Presidenciales EEUU
Familia, multimillonarios y telerrealidad, así es la Norteamérica de Trump
El fondo del escenario se ilumina y, en el Arena de Cleveland (Ohio), suena el We are the champions de Queen. Se perfila una silueta negra, que avanza lentamente y que mira a la izquierda y a la derecha. Deja ver su rostro, los presentes le aclaman. Donald Trump se aproxima al atril sin dejar de aplaudir. Se dispone a pronunciar sus primeras palabras ante los delegados republicanos antes de su entronización, este jueves, a las elecciones presidenciales, ahora que ha sido designado candidato oficialmente.
“Gracias… ¡Vamos a ganar!... ¡Vamos a arrasar!” El lunes, en la primera jornada de la convención republicana, el hombre de negocios neoyorquino hizo una entrada propia de una estrella del rock.
Para celebrar su designación como candidato republicano a las elecciones presidenciales, Trump prometió lentejuelas y espectáculo. Nada nuevo en este hombre cuya vida al completo es una inmensa puesta en escena, que ha forjado el mito Trump, eliminado las partes más sombrías (inquietantes, según el autor de su biografía) y construido su notoriedad con un programa de telerrealidad, The Apprentice, que se emite desde hace 12 años en la NBC, y donde se divierte despidiendo sin contemplaciones a candidatos que quieren trabajar para él:
En Cleveland, su sueño de organizar un acto grandioso no terminó de salir del todo bien. Se puso de manifiesto la división existente en el seno del Partido Republicano, en parte dubitativo o directamente horrorizado por su candidatura. Algunas personalidades excusaron la asistencia, como los excandidatos Mitt Romney (ocupado “con sus nietos”), John McCain (en el Gran Cañón), la familia Bush o John Kasich, gobernador de Ohio (pese a que la convención se celebraba en su Estado). Algunos senadores adujeron que tenían que “cortar el césped” o que les había surgido una jornada de pesca imprevista. Salvo excepciones, las grandes estrellas del cine, del mundo de la canción o del deporte, a las que se recurre a menudo para salvar actos así, se mantienen a distancia, ya sea porque están en contra de Trump o porque no les gusta dejarse ver con él.
El lunes, en el transcurso de la primera jornada de la convención, ésta rozó el ridículo cuando su tercera mujer, Melania, exmodelo, parafraseó un discurso de Michelle Obama; la trascendencia del plagio ha terminado por arruinar el plan de medios ideado, lo que ha puesto de manifiesto el alto grado de amateurismo de la campaña de Trump.
Aunque fue menos atractivo de lo que Trump esperaba, el casting de las 70 personas que se van a subir al estrado hasta el jueves por la noche constituye una buena radiografía de la Norteamérica a la que representa. En lo que respecta a los políticos, había numerosos oficiales republicanos –no todos muy entusiastas, pero decididos a mantener la unidad del partido, cuyas fórmulas alambicadas ponen de manifiesto el desconcierto existente–, pero también numerosos representantes de la derecha del partido Trump-compatibles, conocidos por mantener un discurso duro contra los inmigrantes o en la lucha contra el terrorismo o conversos, que se han sumado a su causa después de haberle atacado.
Como cabía esperar, los que militan contra la migración e, incluso, los militares están muy bien representados –la primera jornada de la convención estuvo dedicada, en parte, a la muerte en 2012, de cuatro soldados norteamericanos en Bengasi, uno de los ángulos de ataque preferidos de Trump cuando se trata de arremeter contra la candidata demócrata Hillary Clinton, entonces secretaria de Estado de Barack Obama. El sherif de Milwaukee, David Clarke, afroamericano, también tomó la palabra en nombre de los policías, muertos víctimas de dos ataques, en Dallas y en Bâton-Rouge. Lanzó un “Blue lives matter”, muy aplaudido –las vidas azules representan a las de los agentes, una alusión directa a una fórmula de Obama y al “Black lives matter”, el movimiento que lucha contra la violencia policial–.
Pero al plató también se subieron algunas estrellas de la pequeña pantalla, como Willie Robertson, protagonista de Duck Dinasty, una emisión de telerrealidad sobre las aventuras de una empresa familiar especializada en… señuelos para cazar patos. Robertson –con barba y su sempiterna bandana USA en la cabeza– debutó el lunes por la noche con una oración, después defendió la causa “de la gente normal, la que, como nosotros, cazan, rezan y trabajan de verdad para vivir”. Scott Baio, alias Chachi, el primo de Fonzie en la serie Happy Days, explicó “lo que es Norteamérica: el sacrificio, ganar, perder, triunfar, hacer cosas que a veces no se quiere hacer, incluido trabajar duro” y cómo el país se ha convertido en un “mal sitio” donde “ya no hay estabilidad y donde nada parecer funcionar bien”.
También intervino Antonio Sabato, exmodelo de Calvin Klein, actor en el culebrón Amor, gloria y belleza, que arremetió contra el “socialismo”, describió un panorama muy negro para hablar de los ocho años de Obama y ensalzó al que “va a encarrilar el país”. Además, Kimberlin Brown, la demoniaca Sheila Carter de Amor, gloria y belleza y de Fuegos del amor, que ahora se dedica a cultivar aguacates en California, fue la encargada de hablar en nombre de las “pequeñas empresas”.
Trump también invitó al misterioso Andy Wist, “fundador de la Standard Waterproofing Company”, de Nueva York. Un perfecto desconocido para el gran público, hasta el punto de que algunos medios de comunicación se preguntaron si no se trataba de una broma; Michelle Van Etten, un hombre de negocios que dice curar el cáncer con píldoras mágicas y a quien adoran algunos... Sin embargo, no logró que se subiera al escenario Don King, el célebre mánager de los grandes boxeadores, gran fan de Trump: el Partido Republicano funció el ceño cuando se enteró de que King fue condenado en los 60 por homicidio…
Por más que Trump se defina como un outsider, actualmente, según Forbes, es la 324ª fortuna en el mundo y, como tal, dio la palabra a tres amigos multimillonarios: Harold Hamm, que ha hecho fortuna en el petróleo (262ª fortuna del mundo), Phil Ruffin, propietario de casinos en Las Vegas, también él conocido por su pelo naranja (722ª fortuna) y Peter Thiel (638ª fortuna), fundador de Paypal, quien para Trump también tiene la ventaja de ser gay; ideal a la hora de desmarcarse de un Partido Republicano siempre en contra de la igualdad de derechos para las personas del mismo sexo.
Además de su mujer, Melania Trump, el candidato republicano empujó a su familia y a sus colaboradores bajo los focos. Quiso darle la palabra a sus cuatro hijos, Don Jr, Eric, Tiffany e Ivanka, todos muy influyentes en su campaña: tres son vicepresidentes de su holding, la Trump Organization. Su antigua asistente, que trabaja ahora con su hijo Eric, también señaló lo formidable que es Trump; lo mismo que Kerry Woodard, la mujer que gestiona sus viñedos en Virginia.
Tal y como destaca el site Politico, la lista de los 70 participantes también es muy blanca. Sólo un 25% de los participantes son negros o latinos, a imagen y semejanza del rechazo que el Partido Republicano –conocido por sus salidas abiertamente racistas– siente por las minorías. Una vez concluya la convención de Cleveland, Trump se ha comprometido a cambiarlo todo lanzando una gran operación para atraer a los latinos. Se cree que es Dios, ¿por qué no iba a hacer milagros?
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Traducción: Mariola Moreno
Leer el texto francés: