Las centrales de carbón encaran sus últimos días: solo queda en activo una de cuatro

Archivo - Central de Aboño

El fin del carbón en España es inminente. En 2019 cerraron las últimas minas del país y en los próximos meses lo harán las centrales que queman carbón para generar electricidad. De las cuatro centrales que quedan operativas, tres llevan semanas sin dar señales de vida, y la que funciona echará el cierre como tarde el 31 de junio. Es posible que alguna de las plantas en hibernación se reactive de manera puntual en los próximos meses si repuntan los precios de la luz y aumenta la demanda, aunque el sector ya se prepara para echar el cierre.

La única que ha comunicado oficialmente su apagón es Aboño II, en Asturias, el grupo térmico de carbón con mayor potencia de España (556 MW). El 25 de febrero fue su último día de funcionamiento y ahora está en proceso de transformación para funcionar con gas natural este verano y terminar quemando hidrógeno renovable en el futuro. Su gemelo, Aboño I (366 MW), asumió temporalmente su trabajo y se puso en marcha en marzo, pero el 12 de abril se apagó y no ha vuelto a encenderse, según el seguimiento de estas centrales que realiza Paco Ramos, experto en Energía de Ecologistas en Acción. 

En todo caso, el grupo I de Aboño tiene un permiso excepcional para quemar carbón durante 2.000 horas en 2025, casi tres meses completos, y en cualquier momento puede volver a funcionar si lo decide la eléctrica EDP, su titular, o se lo pide Red Eléctrica. Lo que sí ha anunciado la compañía es que sus tres centrales de carbón en España cerrarán a lo largo de 2025.

En la misma situación que Aboño I se encuentra Los Barrios, la térmica de Cádiz, que lleva apagada desde el 7 de febrero. Según una fuente cercana a la instalación, es probable que no vuelva a encenderse porque no va a recargar combustible, y ya estaría preparándose para transformarse en una planta de producción de hidrógeno verde.

La que sí quema carbón estos días es la planta de Soto de Ribera, también en Asturias y en manos de EDP. Aunque cerró sus grupos I y II, el grupo III de 361 MW da cobertura estos días al sistema en las horas en las que hace falta ajustar la producción al consumo. Paco Ramos explica que de las térmicas operativas, esta es la que más sentido tiene que funciones, porque tiene una planta de desnitrificación para reducir las emisiones de óxidos de nitrógeno (NOx), unos contaminantes muy agresivos para la salud. Esta adaptación de 2017 permite a Soto de Ribera operar sin límite de horas anuales.

La cuarta central de carbón operativa en España, Es Murterar (Alcúdia, Mallorca), también está estos días en hibernación y no se ha encendido desde febrero. Es la única que no es de EDP, sino de Endesa, y de sus cuatro grupos originales solo quedan dos abiertos, cada uno de 120 MW. La particularidad de esta instalación es que Baleares tiene una conexión eléctrica limitada con la península, de un solo cable, y el archipiélago necesita la instalación para garantizar la luz en casos de picos de consumo. De esta manera, no está previsto el cierre de Es Murterar hasta 2026, cuando en teoría entrará en funcionamiento un segundo cable entre las islas y la península.

A finales de 2024 también quedaba una quinta planta en operación, La Pereda, en Asturias, propiedad de Hunosa, pero dejó de quemar carbón la última semana del año, y está ahora en proceso de transformación para quemar biomasa. En realidad, no era un grupo térmico de carbón al uso, sino que era una planta de tratamiento de residuos mineros que generaba energía con su combustión.

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El problema al que se enfrentan las compañías es que estas centrales son altamente contaminantes y para operar tienen que pagar grandes sumas de dinero en forma de derechos de emisiones, de manera que solo se encienden cuando la demanda de luz es alta y hay poca generación porque las renovables no funcionan. En febrero se produjo la tormenta perfecta, pero en primavera es muy difícil que se den estas condiciones debido al sol, el agua y el viento.

Los datos de Red Eléctrica evidencian que el peso del carbón es ya anecdótico en el mix energético español, especialmente estos días, de abril, y no alcanza el 1% de la generación total. En el último año móvil, de abril de 2024 a abril de 2025, el carbón apenas ha participado en el 1,2% del mix, la cifra más baja de los últimos cuatro años. En este momento hay instalados un total de 2.061 MW de potencia de carbón, —sobre un total de 130.386 MW—, cuando en 2019 eran 10.619 MW.

Los daños en la salud de la contaminación de estas plantas está altamente demostrado por el cóctel de gases que emiten en sus chimeneas. Un informe del Instituto Internacional de Derecho y Medio Ambiente (IIDMA) de 2019 cifra en 1.529 las muertes en España relacionadas con estas centrales entre 2015 y 2016. Otro estudio en Science, publicado a finales de 2023, concluyó que el daño en la salud del carbón era mucho mayor de lo que se pensaba. "Más del doble de lo que pensábamos", escribió Lucas Henneman, profesor de George Manson University, en The Conversation. La razón principal son las emisiones de hollín, en fórmula de micropartículas PM 2.5.

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