Los libros

Murmullos, el aliento de las ánimas

Portada de 'Juan y los Murmullos', de Cristina Rentería Garita.

Gloria Ramírez Fermín

Juan y los Murmullos

Cristina Rentería Garita

Ediciones Azimut

Málaga

2020

El hecho de que un autor incluya como personaje principal de su obra a una figura representativa de la tradición literaria conlleva una suerte de compromiso histórico y artístico. Este el caso de Juan y los Murmullos, de Cristina Rentería Garita, libro que no teme aventurarse para ofrecer una perspectiva intimista de los episodios más significativos de la vida de Juan Rulfo al tiempo que ficcionaliza su obra, en especial su emblemática novela Pedro Páramo.

El libro está compuesto por 68 relatos que no tienen una secuencia lineal, pero que logran cierta unidad cronológica mediante la inscripción de los años en los que se contextualiza cada episodio. Su composición resulta una apuesta para el lector, capaz de configurar una trama intrínseca en el mismo discurso narrativo de la obra, cuya particularidad es presentar otra visión de los personajes: Juan Rulfo, Clara Aparicio, Juan Preciado y los resonantes Murmullos de Comala, que surgen como un artilugio metaficcional del diálogo entre la vida del escritor jalisciense y su obra.

Los textos revelan un universo paralelo rulfiano, diferente al que marca la historia literaria, y son acompañados por la descripción precisa de los páramos del bajío mexicano, principalmente de Tuxcacuesco, lugar en el que se inspiró el autor de Diles que no me maten para recrear la atmósfera de Comala, según investigaciones de Jorge Cepeda.

¿Qué sería de la literatura sin la diégesis que retrata –con la fidelidad de una cámara fotográfica– las atmósferas y espacios en los que habitan los personajes? Rulfo, en su quehacer de fotógrafo, lo sabía: el espacio narrativo es primordial para dar una dimensión singular a lo insólito. Es por eso que Juan y los Murmullos se compone de estas visiones: “Allá, suena el teléfono. Acá, cierro los ojos, disfruto del sol de mediodía en mis garras artríticas, en mi pecho atascado como una tubería sucia. Huelo los vapores de la cocina, de la sopa de fideo y del espinazo en salsa verde. Allá suena el teléfono…”, reza el texto 65.

La narrativa de Rentería Garita posibilita estas estampas de lo cotidiano, que, a su vez, retoman particularidades de la biografía del autor, como el tabaquismo, que terminó por provocarle cáncer del pulmón, y la ternura que le provoca su esposa Clara, la “que tiene en la boca gusto a nieve de limón”. En este mismo sentido, a lo largo de las secuencias del libro, la autora inserta elementos de la historia mexicana para plantear episodios de la vida nacional y así crear un marco temporal adecuado que recupera la práctica del muralismo y la figura de Siqueiros. De manera que la Revolución mexicana y la Guerra Cristera son precedentes de la condición social que se hace eco en los murmullos.

No sorprende que los susurros constituyan una parte esencial del argumento. La autora propone su presencia como estrategia que sirve para dilucidar las fronteras entre el plano terrenal –tal como los ecos heredados de las escenas revolucionarias que se configuran en el colectivo social en forma de leyenda– y el más allá. Luego, en la ficcionalización de la obra rulfiana, el pasado, ya sea histórico o fantástico, vuelve en forma de ánima para intercalarse con el presente.

La elocución unísona de estas múltiples voces silentes produce un efecto místico y dan forma a lo que está oculto en el colectivo mexicano, desde su pasado colonial, hasta los umbrales del siglo XXI. Se trata de dichos ecos heredados de las escenas trágicas que, queramos o no, conforman nuestra identidad y se urden en nuestro habitus, en la raíz de nuestra psique y nuestros comportamientos. Como bien señala Octavio Paz: el mexicano tiene una dualidad, se somete, se reprime; pero, no se raja (no se acobarda). Tal vez, esta es la razón por la que resguarda en su interior deseos perniciosos que no quieren ser revelados por el inconsciente.

Testamento literario del exilio republicano

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El murmullo fue lo único que le quedó al indio que no tenía derecho de enunciar palabra alguna frente al patrón y frente al general. En el caso de esta obra, los silencios se quedaron arraigados en la vaporosa tierra de Comala y, sobre todo, en su desolada ventisca. Recordemos que los silencios en Pedro Páramo recrean su sibilante consonancia tanto en los nombres de los personajes —Susana San Juan— cuanto en la entristecida brisa del desierto que guarda las palabras de los muertos en sus andanadas.

En este libro, los murmullos reflejan el discurso interior de los personajes; o sea, la introspección, presente en todos esos hombres del universo de Rulfo y que la autora recupera con puntual cuidado en los diálogos para construir momentos de anacronía en la tetralogía temporal de su obra. Es decir, en los cuatro tiempos en que se disponen sus relatos: el de Juan Rulfo y Clara Aparicio; el de Juan Preciado; el de Comala y otros personajes, y el de los Murmullos.

Cristina Rentería Garita se sirve de su formación académica en el campo de las Ciencias Sociales y la Antropología, pues cuenta con un doctorado Economía, Sociología y Política Agraria, para resaltar, en palabras de sus personajes, “la comprensión de lo extraño” que se fragua en las fantasmagorías sociales del pueblo mexicano; observación que se hace sin demeritar su trabajo en las letras. Rentería es, además, una reconocida escritora, pues ya ha recibido galardones por su obra. En 2018, recibió la Mención Honorífica en el Premio Nacional Dolores Castro, premio destinado a reconocer la labor de las escritoras mexicanas. Con su reciente título, Juan y los Murmullos, pisa fuerte en el camino de la creación literaria y continúa trazando una voz que se distingue de sus contemporáneas, por su particular visión social de la literatura mexicana.

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