Por qué los gigantes textiles no se hacen cargo de la ropa de la basura, de la que ahora son responsables

Planta de tratamiento textil en barcelona, en una foto de Archivo.

La Ley de Residuos obliga desde el pasado 1 de enero a que las prendas y textiles que tiran los hogares a la basura se recojan por separado para facilitar su reciclaje, como se hace con los envases. Los responsables de hacerlo son los fabricantes, como Inditex, El Corte Inglés o Ikea, pero la normativa todavía no se cumple y los vertederos continúan llenándose de ropa. El porqué de este retraso se explica por razones administrativas, según fuentes del sector.

Las compañías están a la espera de que el Ministerio de Transición Ecológica publique el reglamento que regula la recogida separada de textil, y este organismo está a su vez pendiente de que Europa publique una modificación en la directiva de residuos. Mientras tanto, son los ayuntamientos los que asumen los costes de la basura textil, con sus reducidos presupuestos municipales.

Recoger por separado la ropa que se tira es imprescindible para que el residuo sea de calidad, y hasta ahora solo el 10% del textil recuperado en España lo es de forma individual, gracias a las campañas de caridad, y menos del 1% se recicla, según datos de Cáritas. De hecho, el textil es el segundo residuo más importante en el día a día: representa entre el 12% y el 15% del peso de la basura de un hogar, solo por detrás de los restos orgánicos, y está incluso por delante del plástico. En total, cada año llegan 990.000 toneladas de ropa a vertederos en España.

Como la Ley de Residuos concluye que la responsabilidad sobre la recogida de la basura recae sobre quien la genera, el Gobierno dio tres años a los fabricantes para poner en marcha lo que se conoce como un sistema de responsabilidad ampliada del productor (Scrap), y tenía que estar plenamente operativo como tarde el 10 de abril de 2025.

Una recogida separada no funciona todavía

Un Scrap es un sistema que garantiza que las prendas y tejidos no acaban en el cubo genérico, y la fórmula más habitual es mediante la instalación de un cubo específico, como ocurre con el plástico, el vidrio y el papel. En estos casos, la responsabilidad es compartida entre Ecoembes y Ecovidrio, y el textil ya ha creado su organización, Re-Viste, donde están agrupadas firmas como Decathlon, El Corte Inglés, H&M, IKEA, Inditex, KIABI, Mango o Primark. Como ocurre con el cubo amarillo o azul de las calles, los ayuntamientos serían los que coordinarían esta recogida, y luego Re-Viste —con dinero aportado por las marcas— devolvería a los alcaldes el coste del sistema.

Pero la recogida separada no funciona todavía, y parece que tardará más de un año en empezar a hacerlo.

Juan Ramón Meléndez, director de Re-Viste, insiste en que ellos están preparados para empezar a operar, pero que el Ministerio de Transición Ecológica no ha publicado el reglamento que necesitan para poder empezar. "La ley daba hasta el 8 de abril de 2025 para hacernos cargo del flujo de residuo textil, pero no se va a cumplir porque nos falta un reglamento del decreto que defina los objetivos y los plazos para trabajar", defiende Meléndez. 

Según añade, el Gobierno está a su vez esperando a que la Unión Europea saque adelante su revisión de la Directiva de Residuos, donde se esperan cambios importantes en las obligaciones del sector textil. "Lo poco que sabemos de Transición Ecológica es de conversaciones que tuvimos hace meses. Parece ser que no quieren adelantarse con un reglamento por si la directiva da unas indicaciones distintas para el tratamiento de la ropa", añade Meléndez.

El problema es que, mientras todos los actores esperan, son los ayuntamientos quienes costean con sus presupuestos la recogida de prendas de ropa, porque toda la basura que acaba en el cubo gris, el cubo marrón y las papeleras es responsabilidad de la administración local. Además, desde el 1 de enero de 2025 los alcaldes están obligados a recoger por separado los residuos textiles con cubos y camiones específicos, pero falta que se ponga en marcha el segundo eslabón de la cadena: que las marcas paguen a los ayuntamientos ese coste a través de un Scrap.

Igor González, fundador de Ecotextil, la primera organización de recogida de residuo textil del país —la predecesora de Re-Viste—, opina que el Gobierno y las empresas han hecho bien su trabajo, y que tiene sentido esperar a que Bruselas dé el siguiente paso antes de poner en marcha el Scrap. "No tiene sentido que el ministerio saque un reglamento cuando Europa te ha dicho que prepara una modificación sustancial de la directiva que afectará al reciclado textil. Sería poner en marcha un sistema que probablemente luego habrá que cambiar", afirma el experto. González cree que "el Scrap textil no estará plenamente operativo hasta la segunda mitad de 2026".

En todo caso, aunque la culpa sea de las administraciones, los fabricantes también avanzan muy lentos en el diseño de su sistema de recogida del textil desechado. Re-Viste está pendiente de iniciar un proyecto piloto en seis municipios de España —Zaragoza es el más grande— para perfeccionar el sistema, y durará "como mínimo un año".

Dudas de que la recogida selectiva resuelva el consumo abusivo de ropa

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La idea de los fabricantes es que cuando el Scrap se ponga en marcha en toda España, funcione con contenedores de ropa que estarán en la vía pública, en puntos limpios y en zonas comerciales. Una vez recogida, la ropa se clasificará entre la que puede volver a circular en el mercado de segunda mano, y la que tiene que reciclarse para fabricar nuevos productos.

Raúl González, director de Ecodicta, una empresa de reutilización de prendas, es muy crítico con el sistema de Scrap que prepara la gran industria textil. Afirma que la recogida selectiva de ropa en la calle no resuelve el problema de consumo abusivo de ropa, y que allí donde se ha probado no ha funcionado. En Francia llevan más de diez años utilizando un formato similar, a través de una organización textil llamada Re_Fashion, y los fabricantes no logran recoger en los contenedores ni un cuarto de la ropa que les corresponde tratar. 

"Re-Viste es copiar el fallido modelo Ecoembes en el textil. Solo provoca que los consumidores se relajen todavía más pensando que hay gente ocupándose de las prendas que tiran, pero la realidad es que el mercado está inundado de ropa de segunda mano, y no van a poder hacer nada con ella", explica González. "Separar la ropa y reciclarla es muy caro, la única solución es que la industria se comprometa a reducir la producción con un cambio del sistema", añade.

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