¿Prohibido ser propalestino en redes? Musk y Zuckerberg toman partido por Israel y censuran la masacre en Gaza

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Las guerras del siglo XXI ya no se desarrollan sólo con combates sobre el terreno o con tensas negociaciones en despachos diplomáticos. Si algo une a la invasión rusa de Ucrania con la guerra en Gaza es el uso que ambas partes hacen del entorno digital en general, y de las redes sociales en particular. Sin embargo, los posicionamientos ante ambas crisis por parte de las tecnológicas han sido totalmente diferentes. Si en los primeros compases del conflicto entre Kiev y Moscú las plataformas optaron por un papel discreto actuando de forma proactiva para evitar el tsunami de la desinformación, ahora, y desde el pasado 7 de octubre, han decidido ser parte del problema permitiendo no sólo fakes news, sino también la apología de la violencia y la incitación al odio. 

La Comisión Europea envió a mediados del pasado octubre una carta a las tecnológicas instándolas a proteger a su comunidad de los contenidos violentos. Además, en el marco de la nueva Ley de Servicios Digitales, Bruselas instó a Meta y TikTok a que explicaran las medidas contra la difusión de bulos y violencia, mientras que advirtió a X —antes Twitter— por la difusión sin control de desinformación. Desde Amnistía Internacional también exigieron hace unos días a las redes sociales intensificar la respuesta a esta crisis ante "la proliferación del odio y la censura en Internet". La ONG ponía el foco en la apología del odio que se está permitiendo y que "constituye incitación a la violencia, la hostilidad y la discriminación" —el pasado 10 de octubre autoridades israelíes llegaron a calificar a la población de Gaza de "animales humanos"—, pero también en el "apagón total y censura oculta de contenidos palestinos". 

Maruja Torres y Fran Sevilla

Y es que para tener ejemplos de este baneo en la sombra, conocido en inglés como shadowbanning, no hay que irse muy lejos ni en el tiempo ni el espacio. Esta misma semana, la periodista Maruja Torres denunció que su cuenta en X había sido bloqueada por incumplir las reglas de la red social al "publicar contenido multimedia que muestra escenas sangrientas gratuitas". En concreto, se trataba de un tuit con una imagen de muertos en Gaza con el comentario "hasta que nos sangren los ojos". "Voy a seguir todos los trámites y voy a bajarme los pantalones, y si quieren que elimine, eliminaré porque yo soy una periodista que ha estado en las catacumbas del franquismo y soy perfectamente capaz de buscarme la vida sin imágenes y con florituras verbales", explicó la periodista en Hoy por Hoy. Horas más tarde recuperó su cuenta tras borrar el tuit y siguió compartiendo noticias tirando de ironía: "Los niños están muy quietos, pero no os asustéis, es que no se han quitado el disfraz de Halloween". 

Misma suerte corrió el mismo lunes el corresponsal de Radio Nacional Fran Sevilla. El periodista, que se encuentra sobre el terreno cubriendo el conflicto, explicó que X le había bloqueado la cuenta con el mensaje de que "había violado las normas por publicar imágenes sangrientas, es decir, la de los niños masacrados en Gaza por los bombardeos israelíes". Logró recuperar su perfil igual que Maruja Torres: borrando mensajes. 

Pero estos casos no son los únicos. El eurodiputado de Izquierda Unida Manu Pineda denunció el pasado octubre que X le borró dos de sus vídeos, que mostraban cómo se le impedía participar en un debate sobre el conflicto en el Parlamento Europeo por llevar un pañuelo palestino. En conversación con infoLibre, el también presidente de la Delegación para las Relaciones con Palestina de la Eurocámara relata que a él no le llegaron a bloquear el perfil, sino que "sólo" le borraron los mensajes": "No sé qué tipo de normas infringían porque uno de los vídeos era una intervención mía en el Europarlamento. Solo me ponían publicación bloqueada y no me decían nada más". Elucubra que probablemente se debiera a "bots de Israel" que denunciaron los tuits y "cómo ya no hay nadie con quien hablar en Twitter, vieron no sé cuántas denuncias y los borraron automáticamente".

No sólo es Twitter, también sucede en el imperio de Meta

Para Pineda la situación tampoco es ninguna sorpresa. Hace años, durante un viaje a Gaza, Facebook le bloqueó la cuenta por "contenido inapropiado". Más recientemente, en Instagram le hicieron un baneo, una suspensión temporal, y "tampoco te dan la opción a recurrir ni nada". "Se están cerrando cuentas de forma selectiva, porque todas a la vez se vería mucho", apunta Pineda, que pone como ejemplo una cuenta de Instagram popular entre los partidarios de Palestina con más de 6 millones de seguidores, @eye.on.palestine, que Meta bloqueó por "motivos de seguridad". "Entiendo que si se difundieran falsedades se cerrara, pero se están permitiendo los mensajes de Israel y se coartan nuestras respuestas", explica el eurodiputado. 

¿Qué dicen las reglas de X y Meta? Ambas incorporan en sus normas comunitarias de uso unas férreas políticas con respecto a los contenidos gráficos y violentos. En el caso de la plataforma de Elon Musk, no permite el "contenido multimedia excesivamente truculento" y matiza que considera "escenas sangrientas gratuitas" aquellas imágenes que "representen escenas excesivamente gráficas o truculentas relacionadas con la muerte, la violencia o daños físicos graves". 

Por su parte, el imperio de Mark Zuckerberg detalla que eliminan "el contenido que resulta especialmente violento o gráfico, como los vídeos en los que se muestran desmembramientos, entrañas visibles o cuerpos calcinados" o con "comentarios sádicos acerca de imágenes en las que se aprecia sufrimiento de personas o animales". No obstante, con la guerra en Ucrania, la tecnológica hizo una excepción y relajó su política contra el discurso de odio abriendo la puerta a mensajes violentos hacia el Gobierno y los soldados de Rusia porque "si aplicáramos nuestras políticas de contenido estándar sin ningún ajuste, ahora estaríamos eliminando el contenido de los ucranianos comunes que expresan su resistencia y furia contra las fuerzas militares invasoras". Casi dos años después, no ha existido tal excepción para los gazatíes. 

"¿No se puede ser palestina en Instagram?"

Con estas reglas en la mano, lo cierto es que el bloqueo sobre Gaza de las redes sociales no es algo nuevo que suceda tras el ataque de Hamás el 7 de octubre. En 2020, tal y como recogió la Fundación Thomson Reuters, Instagram y Twitter eliminaron cientos de publicaciones de palestinos que protestaban por los desalojos llevados a cabo por Israel en Jerusalén Este. Posteriormente, ambas plataformas aclararon que se fue por "errores técnicos". 

Una excusa similar le pusieron desde Meta a la modelo Bella Hadid —con más de 60 millones de seguidores y de origen palestino— después de que le retirase ese mismo año una historia en la que mostraba el pasaporte de su padre. "¿Exactamente qué parte de estar orgullosa del lugar de nacimiento de mi padre, Palestina, es acoso o nudismo? ¿No se puede ser palestina en Instagram? Esto, para mí, es acoso", escribió hace ya tres años. En 2022, volvió a criticar a la red social de Meta asegurando que "cuando publico sobre Palestina, inmediatamente me banean y casi un millón menos de mis seguidores ven mis historias y publicaciones".

 "La censura nos impide hacer frente a la manipulación"

¿Qué consecuencias tiene esta censura de los mensajes propalestinos? "La desigual moderación de contenidos que llevan a cabo las redes sociales corre el riesgo de menoscabar aún más la capacidad de las personas palestinas, dentro y fuera de Gaza, de ejercer su derecho a la libertad de expresión, de asociación y de reunión pacífica", explican desde Amnistía Internacional. 

Más duro es Manu Pineda. "La censura nos impide hacer frente a toda esta manipulación. Estamos viviendo un Holocausto en directo y se nos impide denunciarlo", afirma. Para el eurodiputado, este silencio no se está limitando a las redes sociales y recuerda que "se están prohibiendo manifestaciones propalestina y se están realizando detenciones" en países como Francia o Alemania: "Está habiendo una espiral autoritaria que no se conocía en Europa desde el siglo pasado".

"Las redes sociales no son neutras"

¿Y por qué las plataformas están moderando excesivamente estos mensajes en defensa del pueblo palestino? La respuesta a esta pregunta no es ni mucho sencilla. "No hablaría de censura en sí, sino que hay que entender el contexto", explica Miquel Pellicer, consultor en comunicación digital en la Universitat Oberta de Catalunya (UOC). Para este experto, hay tres factores.

Por un lado, la propaganda que ambas partes están haciendo, tanto Israel como Hamás, con la desinformación como arma de guerra y que posiblemente tiene su mejor ejemplo en el falso relato de los cuarenta bebés decapitados. "Aunque la influencia de un Estado tiene más poder que un movimiento o un protoestado palestino. Y esto al final tiene mucho de diplomacia e influencia", argumenta Pellicer. "Las redes sociales no son neutras y sus propietarios tienen posiciones e intereses políticos", señala por su parte Pineda, que recuerda que no se juega en un "campo neutral" en el que las tecnológicas "juegan sus cartas": "Zuckerberg es abiertamente sionista y Musk también".  

El segundo factor es la propia potencia en el ámbito "digital, cibernético y de ciberseguridad" de Tel-Aviv. "Tienen la estrategia, pero también empresas que se dedican a esto. Sólo hay que recordar de dónde salen servicios como Pegasus", sostiene Pellicer. No obstante, no hay que olvidar que el mundo árabe también influye en este sector y, por ejemplo, el multimillonario príncipe saudí Al Waleed bin Talal es el segundo mayor accionista de X.

Por último, Pellicer apunta a la polarización política e ideológica que reina en el mundo actual. "No sé si las redes sociales están preparadas para este momento", reconoce este experto que –aunque destaca que pasa lo mismo en todas las plataformas–, explica que la situación de Twitter es especialmente preocupante en su era como X: "Está muy débil en cuanto a moderación del discurso de odio". ¿El motivo? Como todo en el último año, el culpable es el propio Musk. Desde su llegada al trono del universo tuitero a finales de octubre de 2022, la plataforma ha flexibilizado sus normas, ha restablecido cuentas censuradas por saltarse sus políticas, ha dado más visibilidad a los perfiles de pago y, sobre todo, ha despedido a la mayoría de su equipo de moderación que se encargaba de verificar bulos y de vigilar los discursos de odio y la desinformación. "La influencia de Musk en el algoritmo es muy alta", defiende Pellicer que asegura que aunque el multimillonario promueve una red social neutra donde reine la libertad de expresión, en realidad no es así.

Un estudio de las universidades de Cornell y de California en Berkeley ya detalló en mayo que desde la llegada del multimillonario el algoritmo amplifica la ira, la hostilidad y la polarización en la red social. Otra investigación, en este caso de primeros de marzo del Instituto Poynter, señaló que las noticias falsas habían aumentado un 44% desde la compra de Musk. Y en el caso de Gaza, no sólo está facilitando información errónea sobre la guerra mirando hacia otro lado: él mismo la alimenta recomendando, por ejemplo, seguir a dos cuentas, @WarMonitors y @sentdefender, que son conocidas por difundir contenido falso, aunque posteriormente borró el tuit.  

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Este tsunami de noticias falsas, que ha alcanzado ahora su punto álgido, se ha tratado de ocultar con las notas de comunidad. Un invento de Musk que, según reconoce la propia tecnológica, tiene como objetivo "crear un mundo mejor informado al empoderar a las personas en Twitter para que, de manera colaborativa, agreguen contexto a los tuits potencialmente engañosos". 

Los expertos llevan meses alertando de su inutilidad, pero la guerra en Gaza lo ha dejado totalmente claro. El Instituto Poynter las calificó en junio de "fracaso" y "mediocres". Y Wired reveló el pasado octubre que eran vulnerables a la manipulación y carecen de transparencia.

"Son una buena iniciativa, pero no puede ser lo único. Tiene que haber una moderación más fuerte", sostiene Pellicer.  Para este experto, el problema es que Musk lo único que busca es que X esté "en boca de todos" además de "capitalizar la polémica" y, ahora, "rentabilizar la guerra". 

Las guerras del siglo XXI ya no se desarrollan sólo con combates sobre el terreno o con tensas negociaciones en despachos diplomáticos. Si algo une a la invasión rusa de Ucrania con la guerra en Gaza es el uso que ambas partes hacen del entorno digital en general, y de las redes sociales en particular. Sin embargo, los posicionamientos ante ambas crisis por parte de las tecnológicas han sido totalmente diferentes. Si en los primeros compases del conflicto entre Kiev y Moscú las plataformas optaron por un papel discreto actuando de forma proactiva para evitar el tsunami de la desinformación, ahora, y desde el pasado 7 de octubre, han decidido ser parte del problema permitiendo no sólo fakes news, sino también la apología de la violencia y la incitación al odio. 

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