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Seis hombres clave en el corazón del imperio de Putin
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Lo que cuenta el documental Un palacio para Putin, del Fondo de Lucha contra la Corrupción, la ONG de Alexei Navalni, es lo que revelan muchas investigaciones periodísticas. Se trata de historias de amistad, de intereses cruzados, de codicia por la fortuna y de devolución de favores en un mundo sin leyes ni reglas. Estas historias explican cómo un grupúsculo de hombres –una treintena– ha podido hacerse con el control de Rusia, de su poder político y de una buena parte de su economía.
Antes de ser elegido presidente en marzo de 2000, Vladimir Putin, entonces un perfecto desconocido para los rusos, esbozaba una autobiografía en un libro de entrevistas. (En primera persona, conversaciones con Vladimir Putin, traducido al francés en 2016). Cuando se le insta a hablar de sus amigos, ¿qué responde? “Tengo muchos amigos, pero muy pocos son realmente cercanos. Nunca me han traicionado y nunca les he traicionado”.
Estos amigos, hoy en el corazón del sistema putiniano, constituyen diferentes círculos: amigos de la infancia, amigos de la universidad, colegas del KGB en Alemania del Este y, sobre todo, colaboradores en el Ayuntamiento de San Petersburgo a principios de los años 90. Putin era entonces funcionario de la Comisión de Relaciones Económicas Exteriores. Tras el hundimiento de la URSS en 1991, esta posición iba a revelarse importante para que la ciudad pudiese llevar a cabo, más o menos, sus misiones básicas durante este período salvaje.
Cualquier empresario que quiera hacer negocios en Rusia explicará de buena gana que, salvo excepciones, en este país no se trabaja sin protección. A eso se le llama “un techo”, “kricha”. Y para estar seguro bajo un techo, hay que pagar por él. Vladimir Putin, primero como funcionario del Ayuntamiento de San Petersburgo y luego como presidente de la Federación Rusa, ha sido ese techo.
Inmensas empresas, energéticas, de banca, de transporte, de obras públicas se han repartido entre sus amigos. La operación era aún más fácil cuando se trataba de grupos públicos. Los encargos del Estado hincharon un poco más estas fortunas colosales conseguidas repentinamente. A cambio, los amigos han constituido la fortuna de Vladimir Putin y asegurado la financiación de su sistema (leer aquí).
Baste un ejemplo. El banco Rossiya, mencionado en el documental del equipo de Navalny, ha sido considerado durante mucho tiempo como la caja fuerte personal del presidente y sus amigos. No sólo gestiona las cuentas, sino también los activos y las empresas offshore del clan. El departamento del Tesoro de Estados Unidos lo considera “el banco personal de los altos dirigentes de la Federación Rusa”. En los textos oficiales de la Unión Europea también se dice: “El banco Rossiya se considera el banco personal de los altos funcionarios de Rusia”.
¿Quiénes son estos amigos? Hemos optado por presentar sólo a algunos de ellos. Los verdaderos pesos pesados del equipo, los pilares del sistema de financiación. Enlaces a otras investigaciones periodísticas permitirán saber más del resto.
Arkady Rotenberg, un amigo de la infancia
Este multimillonario apareció repentinamente el 28 de enero para afirmar ser el “propietario desde hace un tiempo” del famoso Palacio del Mar Negro. No aportó ninguna prueba de ello, sólo aseguró: “Es un lugar precioso y queremos convertirlo en un apartahotel. Vuelva dentro de unos años y verá lo espléndido que es”.
Arkady Rotenberg, junto con su hermano, Boris, es un amigo de la infancia de Vladimir Putin. De niños, descubrieron una pasión común, el judo. Arkady se convirtió en un entrenador de alto nivel. Cuando Putin fue elegido presidente, su amistad adquirió otra dimensión, mayor que la del tatami.
Los hermanos Arcady y Boris Rotenberg pesan ahora 2.700 y 1.400 millones de dólares, respectivamente. Crearon el grupo Stroygazmontazh, que incluye seis empresas constructoras especializadas en tuberías y gasoductos, y cuyo principal cliente es Gazprom. También son los principales accionistas del SMP Bank.
Para los Juegos Olímpicos de Sochi, los Rotenberg recibieron jugosos contratos. Una de sus empresas construyó 17 km de una carretera escarpada de Sochi por 2.500 millones de dólares, así como parte de la carretera combinada del mar a la montaña, cuyo importe es astronómico. También son accionistas de Mostotrest, la empresa que está construyendo la nueva autopista Moscú-San Petersburgo.
Y, sobre todo, Arkady Rotenberg ha construido el enorme puente que une Crimea con la Federación Rusa a través del estrecho de Kerch. Por este motivo, está sometido a sanciones por parte de la Unión Europea. En su hoja de sanciones se indica que “desde marzo de 2014, el señor Rotenberg o sus empresas han obtenido contratos públicos por un importe total de más de 7.000 millones de dólares. Muchos de estos contratos se adjudicaron sin un proceso competitivo formal”.
Serguei Tchemezov, un amigo del KGB
Es una de las mayores fortunas de Rusia. Sergei Chemezov fue agente del KGB en Dresde, Alemania del Este, a finales de los años 80 y compañero de despacho de Vladimir Putin. Entonces vivían en el mismo edificio. El hombre pasó toda su carrera en el complejo militar-industrial y las empresas de exportación de armas. En 1996, volvió a encontrarse con Putin, que al igual que él se incorporó a la administración presidencial de Yeltsin.
A partir del año 2000, la carrera de Chemezov se aceleró y en 2007 Vladimir Putin lo nombró director del gigante Rostec, una empresa pública que supervisa más de 700 empresas, principalmente militares, pero también de automoción y farmacéuticas.
Sergueï Tchemezov es más conocido en Francia que el resto de “amigos” porque fue el negociador ruso del contrato Mistral, el mercado que preveía la venta de portahelicópteros a Rusia. François Hollande finalmente rechazó su entrega en 2014, en el momento de la crisis ucraniana. Pero antes, en 2010, Chemezov fue galardonado con la Legión de Honor por Nicolas Sarkozy.
Mediapart (socio editorial de infoLibre) reveló el siguiente correo de Claude Guéant, entonces secretario general del Elíseo, dirigida al oligarca ruso: “Varios de sus amigos me han comunicado su deseo de que el presidente de la República le entregue la insignia de Oficial de la Legión de Honor”, escribió Guéant, que propuso unas fechas en marzo de 2010.
Desde entonces, Sergueï Tchemezov está sometido a sanciones estadounidenses, pero también europeas. “Es uno de los amigos próximos del presidente Putin, ambos fueron oficiales del KGB destinados en Dresde y es miembro del Consejo Supremo de ‘Rusia Unida’. Gracias a sus vínculos con el presidente ruso, ha sido ascendido a altos cargos en empresas controladas por el Estado” señala su ficha de la UE.
Nikolai Shamalov, un amigo de San Petersburgo
Desde 2005 hasta la fecha, Nikolai Shamalov está omnipresente en el negocio del palacio del Mar Negro, desde la elección del terreno hasta la gestión de la finca y su financiación. Pero los dos hombres se conocen desde principios de los años 90, en el Ayuntamiento de San Petersburgo. En 1996, ocho compañeros, entre ellos él mismo y Vladimir Putin, decidieron crear la “cooperativa Ozero” para construir dachas a orillas del lago Komsomolskoye, en la región de Leningrado.
En 1992, Shamalov se convirtió en accionista de la empresa Petromed, creada en San Petersburgo con la ayuda del comité de relaciones exteriores de la ciudad, entonces dirigido por Vladimir Putin. Es esta empresa la que, a través de grandes contratos de importación de equipos médicos, asegurará la primera financiación del palacio en la década de 2000.
Está previsto que los oligarcas financien gratuitamente el proyecto médico. “Como explicó más tarde Shamalov, la condición adelantada por Putin era que Petromed pagara el 35% de la financiación recibida en cuentas extranjeras”, escribe Sergei Kolesnikov, un empresario que también es accionista de Petromed, pero que prefirió sacar todo a la luz en 2010 antes de huir al extranjero. Este 35% acumulado en las cuentas de las empresas offshore vuelven a continuación a las costas del Mar Negro...
Shamalov es también accionista del banco Rossiya, posee un 12,7% del capital. En la década de 1990, las familias Putin y Shamalov disfrutaban de unas vacaciones juntas en Europa. Sus hijos son amigos. El hijo de Nikolai Shamalov, Kirill, se casó con la hija menor de Putin, Katerina Tikhonova, en 2013. La fortuna no tardó en sonreírle. Se convirtió en el multimillonario más joven de Rusia, ¡con sólo 32 años! Separado desde 2018 de su esposa, su fortuna se estima hoy en más de 1.200 millones de dólares.
Nikolai Shamalov está sometido a sanciones europeas desde 2014. Explicaciones de la hoja de sanciones: “Se beneficia de sus relaciones con los responsables rusos. Es el segundo mayor accionista de [el banco] Rossiya”.
Yuri Kovalchouk, amigo de San Petersburgo
Es un hombre clave, que se encuentra en los vericuetos de la financiación del palacio del Mar Negro y en todo el sistema financiero que acompaña a Putin y su familia. El Departamento del Tesoro de Estados Unidos describe a Yuri Kovalchuk como el “cajero” de Putin.
Los dos hombres fueron amigos a principios de los años 90 en el Ayuntamiento de San Petersburgo, cuando se le encomendó a Putin que transformara un pequeño banco de propiedad municipal en una institución privada. El resultado fue el banco Rossiya, ya mencionado, del que Yuri Kovalchuk es gerente y principal accionista.
Este hombre es también uno de los cofundadores de la “cooperativa Ozero”, ya mencionada. Y sus negocios prosperarán en cuanto Putin se instale en el Kremlin. En 2004, el banco Rossiya se hizo con algunos de los activos de Gazprom, incluido el 50% de Sogaz, una de las mayores compañías de seguros de Rusia, a un precio considerablemente infravalorado.
El exopositor Boris Nemtsov, asesinado en 2015, estimaba en sus informes sobre la corrupción de Putin que el importe total de los activos de Gazprom así transferidos al banco Rossiya, o a otras estructuras controladas por los familiares de Putin, era de 60.000 millones de dólares.
Rossiya Bank también controla el holding de prensa National Media Group, que posee varios canales de televisión, del diario Izvestia y el 25% de Pervyi Kanal, el canal estatal más visto de Rusia. Su fortuna, según Forbes, asciende a 2.400 millones de dólares. Desde 2014, él también figura en la lista de personas sometidas a sanciones de la Unión Europea.
Guenaadi Timerchencko, un amigo de San Petersburgo
El hombre es discreto, preocupado por su imagen, y posee una de las mayores fortunas de Rusia, 22.000 millones de dólares, según ForbesForbes. Pero se le puede encontrar en muchos montajes financieros del Palacio del Mar Negro, y en particular de sus viñedos. También es el que dona apartamentos al entorno de Putin, según el Fondo Anticorrupción.
Fue a principios de los años 90, en San Petersburgo, cuando Guennadi Timchenko conoció a Putin. Entonces, empleado por una empresa petrolera finlandesa, tuvo que pasar por el despacho de Putin en el ayuntamiento. Los dos hombres se llevan de maravilla y Timchenko haría fortuna en el negocio del petróleo. Especialmente en la década de 2000, cuando las empresas petroleras estatales rusas tuvieron que vender su petróleo para la exportación a través de su empresa Gunvor, con sede en Suiza y fundada en 1997.
Aunque vendió sus acciones en este grupo tras las sanciones de Estados Unidos, Tymchenko sigue al frente de otro gigante, el Volga Group, que acumula actividades en energía, transporte, construcción y gestión de grandes infraestructuras (aeropuertos). Su empresa ha construido el puente atirantado más largo del mundo en Vladivostok.
Guennadi Timchenko es el hombre que permitió a Total a entrar en el mercado ruso. Y es el favorito de los círculos empresariales franceses. Junto con Patrick Pouyanné, director general de Total, copreside el consejo económico de la Cámara de Comercio e Industria franco-rusa, que reúne a empresarios de ambos países y se ha convertido en uno de los grupos de presión más activos para el levantamiento de las sanciones contra Rusia. Además, Tymchenko es uno de los pocos miembros del clan Putin que no ha sido objeto de sanciones europeas.
Igor Setchine, un amigo de San Petersburgo
Durante 30 años, sus vidas y carreras no han dejado de enlazarse. Igor Setchine es, sin duda, uno de los mejores amigos de Vladimir Putin. Su sombra, sus ojos y sus brazos, a veces su cerebro, cuando aboga por dar aún más peso a los “ministerios de la fuerza", la defensa y los servicios de seguridad.
Igor Setchine lleva diez años al frente de Rosneft, el mayor grupo petrolero estatal. Se podría decir que ya lo había gestionado desde 2004 hasta 2008, cuando se creó. Porque Rosneft, que entonces era una empresa petrolera mediana, se convirtió en un gigante al trocear Yukos, la empresa privada de Mijaíl Jodorkovski, condenado a diez años de cárcel.
Rosneft, al igual que Gazprom, el gigante del gas dirigido por otro amigo de San Petersburgo, Alexei Miller, es un grupo tentacular y un pilar de la economía rusa. Igor Setchine es un político. A principios de la década de 1990, fue colaborador de Vladimir Putin en el comité de relaciones económicas exteriores de la ciudad de San Petersburgo. En 1996, le siguió a Moscú y se incorporó con él a la administración presidencial.
Cuando Vladimir Putin resultó elegido, se convirtió en subjefe de la poderosa administración del Kremlin, ayudó a establecer el poder de su líder y luego se fue para ayudar a Rosneft a crecer. Pero nunca se aleja mucho del despacho presidencial.
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Traducción: Mariola Moreno
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