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Periodismo comprometido en tiempos revueltos

Periodismo comprometido en tiempos revueltos

El 27 de marzo de 1939 salía de las rotativas el último ejemplar del Heraldo de Madrid. Los republicanos habían perdido la guerra y la llegada de las tropas franquistas a la capital era inminente. Se ponía así punto y final a 49 años de compromiso y rigor periodístico. El diario fue incautado por una escuadra falangista.

La mítica cabecera, fundada en 1890 por Felipe Ducazcal y Lasheras, fue testigo de años de guerra, de opresión, y también de los primeros atisbos de democracia. Bajo la dirección de José Rocamora el Heraldo se convirtió en un arma de batalla contra la dictadura de Primo de RiveraHeraldo. La audacia y el arrojo de sus periodistas permitieron al diario sortear la censura y mantener una actitud crítica frente al régimen.

En 1927, tan sólo tres años antes de la proclamación de la Segunda República, Manuel Fontdevila Cruixent fue contratado por los hermanos Busquets, propietarios entonces de la cabecera, para hacerse cargo del rumbo del periódico. Bajo su batuta el Heraldo de Madrid se convertiría en un acérrimo defensor de la RepúblicaHeraldo de Madrid.

Tras el estallido de la Guerra Civil en 1936, Fontdevila cedió el timón del diario a Alfredo Cabanillas Blanco, jefe de prensa de Manuel Azaña cuando este accedió a la presidencia de la República tras las elecciones de febrero del 36 en las que triunfó el Frente Popular. Tan sólo un año después, el curtido periodista sería presionado y obligado a abandonar el diario. “Sus actividades humanitarias de socorro a personalidades de derechas en el Madrid sitiado despertaron las suspicacias de sus compañeros en el periódico”, explica Gil Toll, autor del libro Heraldo de Madrid. Tinta catalana para la II República Española.

“Cuando entremos en Madrid, lo primero que voy a hacer es cortarle la cabeza al director de Heraldo de Madrid”, estas fueron las palabras del general franquista Juan Yagüe tras la toma de Talavera de la Reina el 3 de septiembre de 1936. Así lo relata Cabanillas en sus memorias quién, por aquel entonces, aún dirigía la mítica cabecera. “¿Por qué al director de Heraldo de Madrid? –se interroga Gil Toll– Sin duda por lo simbólico de este periódico en relación al régimen republicano. El Heraldo fue el impulsor de la República en 1930 y los meses previos a las elecciones de 1931Heraldo”. Además, durante los primeros días del golpe de estado de los militares en julio del 36, el diario madrileño “se lanzó en defensa de la República”, explica el escritor.

Por orden de Francisco Franco, las tropas de Yagüe no avanzaron hacia Madrid. Las amenazas del general franquista no se cumplieron y Cabanillas abandonaría sano y salvo el diario. El veterano periodista Federico Morena tomaría su relevo asumiendo la dirección de la cabecera durante dos años de penurias en el Madrid sitiado por los franquistas. Bajo la batuta de Morena el Heraldo vería su ocaso.

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Los máximos responsables del diario no fueron las únicas víctimas ni objetos de amenazas durante los años de conflicto. “A lo largo de los 3 años de guerra, se produjeron diversas muertes y heridos entre el colectivo de trabajadores que participaron en la guerra”, narra Gil Toll. Entre los que perdieron la vida se encuentra Manuel Fernández Álvarez, Alvar, fallecido en el frente del Guadarrama cuando participaba en un combate junto a sus compañeros de las Milicias de la prensa. Entre las víctimas también se encuentra el hijo de Manuel Fontdevila, que fue fusilado por ser el hijo del director del Heraldo de Madrid.

La crudeza del conflicto y las penurias que se vivían en Madrid empujaron a muchos periodistas del diario a abandonar la capital. El Heraldo quedó en manos de un reducido grupo de redactores que permaneció al frente de la cabecera hasta que les fue arrebatada de sus manos Heraldo. Las portadas de los últimos ejemplares del histórico periódico trataban de “recordar a los periodistas que trabajaron en aquel diario tan querido por los madrileños. Recordar a los que se quedaron hasta el último día en Madrid y también a los que fueron saliendo en los años previos, la mayoría al exilio”, explica Toll.

La mañana del 28 de marzo de 1939 sería la última que los redactores del Heraldo pasarían en sus puestos de trabajo. La derrota de los republicanos y la toma de Madrid clausurarían casi medio siglo de trabajo periodístico. Los profesionales de la cabecera “dejaron constancia de su lucha por la independencia periodística en relatos que han llegado a nuestros días”, señala el escritor catalán. La misma voluntad y compromiso que han llevado a nueve medios a unir fuerzas para recordar el sacrificio y el buen hacer de este grupo de periodistas que no quisieron dejar a los ciudadanos españoles sin información. 75 años después de la incautación de la cabecera y en pleno estado democrático, aún continúa la batalla por un periodismo libre, comprometido e independiente.

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