Francia
Juicio al exdirector del FMI: las “válvulas de escape” de Strauss-Kahn
El presidente del Tribunal Correccional de Lille [norte de Francia], Bernard Lemaire, hizo que los procesados se pusieran de pie. Cuatro hombres, vestidos con trajes oscuros, participaron en estas salidas “libertinas”; hubo 11 encuentros que tuvieron lugar en Francia, Bélgica y Estados Unidos entre 2009 y 2011. El pasado martes 10 de febrero comparecieron ante el Tribunal, acusados de "proxenetismo agravado".
Los empresarios David Roquet y Fabrice Paszkowski eran los “organizadores, los reclutadores y los que pagaban a las mujeres de compañía”, describe el presente del Tribunal. Por su parte, el comisario jefe Jean-Christophe Lagarde (exjefe de seguridad departamental del Norte) y el exdirector general del FMI Dominique Strauss-Kahn mantienen que ignoraban que las mujeres eran prostitutas. Ni siquiera se lo plantearon. Tras dos años de investigación, el caso por el que se juzga al exministro socialista generó divisiones, mientras la Fiscalía solicitaba el sobreseimiento de la causa, los jueces de instrucción consideraron que DSK había favorecido a sabiendas la prostitución de jóvenes y remitieron el caso al Tribunal.
“¿No ha cambiado de opinión?”, pregunta con cortesía Bernard Lemaire. No, DSK mantiene que nunca “sospechó” que estas mujeres fuesen otra cosa que libertinas, que asistían, como él, para alcanzar placer. “Nunca tuve la sensación de que venían por mí, venían con amigos a participar en una velada festiva”.
DSK, vestido con traje oscuro y con el rostro bronceado, actualmente al frente de una “empresa dedicada a asesorar a gobiernos y bancos centrales”, habla con el aplomo y la seguridad que da un CV como el suyo. Frente al evidente desamparo en que se encuentran las exprostitutas y dada la carga emocional de sus relatos, la voz grave del exprofesor de Economía suena casi benevolente, hasta el punto de llegar a situarse en algunos momentos como observador externo de su propio proceso, capaz de analizar el debate: “No vivimos la situación del mismo modo; yo la viví de forma cordial, ellas la vivieron de forma desagradable […] Los recuerdos sobre el asunto son cuando menos imprecisos”. Entre sus tres abogados, una mujer, Frédérique Beaulieu, es la encargada de realizar con tacto los interrogatorios de las mujeres personas como parte civil.
“Al leer la resolución judicial, puede dar la impresión de que no hacíamos otra cosa, pero fueron cuatro encuentros al años durante tres años”, relativiza DSK. En esa época, había “otra cosa que hacer” como, por ejemplo, salvar el planeta. “Sí, ¿usted era uno de los hombres más importantes de este mundo?”, inquiere el presidente del Tribunal, Bernard Lemaire. “No sé si es así, pero era la época de las subprimes de 2008 cuando el FMI salvó el planeta de una crisis sin precedentes.subprimes Además, tenía en mente ambiciones políticas, una relación de pareja complicada”. Para el director del FMI, estos encuentros no eran más que “pequeñas válvulas de escape” en una “vida extremadamente trepidante”.
En el estrado, DSK recalcó que la prostitución le “horroriza” por considerarla “sórdida” y poco “lúdica”. “No la desprecio, pero no me gusta porque soy de divertirme antes, durante y después de mantener relaciones sexuales”, declaró. Sobre todo, el excandidato electo a las presidenciales desconfiaba de las prostitutas “porque llevan una vida difícil” y son “sin duda más susceptible de sufrir presiones policiales, de un proxeneta”. “Si bien quería correr el riesgo de tener relaciones libertinas, por supuesto no lo habría hecho con prostitutas”, concluye tras precisar que evitaba los clubes de intercambio de parejas de Francia por las mismas razones.
A falta de poder frecuentar los clubes de intercambio de parejas, su amigo Fabrice Paszkowski, director de una empresa de material médico de Lens, organizaba veladas cuando iba a París. Junto con David Roquet, director de una filial de Eiffage [importante grupo de construcción francés] se encargaba de llamar a las prostitutas. Ambos hombres dicen que se conocieron tras coincidir en comidas de negocios, cada uno con sus respectivos clientes, en restaurantes de las cuencas mineras, “Fabrice me dijo: ‘Conozco bien a DSK, ¿quieres que monte una reunión con él?”, explica David Roquet. El ingeniero ambicioso, que encadenaba jornadas de 12 horas, vio “una oportunidad” para su grupo.
El martes se habló de tres de esas reuniones: una comida en L’Aventure –el 19 de febrero de 2009–, dos veladas en el hotel Murano de París –en la primavera de 2009 y después el 29 de julio de 2010–. En cada ocasión, Fabrice Paszkowski y David Roquet pagaban los gastos a medias, pero no participaban en los juegos amorosos; uno dice que le gustaba el papel de invitado mirón y el otro no se encontraba “en su salsa”.
Nunca se habló de dinero en presencia de DSK. Los sobres se entregaban en el taxi o en el tren de regreso a Lille. A veces casi ante las narices de Jean-Christophe Lagarde, que dice no haberse planteado nunca ni la menor cuestión. Fabrice Paszkowski, que evitó hablar de prostitución, asegura haber “caído en la facilidad de lograr la compañía de libertinas que pedían una remuneración”. “Lo oculté porque no es algo honroso. Otras personas sabían hacerse acompañar por libertinas”.
El empresario es del entorno de los hijos de Jacques Mellick, exalcalde socialista de Béthune. Se reunió con Dominique Strauss-Kanh en 2002 en Béthune en un foro económico y este se interesó de inmediato por el perfil de este militante, con un pie en el PS y otro en la empresa. DSK asegura que encontró en Jacques Mellick y Fabrice Paszkowski a “buenos interlocutores” para crear la delegación de su asociación À gauche en Europe [A la izquierda en Europa] en la región de Nord-Pas-de-Calais, “pieza esencial para el PS”.
Paszkowski llegó a convertirse incluso en un amigo íntimo que se ocupó de su madre al final de sus días, le enviaba mensajes durante sus apariciones televisivas. Y organiza y financia parties fines cuando el dirigente del FMI se encontraba de paso en París. “Creo que no se dio cuenta de que me hacía correr un riesgo”, trata de explicar DSK. “Organizaba estos almuerzos para complacerme. Ocupaba un puesto importante por lo que mucha gente quería complacerme”. Quizás su “amigo” también quiso “hacerle creer que estaba rodeado de más jóvenes libertinas de lo que realmente estaba, ya que yo mismo iba acompañado en todo momento”, advierte DSK.
“Me sentí como un objeto”
La primera vez, durante un almuerzo en un restaurante parisino, en febrero de 2009, David Roquet trajo desde Bélgica a Béatrice Legrain, compañera del proxeneta Dominique Alderweireld, así como a una de sus prostitutas. DSK, que llegó justo antes de que acabase la comida, tuvo relaciones con la prostituta en el sótano, en la discoteca, donde el grupo tomaba café. “¿Cómo explicarlo? Me ha pasado diez veces que una mujer se me ofrezca sin que esto tenga vinculación alguna con la prostitución”, aseguró DSK. “No es nada nuevo para mí”. Como las mujeres belgas desentonaban un poco, David Roquet buscó acto seguido a Mounia, una prostituta francesa que le presentó el abogado de Illinois Emmanuel Riglaire.
Las exprostitutas describen veladas que no se parecen en nada al libertinaje “lúdico” descrito por DSK. Durante la instrucción de la causa, Jade, que trabajaba en un club belga, al referirse a la velada de la primavera de 2009 en el Murano, habló de “carnicería” y de “matanza”. El testimonio de esta mujer belga, con gafas y jersey de cuello vuelto, –que había solicitado que el juicio se celebrase a puerta cerrada por sus dos hijos– es terrible para DSK, a quien no conocía. “Un día lo vi en la televisión y me dije: ‘Es él, pero está vestido’”.
Jade explica con todo lujo de detalles que el libertinaje, en el que participó, “no era tal”. “Nos presentamos cuando estamos vestidos, comemos algo juntos, se habla de algunos temas para no hacerlo violento, pero en este caso no fue así”, dice. Y compara lo sucedido con “la antigüedad, donde hay alguien en la cama al que rodea todo el personal de servicio”. “Era un mero objeto que debía hacer algo y no estaba allí como persona”, insiste Jade, quien trató de suicidarse una semana antes de entrevistarse con el perito psiquiatra.
Cuando el presidente Bernard Lemaire le pregunta si habló con DSK, responde de inmediato: “No realmente porque lo tenía en la boca”. “Describe esta escena utilizando palabras que son duras”, recalca el presidente. “Crudas”, corrige la exprostituta. “Precisamente porque he frecuentado clubes de intercambio digo que no es libertinaje. Es todo y nada. En el intercambio, hay una ida y una vuelta; en este caso, se trataba de solo ida”. La abogada Frédérique Beaulieu le recuerda que esa tarde tuvo relaciones con otros dos hombres. “Usted era relativamente libre de hacer lo que deseaba”. Una amiga de DSK describe “relaciones sexuales libres y cordiales”, remarca también la abogada. “Precioso relato, muy bien escrito”, ironiza Jade, que figura en el informe pericial como una “mujer inteligente, que analiza con madurez su trayectoria accidental”.
La otra parte civil Mounia, mucho más frágil que Jade, sostiene también que DSK no podía ignorar su condición porque “se permitió muchas licencias” durante un encuentro en un hotel de lujo parisino, un año más tarde, el 29 de julio de 2010. “No se trataba de su primera relación como prostituta, ¿qué le chocó este día?”, pregunta el presidente Bernard Lemaire. Como se calla al hablar de sodomia, Lemaire prosigue:
“¿Es difícil?
- Decir algunas palabras, sí
- Se las ha dicho al juez de instrucción, entre lloros, el juez así lo recoge.
- Hubo diferentes tipos de relaciones, entre ellos algunos que usted considera contranatura. Y relaciones que nunca antes había mantenido con otras personas.
- Sí.
- ¿Su compañero en ese momento no pudo malinterpretar si usted aceptaba o no?
- Creo que lo percibió.
- ¿Por qué lo dice?
- Porque yo lloraba y decía que me dolía mucho.
- ¿Había violencia?
- No, no era violencia, era una relación de fuerza.
- ¿Era brutal?
- Sí, porque no se paró.
- Pero, ¿consentido?
- Sí, hasta el final porque necesitaba el dinero de verdad, tenía miedo de irme sin él. [...] No dije que no, no lo aparté, lo padecí”.
Cada vez que se produce un receso en la sesión, Mounia se esconde tras sus gafas negras y su foulard, se cala la visera antes de avanzar entre la nube de cámaras. Estuvo en “tratamiento psiquiátrico” tras estos encuentros. “Me sentí como un objeto, como una cosa”. “No es la única que utiliza estos términos en este caso”, hace notar el presidente del Tribunal. DSK asegura por su parte que “no sintió una negación firme, ni siquiera negación a secas”, tampoco “notó” que la mujer “lloraba”. “Me habría dejado helado”, añade.
“Me habría abofeteado”
“Lo que sí constato es que Mounia y Jade tuvieron infancias lamentables”, continúa DSK, ante la disparidad abismal que hay entre las versiones. “No vivimos la situación del mismo modo, yo la viví de forma cordial, ellas la vivieron de una forma desagradable. Me doy cuenta de que los daños que la explotación mediática de este caso ha causado son catastróficos”.
Ni un gesto más de empatía durante la audiencia. Los otros imputados solo sintieron preocupación por las ambiciones y carreras rotas ante la apertura del procedimiento y el eco mediático de este. David Roquet, casado y padre de dos niños, interrogado sobre lo que siente al ver las lágrimas de Mounia, responde: “Hace tres años que lloro todos los días”. El ingeniero fue despedido por falta grave. A sus 45 años, se formó como albañil, compró una camioneta, herramientas y creó una empresa de restauración bautizada Espíritu de los monasterios. En cuanto a Paszkowski, ha adelgazado 10 kilos en prisión preventiva. Este hombre, de constitución fuerte y de pelo rapado, también está convencido de no “haber cometido ningún acto punible”. “Si en este caso no hubiese habido un DSK, nunca se habría hablado de nosotros”, repite.
En cuanto al comisario jefe Jean-Christophe Lagarde, que pasó por la brigada de estupefacientes del Quai de Orfèvres y por la brigada anticriminal de Lyon, hasta que aterrizó en Lille, ejercía de “acompañante” durante las salidas de París. Pero nunca se interesó por las mujeres presentes más que para mantener relaciones con ella. “No veía ni el interés ni la oportunidad de plantear este tipo de preguntas, las veladas reunían a gente consentidora y con el único fin de obtener todos placer”, explicó al presidente de la sala. “No tenía motivos para hacer preguntas sobre la condición de ninguna de ellas, me habrían abofeteado”. El policía solo tiene dos criterios para distinguir a una prostituta: “Te caza en la calle” o “pide dinero”.
Los dos representantes de la Fiscalía presentes en el juicio se sobresaltan: “¿Era el único responsable de seguridad departamental en Francia que no trabajaba para acabar con las redes de proxenetismo?”, arremete el fiscal Frédéric Fèvre. “Sí”, asegura Lagarde. “En ese caso no comprendo cómo su valoración ha sido ejemplar”, suelta el fiscal. El policía –que fue suspendido al día siguiente de su arresto preventivo en octubre de 2011– se reincorporó cuatro meses después a la dirección centra de seguridad pública de París, donde está al frente de la introducción de un nuevo software de asistencia en las investigaciones policiales.software
Las razones por las que el exdirector gerente del FMI ha sido absuelto de proxenetismo
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Traducción: Mariola Moreno
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