Una imagen vale más que mil celebraciones. Eran las nueve de la noche en El Salvador cuando el presidente Nayib Bukele publicó un gráfico en su cuenta oficial de la red social X. Era un momento histórico, porque la cartera de bitcoins de ese Estado centroamericano acababa de alcanzar el equivalente a 603 millones de dólares (algo más de 570 millones de euros). ¿La razón? La explosión del precio del bitcoin, que el jueves 5 de diciembre superó la simbólica barrera de los 100.000 dólares.
El joven dirigente saborea su revancha y se le restriega a sus detractores, que vaticinaban que su pasión por las criptomonedas causaría la ruina de su país. El Salvador, que introdujo el bitcoin como moneda de curso legal en 2021, se ha beneficiado de hecho del auge de la criptomoneda en el último año, amplificado exponencialmente desde que Donald Trump ganó las elecciones presidenciales el 4 de noviembre. “De nada”, se jactó el presidente electo de EEUU.
Elon Musk, el jefe de Tesla, SpaceX y la red social X, lo calificó de “impresionante”. Una forma de recordarnos, si aún no nos habíamos dado cuenta, que también él es uno de los artífices del auge de las criptomonedas. En los últimos meses, el multimillonario ha redoblado esfuerzos para apoyar al candidato Trump, regándole con decenas de millones de dólares a través del super PAC America, pero también utilizando toda su influencia en la red social X, como ha demostrado una investigación de Le Monde.
Un lobby como cualquier otro
Parece que hace ya mucho que Donald Trump creía que el bitcoin era una “estafa”. En 2021, el ex presidente todavía insistía en la necesidad de una regulación “muy, muy fuerte” de las criptomonedas, que le parecían demasiado volátiles. Eso fue antes de que la industria de las criptomonedas demostrara que era capaz de hacer llover grandes sumas de dinero sobre el mundo político: se pusieron en el bote 131 millones de dólares para que salieran elegidos diputados pro criptomonedas.
“La industria de las cripto es el mayor financiador privado de la campaña americana de 2024, por delante de los financiadores tradicionales, como los grandes grupos de presión del tabaco, el petróleo y otros”, afirma Nastasia Hadjadji, autora de No cripto. Cómo el bitcoin ha hechizado al planeta (edit. Divergences), preguntada por Mediapart. “Por primera vez en la historia de esta industria, ésta ha adoptado técnicas de presión política tradicional eficaces. Actuaron durante mucho tiempo, fueron pacientes, organizados, acudiendo a todos los lugares donde podían activar su influencia”.
Esta experta francesa del sector ve en la nueva alianza político-financiera el “triunfo de una matriz intelectual, el ciberlibertarismo”. Es decir, una mezcla de deseo de desregulación, odio a la “burocracia gubernamental” y un “hiperindividualismo, presentado como un proyecto de sociedad”. Pero, ¿qué ocurre cuando “multimillonarios que se presentan como disidentes políticos” llegan a gobernar?
Esta paradoja es fundamental para entender el desarrollo del bitcoin, que entra ahora en un capítulo sin precedentes de su historia. “Es un momento de grandes contradicciones”, prosigue Nastasia Hadjadji. “No hay que olvidar que el activo se creó supuestamente para luchar contra los excesos del capitalismo financiero, contra las instituciones bancarias. Hoy, esos mismos protagonistas de las criptomonedas se enorgullecen de que las instituciones financieras les promocionen.”
Los pro criptomonedas entran en la administración Trump
Paul Atkins, un abogado pro criptomonedas, cuyo nombre ha sido vinculado a que el bitcoin rompiera la barrera de los 100.000 dólares, al parecer ha sido contactado por Trump para dirigir la muy seria autoridad reguladora de los mercados financieros americanos, la Comisión de Bolsa y Valores. “Paul reconoce que los activos digitales son cruciales para hacer que Estados Unidos sea aún más grande de lo que nunca ha sido”, comentó Donald Trump en su red Truth Social el 4 de diciembre, lo que provocó que el valor del bitcoin subiera un 4,8% en 24 horas.
Dos semanas antes, la elección de Howard Lutnick como próximo Secretario de Comercio ya había despertado expectación en el mundo de las criptomonedas. Lutnick dirige Cantor Fitzgerald, un banco de inversiones que está pendiente de adquirir una participación del 5% en la intrépida firmaTether. En pocas palabras, Tether gestiona una criptodivisa denominada “stable”, porque está vinculada al dólar americano, pero ha sido objeto de una investigación por parte del departamento de Justicia de Estados Unidos. A finales de octubre, el Wall Street Journal informó de sospechas de que la stablecoin Tether estaba siendo utilizada con fines ilegales por potenciales delincuentes.
Lo que a Trump le gusta de las criptomonedas es simplemente el crecimiento económico que pueden aportar a Estados Unidos
Esta no es la única mano tendida a la industria. Hay otra más que ha sido revelada por el New York Times: Eric Trump, vicepresidente ejecutivo de la Trump Organization, tiene previsto acudir la próxima semana a Abu Dhabi, en Emiratos Árabes Unidos, para celebrar la “edad de oro del bitcoin”, junto a destacadas figuras de la criptoesfera y representantes de la Administración americana. Poco antes de las elecciones, Trump y sus hijos lanzaron su propia plataforma de criptomonedas, World Liberty Financial. Esto plantea interrogantes sobre los porosos vínculos entre los negocios de la familia Trump y los beneficios que le reportaría una vez que el patriarca vuelva a la Casa Blanca.
Pero la figura pro criptomonedas más convincente del entorno de Trump sigue siendo Elon Musk, que lleva años utilizando su dinero e influencia para hacer subir el precio de las cripto, en las que invierte masivamente. A través de Tesla, su próspera empresa de vehículos eléctricos, ha comprado 1.500 millones de bitcoins en 2021, ayudando a legitimar esta criptodivisa.
También ha pronunciado numerosos discursos sobre dogecoin, una criptodivisa que ayudó a financiar en secreto. Incluso transformó el logotipo de la red social X durante varios días en un perrito, la mascota de Dogecoin. Desde la elección de Donald Trump, el 4 de noviembre de 2024, el valor de la criptomoneda ha subido un 158%. Un detalle no muy sutil: el futuro presidente anunció que Musk pronto dirigiría un nuevo departamento llamado Department of Government Efficiency, el acrónimo de DOGE.
Hacia una “aceptación mucho mayor”
Pero, ¿se puede calificar a Donald Trump de criptoaficionado? Para Claire Balva, empresaria y autora de Bitcoin y criptomonedas fáciles. Entender las monedas digitales y su importancia económica y política (edit. First), su apoyo es más pragmático que ideológico: “Lo que le gusta de las criptomonedas no es la descentralización, no es la privacidad, sino simplemente el crecimiento económico que puede aportar a Estados Unidos. Es el hecho de que vaya a crear puestos de trabajo, a crear empresas, atraerá al capital.”
Balva señala que Kamala Harris también había intentado, al final de la campaña, tranquilizar al mundo cripto al decir que estaba a favor de las “tecnologías emergentes” como el blockchain –el protocolo en el que se basan las criptodivisas– y la inteligencia artificial.
“Sean republicanos o demócratas, no creo en absoluto que haya ninguna convicción fuerte sobre las criptomonedas [...]. Se trata sobre todo de oportunismo electoral. Hace unos años, Trump y Harris eran relativamente hostiles a las criptomonedas. Pero se dieron cuenta de que parte de la población las tenía, y que era un tema importante”, añade la especialista.
Sin embargo, un estudio realizado en 2023 por la Reserva Federal de EEUU mostraba que, lejos de multiplicar por diez las estadísticas pregonadas por algunos en el sector, el número de americanos que poseían bitcoins rondaba los 11 millones, es decir, el 7% de la población. No obstante, el ecosistema de las criptomonedas es denso y poderoso, dividido entre los que siguen defendiendo “a la antigua usanza” los valores descentralizados de los protocolos y los que han llegado por el deseo de invertir en un mercado lucrativo, arriesgado pero que puede aportar muchas ganancias.
“La fuerte, precisa y eficaz presión ejercida en la campaña es también una forma de mover el cursor. Aspiramos a una aceptación mucho mayor del activo, que se está ya institucionalizando”, concluye Nastasia Hadjadji. “Si mucha gente nueva compra bitcoin, seguro que hará más sostenible la economía de lo que era”. Es el mismo principio en el que se basa el mercado de valores: cuanta más demanda haya, mayor será el valor del activo. Para enriquecerse, es necesario que otros compradores entren en el mercado, dispuestos a pagar un buen precio.
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Es probable que el bitcoin vaya viento en popa en los próximos meses, pero ningún experto avezado del sector se atrevería a aventurar predicciones a lo Nostradamus a largo plazo, dada la volatilidad e inestabilidad de la cotización de la criptodivisa en los últimos años.
Traducción de Miguel López
Una imagen vale más que mil celebraciones. Eran las nueve de la noche en El Salvador cuando el presidente Nayib Bukele publicó un gráfico en su cuenta oficial de la red social X. Era un momento histórico, porque la cartera de bitcoins de ese Estado centroamericano acababa de alcanzar el equivalente a 603 millones de dólares (algo más de 570 millones de euros). ¿La razón? La explosión del precio del bitcoin, que el jueves 5 de diciembre superó la simbólica barrera de los 100.000 dólares.