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Un octubre con humedad mínima y 40 grados: el fuego de Tenerife es una prueba más del cambio climático

Impacto del incendio de agosto en el Monte de la Esperanza, en Tenerife, en una foto de septiembre.

Dos meses después del megaincendio que sufrió Tenerife este verano, la isla ha vuelto a arder esta semana, pero esta vez en pleno otoño. Casi 40 grados de temperatura, una humedad extremadamente baja y un viento intenso han formado un caldo perfecto para la aparición del fuego, que afortunadamente ha retrocedido rápidamente y este viernes ha permitido que los más de 3.000 vecinos evacuados vuelvan a sus casas. Aunque el calor en Canarias siempre ha estado presente en el mes de octubre, estos días se han registrado temperaturas hasta cinco grados por encima de la media, en una combinación de calima y cambio climático.

El principal responsable de la situación es una corriente de polvo que ha llegado desde el Sáhara al archipiélago, como ocurre otros años, pero en esta ocasión es mucho más duradera. Esta calima afecta a las islas desde el pasado domingo y se espera que se alargue al menos una semana más, aunque no hay por ahora una fecha de regreso a la normalidad. José Ramón Arévalo, catedrático de Ecología en la Universidad de La Laguna (Tenerife) subraya que el episodio se está alargando mucho más de lo normal y eso explica el elevado riesgo de incendio. "Lo que trae la humedad a Canarias son los vientos de los alisios, pero cuando llega la calima pasamos a tener las condiciones de un desierto, y eso hace que un fuego pequeño se desbarate muy rápido", explica. 

La corriente de polvo es el episodio que altera el clima en el muy corto plazo, pero a él se suma el calentamiento global y el fenómeno de El Niño, según afirma David Suárez, delegado de la Agencia de Meteorología (Aemet) en Canarias. "Estamos viendo un incremento de los días cálidos en octubre. El verano se está alargando en su comienzo y su final", opina el meteorólogo. 

Este viernes la Aemet ha confirmado que una parte de Canarias ha entrado en ola de calor. En esta semana se han dado las condiciones extremas de ola de calor durante cinco días en Lanzarote, tres días en La Palma y Gran Canaria y dos días en el Hierro. Este episodio, sin embargo, no es nuevo. En el histórico de octubre se han registrado olas de calor otras nueve veces en Canarias, la última en 2014. Todavía es pronto para saber si esta ola de calor ha sido la más intensa del registro y lo analizarán una vez que termine el episodio, aunque sí se han registrado termómetros que rozan los 40 grados en varias estaciones del archipiélago. Según Suárez, la anomalía térmica de estos días ha sido de unos cinco grados, una cifra extremadamente alta. 

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El incendio de esta semana ha afectado a menos de 100 hectáreas de terreno y es relativamente pequeño, pero recordó durante unas horas a la catástrofe de agosto, cuando ardieron más de 14.000 hectáreas en Tenerife. De hecho, la versión oficial es que el nuevo incendio es una reactivación del de verano, que fue el peor fuego de los últimos 40 años. 

En la Cátedra Reducción del Riesgo de Desastres, un centro de estudios de la Universidad de La Laguna, ya ven estos eventos como uno de los grandes riesgos para el futuro de las islas. "Vamos a cumplir una década desde que creamos la Cátedra y el cambio climático cada vez ocupa más de nuestro tiempo de trabajo", reconoce Pedro Dorta, geógrafo y director del proyecto. Explica que el aumento de las temperaturas y la sequía están degradando ya la naturaleza del Parque Nacional del Teide, pero que también les preocupa su impacto en el turismo. En el último medio siglo las noches tropicales (más de 20 grados) se han triplicado y en agosto vivieron muchas noches con mínimas de 35 grados, lo que hace casi imposible descansar en las islas, tanto a vecinos como a extranjeros. También han constatado que el aumento del nivel del mar en las próximas décadas podría comerse algunas playas como las del sur de Gran Canaria. 

La buena noticia es que la capacidad de la vegetación para reponerse de los incendios es muy rápida gracias al pino canario, la especie de árbol europea que mejor se recupera tras el fuego. Los análisis por satélite de la zona quemada este verano muestran que los pinos ya rebrotan, según explica Leonor Calvo, bióloga de la Universidad de León y experta en el impacto del fuego en la naturaleza. Aunque matiza que "una cosa es que vuelva el color verde y otra que la biodiversidad se recupere", un proceso que lleva varios años.

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