Crisis en la eurozona
Merkel y Schäuble, de “malos bien vistos” a “provocadores”
Al gobierno alemán, con la canciller Angela Merkel y el ministro de finanzas Wolfgang Schäuble a la cabeza, no dejan de lloverle las críticas desde que el presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, anunciara a primera hora del 13 de julio el "acuerdo unánime" por el que se iniciarán las negociaciones del tercer rescate a Grecia. Tras 16 horas de cumbre y casi cinco meses de pesadilla en los que la situación se ha ido agravando hasta llegar a límites desconocidos en la historia de la Unión Europea, Merkel y su equipo podían respirar aliviados.
Podían, si no fuera porque, por primera vez en este debate y posiblemente contagiados al fin por las numerosas reacciones críticas en el plano mediático internacional, los diarios más influyentes del país germano han comenzado a dejar atrás la absoluta tibieza y falta de críticas que caracterizaba hasta el momento su cobertura. Por primera vez, la prensa cuestiona la conveniencia de imponer las políticas de austeridad, y menciona la actitud "provocadora" de Merkel y Schäuble.
El domingo 12 de julio, el corresponsal de Der Spiegel en Bruselas, Nicolai Kwasniewski, titulaba su artículo sobre la propuesta del ministro de finanzas El catálogo de las crueldades y apuntaba en el texto que el documento descrito podía entenderse "como una humillación intencionada de Grecia". El pie de la foto que acompañaba la publicación decía, además: "Wolfang Schäuble en Bruselas: exigencias masivas a Grecia". Al día siguiente, el lunes, el mismo Kwasniewski aseguraba en su crónica que en el acuerdo no había ganadores: "Se impusieron los acreedores, pero perdieron todos".
Junto al catálogo de las crueldades, Der Spiegel publicaba el domingo un perfil de Schäuble, cuyo titular lo describía como El ministro sin piedad, y que atribuía "las razones de la dureza del ministro" a su "rabia por la actuación política de Alexis Tsipras" y a su "orgullo herido".
Sobre el papel del ministro de finanzas germano también se posicionaba el semanario Die Zeit. Un papel que divide Europa era el titular del texto de su corresponsal en Bruselas, Marlies Uken, tras conocerse que Schäuble había propuesto un Grexit temporal. "¿Quiebra esto el orgullo griego?" se preguntaba la periodista, para afirmar a continuación que ocurriese lo que ocurriese finalmente, quedaba claro que "la propuesta de Schäuble ha contribuido a la división de Europa". Uken aportaba asimismo las primeras reacciones de François Hollande, quien decía haber rechazado la idea de Schäuble antes de que ésta fuera siquiera discutida, y recogía el comentario del jefe de gobierno austriaco, Werner Fayman, quien la consideraba "degradante e inadecuada".
Las críticas de Bild, el diario más leído de Alemania, fueron en la dirección contraria. Aunque los sensacionalistas titulaban su columna del lunes sobre la cumbre Sólo hay perdedores –coincidiendo paradójicamente con la visión de Der Spiegel–, se referían a que un nuevo rescate a Grecia solo sería un lastre para los contribuyentes. Su director, Kai Diekmann, cuestionaba además en Twitter el liderazgo de Angela Merkel, preguntándose si Schäuble no sería mejor canciller que Merkel.
La visión elogiosa de las formas de Schäuble se traslucía también, una vez más, en el diario Frankfurter Allgemeine Zeitung. En un perfil publicado el lunes, el FAZ describió a Wolfgang Schäuble como un hombre con "talento para la provocación deliberada". Un "rol de malo" que según el diario es "bien visto por los alemanes", en contraste con la visión que tienen del ministro "los europeos del sur", a cuyos ojos, Schäuble es "definitivamente el alemán malo: frío, duro, no-comprometido", decía el artículo.
El lunes 13 de julio la edición digital Die Zeit criticaba que Alemania está "repitiendo el mecanismo de postergar problemas" obligando a Atenas a asumir compromisos "que luego no podrá cumplir". En el artículo Un precio alto a pagar, el semanario recordaba que "solo se sabrá si los pros de verdad superarán a los contras –tal y como pronosticaba Merkel concisa y sobriamente en rueda de prensa– cuando ya sea demasiado tarde para una corrección tanto en la política real como en los libros de historia".
Un día más tarde, el 14 de julio, Die Zeit publicaba un extenso análisis de la cumbre titulado Este acuerdo fracasará, en el que un redactor de la sección de finanzas, Mark Schieritz, escribía: "Al gobierno alemán le gusta recordar que la economía griega creció el pasado año sin mencionar que esto es consecuencia de que el Estado griego dejó de recortar tanto en ese periodo".
Schieritz defendía por un lado que "el gobierno griego tiene la mayor parte de la culpa en el drama de las últimas semanas" para añadir, que los últimos acontecimientos también enseñan que "los estados de la unión no se achantan al proponer castigos draconianos cuando un país incumple las reglas". En la segunda parte del análisis, Schieritz describía el cierre de los bancos decretado por el BCE como "una especie de arma nuclear económica" que, en el caso de Grecia "no se dudó en utilizar".
Los medios alemanes también recogen las críticas al gobierno alemán expresadas en las redes sociales. En Twitter, por ejemplo, bajo la etiqueta #ThisIsACoup (esto es un golpe) o #BoycottGermany (boicot a Alemania). El primer hashtag, que calificaba las exigencias de los acreedores como un golpe de estado a Grecia, fue uno de los más mencionadas en las primeras horas tras conocerse el acuerdo. Además de en una decena de países europeos, incluida Alemania, la etiqueta se popularizó en Estados Unidos, Egipto, Canadá y Turquía. Tal y como recogía Der Spiegel, los comentarios en las redes provinieron, en parte, de personalidades como el economista neoyorquino Branko Milanovic, quien acusaba a Schäuble de estar "destruyendo 55 años de integración europea".
Por fin volvemos a ser los malos, titulaba la periodista Mounia Meiborg su artículo en Die Zeit, en el que se preguntaba si las críticas al gobierno expresadas bajo la etiqueta #boycottgermany tendrían consecuencias reales en el consumo de productos germanos.
La oposición se despierta
Los medios y las redes sociales no son los únicos que podrían minar la credibilidad de Merkel. A pesar de tener a su favor su condición de líder indiscutible del partido conservador –los diputados de la CDU saben que, hoy por hoy, su jefa es la única que garantiza sus posibilidades de éxito electoral– la deriva del gobierno alemán en la cumbre europea ha provocado fuerte indignación en una oposición prácticamente dormida hasta el momento.
Antes de conocerse el acuerdo, el jefe del Estado, Joachim Gauck, expresaba su apoyo a Merkel y Schäuble en las negociaciones, aunque añadía un mensaje evidente de desacuerdo al decir "me niego a pensar en una Europa sin Grecia". Gauck recordó que "Europa se ha comprometido a permanecer unida" y deseaba a los acreedores "mucha voluntad e imaginación" a la hora de buscar una solución a la crisis helena.
La propuesta de Schäuble de que Grecia saliera del euro durante un periodo mínimo de cinco años, que contaba con el apoyo de Merkel, ha sido criticada por algunos sectores del Partido Socialdemócrata Alemán. El vicepresidente de la SPD, Carsten Schneider, declaró al diario Stuttgarter Zeitung que la propuesta de un Gexit temporal suponía "un grave abuso de confianza". "Habría que aclarar si el derecho del parlamento alemán a ser informado ha sido menospreciado por Schäuble. Pero aún más grave sería que el ministro hubiera actuado en nombre de Alemania como un agente divisor que presiona a Grecia para abandonar el euro", agregó.
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Desde la posición contraria, Christian Lindner, el presidente del partido liberal alemán FDP, principal apoyo de la CDU en este debate, acusó a Angela Merkel de haber seguido una estrategia de negociación "confusa" en las conversaciones con Grecia y afirmaba que las últimas semanas han cambiado la posición de la FDP "considerablemente".
Lo que no parece haber cambiado en demasía, según una encuesta exprés de la televisión pública germana realizada el 13 de julio a más de 900 ciudadanos alemanes, es la opinión pública del país. Un 64% de los encuestados se mostraba de acuerdo con la gestión de negociaciones por parte de Schäuble, y un 62% con el papel de Merkel.