Por qué no es buena idea que Trump vuelva a tuitear
"Creo que fue un error". Aunque podrían haber sido las palabras usadas por Elon Musk cuando este viernes puso en pausa su operación para comprar Twitter, lo cierto es que esta frase salió de su boca el pasado martes cuando le preguntaron qué le parecía el veto en la red social al expresidente de EEUU, Donald Trump. "Revertiría la prohibición permanente", reconoció el también dueño de Tesla y SpaceX durante la conferencia Future of the Car de Financial Times. Contactados por infoLibre, la tecnológica no ha querido hacer ningún comentario al respecto. Y eso a pesar de que, de llevarse a cabo, sería probablemente, la medida más mediática para convertir Twitter en eso que el hombre más rico del mundo denomina una "plaza del pueblo digital" ahora que se ha autoproclamado como un "absolutista de la libertad de expresión".
Para entender toda esta polémica con Trump hay que remontarse a principios de 2021. Concretamente, al asalto al Capitolio que dejó un balance de cinco muertos y unas imágenes vergonzosas para la que se define a sí misma como la primera potencia mundial. Y cuando el expresidente dejó la Casa Blanca menos de veinte días después, casi por la puerta de atrás, lo hizo con un veto inaudito de prácticamente todas las redes y plataformas sociales. En el caso de Meta, la suspensión en Facebook e Instagram fue de dos años, es decir, que concluye el próximo mes de enero. Y, en el caso de Twitter, la expulsión fue de por vida.
O más bien habría que decir, que esta expulsión era de por vida. Sí, era, en pasado. Porque si el hombre más rico del mundo completa su paralizada compra de Twitter, la vuelta de Trump a su altavoz favorito está prácticamente garantizada. E incluso estaría avalada por Jack Dorsey, fundador de la red social y CEO en enero de 2021, es decir, la máxima autoridad detrás del veto. "Fue una decisión de negocios y no debería haberlo sido. Siempre debemos revisar nuestras decisiones y evolucionar según sea necesario", afirmó desde su perfil en la plataforma pocas horas después de las declaraciones de Musk en respuesta a un seguidor. Sin embargo, cabe recordar que este tuit contradice lo que dijo hace año y medio. En aquel momento, defendió que era "la decisión correcta", aunque reconoció que sentaba "un peligroso precedente".
¿Fue correcto este veto a perpetuidad? En palabras de Musk, "prohibir a Trump de Twitter no acabó con la voz de Trump, la amplificó entre la derecha y es por eso que es moralmente incorrecto y completamente estúpido". Aunque defendió que si hay tuits "incorrectos o malos" deberían eliminarse o "hacerse invisibles", insistió en la idea de que "una suspensión temporal es apropiada, pero no una prohibición permanente".
A pesar de las palabras de Musk, algunos estudios publicados desde el ataque al Capitolio desmienten al multimillonario. Por ejemplo, el informe del Laboratorio de Investigación Forense Digital (DFRLab) en enero de 2022 destacó que aunque algunos movimientos radicales se reorganizaron durante el verano de 2021, "muchos grupos extremistas hasta ahora no han logrado recuperarse por completo de las interrupciones posteriores al 6 de enero, incluida la disensión entre sus filas, un mayor escrutinio nacional y suspensiones por parte de las plataformas de redes sociales".
En Recode, con motivo del primer aniversario del 6 de enero, Shirin Ghaffary se preguntó si esta "gran desplataforma" había funcionado: "Cada vez hay más pruebas de que eliminar la plataforma de estos grupos limitó su presencia e influencia en línea, aunque aún es difícil determinar exactamente cómo ha afectado sus actividades fuera de línea". No obstante, también destacó que muchos grupos extremistas se habían dispersado en otras como Telegram, Parler o Gab, aunque señaló "han tenido más dificultades para aumentar sus números en línea al mismo ritmo que cuando estaban en las aplicaciones de redes sociales más convencionales".
Para Leticia Rodríguez Fernández, investigadora y profesora de Relaciones Públicas en la Universidad de Cádiz, este tipo de prohibiciones solucionan "parte" del problema, aunque no sean la única solución. Sin embargo, el caso del expresidente es distinto: "Fue ejemplarizante. Era la manera de Twitter de decirle al mundo que si no se cumplían las medidas se podía expulsar a un usuario aunque fuese el presidente".
De la misma idea es Ferran Lalueza, profesor de Comunicación y Social Media de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC) e investigador del grupo GAME: "Cuando alguien actúa de manera inadecuada, impedir que siga haciéndolo es ejemplarizante, sobre todo porque Trump tenía muchos seguidores". No obstante, este experto introduce otro elemento en la ecuación. "Otro punto es si una empresa privada tiene derecho a cortar este discurso", explica, al tiempo que apunta que este es un debate que "aunque no es comparable, sí que es similar al de la cadena perpetua": "Que ciertos contenidos no sean admisibles, y que quien comparta y cree esos contenidos tenga que tener una penalización, es algo evidente. Si esa penalización tiene que ser algo reversible o no, no me parece un disparate que se debata".
A pesar de que el debate exista, otra cosa bien distinta es que el magnate quiera volver, algo que no parece probable, según las filtraciones que ha hecho durante las últimas semanas a medios conservadores de EEUU. En concreto, y según publicó Fox News el mismo día que se confirmó que la junta de la tecnológica aceptaba la operación de compra de Musk, Trump aseguró que no iba a usar la plataforma y que se quedaría en Truth Social, su nueva red creada a su imagen y semejanza: "Espero que compre Twitter porque lo mejorará y es un buen hombre".
Pero esta puerta abierta de Musk a Trump implicaría además colocar una alfombra roja a otros expulsados de renombre de Twitter. Aunque en España aún no se ha cobrado ninguna víctima popular, en EEUU la lista negra es bastante larga. Una de sus últimas incorporaciones es la de la senadora Marjorie Taylor Greene por violar las políticas sobre desinformación por el coronavirus, aunque puede seguir usando su perfil oficial. El popular Steve Banon, las estrellas de la extremaderecha Alex Jones y Milo Yiannopoulos o el exlíder del Ku Klux Klan David Duque también están en este listado. Reino Unido cuenta con algunos como el conspiranoico David Icke o la comentarista conservadora Katie Hopkins.
Choque con Europa: incumpliría la futura Ley de Servicios Digitales
Aunque el propio Trump reniega de esta vuelta, lo cierto es que este regreso podría generarle más de un disgusto a la tecnológica californiana. En concreto, se apuntan a dos, muy diferentes, pero a la vez estrechamente relacionados. Por un lado, la red social incumpliría con el regreso del expresidente las futuras leyes que está preparando la UE para regir el contenido digital. "Indudablemente incumpliría la Ley de Servicios Digitales. Si en su momento tuvieron que sacarle de Twitter por los estándares legales ya que sus mensajes atentaban contra los derechos legales, ahora con más razón", argumenta Natalia Martos Díaz, CEO y fundadora de Legal Army, en conversación con infoLibre.
Con la futura Ley de Servicios Digitales (DSA, por sus siglas en inglés), Bruselas busca, a grandes rasgos, algo tan básico como que lo es ilegal en el mundo físico sea ilegal en el mundo digital. Entre otros aspectos, la UE impondrá medidas para poner freno al contenido ilícito y para mejorar la moderación. Asimismo, les exigirá más control a las plataformas sobre lo que se publica en ellas.
Por tanto, y como defiende Martos Díaz, esto entrañaría dos inconvenientes para la tecnológica en caso de que acepte la vuelta de Trump. El primero, según explica esta experta, por la responsabilidad de sus comentarios sobre la red social: "Si Twitter lo ampara y lo permite, se traslada a la propia plataforma". El segundo, sería que se podría aplicar "cualquiera que sea el régimen sancionador que impone la legislación". En caso de incumplimiento la Ley de Servicios Digitales establece que las plataformas en línea podrían recibir multas de hasta el 6% de su facturación mundial.
Ante estas dificultades en Europa, la tecnológica podría abrir otra vía: ¿Sería posible que Trump fuese visible solo para los usuarios de EEUU? "Si Twitter lo puede implementar, podría ser una salida", reconoce Martos Díaz que recuerda que las normativas de la UE son "más restrictivas" que al otro lado del Atlántico. Una ventaja para la compañía es que, por el momento, esta ley aún no es una realidad y en Europa no se suele legislar de forma retroactiva. "Se aplicaría sobre los tuits que publicase a partir de su entrada en vigor", sostiene esta abogada especializada en derecho digital.
Pero la hipótesis sobre este futuro encontronazo de Musk con Bruselas se produce justo después de que recibiese esta misma semana al comisario europeo de Mercado Interior, Thierry Breton, en una de las fábricas de Tesla en Texas. En un vídeo compartido por el mandatario europeo de poco más de un minuto, ambos charlan amigablemente y el francés felicita al multimillonario por haber entendido "bastante bien" la regulación de Europa. El hombre más rico del mundo respondía poco después incidiendo en la misma línea: "Creo que estamos en el mismo punto". Pues parece que en el asunto de Trump, no.
Un retroceso en sus políticas contra el discurso de odio
Aunque esta nueva obsesión de la UE por frenar el contenido ilícito también ha sido uno de los focos en los que más ha trabajado Twitter desde 2016. Y aquí se encuentra el segundo disgusto que podría encerrar este regreso de Trump para la compañía californiana: su retroceso en todas las políticas implementadas para frenar el discurso de odio y la desinformación. Evidentemente, la red social aún no es un lugar perfecto pero se han ido dando pasos, la gran mayoría, en la dirección correcta. Por ejemplo, una de sus medidas más conocidas son sus famosas etiquetas y mensajes de advertencia que proporcionan información adicional en aquellas publicaciones que contienen información engañosa, como la relacionada con el covid-19 o sobre elecciones.
"Si empieza a dar pasos atrás, le puede crear problemas con los anunciantes, con los trabajadores y de reputación. No sé hasta qué punto va a poder llevar a cambio estos cambios", explica Leticia Rodríguez Fernández, que espera que no se lance a un modelo de deshacer todo lo hecho hasta el momento. Aunque advierte que una cosa es la expectativa y otra lo que quiere hacer realmente, parece que el camino elegido por Musk sería el de "reconvertir" la red social con un modelo que "no dependa de la publicidad y sí de las suscripciones": "Algo como Twitch". El problema aquí sería que si se produce este cambio, "Twitter va a terminar siendo una red de desinformación en la que los usuarios pagan para poder decir lo que quieran".
Para Ferran Lalueza, profesor de Comunicación y Social Media de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC) e investigador del grupo GAME, todos estos avances no son tan llamativos como vende la propia tecnológica ya que "sigue yendo a la cola, todavía tiene mucho por hacer". Eso sí, no es partidario de dejar de usar estas medidas que sirven para limitar el contenido de odio o falso: "La libertad de expresión debería ponerse al servicio de una sociedad bien informada. Defender la libertad de expresión debería ser defender una información adecuada y no reducir los mecanismos de control de la calidad de los contenidos de la plataforma". Para este experto, que Musk se remita a la legislación vigente como base para la red social no es mala idea, eso sí, advierte que "el quid de la cuestión" es "hasta qué punto Twitter va a relajarse en la aplicación de sus medidas para evitar la propagación de contenidos violentos o falsos".
Tras reconocer que cree que todo lo que está haciendo Musk con la compañía californiana tiene algo "de pose", Lalueza considera que usa la libertad de expresión como "coartada". "Compra una red social que tiene mayor influencia que la que le corresponde por número de usuarios, y es algo que asusta. Casi es como un villano de James Bond, que ahora quiere tener ese poder mediático", explica Lalueza. Opinión similar mantiene Rodríguez Fernández: "Quiere controlar la libertad de expresión y como tiene el dinero se compra Twitter y controla la libertad de expresión". Asimismo, esta experta insiste en la idea de que se considera que estas plataformas sociales son "redes colectivas" cuando en realidad son "empresa" y "los usuarios son trabajadores no asalariados".
Y así, como si un villano de película se tratase, parece que el primer enemigo del hombre más rico del mundo dentro de la tecnológica tiene nombre y apellidos. Se trata de Vijaya Gadde, la jefa legal de la plataforma y a la que, según pública The Washington Post, sus críticos llaman la "principal defensora de la censura". Ella es la mente detrás de las famosas etiquetas. Mientras "las legiones de seguidores de Musk han pedido su despido", en cambio, "muchos investigadores y expertos en acoso en línea dicen que sus políticas han hecho que Twitter sea más seguro". Eso sí, el propio multimillonario, al igual que sus fans, la acusan de ser la culpable del "sesgo de izquierda" que tendría actualmente la aplicación.
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Y aquí entra en juego la tercera pata de este juego de Musk: la ideología. "Creo que Twitter necesita ser mucho más imparcial. Actualmente tiene un fuerte sesgo de izquierda porque tiene su sede en San Francisco", afirmó en la conferencia del pasado martes. Sin embargo, expertos consultados por The Guardian señalan que la empresa californiana se enfrentaría a mucha gente molesta sobre todo en la izquierda si se levante este veto. "Solo parece estar preocupado por la opinión de un pequeño grupo de personas que incitan a la violencia o perpetúan el discurso de odio", no obstante, "debería ver cuántas personas más estarían molestas si Trump no estuviera prohibido".
Es más, The Guardian alerta de que la red social ha perdido cientos de miles de usuarios desde la entrada en escena de Musk. Y esta pérdida tendría sesgo ideológico y sería mayoritaria en el bando de la izquierda. "Aún no tenemos suficientes elementos para ver si ha habido, o va a existir, una desbandada por parte de usuarios de izquierda", sostiene Lalueza.
"Esto es una guerra cultural", asegura Rodríguez Fernández, que argumenta que hay que esperar a ver "hasta qué punto Twitter se va a convertir en una herramienta más" en esta batalla. Asimismo, esta experta recuerda que hay que tener presente que la izquierda y derecha de EEUU no es igual en Europa. Aun así, insiste en que es normal que exista "cierta preocupación" porque podría ser un problema que la red social se convierta en una "herramienta para la ultraderecha". Esto, claro, si finalmente Musk compra la tecnológica.