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Cuatro años de recortes en el arrastre solo mejoran el estado de la mitad de los caladeros del Mediterráneo

Un pescador observa los demás barcos de arrastre sin salir en el puerto de La Caleta de Vélez-Málaga (Málaga), este martes.

Hace dos semanas que la Comisión Europea propuso acabar de facto con la mayor parte de la pesca de arrastre española al plantear a los Estados miembros reducir un 79% los días en los que pueden faenar en el Mediterráneo occidental los barcos que emplean redes de arrastre. Se trata de un órdago de Bruselas para garantizar que las especies afectadas por la pesca de arrastre quedan protegidas, pero tan extremo que provocó el enfado de los pescadores, el Gobierno e incluso de los conservacionistas. Más allá de que la medida sea desproporcionada, los análisis demuestran que las poblaciones de peces capturados con arrastre están muy mermadas, y que las medidas preventivas de los últimos cuatro años apenas han mejorado la situación. El consejo científico que asesora a la UE estudia cada año nueve puntos de la costa española, y solo en cuatro ha habido un incremento de los ejemplares entre 2021 y 2023.

En concreto, este panel de expertos mide la situación de seis especies pescadas por redes de arrastre en cuatro lugares diferentes de la costa española. Entre 2021 y 2023 han crecido en población la gamba blanca, el salmonete de roca (en Baleares), el salmonete (Golfo de León) y la gamba roja (Andalucía y Baleares). Pero paralelamente se ha reducido la población del salmonete (Andalucía y Cataluña) y se ha mantenido estable la de la merluza y la cigala (Cataluña), mientras la gamba roja (Cataluña y Golfo de León) y la cigala (Baleares) han fluctuado.

El problema es que, aunque unas especies evolucionen mejor que otras, la captura con arrastre es muy poco selectiva. Las redes que se arrastran por el fondo en general capturan todo lo que tocan, de manera que la normativa europea ha optado por poner el límite de pesca en el necesario para salvar a la especie más dañada: la merluza. Aunque su número de ejemplares se mantenga estancado desde 2021, los expertos recuerdan que esto no es una buena noticia, puesto que ahora viven en la región unas 1.800 toneladas de merluzas adultas, mientras que en 2010 había más de 4.000.

Con estos datos, el panel de científicos que asesora a la UE planteó en octubre recortar la pesca de merluza mediante arrastre en un 91% a partir de 2025, mientras que para otras especies propuso una rebaja menor. Por ejemplo, del 74% en el salmonete de Cataluña, o del 25% en la gamba roja de Andalucía. En algunos casos donde ha crecido la población, los expertos incluso plantearon incrementar las capturas, como en el salmonete de roca de Baleares (+32%) y la cigala de Baleares (+11%).

El trabajo de los científicos es calcular las poblaciones y recomendar en Bruselas medidas para equilibrar el ecosistema, pero queda en manos de la Comisión proponer un reglamento para hacer frente al problema. Con esa información, la directora general de Pesca, Charlina Vitcheva, planteó el 27 de noviembre a los Estados miembros —antes de que el nuevo Comisario de Pesca, Costas Kadis, tomase el mando— un recorte del 79% de los días de faena para los barcos de arrastre del mediterráneo occidental. 

Tanto el sector pesquero como el ministro de Agricultura y Pesca, Luis Planas, se opusieron tajantemente a la propuesta. Incluso los grupos ecologistas o los expertos en oceanografía reconocen que la solución no puede ser acabar de un día para otro con la pesca de arrastre. Unas 3.000 personas en España trabajan de forma directa en el sector, y hay 557 arrastreros en el país que pescan en el mediterráneo.

Miquel Ortega Cerdà, experto en pesca del Institut de Ciències del Mar (ICM-CSIC), explica que la propuesta de Bruselas es exagerada, aunque es cierto que se escuda en la normativa vigente. "La Comisión ha seguido el mandato que establece la Política Pesquera Común de 2013, que fijaba que en 2020 había que alcanzar un rendimiento máximo sostenible de estas especies", señala. El problema es el programa para cumplir con esa meta —el Plan plurianual para las poblaciones de peces demersales del mar Mediterráneo occidental— no se aprobó hasta 2019, y era técnicamente imposible alcanzar el objetivo en 2020.

Por ello, se decidió reducir parcialmente los días de pesca de arrastre a partir de 2020, y se pospuso la meta de alcanzar un equilibrio a 2025. De nuevo, se ha esperado a última hora para establecer los recortes, y la Comisaria de Pesca pretende que de un día para otro —a partir del 1 de enero de 2025— España y sus vecinos empiecen a cumplir con una cuota pesquera inasumible. Pasarían de faenar 129 días al año a apenas 27, una quinta parte.

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No obstante, Ortega añade que el Gobierno español y las comunidades autónomas no están libres de culpa: "Durante décadas las administraciones no tomaron medidas adecuadas de planificación para evitar que se fabricaran y trabajasen más barcos de pesca de los que el recurso puede sostener", recuerda el experto.

De hecho, el Gobierno español, junto al italiano y francés, mandó el 18 de noviembre una carta a la Comisión para que congelase durante dos años más el mandato que obliga a alcanzar un equilibrio en la pesca de arrastre, es decir pasarlo de 2025 a 2027. "Esta postura es igual de triste porque no beneficia a nadie. Es como si un paciente que está en la UCI empieza a mejorar y le damos el alta. Aunque estemos mejor, paralizar los objetivos nos devuelve a la casilla de salida", opina el doctor en Ciencias Ambientales.

Desde WWF, una de las ONG más presentes en la política pesquera europea, proponen sustituir la solución drástica de la Comisión por otras que no arruinen a la pesca, ya que la inmensa mayoría de los barcos son familiares. Plantean por ejemplo instalar redes más grandes con cuadrados de 52 milímetros para evitar la captura de juveniles. Sobre el exceso de barcos de arrastre que hay en España, los ecologistas reclaman también un programa de pagos por desguace para que los pescadores reciban una compensación por desmontar su barco. Esto sirve para garantizar que las embarcaciones no se vendan o se cambien de bandera para que sigan pescando en otro lugar del mundo.

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