Rusia toma el mercado español de los fertilizantes en solo tres años gracias a la guerra en Ucrania

Los productores de fertilizantes españoles denuncian que Rusia se ha hecho grande en el mercado en apenas tres años. En 2024 la importación de abonos desde este país creció un 75% frente al año anterior y ya es el tercer proveedor principal, pese a que antes de la pandemia era un actor "testimonial" en este mercado. La entrada masiva de fertilizantes rusos ha crecido en toda Europa y la Comisión ya ha planteado una hoja de ruta para deshacerse de ellos antes de 2028 por dos motivos: evitar que el Kremlin financie la guerra con los impuestos que recauda del sector y que los fabricantes de fertilizantes europeos sobreviva a la crisis en que está inmersa. Pero que las recientes conversaciones de Estados Unidos y Rusia apuntan a que el Kremlin podrá blindar este sector si se alcanza pronto un acuerdo de paz.
Desde la Asociación Nacional de Fabricantes de Fertilizantes (Anffe), la patronal española de la industria, advierten de que los productores rusos han aprovechado los altísimos costes del gas en la Unión Europea —un componente imprescindible para la producción de abonos— para vender sus productos mucho más baratos y hacerse con el mercado interno. España importó el año pasado 395.000 toneladas de fertilizantes rusos frente a 229.000 toneladas en 2023, un 75% más. De media, entre 2015 y 2019, España compró a Rusia 255.000 toneladas al año, según datos del Ministerio de Economía.
"La clave está en la diferencia de costes de producción entre los fabricantes de fertilizantes de Rusia y de los países de la UE, fundamentalmente debido al precio del gas y de algunas materias primas. Además de que no soportan los sobrecostes de las políticas climáticas europeas, como el mercado de emisiones ETS", señala Paloma Pérez, secretaria general de la patronal. La portavoz de Anffe añade que Rusia aprovecha este negocio para "obtener divisas que puede utilizar para poder financiar la guerra contra Ucrania".
Este incremento ha provocado que Rusia sea ya el tercer vendedor de fertilizantes más importante para España, y destaca especialmente en el sector de los abonos nitrogenados, los más consumidos por los agricultores. Esta variante de fertilizantes utiliza gas natural en su producción, porque combinado con nitrógeno son la base del amoníaco, que después se utiliza para producir urea, nitrato de amonio o fertilizantes complejos. El gas natural es entre dos y tres veces más caro en Europa desde que comenzó la invasión de Ucrania, mientras que los fabricantes rusos tienen gas a precio de saldo y una legislación ambiental completamente permisiva.
Rusia era hasta la pandemia un vendedor relativamente pequeño de abonos a España porque la distancia que debían recorrer los barcos para transportar el producto encarecía la materia prima, y lo que llegaba era en forma de urea, un abono nitrogenado básico. Sin embargo, en 2024 subió la importación de todos los tipos de fertilizantes y se duplicó la llegada de NPK, un abono complejo de más valor añadido que dominaba la industria nacional.
Con esta estrategia, Rusia ha superado a proveedores tradicionales de España como Bélgica, Portugal, Noruega o Países Bajos, y se sitúa ya solo por detrás de Marruecos y Egipto. El primero es el mayor productor de fósforo del mundo y vendió a España el año pasado 749.000 toneladas de fertilizantes fosfatados, mientras que Egipto exportó a España 679.000 toneladas de nitrogenados, según datos de Aduanas.
La entrada de fertilizantes rusos también ha desplazado a la industria española. La producción interna sigue siendo superior al consumo de España, pero las fábricas de fertilizantes que utilizan gas natural —las que producen abonos nitrogenados— han sufrido estos años bajadas de producción o incluso el cierre. La empresa más afectada es Fertiberia, con seis plantas en la península y el líder del sector, que el año pasado cerró definitivamente la factoría de Huelva por problemas de costes, por la caída de la demanda europea y por el conflicto ambiental histórico que arrastra por verter fosfoyesos a menos de un kilómetro de la ciudad durante décadas.
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Tanto la patronal española de fertilizantes como la agrupación europea llevan tres años de intensa campaña en Bruselas para frenar la entrada de la competencia rusa. Por una parte, alegan que es una manera de financiar la campaña militar de Rusia en Ucrania, aunque su principal argumento es que supone el desmantelamiento de una de las grandes industrias del continente.
La Comisión finalmente se puso de su lado el pasado mes de febrero para proteger al sector y estrangular al Kremlin, al igual que ha vetado hasta ahora la entrada de carbón, acero, cemento, asfalto o derivados del petróleo, y ha reducido la compra de gas natural. En concreto, Bruselas planteó crear un nuevo arancel específico para los fertilizantes rusos de entre 40 y 45 euros por tonelada, según el tipo de abono, a partir del 1 de julio, lo que encarecería el producto alrededor de un 13%. Este tributo se sumaría al arancel actual del 6,5% y se iría incrementando hasta alcanzar en tres años entre 315 y 430 euros por tonelada, lo que equivaldría a un arancel del 100%, acabando de facto con la entrada de fertilizantes rusos.
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La medida tiene que ser ahora respaldada por los 27 gobiernos, pero el reciente acercamiento entre Rusia y Estados Unidos amenaza con hundir el plan de la Comisión. La reunión que tuvo lugar esta semana en Arabia Saudí entre las dos potencias terminó con un acuerdo por el que el Gobierno de Donald Trump "ayudará a restablecer el acceso de Rusia al mercado mundial de exportaciones agrícolas y de fertilizantes", según publicó la Casa Blanca, un mensaje claro a la Unión Europea de que el sector primario ruso estará próximamente blindado por las negociaciones.
A esto se suma que los agricultores europeos se oponen a la aplicación de estos aranceles porque encarecerán su negocio y los alimentos en general. De hecho, la mayor agrupación europea del sector primario, Copa-Cogeca, ha intentado maniobrar en las últimas semanas en Bruselas para que la Comisión "retire inmediatamente" la propuesta. José Roales, encargado de Herbáceos en la organización agrícola COAG, anticipa que las sanciones encarecerán el primer año un 10% la compra de abonos. "Si entran en vigor, algo que ocurrirá muy probablemente, nos va a afectar bastante porque no podemos evitar consumir fertilizantes nitrogenados. Si no los echo, no siembro, porque suponen duplicar la cosecha", explica.
Según la patronal europea de fertilizantes, Fertilizers Europe, desde el comienzo de la guerra y hasta septiembre de 2024, la UE ha pagado a Rusia 5.500 millones de euros en fertilizantes. Paralelamente, el Gobierno ruso implementó el 1 de enero de 2024 un impuesto del 10% sobre los beneficios extraordinarios de las empresas y otro 10% adicional a la exportación de fertilizantes para beneficiarse de estas ventas a Europa.