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Liderazgo y proximidad, así ganaron los comunistas en la segunda ciudad de Austria

Elke Kahr, en una entrevista en la cadena pública austriaca ORF, en septiembre de 2021.

Vianey Lorin (Mediapart)

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“Una conmoción”. “Un terremoto”. La prensa austriaca no encontraba calificativos lo suficientemente impactantes para describir la victoria del Partido Comunista Austriaco (KPÖ) en las elecciones municipales de Graz el pasado 26 de septiembre. El partido, prácticamente inexistente a nivel nacional, obtuvo el 28,8% de los votos, superando así a los conservadores (ÖVP), en la alcaldía desde hace 18 años.

La ciudad austriaca de Graz, la segunda del país con 331.000 habitantes, que presenta un centro urbano de calles adoquinadas donde coexisten las boutiques chic y las tiendas de vestidos tradicionales o pantalones de piel con las fachadas de colores de sus edificios de estilo Biedermeier, es a primera vista una ciudad tranquila y burguesa.

Por eso no es de extrañar que, durante la campaña, algunos opositores del KPÖ advirtieran del peligro rojo de los votantesrojo tentados por la campaña absolutamente social del partido. Sin mucho éxito, porque en las calles de la ciudad ahora apodada Leningraz, atemorizar con el comunismo ya no funciona: “Ha cambiado, ya no es el comunismo que conocimos en la época de la URSS tal y como se nos presenta a veces”, opina Waltraut Beirer, jubilada.

“Personalmente, no entiendo por qué se presentan como un partido comunista y luego dicen que las cuestiones políticas que se plantean a nivel mundial no son de su incumbencia. Si soy comunista, tengo que aceptar que un país como China también lo sea”, critica Klaus Winter, que no obstante no parece estar muy preocupado: “Ahora tienen que demostrar lo que pueden hacer [...]. Pero creo que no nos irá mal”, suelta con una sonrisa otro jubilado.

La imagen tranquilizadora de la que goza el partido en Graz contrasta con la connotación, a menudo negativa, que se asocia al comunismo en Austria, país limítrofe con el bloque soviético durante la Guerra Fría. Sin embargo, la victoria del KPÖ es sobre todo el resultado de una larga presencia en la escena política local: “El KPÖ de Graz es el único partido comunista de una gran ciudad que siempre ha estado presente en el ayuntamiento”, explica Heinz Wassermann, investigador de la Universidad de Ciencias Aplicadas. “Esto se debe a que la ley electoral de Graz es muy favorable a los partidos pequeños, no hay un porcentaje mínimo de votos para tener presencia en el ayuntamiento”.

Si bien esto ha permitido que el partido no perdiese visibilidad, fue un hombre, Ernest Kaltenegger, quien hizo posible el primer éxito. En las elecciones municipales de 2003, bajo su liderazgo, el partido aumentó su porcentaje de votos del 8% al 20%, al centrarse en una cuestión que sigue formando parte de su identidad política, la vivienda. “Cuando Kaltenegger era el responsable de vivienda en el ayuntamiento, se dedicó a recorrer las viviendas comunales [viviendas sociales propiedad del ayuntamiento] y cuando algunas personas tenían quejas, no se limitaba a tomar nota de ellas, sino que las resolvía”, dice Heinz Wassermann. “Según una famosa anécdota, una vez reparó una tubería de agua con sus propios alicates y no creo que eso sea una invención”.

En 1992, Kaltenegger también creó el Mieternotruf, el “número de emergencia para inquilinos”, que sigue existiendo en la actualidad. Marcando este número, los habitantes de Graz pueden obtener asesoramiento de la KPÖ en caso de desacuerdo con el propietario, problemas con la devolución de la fianza o hacer que se compruebe el contrato de arrendamiento para ver si los distintos gastos no son demasiado elevados. Este es el otro ingrediente del éxito de los comunistas en Graz: la proximidad y la accesibilidad.

Una máxima que ha hecho suya Elke Kahr, actual líder del partido y cabeza de lista en las elecciones municipales, que ha puesto su número de teléfono móvil en los carteles de campaña. Nos recibe en la sede del partido, donde puede leerse la inscripción Volkshaus, “casa del pueblo”, en grandes letras rojas en la fachada.

Es el día de las consultas de los ciudadanos; durante toda la jornada, acudirán uno tras otro para obtener ayuda y asesoría por parte de la aspirante a alcaldesa. Acude una mujer mayor, considera que su piso es demasiado pequeño para acoger a sus nietos y tiene miedo de su vecino, que escupe en su balcón desde el piso superior. Quiere mudarse pero no cumple los requisitos para obtener en nuevo piso de protección oficial. Elke Kahr se ofrece a realizar los trámites necesarios para ella con otro organismo, más flexible.

A continuación es el turno de una chica de 19 años; paga 550 euros de alquiler. Demasiado, ya que sólo cobra 1.000 euros al mes. Escucha los consejos de Elke Kahr mientras lanza miradas de preocupación a su cachorro, un perro que se sacude, ladra y golpea la cabeza contra las puertas de cristal, haciendo que la conversación sea a veces inaudible. Lo van a operar pronto, así que hay muchos gastos a los que hacer frente. “Pide un presupuesto al veterinario y veremos qué podemos hacer”, sugiere Elke Kahr.

Porque el partido no se limita a dar consejos, sino que a veces proporciona ayudas económicas, sacadas directamente de los sueldos de sus representantes electos: “En Graz, un teniente de alcalde gana 6.100 euros al mes, yo me quedo con 1.950”, asegura la mujer. El resto se entrega a los residentes que lo necesitan para pagar gastos sanitarios, una fianza o, como pedía una persona esta mañana, un funeral. “No queremos alejarnos de la renta media de la población porque entonces no sabemos cómo vive la gente con menos dinero”, explica Elke Kahr. Una vez al año, los concejales del partido presentan el importe total de estas donaciones: en 2020, ascendió a 168.000 euros.

Una iniciativa que a veces irrita a los partidos de la oposición: “Creo que cualquier persona que gane dinero y tenga un trabajo, es bueno hacer donaciones y apoyar a las organizaciones benéficas. Yo mismo lo hago, pero no doy una rueda de prensa para decir cuánto he donado”, critica Günter Riegler, teniente de alcalde de Hacienda, Ciencia y Cultura y miembro del partido conservador. “La misión del ejecutivo municipal es asegurarse de que todo funcione en la ciudad y eso depende de las prestaciones en las infraestructuras; esto incluye la gestión de las aguas residuales y los residuos, la educación, de las escuelas infantiles, de la planificación urbana o del transporte público. Por supuesto, lo social es uno de estos componentes, pero el KPÖ da la impresión a la gente de que sólo se trata de repartir dinero, que todo lo demás saldrá solo. Y no es el caso”. Algunos miembros de la oposición van más allá y critican lo que consideran una actitud populista y un deseo de comprar votantes.

En la región, el KPÖ también defiende ciertas posiciones controvertidas en opinión de muchos austriacos, como la salida de la Unión Europea. En Graz, los comunistas son más cautos y prefieren hablar de un “análisis crítico”. “La UE toma muchas decisiones que no son buenas para la mayoría de la población de los países miembros. Consideramos, por ejemplo, que la política de armamento es inadecuada, que este dinero es muy necesario en los Estados”, explica Elke Kahr.

La mujer, que aspira a convertirse en alcaldesa, debe asegurarse una mayoría estable en el ayuntamiento y garantiza que está dispuesta a hablar con todos los partidos, a excepción de la extrema derecha. Elke Kahr quiere construir una coalición con Los Verdes y los socialdemócratas del SPÖ, una solución “lógica”, a su parecer. Por ello, en las próximas semanas se celebrarán intensas consultas. Si llegan a buen puerto, Graz estará dirigida por primera vez en su historia por una alcaldesa comunista.

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Traducción: Mariola Moreno

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