Medidas radicales como las de la pandemia, el requisito para alcanzar las cero emisiones en 2050
Las emisiones de efecto invernadero por la quema de combustibles fósiles marcarán récord en 2022 y se espera que vuelvan a aumentar el próximo año, una situación que acelera el calentamiento global y complica el trabajo necesario para su reversión. La única solución para mantener la temperatura global en unos límites manejables es reducir a cero las emisiones, y para ello habría que reducir cada año la expulsión de 1,4 gigatoneladas de CO₂ a la atmósfera, según una previsión publicada este viernes por Global Carbon Project, una cantidad equivalente a lo que el mundo evitó contaminar en 2020 con el parón del covid-19.
"Para lograrlo necesitaríamos llevar a cabo anualmente las mismas acciones que hacemos cuando estamos en una gran crisis, como la gran recesión, la pandemia o un desastre natural", resume Pep Canadell, director ejecutivo del Global Carbon Project, durante un encuentro con la prensa organizado por Science Media Centre.
Un escenario de este calibre supondría una paralización total de forma temporal del transporte de personas y el cierre de la industria y las oficinas, lo que evidencia que la humanidad se encuentra en las antípodas de cumplir su objetivo de no calentar la Tierra más de 1,5 grados frente a la etapa preindustrial, como se fijó en el objetivo idílico del Acuerdo de París de 2015.
Canadell descarta tajantemente que se logre ese objetivo de los 1,5 grados, porque la temperatura media terrestre ha aumentado ya 1,14 grados respecto al periodo 1850-1900. De hecho, el informe de Carbon Project calcula que en este momento hay un 50% de probabilidades de que la superficie se caliente 1,5 grados en solo nueve años si contaminamos al mismo ritmo de 2022, algo que el experto ve muy factible.
"Es muy posible que cuando lleguemos al pico de emisiones no sea para bajar, sino que nos quedemos ahí durante varios años", afirma. Si esa llanura se extiende en el tiempo, los autores calculan que la temperatura será 1,7 grados superior en 2040 y el desfase alcanzará los 2 grados a mitad de siglo.
El informe ha sido elaborado por más de un centenar de científicos de 80 instituciones y se ha presentado durante la cumbre del clima de Egipto para dar contexto a los políticos de los nulos resultados que han logrado las conferencias anteriores. Sin embargo, algunos de sus protagonistas no están presentes en la COP 27, como China o India.
El mundo emitirá este año 40,6 gigatoneladas de CO₂ a la atmósfera, de las que 36,6 gigatoneladas provendrán de las emisiones de combustibles fósiles, un 1% más que el año pasado, debido al aumento de la quema de carbón —que se espera que alcance un récord por primera vez desde 2014— para compensar la caída de consumo de gas por las sanciones a Rusia. También se ha reducido las emisiones por generación de cemento, una de las industrias más dañinas del mundo, debido al fenazo económico de China, pero se ha compensado con la reactivación de la aviación y el fuerte aumento de la quema de queroseno.
"Nuestros resultados revelan turbulencias en los patrones de emisiones de este año como consecuencia de la pandemia y la crisis energética. Estamos en un punto de inflexión y no debemos permitir que los acontecimientos nos distraigan de la necesidad urgente de reducir nuestras emisiones para estabilizar el clima mundial y reducir los riesgos en cascada", afirma Corinne Le Quéré, profesora en la Universidad de East Anglia.
La guerra de Ucrania ha afectado principalmente a la Unión Europea, donde el consumo de energía en la industria se ha desplomado con fuerza debido al encarecimiento de la luz y el gas, lo que provocado que las emisiones de CO₂ de los 27 países se hayan reducido este año un 0,8%, según los autores del informe, que han utilizado datos recopilados hasta principios de noviembre y han simulado los de los últimos dos meses del año. China también ha menguado su expulsión de gases de efecto invernadero en un 0,9% debido a su política cero-covid, que ha mantenido confinamientos en diferentes partes del país durante los últimos diez meses.
Todo ello no ha servido para compensar la contaminación extraordinaria del resto del mundo en 2022. Estados Unidos ha aumentado sus emisiones un 1,5% según las previsiones presentadas este viernes, mientras que la India ha registrado un crecimiento astronómico del 6% interanual, el mayor aumento en dos décadas, según Pep Canadell.
De cara al próximo año, el director de Global Carbon Project adelanta que la expulsión de dióxido de carbono repuntará de nuevo, aunque de una manera más suave. "Se espera que las emisiones crezcan menos que este año debido a la ralentización de la economía, seguramente aumenten un 0,5% o menos en comparación con 2022", afirma. El experto vaticina que China será el que arrastre al resto del mundo el año que viene, ya que probablemente se recuperará por completo de los daños del covid.
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Una de las particularidades de este estudio es que no solo contempla quiénes contaminan y cuánto lo hacen, sino que analiza los llamados sumideros naturales, los recursos naturales que son capaces de absorber buena parte del CO₂ que tiene la atmósfera. El agua y las plantas han capturado en la última década el 53% del dióxido de carbono y son indispensables para ralentizar el cambio climático, pero a medida que el planeta se calienta su capacidad de atrapar este gas se desploma.
"Las altas temperaturas dificultan la disolución del CO₂ en el agua y la vegetación del trópico ya funciona al máximo de su capacidad, por lo que calculamos que la eficiencia de los océanos es un 4% más baja y la de los sumideros terrestres un 17%", explica Canadell. A medida que el calentamiento global se agudice, estas depuradoras de aire naturales seguirán perdiendo capacidad para absorber el CO₂, lo que atrasará aún más el trabajo para reducir la contaminación atmosférica.
De la misma forma, la deforestación es en sí misma una forma de aumentar las emisiones de efecto invernadero, ya que se retiran del planeta toneladas de árboles que habrían filtrado el aire y capturado su dióxido de carbono. Con este método, este año se han expulsado 6,7 gigatoneladas de CO₂ a la atmósfera, de las que la mitad (3,5), se han compensado con la plantación de nuevos bosques. Indonesia, Brasil y la República Democrática del Congo representan el 58% de estas emisiones.