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El sector ganadero presiona desde 2020 para frenar el Pacto Verde y condicionar el discurso del PP en Bruselas

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El Pacto Verde europeo que se ha desarrollado en Bruselas durante los últimos cinco años ha sido especialmente conflictivo en los asuntos relacionados con el campo. El consenso político ha sido escaso y muchas normativas se han quedado en el cajón o han sido descafeinadas, y parte de la culpa es de las organizaciones ganaderas que hacen lobby en la capital belga, donde tradicionalmente han tenido un enorme peso político. Un análisis publicado por el centro de estudios británico InfluenceMap concluye que las multinacionales y los grupos de presión han logrado frenar las reformas ambientales y de protección a los consumidores e incluso han influido en el discurso del Partido Popular Europeo (PPE), que a menudo ha replicado el ideario de estos lobistas.

El lobby ganadero se divide entre la presión de las organizaciones del sector y la de las propias compañías, como Unilever, Nestlé o Danone, aunque las patronales representan en realidad a cientos de empresas agrícolas que de forma indirecta también llevan su opinión a Bruselas. Según los autores del estudio, su influencia entre 2020 y 2023 tuvo un impacto directo en seis legislaciones ambientales que son clave para el futuro del campo. Desde la cantidad de pesticidas o fertilizantes que se pueden usar, a la promoción de la dieta sana en Europa o el tratamiento de los residuos de las granjas.

"De las cinco organizaciones y patronales ganaderas estudiadas, no hay ninguna que apoye la reducción de emisiones, la estrategia para controlar el metano o los cambios en la dieta de los ciudadanos", afirma Venetia Roxburgh, la autora del informe. "Para influir en Bruselas tienen dos estrategias, una política y otra narrativa. Quieren cambiar la forma en la que el público percibe el impacto climático de la ganadería, es una fórmula igual a la que usa el sector de los carburantes", añade.

El trabajo del lobby agrícola se ha centrado estos años en las negociaciones de la estrategia Del campo a la mesa, el Marco para los sistemas alimentarios sostenibles, la revisión de la Política de promoción de productos alimenticios y la revisión del Programa escolar de frutas, verduras y leche. También sobre dos normativas acerca de la contaminación en el campo: la revisión de la Directiva de emisiones industriales y la elaboración de la Estrategia del metano. De estas seis normativas, tres están completamente paralizadas, dos han sido debilitadas antes de aprobarse y solo una ha salido adelante con la ambición inicial. Según los autores del informe, la norma que más trataron de influenciar desde el sector primario fue el Marco para los sistemas alimentarios sostenibles, que pretendía incentivar el consumo de verduras en lugar de carne, diferenciar con un etiquetado los productos sostenibles y reducir el desperdicio alimentario.

El trabajo de los lobistas funcionó. En el caso del Marco para los sistemas alimentarios sostenibles, directamente ha desaparecido del programa de trabajo de la Comisión, que debía presentar una propuesta de legislación a finales de 2023, pero no lo hizo. Lo mismo pasó con el Programa escolar de frutas, verduras y leche, que enfadó a los ganaderos y la industria porque reducía el consumo de leche y lácteos en los colegios. De la estrategia Del campo a la mesa faltan por incorporar, entre otras, las normativas sobre etiquetado de alimentos, la tenencia de animales y su sacrificio, que se han quedado en el aire. La revisión de la Directiva de emisiones industriales fue otro foco de conflicto y salió adelante en abril introduciendo a las granjas en la normativa, pero muy debilitada frente a la propuesta original de la Comisión, en las que participó muy activamente Copa-Cogeca, la principal organización agrícola de la UE. La Estrategia del metano es la única ha pasado el proceso legislativo indemne, y supone reducir y monitorizas las emisiones de metano en el campo.

La estrategia de presión también funcionó por el lado político porque las críticas de estas organizaciones fueron repetidas por los negociadores del EPP, el partido con más presencia en el Parlamento Europeo. "Algunos legisladores del EPP usan un discurso muy similar al del sector con narrativas similares en las negociaciones sobre la dieta sostenible, las emisiones, y en todas las negociaciones en general. Hemos comparado esos discursos de los ganaderos con los del resto de partidos, pero no coinciden", afirma Roxburgh.

De Nestlé a COAG

Otra de las conclusiones del estudio es que no todas las formas de hacer lobby son igual de dañinas para el medioambiente y, en general, las grandes multinacionales evitaron hacer presión con argumentos contra el cambio climático. La estrategia Del campo a la mesa fue defendida por Danone, Nestlé y Unilever, mientras que la lechera danesa-sueca Arla fue la más dura de las seis empresas estudiadas por InfluenceMap. Aunque donde realmente hay una oposición frontal a cualquier reforma es a través de las organizaciones agrícolas y las patronales del sector. Las cinco analizadas en el estudio mantuvieron una guerra abierta contra la norma para promover la alimentación saludable, puesto que todas representan a granjas cárnicas.

Las organizaciones que forman parte del estudio son la Asociación Láctea Europea (EDA, en inglés), FoodDrinkEurope, la Unión Europea del Comercio de Ganado y Carne (UECBV), Copa-Cogeca y La Voz Europea del Ganado (ELV). Dentro de estas organizaciones hay a su vez delegaciones nacionales que agrupan a miles de marcas que llenan los supermercados europeos y españoles. Entre ellas están Danone o Nestlé, por lo que Venetia Roxburgh cree que por mucho que estas compañías parezcan comprometidas con el medioambiente, no lo están en absoluto. "Las empresas de gran consumo son más positivas a la hora de hacer lobby, pero son miembros de organizaciones que en los últimos tres años se han opuesto a todas las legislaciones", matiza. Dentro de estos grupos también están las tres organizaciones agrícolas mayoritarias de España, Asaja, COAG y UPA, que están integradas en Copa-Cogeca.

La experta también incide en que las tácticas que usa el sector ganadero son similares a las del sector del petróleo. Consisten en hacer presión política a la vez que se trata de cambiar la percepción social de la carne y las granjas. El estudio ha recopilado comunicados donde se destacan las bondades de la carne en el organismo, mientras se argumenta que el sector primario no contamina tanto como parece. También sobre las bondades de la ganadería para el mundo rural, o que las emisiones del sector primario forman parte de "un proceso natural", como dijo Copa-Cogeca en 2021.

Paradójicamente, es el sector ganadero es uno de los que más sufre el impacto del cambio climático, ya que seca los pastos, reduce la cosecha de piensos y obliga a reducir el consumo de agua. En España, la industria cárnica y láctea conoce de sobra las consecuencias. En Cataluña, la segunda comunidad con más cabezas de cerdos y el principal productor de carne de ave, los ganaderos tienen importantes reducciones de acceso al agua y el año pasado la sequía acabó con prácticamente todo el pasto y el cereal y los profesionales tuvieron que importarlos mucho más caros.

El Pacto Verde europeo que se ha desarrollado en Bruselas durante los últimos cinco años ha sido especialmente conflictivo en los asuntos relacionados con el campo. El consenso político ha sido escaso y muchas normativas se han quedado en el cajón o han sido descafeinadas, y parte de la culpa es de las organizaciones ganaderas que hacen lobby en la capital belga, donde tradicionalmente han tenido un enorme peso político. Un análisis publicado por el centro de estudios británico InfluenceMap concluye que las multinacionales y los grupos de presión han logrado frenar las reformas ambientales y de protección a los consumidores e incluso han influido en el discurso del Partido Popular Europeo (PPE), que a menudo ha replicado el ideario de estos lobistas.

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