ejemplo. A principios de marzo quedaron en Italia 250.000 dosis de la vacuna de AstraZeneca destinadas a Australia, donde el virus no está muy extendido.

“Estamos perjudicando al sistema multilateral cuando se supone que somos los grandes defensores del libre comercio”, constata por su parte Jaume Vidal, asesor político de Health Action International (HAI). Esta ONG con sede en los Países Bajos trabaja por el acceso a los medicamentos para todos.

“Ha habido una gran ingenuidad por parte de los dirigentes al pensar que existe algún tipo de juego limpio en un mercado que lo acepta todo de la industria farmacéutica”, señala también Els Torreele, exdirectora de la campaña de acceso a los medicamentos de Médicos sin Fronteras (MSF).

“Ninguna vacuna es 100% europea de principio a fin”

La Comisión Europea destaca que Europa ha exportado 41 millones de dosis al extranjero desde febrero y que, por tanto, otros 20 millones de habitantes del continente podrían haberse vacunado si hubieran permanecido dentro de sus fronteras.

Salvo que el proteccionismo de las vacunas tiene sus límites, ya que cada estado depende de los demás en el proceso de fabricación de los medicamentos. Para antes de finales de año, Reino Unido cuenta con las vacunas de Novavax y de la star-up francesa Valneva. Ya ha firmado para producir dosis de esta compañía biotecnológica con sede en Nantes en una fábrica escocesa, para asegurar su distribución nacional.

La Comisión Europea sigue negociando con estos fabricantes para alcanzar nuevos contratos de precompra con ellos y ampliar así su cartera de vacunas. Por lo tanto, es posible que necesite las capacidades de producción británicas en el futuro. La aplicación de un principio de represalia ha llegado enseguida.

“La cadena de producción de las vacunas contra el covid-19 es mundial”, reconoce el Ministerio de Industria francés. “Los Estados no pertenecientes a la Unión Europea, como Estados Unidos y Reino Unido, contribuyen. Los principales contribuyentes fuera de Europa son Estados Unidos e India”.

Además, después de China, que produce sus propias vacunas no autorizadas por la Agencia Europea del Medicamento, los estadounidenses son los que fabrican más vacunas contra el covid-19, según un estudio de la empresa Airfinity de marzo de 2021.

Le siguen Alemania y Bélgica, donde se fabrican componentes clave para las vacunas de AstraZeneca y Pfizer-BioNTech, entre otros. India y Reino Unido son los siguientes.

Por ejemplo, entre las dosis de AstraZeneca encontradas en la planta de Anagni, “al menos una parte del principio activo envasado en Italia procede de Corea del Sur y China”, precisa la Comisión Europea. “Ninguna vacuna es 100% europea de principio a fin, al igual que ninguna vacuna es 100% estadounidense o india. La fabricación de vacunas no es autárquica”, señala la oficina de la ministra francesa titular de Industria, Agnès Pannier-Runacher.

Entonces, ¿por qué jugar con el fuego del proteccionismo de las vacunas? “Nadie tiene interés en una guerra de vacunas, ni la Unión Europea ni Reino Unido. Pero la Unión Europea debe dotarse de las herramientas necesarias para proteger a sus ciudadanos de las decisiones de sus socios que obstaculicen la circulación de los componentes necesarios para la fabricación de las vacunas y que pongan en entredicho la campaña europea de vacunación”, explican fuentes del Ministerio francés de Industria.

Gran Bretaña y el Viejo Continente materializan las tensiones de esta guerra bien declarada. Mientras los europeístas hubieran soñado con hacer de la compra colectiva de vacunas el símbolo del éxito de una Europa unida, se ha convertido en cambio en el símbolo de una “lentitud inaceptable” de la vacunación en Europa, denunciada por la Organización Mundial de la Salud (OMS) el 1 de abril.

“No vamos a hacer de Boris Johnson y empezar una guerra de vacunas, pero si quieres negociar, tienes que construir una relación de fuerza. Eso es lo que estamos haciendo con la prohibición de las exportaciones. El objetivo es llegar a un acuerdo con los británicos, pero sólo ocurrirá cuando seamos capaces de llegar al fondo de la tensión. Se trata de una lección que podemos aprender de varias experiencias con Boris Johnson”, mantiene el eurodiputado Pascal Canfin.

Reino Unido ha optado por la estrategia de administrar una primera dosis de la vacuna al mayor número posible de británicos. Por su parte, Europa ha preferido asegurar la segunda dosis para cumplir con los protocolos de los fabricantes de vacunas que se distribuyen actualmente en el Viejo Continente, que aseguran la inmunidad en dos inyecciones.

En caso de dificultades de suministro, Reino Unido podría verse incapaz de suministrar la segunda inyección a su población en el plazo recomendado por las empresas. “No soy de los que se alegran de que los ciudadanos de Reino Unido se queden sin dosis para la segunda inyección. Sin embargo, observo que la relación de fuerzas se está invirtiendo del lado de la Unión Europea”, opina Véronique Trillet-Lenoir, también eurodiputada renovadora.

La Unión Europea es consciente de la interdependencia en la cadena de producción de vacunas y ha planteado un principio: el libre comercio debe funcionar en ambos sentidos. “Estamos trabajando con los británicos para encontrar un acuerdo que garantice la reciprocidad en el comercio de vacunas y materias primas, y que asegure el suministro de ambas partes”, asegura un portavoz de la Comisión Europea.

“Es un poco mezquino alegrarse de que nuestros vecinos tengan problemas de abastecimiento”, opina Jaume Vidal, de la ONG HAI. “Lo que debemos esperar es que se vacune el mayor número posible de personas, en Francia, en Reino Unido, pero también en Laos y Camerún, ¡si no, no saldremos de esta pandemia!”.

“Todos los gobiernos están en esta carrera y en la lógica de la comparación. Ganar es bueno, pero no si impide que otros se vacunen”, argumenta otra defensora del acceso universal a la salud, Els Torreele. “La sociedad civil no ha conseguido transmitir un mensaje clave: necesitamos un acceso equitativo a las vacunas”, lamenta Jaume Vidal.

¿Cuáles son las alternativas para aumentar la capacidad de producción para suministrar vacunas al mundo? Una opción sería que los gobiernos utilizaran las licencias de oficio. Así, podrían obligar a las empresas farmacéuticas a entregar los secretos de fabricación de su vacuna contra el covid-19 para aumentar el número de productores.

Más ampliamente, en esta época de pandemia, el levantamiento automático de las patentes, que rigen la industria farmacéutica mundial concediendo un monopolio al fabricante durante 20 años, ayudaría a aumentar la producción industrial. La vacuna contra el covid-19 se convertiría así realmente en un “bien público mundial” y no sólo en una fórmula hechicera de Emmanuel Macron, pronunciada el 16 de junio de 2020. La Comisión Europea no apoya la idea.

Thierry Breton, al frente de la task force sobre la producción de la vacuna contra el covid-19, se presenta como el hombre que pide cuentas a la industria farmacéutica, y a AstraZeneca en particular, por sus retrasos en las entregas.

Sin embargo, rechaza de plano el reparto de licencias de vacunas. “El problema es aumentar la producción industrial de forma muy significativa. Se tiene un tiempo incompresible del orden de, como mínimo, 10 a 12 meses y más bien 24 meses”, explicó a los senadores franceses.

Si se diera una licencia a India, por ejemplo, “se tardaría lo mismo en poner en marcha una línea de producción para fabricar la vacuna. Eso ocurriría en 2022. Pero Europa ya habrá producido más de 2.000 millones de dosis y se estarán vacunando a países que nos necesitan, como Gran Bretaña y África”.

“Si hubiéramos compartido las licencias hace unos meses, ya estaríamos avanzando. Sí, lleva tiempo, pero también lo lleva vacunar a todo el mundo, sobre todo porque es probable que tengamos que vacunarnos anualmente contra el covid-19”, puntualiza Els Torreele, investigadora en innovación médica y bióloga de formación.

“Cada día que no empezamos a ampliar la capacidad de producción es un día perdido. El modelo de negocio de la industria farmacéutica es mantener un monopolio y obtener beneficios. Es evidente que se está escuchando”, se lamenta.

En la Cámara alta, Thierry Breton le dio la razón, muy a su pesar: “La propiedad intelectual es un tema importante, podemos hablar de ella quizás después de la crisis, pero desde luego no ahora, eso desestabilizaría todo el proceso”.

“La propiedad intelectual es una de las principales cuestiones de competitividad que permite que exista investigación, que la innovación pueda funcionar”, considera. Sin embargo, los productores de sueros anticovid-19 se han beneficiado en gran medida de las subvenciones públicas para la investigación y el desarrollo. Poco antes, el comisario europeo había subrayado: “De las vacunas que hay en el mundo y que funcionan, más de la mitad han sido desarrolladas con fondos europeos”.

Y citó a Pfizer-BioNTech, la primera vacuna autorizada en el mundo; a Janssen, la filial europea de Johnson & Johnson, cuyas primeras dosis se esperaban en el continente este 19 de abril; a CureVac, el siguiente suero que debería recibir luz verde de las autoridades sanitarias europeas... E incluso la Universidad de Oxford, socio del alumno malo AstraZeneca. [Este martes se conoció que la compañía estadounidense Janssen ha decidido retrasar la distribución en la UE de su vacuna, horas después de que EE UU recomendara la suspensión de la vacunación en ese país tras detectarse seis casos poco frecuentes de trombos en población vacunada].

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Traducción: Mariola Moreno

Leer el texto en francés:

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